miércoles, abril 09, 2008

(Segunda consigna) Acá...

...en los comentarios de esta entrada, escriban el registro de la experiencia de la clase de hoy.

Aclaración importante: Para la clase que viene, traigan leído en detalle el texto de Alain Finkielkraut ("La sabiduría del amor").

31 comentarios:

Anónimo dijo...

hola amig@s.
la verdad la experiencia de la clase de hoy me result� muy copada.
primero lo de la luz apagada me hizo pensar en c�mo con una boludez (apagar la luz, hacer silencio) se puede romper una cotidaneidad (un aula con un profesor en el frente y alumn@s bla bla) que tenemos como �nica y muchas veces dif�cil de alterar.

con lo de las miradas tuve dos sensaciones: primero una cierta incomodidad ante el heho de saber que alguien est� mir�ndote y pensando algo sobre uno mismo y que vos no ten�s forma de saber qu� piensa (a su vez uno tambi�n piensa cualquier cosa sobre esa persona a la que se mira).
por otro lado me pareci� copado el hecho de compartir ese momento con alguien de quien no sabemos nada y que tal vez no sabe nada de uno, pero que est� mir�ndote profundo, a los ojos, casi conoci�ndote. y vos a �l/ella.
�porqu� nos costar� tanto la mirada del otro?
hasta el mi�rcoles!

Gaby dijo...

En lo que respecta a la experiencia de hoy, debo decir que fue un poco extraño en el ambito de la facultad un ejercicio de ese tipo. En lo que a mi persona refiere me costo muchisimo concentrarme pero cuando lo logre sentia que el cuerpo se iba relajando, aflojando, nose como explicarlo, "hay que vivirlo", pero como una sensacion de estar en el aire.Cuando abri los ojos esa relajacion se fue repentinamente, nose me daba verguenza, no podia sostener la mirada sino que la bajaba en cuanto los ojos de otros se aproximaban a mi.Bueno, como dije fue extraño pero agradable.

Mariela dijo...

Cuando salí del aula pensé “que loco haber hecho algo así en la facultad”. Loco porque el ámbito académico no invita a vivir experiencias así y porque nunca nos pusimos a pensar en hacer algo parecido.

A mí me causa gracia, pero no la experiencia, sino que me dan ganas de reír cuando logro abstraerme, hay algo en mí que no me deja, me tira de nuevo a la realidad, y me produce esa sensación. Yo hice yoga y a la hora de la relajación me pasaba lo mismo. No sé, mi razón no me deja prestarme a lindas experiencias como esa. Feo la verdad, no me gusta, pero es así. Tendría que practicarlo más, supongo, para quebrar la barrera. Pero dejé yoga y en casa pocas veces lo hago.

Con lo de la mirada me pasó lo mismo, me reía y no podía sostener mi mirada en la del otro, por vergüenza y extrañeza. Pero a la vez, me sentí comprendida por ella porque a través de su expresión supuse que estaba experimentando algo parecido. Sin conocernos y con tan sólo mirarnos, logramos transmitir esos sentimientos. El silencio y las miradas hacen cosas increíbles. Revelan más de lo que creemos.

Anónimo dijo...

El ejercicio me pareció interesante y obviamente distinto a lo que estamos a acostumbrados a vivir en la facu. En la primer parte, logre por momentos abstraerme del lugar y experimente una sensación de relajación que me sorprendió por el corto lapso que duró el ejercicio.
En cuanto a la segunda parte, comparto con el resto la sensación de incomodidad que generó la mirada del otro. No se que les habrá pasado al resto, pero en las 3 miradas con las que me encontre había un gesto de seriedad (me incluyo), ¿ porque será que a ninguno pudimos sonreir mientras nos mirabamos?

Anónimo dijo...

