lunes, julio 31, 2006

Todo lo que nos falta por aprender



Un inocente murió. Todos los días mueren decenas de miles de inocentes, y no son noticia. Tampoco éste lo será, por cierto. Su cuerpo exhánime no es hoy sino un dato más, un número, o ni siquiera eso, en medio de los tantos datos y números y teorías y discursos y declaraciones y buenas intenciones y acusaciones recíprocas y todo aquello que se estila que se llene con palabras cuando se trata de una guerra. Una guerra acerca de la cual este inocente nada sabía. No nos interesa a nosotros saber a cuál de los bandos pertenecía. El ni siquiera sabía acaso que pertenecía a un bando. Y si lo sabía, no tenía la menor idea de por qué.

En estos días la lista de envíos de correo electrónico del grupo de docentes de Ciencias Sociales tiene por común denominador la guerra en medio oriente. Palabras y buenas intenciones y discursos que pretenden... no se entiende bien qué. No alcanzo a comprender cómo puede intentarse el menor análisis frente al horror. No comprendo cómo puede haber lugar, en el horror, a otra cosa que no sea el espanto.

Hay quienes hablan a favor de unos, y quienes lo hacen defendiendo a otros. Y ninguno parece comprender que el error reside en suponer que haya unos y otros, cuando se trata sólo del hombre peleando contra el hombre. El horror encarnizado en seres que alguna vez se pretendieron humanos. La historia que se repite, una vez más. La vergüenza. Y la imposibilidad de traducir en palabras lo que sucede.

Hay momentos en que ningún análisis es lícito. Hay momentos en que el horror lo ocupa todo. Momentos en que sabemos que todavia nos falta demasiado por aprender y no sabemos cómo explicarlo. Momentos en que la docencia, la comunicación, la humanidad, cobran valores tan singulares como extraños. Momentos en que cualquier palabra de más que se pronuncie equivale a una obcenidad.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Es verdad que las palabras están demás, sobre todo en casos como éste. Pero eso sucede en cualquier enfrentamiento. En cualquier caso donde la muerte se hace presente las palabras están demás.

No creo que los análisis estén demás, si creo que los análisis de mucha gente de sociales que tiene más verborragia que pelotas estén demás. Si creo que los noticiarios que recalcan el número de muertos pero no tienen ni puta idea de como comenzó el conflicto están demás.

Inevitablemente, lo que vos escribís es una análisis, estas palabras que amontono son una descripción también, la diferencia radica en el nivel de pretensión, en la arrogancia que se adjudican algunos teóricos muy cómodos desde sus casas.

Si sacamos el análisis nos queda la mera indignación, la cual de por sí, no sirve para demasiado. Tampoco el mero análisis sirve de mucho, pero es un primer paso para entender las cosas, no?

Salud!

Anónimo dijo...

Por supuesto, Macedonio, que es como vos decís. Y lo escrito está escrito a sabiendas de ello. Es sólo que (y acá las palabras de nuevo se atoran). Es sólo que siento que los analistas pretenden hacer primar la inteligencia, precisamente allí donde la razón ha desaparecido, en lugar de abrirse con franqueza al espanto, que es lo único que les permitiría comprender la realidad de las cosas que allí suceden. Los políticos y los terroristas, de uno y otro lado, continúan haciendo su juego, muy a pesar de que su juego se haya convertido en masacre, y aunque a casi todos se les escape que lo que se aniquilan son seres humanos. Es la ceguera total, de quienes participan y de quienes estando al margen pretenden justificar o explicar o sacar partido. Muchos nos espantamos ante el homicida que en medio de un barrio porteño fusila a una persona por la calle con un arma de guerra, está loco, decimos, debería estar encerrado. Será porque sabemos que la víctima podríamos haber sido nosotros, que de tanto en tanto pasamos por esa misma calle. Pero de todos aquellos otros locos, de un lado, del otro, y de quienes los azuzan como si fuesen perros embravecidos peleando en una arena donde también se juegan los dineros de los macabros espectadores... sólo hacemos fríos análisis. Especulativos. Que pretenden demostrar lo inteligentes que somos. Cuando en realidad nada de nada sabemos acerca del horror, porque el horror no tiene palabras que puedan describirlo. Después del atentado de la AMIA, hubo un trabajo en video realizado por alumnos de la facultad en el cual uno de los sobrevivientes decía algo así como "La gente decía que podía sentirse el aroma a sangre derramada en el aire. ¡¡Mentira!! ¡La sangre derramada no tiene aromas! ¡La sangre derramada apesta, y es muy distinto!" También es un análisis. Pero es un análisis con una verdad que ningún analista político podrá alcanzar jamás. Nada, ningún territorio, ninguna historia, ninguna ideología, ninguna religión, justifica la muerte de un solo inocente. El día que comprendamos eso, las cosas habrán cambiado. Pero es el espanto, y no el análisis, lo que nos permitirá aprenderlo. Mientras tanto, cualquier palabra que intente explicar lo inexplicable dirigiéndose hacia otras dimensiones, incluso cuando sea inevitable, como de hecho lo son estas palabras que escribo, al mismo tiempo será aborrecible.

Anónimo dijo...

Muy de acuerdo. Agrego, el problema es que aquellos que deciden enviar bombaderos y soldados con fusil, saben perfectamente que ellos, al menos por ahora no corren peligro. Aquí el dilema, que hacemos con esos hijos de puta que mandan pendejos a morir, los matamos? y no caemos en la misma que ellos, pero que tentación pasarlos por las armas

Anónimo dijo...

nada que ver con esto; pero tiene que ver con aquel post acerca de la iglesia y las nuevas tecnologías.

saludoshttp://www.wulffmorgenthaler.com/strip.aspx?id=34f47c02-255d-4c48-b0dc-24b6208aca24