sábado, marzo 19, 2011

Creer y/o reventar

Lo dije en clase, para evitar malos entendidos: no soy ateo. Tengo mis creencias religiosas, que no vienen aquí al caso. Pero esto no evita que me ría. No de Dios, sino de lo que los hombres hacen a veces con la idea de Dios. Aunque en realidad la cosa, más que para reir, sea para llorar.

Si vos no sos creyente, recordá lo que cantaba el prudente Chacho Echenique:

Me persigno por si acaso
no vaya que Dios exista
y me lleve pa'l infierno
con todas mis ovejitas.

Y si sos creyente, recordá -pero es sólo por poner uno de los tantos ejemplos posibles- la oración que pronunció el capellán del ejército de los EE.UU. William B. Downey el 6 de agosto de 1945:

"Oh, Padre Todopoderoso que escuchas las súplicas de los que te aman: te rogamos que ayudes a quienes desafiarán las alturas de tus cielos y llevarán el combate a tierras enemigas. Guárdalos y protégelos mientras cumplen el vuelo que se les ha ordenado. Armalos con tu poder para que puedan poner rápido fin a la guerra y para que conozcamos nuevamente la paz. Hazlos volver sanos y salvos. Esperaremos el porvenir confiando en Tí y colocándonos bajo tu protección ahora y siempre. Amén."

Poco después, la tripulación del avión bendecido, el Enola Gay, dejaba caer sobre Hiroshima la primera bomba atómica utilizada en una guerra. Al menos 75.000 personas murieron de inmediato. Otras 163.000 quedaron seriamente heridos. Los bosques de Onagacho y Futabano-sato, ubicados a tres kilómetros del epicentro, se perdieron por completo. Unos 63.000 edificios, incluidas viviendas, hospitales y escuelas, fueron arrasados. ¿Cabe suponer que ninguna de entre las miles de víctimas de Hiroshima amaba a Dios, que por ese motivo se olvidó de proteger a toda esa gente? ¿O acaso sucedió que a ninguno de ellos se le ocurrió suplicar por sus vidas y las de los suyos esa mañana o durante la noche anterior?

Sea como sea, les dejo dos textos que me interesaría que leyeran. Uno de ellos fue escrito por un anarquista francés llamado Sébastien Faure. Se titula Doce pruebas de la inexistencia de Dios, y lo pueden leer en línea a través de este enlace. Es sobre todo muy interesante su cotejo con las Meditaciones metafísicas de Descartes, que deberían leer primero. También les dejo un breve ensayo de Mario Benedetti sobre casi el mismo particular.

La pregunta que surge, a la luz de estos textos, y a la que pido que respondan con lo que se les venga a la cabeza, es qué sucedería si Dios, para el caso de existir, fuese en realidad algo diferente de lo que nosotros pensamos que es.

Bienvenidos

El hombre. Protagonista central de la comunicación. Sin embargo, queda por definir una cuestión: ¿Qué es el hombre? Sabemos mucho de semiosis, de técnicas y tecnologías de la comunicación, pragmáticas diversas, pero pocas veces nos hemos detenido a reflexionar respecto de quién es ese otro que se comunica con nosotros, ese otro con el cual pretendemos comunicarnos. Algo que, en cierto modo, también supone una reflexión necesaria respecto de nosotros mismos.

Este es el eje que vamos a trabajar durante este cuatrimestre en esta materia. Y para comenzar les propongo un extracto brevísimo de la película 2001 Odisea del Espacio de Stanley Kubrick, que presenta una mirada sobre ese momento en el cual el primate inferior descubre que puede servirse de las herramientas para potenciar sus propias capacidades. Sin embargo, también está la cuestión de la relación con los otros. ¿Quién presupongo que sea el otro? ¿Un aliado o un potencial enemigo? ¿Alguien en quien ampararse o alguien de quien defenderse? ¿Alguien con quien complementarse o alguien con quien competir? ¿Alguien en quien confiar o alguien que puede engañarme? En las respuestas que me ofrezca a estas preguntas estará el principio básico de definición de lo que será mi comunicación con los demás.

¿Cómo ves vos a los demás? ¿Cómo interactuás con los desconocidos? Sin ir más lejos, ya vimos en la clase cómo hay quienes en un primer encuentro prefieren quedarse callados y ver qué onda y cómo otros, en cambio, salen a relacionarse sin tanta dificultad. En un ejemplo tan sencillo como ese ya tenemos una pauta de diferentes maneras de comunicación de acuerdo a la propia idiosincracia.

Te dejo con los monitos. Por suerte, con el tiempo, hemos evolucionado. Aunque en el fondo, muchas cosas sigan siendo iguales. ¿Vos qué opinás?