Lo de la clase de ayer, la verdad es que estuvo muy interesante, por el simple hecho de que en realidad, experimenté algo distinto de lo que la facultad me tenía acostumbrada. Sinceramente está bueno saber, que pueden hacerse cosas así en un ámbito universitario, y cambiar también un poco la visión que tenemos acerca de las disciplinas que estudiamos, es decir,ver otras posibilidades más dinámicas que le ponen un poco de onda a la materia, en este caso. A mí, me sucedió algo muy lindo, porque desde el momento que me dejé caer, es decir, cuando me puse cómoda en la silla, me recosté sobre ella y con los ojos cerrados, me imaginé que estaba en una playa de tarde fresca soñando con como será mi futuro a partir de cuando termine la carrera, como será mi familia, si formaré mi propia familia, si lograré todas mis metas, etc. Me trasladé por completo, estaba super cómoda y relajada, pero al momento de abrir los ojos, y de mirar a un compañero o compañera, ya mis proyectos se fueron quedando dormidos hasta el momento en que vuelva a pensarlos,y anque intentaba mirar y concentrarme me tentaba de la risa. Respiré, lo miré al profesor para ver que nos decía, y voltee los ojos hacia otra compañera que tenía al lado. Más allá de que me costaba concentrarme para observar y mirar, sentí que dentro mío, tenía una sensación de paz, de esperanza, y de ilusión de que todo lo que deseo lo voy a lograr, cosa que a mi me cuesta, porque soy una persona muy ansiosa y un poco pesismista. Miré mi interior, y viaje hacia el lugar en el quiero estar más adelante...ojalá pueda hacerlo. Hasta la semana que viene!!! Anabel Montironi

Anónimo dijo...

Me pareció muy buena la experiencia, tuve la posibilidad de encontrar una compañera a quien no conozco pero con quien pudimos mantener la mirada. A pesar de una cierta incomodidad, puedo decir que de alguna manera (con muecas o con la mirada misma) logramos comunicarnos y de alguna manera senti que pensabamos lo mismo, que nos podíamos entender. Por eso creo que es muy valioso este tipo de ejercicios ya que en la carrera de comunicación solemos hablar mucho sobre la gran variedad de formas de comunicarnos, pero no muchas veces en las clases podemos tener una experiencia de este tipo.
La verdad me gustó mucho la idea de romper con la rutina y pienso que podria relacionarlo con la clase en cuanto no solo lo racional, la palabra, nos puede hacer adquirir conocimiento, sino que con una experiencia como esta quizá podemos aprender un poco mas sobre los que nos rodean y sobre nosotros mismos (en principio no pensé que iba a poder mantener la mirada tanto tiempo con una desconocida).
Saludos!

Anónimo dijo...

La primer parte cuando la luz estuvo apagada logre relajarme bastante y, aunque por el momento soy el único, me di cuenta del cansancio acumulado del día. Fue parecido a la sensación que tengo segundos antes de dormir, cuando el tiempo se detiene y uno logra reflexionar por unos segundos.
Con la luz encendida la cosa fue distinta. Senti una distancia muy fuerte entre las dos situaciones, lo que no ayudo a la experiencia. Sin embargo intente buscar algunas miradas, aunque las mantenia por poco tiempo. De todas maneras, se creaba una comunicación instantanea donde se podían compartir sensaciones como la timidez o la sorpresa por el contexto.
Todo esto me hizo acordar a la letra de Parado en el medio de la vida, de Seru Giran. Les dejo una parte:
Qué estamos esperando para recibir amor?
Yo comprendo tu llanto, la vida y el dolor
Me ha tomado el tiempo para verlos otra vez
duermanse un poquito y recíbanme
con los ojos cerrados me ves mejor.

Anónimo dijo...

Hola! La experiencia de ayer estuvo buena, no me la esperaba. Estoy algo acostumbrado a esas experiencias (no relacionadas al Zen) pero me paso de haber estado en lugares en donde no me importo nada y sentia todo lo de mi alrededor. Lo que si me llamó la atención es que cuando abri los ojos, queria en principio que las dos personas a las que mire y estaban lejos, me miraran a los ojos. Pero después, cuando tuve que mirar a la persona que estaba cerca, rogaba que no me mirara fijo. Muy paradojico, pero eso fue lo que senti! Nos vemos el miércoles que viene.

