domingo, octubre 28, 2007

El enajenado, la víctima y el cobarde

(Y también el ojo que todo lo observa...)

Hace unos días una noticia en los medios de comunicación de todo el mundo daba cuenta de cómo un hombre español había atacado, en un vagón de tren de Barcelona, a una chica ecuatoriana. El ataque había tenido un único justificativo: la chica en cuestión era extranjera.

Un tercer protagonista, un muchacho de quien después se supo que es argentino, es testigo involuntario de la escena. Involuntario y pasivo.

Las cámaras de seguridad del tren registran todo lo sucedido. Y las imágenes dan la vuelta al mundo. Todos pueden ver lo sucedido. Allí están los tres: el enajenado, la víctima y el cobarde. Para el primero, la cámara de video representará el inicio de un no demasiado dramático proceso judicial. Para la segunda, el testimonio de su indefensión. Para el tercero, el oprobio de quienes, sin haber estado allí, fueron testigos de lo sucedido.

Otro argentino, también residente en España, intentó ponerse en la carne de su compatriota. Ese que también estuvo en el momento justo en el lugar equivocado, sin haber sido capaz de hacerse cargo de la situación, y que no imaginó que su imagen sería pública, pues ese es el límite hoy entre lo público y lo privado: somos desconocidos y anónimos, hasta el preciso momento en que algo sucede al lado nuestro, y hay una cámara para registrarlo.

Los comentarios a esta entrada corren ahora, por supuesto, por cuenta de ustedes.
Les recuerdo que es necesario que vayan consiguiendo y viendo la película "El cuerpo" (The body), dado que vamos a trabajar sobre esta película en nuestro segundo y próximo parcial domiciliario. Para quienes faltaron, para la clase que viene hay que tener leído el texto de Freud sobre Psicología de las masas. Y acercar cualquier duda que haya quedado sobre los textos de constructivismo y/o el texto de Joel Dor sobre Lacan y/o cualquier otro texto de los ya vistos.

viernes, octubre 26, 2007

lunes, octubre 08, 2007

Notas del parcial

(Confesión: Esta entrada es más que nada para generar expectativa, porque dudo que las notas estén antes de un par de semanas a esta parte...)

domingo, octubre 07, 2007

Dilema

La cuestión a resolver es simple: cómo dar respuesta a la clásica pregunta de qué debe estar cronológicamente primero, si el huevo o la gallina.


Además (pero esto no es para resolver en el blog), para la clase próxima traigan la respuesta al siguiente problema. Se trata de unir con cuatro líneas rectas consecutivas los nueve puntos dispuestos según el siguiente diagrama:


Una vez que lo resuelvan, propónganle el problema a otra gente y estén atentos a ver cómo intentan resolverlo. En realidad lo que nos interesa es determinar por qué razón unir estos nueve puntos con sólo cuatro líneas rectas consecutivas puede convertirse en una dificultad.

lunes, octubre 01, 2007

Constructivismo: Lección número uno.


Gentileza de Bibiana (...y lo más grave es que, en cierto punto, el resultado no es del todo incorrecto...)

Psicosomatización (Del cuaderno de bitácora)

Cinco días con fiebre. Si no me conociera diría que se trata de una gripe, pero conociéndome apunto mis dardos sobre otras causas posibles. En medio, un simposio de farmacología...

"No se puede separar al bailarín de la danza", dice el Dr. Carlos Soria, que es uno de los expositores. Y yo me quedo pensando en la lucidez de la frase. Luego se dedica a atacar el dualismo cartesiano, señalando que una división entre el alma (ossia la mente) y el cuerpo es absolutamente falaz. De igual modo -dice- no se puede separar al individuo de su ambiente. En otras palabras, lo que Soria dice es que es necesario hacer colapsar el concepto de unidad. ¿Cuáles son los límites en el caso de la unidad mínima del ente humano? ¿Podemos hablar, verdaderamente, de un individuo (vale decir, de una entidad que no sea pasible de división, en la cual quepa reconocer cierta autonomía) y asimilar esto al concepto de persona o sujeto?

"¿Quién manda en una situación psicopatológica?", se pregunta luego. "¿Dónde se ubica el centro de control?" El cuestionamiento es adecuado, tratándose de un farmacólogo. La cuestión es si la medicación que se suministra al paciente debería operar sobre la mente o sobre el cuerpo. Pues bien, el verdadero problema no reside en el cuerpo, evidentemente, pues el malestar está determinado por la mente (hablamos de una somatización). Sin embargo, al mismo tiempo resulta que la mente funciona de manera adecuada, pues lo que en definitiva hace es responder a un estímulo contextual. Otra cuestión será ver si esta respuesta es la más acertada. Pero finalmente las causas suelen no estar tampoco en el ambiente, dado que la mente no responde a algo real, tanto como a una lectura de algo que acaso puede no estar allí.

Si asociamos la somatización al stress, hablamos de un desequilibrio de la mente/ánimo, que es en cierto modo positivo, dado que este estado es lo que promueve un intento de adaptación al entorno, que se traduce en la huída o en la lucha, a través de un intento de adaptación o de modificación del medio. Sin cierto nivel de stress, no habría capacidad de supervivencia. El problema, en todo caso, es que a menudo el stress se prolonga demasiado a través del tiempo o adopta niveles muy elevados. Entonces se produce un estado crítico.

Me llama la atención que Soria defina el stress como una modulación de las emociones, sin realizar una distinción precisa entre este concepto y el de un estado cerebral vinculado a la percepción de un ambiente que ofrece en forma cotidiana recompensas y/o castigos en respuesta a nuestras acciones. Sin embargo, no me extraña que hable del enamoramiento como una estado típico de desequilibrio.

"En el enamorado hay una respuesta positiva, del orden de lo placentero, generada con anticipación a la experiencia que se considera placentera en sí misma", explica el catedrático. Vale decir que el placer se realiza más en la expectativa que en la consumación. No es raro, entonces, que termine vinculando el enamoramiento a la experiencia del consumidor de alucinógenos.

Del mismo modo, la incertidumbre genera una mayor situación de stress que los factores negativos reales que dicha incertidumbre eventualmente encierra. Pero si la incertidumbre es algo incierto, desde el momento que apunta a algo que tanto puede suceder como no, la respuesta psicosomatizadora es real, concreta y visible. De este modo, lo virtual y lo real se confunde de manera permanente.

Somos sistemas condenados a una interacción cotidiana. Lo cual nos lleva a tener que adaptarnos al otro, ese que casi siempre maneja pautas de percepción del mundo diferentes de las nuestras. Pero hay errores que median en estos intentos de adaptación, y esto genera stress. Claro está, parte de estos errores pasa por creer, concientemente o no, que el otro comparte nuestros sistemas de valoración del mundo, nuestros códigos, nuestras perspectivas. Cuando la realidad es que todos operamos de una manera particular y diferente del resto de las personas en este sentido.

Somos seres en interacción, que construimos una realidad imaginaria, que se convierte en nuestra realidad física, al punto de poder generar en nosotros malestares reales. Lo cierto es que no somos individuos autónomos, sino parte de un complejo sistema de redes vinculares, en medio del cual nacemos, nos desarrollamos, nos enamoramos, vivimos, tememos, trabajamos, disfrutamos... En el medio de todo esto, una realidad imaginaria es lo más concreto y real que al parecer tenemos como para manejarnos.