Unknown dijo...

Hola a todos!
Comparto con ustedes esto de pensar qué loco hacer esto en la facultad. Celebremos la capacidad de asombrarnos que tiene el profe!
La primera parte del ejercicio, cuando estaba la luz apagada, lo primero que hice fue tratar de descontracturar mi cuello y mis hombros (tarea nada fácil)y como me dolía mucho la cabeza sentía que en cualquier momento me estallaba.
La segunda parte, la de las miradas fue muy raro. Con la primera persona que nos miramos, tuve una sensación extraña pero luego sentí una especia de identificación con ella. Sentí que no había una distancia y debo admitir que ni sé cómo se llama. Con la segunda persona la sensación fue distinta. Sentí que de conocerla, no tendría mucho en común con ella.
Bueno, nos vemos la clase siguiente y aguante el ZEN!!

P.N.E dijo...

Que senti... raro escribir que siente uno al hacer una practica como la que paso en el ámbito de la facu. De por si el ejercicio fue raro, estando o no en la facu, inesperado diria yo.
Al fijar la mirada en la mirada de otro (luego de haber estado tratando de relajarme por unos pocos minutos) puedo decir que lo que senti fueron nervios, normal supongo; un poco de incomodidad que hasta me hizo sonreirle a la persona de enfrente que por cierto ni la conocia.
En mi opinion me encanto la filosofia Zen, tanto como para querer saber mas, ahora creo que es imposible llegar a relajarse en pocos minutos y menos en la facu, pero estuvo muy bueno. Fue medio loco, se podria decir, fuera de lo normal y eso es bueno.

Gracias profe por hacernos sentir que una clase va mucho mas alla de escuchar y apuntar, escuchar y apuntar.

Pablo Espindola...

Anónimo dijo...

Debo confesar que ya hice una actividad similar (en unas clases de pilates y yoga hace mucho tiempo) y que nunca logré relajarme y dejar de pensar. Lo mismo me sucedió en la clase. Incluso, cuando el profesor nos adelantó que deberíamos escribir sobre lo que nos sucedía, se me hizo imposible dejar de pensar la experiencia en los términos en que la redactaría (y así dejé de disfrutarla por lo que era).
Coincido con mis compañeros en que sostener la mirada ante un otro que no conocíamos resultó ser algo incómodo, extraño, y hasta chocante en algún punto.
Gracias por hacernos salir de la monotonía estudiantil universitaria por unos momentos.

Anónimo dijo...

Este es un ejercicio que suelo hacer con mi psicologa, obviamente en otras circunstancias en las cuales si llego a una profunda relajacion, no fue este el caso dadas las condiciones, los ruidos etc...pero igualmente logre un relax muy copado..
Respecto a las miradas, la persona que tenia mas cerca es una amiga mia, de esas amigas con las que no hace falta hablar, entonces fue una situacion muy comoda, y en un momento haste me olvide lo q estaba haciendo, la miraba y punto.
Fue una experiencia rara, uno no esta acostumbrado a hacer estas cosas en la facultad.

Diego Moreira dijo...

El ejercicio de meditación que hicimos me pareció agradable y también necesario para poder relajarse un poco en un ámbito diferente como la facultad. De todos modos debo admitir que me resultó imposible descomprimir mi cuerpo y olvidarme del exterior, cuando se apagaron las luces no podia sentirme cómodo y creo que solo por un segundo pude visualizarme a mi mismo en otro lugar que no fuese el que realmente me encontraba. Cuando se prendieron las luces y abrimos los ojos pude conectar mi mirada con la de una chica pero me tentaba todo el tiempo y si ella se reía era peor, me costó mucho también poder sostener la mirada, era como que me ganaba la incomodidad y a veces miraba para otro lado. Sentí tambien, tal vez me equivoco, que la chica a la que yo miraba pensaba lo mismo que yo, es decir, estaba tentada e incomoda en la situación, sin embargo ella no desvió la mirada ni por un segundo. Para terminar, otro detalle, también fue muy raro el hecho de que estuve mirandome con una persona por varios minutos y luego cuando terminó el ejercicio ni nos hablamos.
De todos modos, fue una muy linda experiencia y estaría bueno que se repita.

Anónimo dijo...

CARLOS BOBBA DE FILIPPIS

La verdad que la experiencia me gusto mucho. Lo raro me paso al final cuando ya nos habíamos ido de la clase y momentos después cunado me puse a pensar, que poco que nos miramos últimamente a los ojos. Todo transcurre tan rápido, vamos tan apurados de un lado a otro, que muy pocas veces nos detenemos a mirar a los ojos a la persona con quien entablamos una conversación.

En cuanto al texto de la filosofía zen, me surgió una pregunta, puramente racional, pero que me gustaría formular: Si en la filosofía zen cada "experiencia" de iluminación, por así decirlo, es única, y el maestro no puede decirle exactamente al alumno como llegar a ella, ni él mismo, recuerda como llego a dicha experiencia, mi pregunta, vuelvo a reiterar, puramente racional es: ¿Como se puede volver al lugar (en este caso ese instante de iluminación) del cual no se sabe como se llego?

Germán A. Serain dijo...

Te respondo con una pregunta: ¿Cómo podés volver a soñar, lo recuerdes o no, cada vez que te dormís, si nadie sabe con exacttud cuáles son los mecanismos psíquicos que nos llevan al sueño cada vez que dormimos? Algo parecido sucede con el zen, presumo. El valor de la experiencia es saber, por propia experiencia, que existe ese otro lado donde las distinciones identitarias no son válidas.

Anónimo dijo...

Hola!

Mi sensación fue similar a la de todos. Cuando se apago la luz traté de alejarme del contexto en el que estaba y lo logré. Luego cuando la luz estuvo encendida y tuve que encontrarme con la mirada penetrante de un otro que desconocía me sentí muy incómoda y me causó gracia que no pudiera mantener fija una mirada. Sentía que me estaban investigando. Esta nueva experiencia en el ámbito universitario me brindó un temá más de conversación con mi psicóloga...jajaja! Etuvo bueno, la verdad es que a veces no nos damos cuenta de todo lo que comunicamos con una mirada.
Saludos!

Vanina Ferretti

Hernán Souto dijo...

El ejercicio de la ultima clase me parecio excelente. Si bien ya habia experimentado una sensación similar en un ejercicio de teatro hace un par de años, creo que el haberlo hecho en un ambito como el academico genero sensaciones totalmente diferentes.
Debo asumir que apenas comenzó el ejercicio no estaba para nada concentrado, pero a medida que fueron pasando los minutos lo fui haciendo. En la segunda parte cuando se prendieron las luces y hubo que mirarnos a los ojos logre concentrarme del todo. La primer persona que mire estaba bastante lejos, pero a pesar de eso logramos mantener la mirada por casi la totalidad del ejercicio. La segunda persona que mire estaba practicamente al lado mio, y si bien hubo un par de risas de por medio logramos comunicarnos sin hablar.

Willy Chavez dijo...

La verdad que el ejercicio realizado en la ultima clase me parecio muy interesante. Primero que todo, porque todo aquellos que nos haga salir de la nuestra rutina siempre me resulta algo atractivo. De mis percepciones puedo decir que al cerrar los ojos me costo concentrarme al principio pero después lo pude lograr. Al abrir los ojos y mirar al otro encontraba en la otra mirada una persona igual a mi, era una sensacion de sentir que todos somos iguales, que no hay diferencias y que estamos hecho de lo mismo.

Quique dijo...

No fue fácil clavar la mirada en ese pesado rostro que parecía interpelarme. Que era lo que tenia que hacer? Que se suponía que debía descubrir?. Hice un esfuerzo para mantener los ojos en esa mirada dura que se introducía en mi sin pedir permiso. Pero el esfuerzo era por entrar en el interior de dos pupilas cerradas en la oscuridad de su color, como murallas de acero que me impedían acercarme y preguntar, quien esta ahí? Quien sos? De donde venís? Seguí haciendo el esfuerzo, y la mente tiene esos secretos que el psicoanálisis le llama asociación libre, y de pronto me vi. mirando el rostro del che Guevara, gracioso, verdad? Pero fue así. Casi puedo afirmar que vi su boina posando ante la lente que capturo aquella imagen que lo inmortalizo. Pero seguí, aun había algo mas que aquella asociación que comenzaba a ceder. El rostro se volvió de piedra, como una escultura bajo la selva, comencé a descubrir las grietas que la piedra revela ante la luz artificial, y el globo ocular era lo único que me atrapaba, allí no había piedra ni luz ni espacio, la blancura esférica me atrapo y me sumergí en el dolor de su mirada, la dureza en su mirada, la ternura que parecía ocultar, se fundía en mi viaje. Y creí conocerlo. Conocí una parte de el sin imaginar lo que el encontraba en su recorrido.
Con los ojos cerrados, mis manos eran dos pesados yunques, enormes y defectuosos que se convertían en arcilla y se moldeaban en mis piernas donde apoyaban y se convertían en raíces que se sumergían quien sabe donde. Giraba sobre un mismo eje en medio de la oscuridad, lentamente pero no tanto como para no sentir el efecto del movimiento. Perdí por un breve momento, la conciencia de mi cuerpo, de mi contorno con el resto, y mis manos tomaban distinta forma en esa arcilla confusa y delicada. El silencio no era tal, no era sonido. Era el atemporal momento de ver mi figura sin figura girando en algún lado de un espacio sin lugar. Una laguna donde nadar si movimiento, donde el cuerpo reclamaba por su cansancio mientras navegaba en una soledad compartida.

yoshega dijo...

Antes que nada perdón por la demora. Sabía que tendría problemas para escribir antes, por eso para cumplir con la consigna de expresar ese mismo día la experiencia de lo que me pasó, lo escribí en papel y aquí lo transcribo.

Hoy me pasó algo que puedo llamar gratificante. No se si era la idea, en realidad no creo que haya sido verdaderamente.
Aclaro que cuando el profesor dijo "bueno ahora vamos a hacer", ya me vino a la cabeza una experiencia exactamente igual (pero sin lo de las miradas) que tuve por espacio de unos 20 minutos cuando cursaba Psicología en el secundario.
Lo lindo que me pasó hoy fue que el lugar en el que me situe (imaginariamente) no se por qué lo recordé. Es un lugar de mi infancia que solía visitar. Lo digo, me imaginé en el árbol de paltas que está en el fondo de mi casa. Cuando era chico, unos diez o doce años, solía desafiar a la altura (le tengo un cierto miedo a la altura), y subía a ese árbol de unos quince metros. Desde allí me sentía raro. Subía hasta que las ramas de la punta, las más nuevas, desafiaban mi equilibrio. No es que quería llegar alto porque sí. Cuando llegaba lo más alto que mi equilibrio me permitía, cerraba los ojos y me quedaba, mucho, pero mucho tiempo, con los ojos cerrados sintiendo el viento, cada tanto abría los ojos para ver la forma de las nubes, sentía el viento en mi cara, cómo se movía el árbol y la verdad que me sentía, no se cómo decirlo, pero era como si fuese ( en realidad lo soy), parte de la naturaleza. Como si fuese todo uno, no se como explicarlo mejor. Todo eso volvió de repente a mi emnte.
Es muy probable que no haya sido la idea de la experiencia, pero me pasó eso. Obvio que la respiración fue más larga y apacible, y esas cosas que suelen pasar con estas experiencias.
Con las miradas, me pasó que me equivoqué. Interpreté que tenía que mirar a alguiene a los ojos, y no encontrarme con alguna mirada. Por lo que al darme cuenta todos estaban ocupados y en parejas de a dos ojos, creo que era el único en esta situación. Igual miré a un chico que estaba algo alejado, que pude ver como volvía de una evidente relajación, lo que me pasó ahí fue que lo sentí (perdón por lo poco descriptiva de la frase pero no se me ocurre algo mejor) lo sentí más cercano, supongo que fue porque sentí algo parecido, o sea mi estado era el mismo al de él con respecto a la tranquilidad que expresaba su cuerpo.
Después noté cuando cambiamos las miradas, como algunos se empezaban a reir y me frustré cuando nadie cruzó una mirada conmigo.
Con respecto a lo de tocarnos, eso de "extender las manos para tener un contacto físico", me pareció que hubiese sentido cierto pudor si era un desconocido.

Un Saludo a todos

Anónimo dijo...

Al comenzar el ejercicio de relajación tomé conocimiento de ciertos dolores crónicos en mi cuerpo a los cuales durante toda la clase no había prestado atención dado que no tenia mi atención en ellos sino en la charla.
Al apagar al luz respiré profundo y dije: bueno a relajarse! (pensé) tarea difícil con el aire tan denso, sin embargo, sabia que estábamos todos tratando de relajarnos e imaginé una comunión y me entregué. Entonces empecé a experimentar un placer muy gratificante en la medida en que mis músculos se aflojaban y mi mete conservaba esa idea de comunión con mis compañeros. Ella nunca se desconecta. No logré ese estado de plena quietud mental jajaja es difícil. (Suelo hacer relajaciones y trabajar con al respiración sin embargo siempre se me sugestiono con algo.)
Ejercicio 2:
La mirada de un compañero se prolongo por un tiempo muuuuy largo, fueron solo unos minutos, “todo es tan relativo”, su ojos fijos en los míos generaba tensión en mi rostro ( ya relajado por el ejercicio anterior) y mis parpadeos fueron mas continuados porque los párpados pesaron...sin embargo quería sostener la mirada, estábamos conectados. Imaginé muchas cosa sobre el, construí una imagen de él y tal vez algún día, si llego a conocerlo un poco me de cuenta de que no se nada... dejamos de mirarnos, luego de despedirnos con una sonrisa.
Miré luego a otra compañera y sus ojos claros no eran muy serenos (como dice la canción). Me resultó de un frió inquietante su mirada de hielo sobre mi, me asusté y no pude concentrarme me dispersaba fácilmente. Incluso sentía una mirada más, era la de un compañero que no estaba haciendo su ejercicio con nadie y me miraba, yo, no sabia a quien de los dos mirar...estaba incomoda y ya quería que terminara la cuenta regresiva del profe...luego me despedí con una sonrisa a mi compañero con quien sí había podido mantener la mirada por un tiempo mas prolongado y mi saludo hacia el fue muy cálido. Me gustó comunicarme en silencio con él aunque no tengo idea de qué hablamos jajaja Cálidos saludos de Frida

Anónimo dijo...

Respecto al ejercicio tengo una opinión ambigua. Por un lado me parece, como ya varios dijeron, muy copado que en el ámbito de la facultad, en donde la relación profesor alumno es siempre la de preguntas y respuestas csi automatizadas, se puedan dar ejercicios de éste tipo, y sobre todo, abarcarse temáticas en general tan ausentes como la filosofía zen. La idea me parece valiosa en el marco de una carrera que por momentos les hace creer a sus alumnos que verón -eliseo- tiene tanta relevancia en el imaginario de la sociedad contemporánea como la tuvo Nietzsche. Por otro lado -al menos a mi- se me hizo imposible relajarme dado el contexto, sobre todo con la parte de sostener las miradas, que me costó bastante, y no lo pude lograr por más de uns cuantos segundos. Más allá de eso, que se debe a una cuestión de incomodidad personal, me parece complicado poder cerrar los ojos y sentir el peso de mi existencia con tantas personas alrededor que lo intentan a modo de un manual de instrucciones. En fin, me parece un tanto exagerado pretender que se puedan vivir experiencias tan profundas como las descriptas por algunos de un modo tan simple. No se me malentienda, no soy de los que piensa que estos modos de pensar y este tipo de ejercicios son una boludez, sino lo diametralmente opuesto, y me da la sensación que a veces se banalizan cuestiones que son complejas.
Conclusión: 9 por la inciativa, (en mi caso) 3 en la aplicacion.

salutess

Germán A. Serain dijo...

Bien.

Hay por lo menos dos o tres cuestiones que vamos a tener que charlar en nuestro próximo encuentro.

1. Buscar la razón de la incomodidad que causó en muchos la segunda parte del ejercicio.

2. Buscar la razón por la cual en algún cao no hubo incomodidad por tratarse de un otro conocido.

3. Buscar el motivo por el cual la mayor parte de la gente tendió a relacionar el ejercicio en cuestión con la temática del zen, cuando en verdad no era el propósito que tuviese nada que ver con el tema.

Saludos.

Emanuel Santoro dijo...

Perdòn por la tardanza pero dejo mi comentario de la experiencia de la semana pasa (estuve con problemas tecnológicos):
En primer lugar, la parte de relajación me pareció muy copada, Germán tendrías que subir un .mp3 al blog con tu voz diciendo "ahora sientan el peso de las manos...". Me di cuenta que necesitaría hacer algo así cada noche antes de acostarme, realmente logré relajarme y hasta descontracturarme un rato, por momentos perdí la conciencia de que al lado mío había otras personas.
Cuando escuché la segunda parte de la consigna como que caí a la tierra nuevamente, en seguida pensé a quien iba a mirar, aunque tenía los ojos cerrados, fue un micro segundo de desesperación de no saber que hacer. A penas abró los ojos me cruzo con una mira (la chica de las palpitaciones) y fue una mirada bastante "fuerte" (no se como definirla bien) pero no sentí esa incomodidad, sino que se me cruzaba por la cabeza que estaría pensando la otra persona... no podía de dejar de pensar en eso... Y no se cuanto duró pero se me pasó rápido, después hubo como un quiebre y ambos sonreímos, y se rompió un poco la "concentración" que había... justo al mismo tiempo que había que cambiar de persona...
Con la otra persona (joven barbeta) me pasó algo similar.... Después me quedé pensando y hasta hice unas anotaciones en el cuaderno como para no olvidarme detalles, me di cuenta que me centro mucho más en un ojo que en otro...al mirar a la otra persona... y que noté nerviosas a las personas que miraba 8(ni hablar de srta palpitaciones, que en un momento me preocupé por su salud)..
Eso es todo, perdón por la demora...

Anónimo dijo...

La relajación de la última clase fue un momento muy particular. Porque fue sentir el cuerpo y ser conciente de cada una de sus partes luego de estar hablando justamente de la contraposición entre mente y cuerpo. Es allí donde pude cerrar la idea de que la mente es solo una parte del todo y que sólo con ella es imposible contactarnos con el mundo exterior. Imposible o insuficiente. En el momento de contacto con el otro pude sentir en mi propio cuerpo la incomodidad, el nerviosismo, la tranquilidad del compañero; inclusive uno puede confirmar que en la mirada se pueden encontrar sensaciones del otro que quizas nunca se expresen con palabras; sea tristeza, soledad, angustia, o alegría, etc. En fin, fue una experencia muy buena, y creo que sumamente oportuna para digerir el tema que veniamos tratando.

Anónimo dijo...

la experiencia fue rara: me produjo un poco de verguenza (creo que en nuestra cultura no estamos acostumbrados a mirar a los ojos de esta manera). Me pareció interesante ver que inclusive sabiendo que era una consigna, no pude desprenderme de la incomodidad que implica mirar a otra persona fijamente. Inclusive, me dolian los ojos al terminar =)

Anónimo dijo...

Me pareció interesante el ejercicio, pero creo que conmigo no resultó. Al principio no,sino durante todo el ejercicio me sentí incómodo. Tal ve no me relajé lo suficiente. No pude establecer la mirada con la persona más cercana. Así que simplemente vi como el de en frente miraba a otro. Lamentablemente no resultó. Quizá sea la proxima.

Sofia dijo...

Luz apagada: el ejercicio estuvo bueno para relajarse y dar lugar a re-conocer esas partes del cuerpo que uno no nota que las tiene "puestas" hasta que se concentra en ellas, sentir el peso de la mano, de que está ahí.
Lus prendida: por momentos miré a quien me tocó sin sentir que también me miraba. Por otro lado también en algún momento pensaba en : estoy pestañeando mucho o en cuánto pestañea ella, osea el salir del momento de sólo mirar.
Esas fueron mis sensaciones!

Pau dijo...

Mi experiencia en la última clase fue lo más alejado al zen que se me ocurre. En lugar de encontrar la comunión entre el exterior y el interior, no pude evitar analizar racionalmente cada sentimiento, en lugar de sentirlo. Pronunció mi alejamiento el hecho de saber que debería postear en el blog esa experiencia, ya que no dejaba de pensar cómo describir lo que sentía.

Más alejada aún, me olvidé de la propuesta y comencé a pensar qué experiencias previas podía asimilar con lo conversado sobre la filosofía zen. El ejemplo de la música, del que habla uno de los textos, fue el que primero reconocí, pero encontré otro con el que a lo mejor alguien más se siente identificado.

¿Conocen ese momento en los recitales, en el que se empieza a abrir el ojo, al punto de que no queda espacio entre nosotros? En ningún momento dejamos de movernos al ritmo de la música y sin embargo no hay lugar donde hacerlo. Nos movemos en unidad como una marea hasta el momento en el que hay que volver en sí y estar atento, pues el espacio se libera y el ojo se cierra en un pogo ciego y descontrolado. En ese momento previo somos una masa amorfa de cuerpos sudados, movidos por una fuerza común al ritmo de la música. Me gusta levantar los brazos en ese momento y dejarme llevar por esta masa que me llena de tranquilidad; tranquilidad que de un segundo a otro se convierte en fuerza y después se traduce en cansancio, pero cansancio que es paz, la paz del que se liberó de mucho en tan solo un tema.

A veces pasa que un codazo que no viste te saca del transe, pero uno sabe cuáles son los riesgos que corre.

Lectura y Blues dijo...

Un poco atemporal mi comentario sobre la experiencia zen que tuvimos en la clase.
Me gusto mucho la experiencia en sí, pero creo que me gusto más el hecho de dejar a un lado la ortodoxia clásica, que muchos hemos y seguiremos sufriendo, de la clase ordenada y siempre mirando hacia el profesor que no para de hablar y en ningun momento se produce una interlocución.
La experiencia que hicimos sirve para saber que existen otras maneras de adquirir conocimiento además de las convencionales que todos conocemos.

agustina veronesi dijo...

Lo que me pasó fue que no logré distenderme, estaba como expectante a ver qué sería lo que pasaba después, o si todos estaban con los ojos cerrados. Por momentos tenía la tentación de abrir los ojos para observar a toda esa gente, haciendo un ejercicio de relajación en el medio de un aula de la facultad. Así que pensando en lo que pasaba a mi alrededor no pude relajarme. Cuando abrimos los ojos la mirada con la que me encontré me causó como “miedo” era una chica muy seria, cuando pudimos cambiar de mirada sentí alivio, pero no podía contener la risa, y encontré cierta complicidad en mi compañera que le sucedía lo mismo y me pedía que no me sonriera, que no podía aguantar ella sino.
Así que para mi fue una situación un poco tensa, no me sentí cómoda y lo viví como algo raro mas que nada.