La consulta me llega por mail. Me piden que consigne qué habría que llevar leído a clase este jueves y (no, por supuesto que no es molestia...) si puedo hacer una lista de los autores que ya vimos en clase. Añade la gentil consultante que, con esto de los paros está todo muy entrecortado y que estaría bueno delinear más o menos el recorrido que venimos haciendo de cara al parcial, el TP y el fin de cuatrimestre (¡pero si esto recién empieza!...)
Pues bien: Hasta este momento hemos trabajado el racionalismo a través de las Meditaciones metafísicas de Descartes, los textos de Filosofía Zen (Herrigel e Itzutzu), Fenomenología mediante Finkielkraut, que nos dio pie para hablar de Sartre y de Levinas, y comenzamos a ver Constructivismo mediante el texto de Gregory Bateson (Forma, sustancia y diferencia). Para este jueves traigan leído el texto de Michel Henry sobre Marx. Y de ser posible también el texto de Joel Dor sobre Lacan.
Ahora, en cuanto a la cuestión de estar de cara al parcial (tengan presente la consigna: A partir de todos los materiales vistos en las clases prácticas y teóricas, desarrolle un texto que ofrezca una respuesta a las siguientes preguntas: ¿Quién soy yo? ¿Quién es el otro? ¿Qué es la realidad en términos de la relación social?), me viene a la mente un artículo que publicó Página 12 que, en tren de debatir en torno de una colisión inevitable entre la meritocracia y la democracia en la educación, plantea algunas cuestiones interesantes en relación a la cuestión calificatoria.
El artículo denuncia, por ejemplo, el atropello al ritmo propio del aprendizaje de cada estudiante, al plantarse a un chico un aplazo para castigar "su falta de esfuerzo”. Dice, por ejemplo, que el sistema escolar se ha convertido en una maquinaria de clasificación social. Que la relación entre ambos factores no es automática, pero que la intención de usar las diferencias en el proceso educativo como instrumento que afirme a los alumnos en el sector de clase del cual provienen ha cobrado fuerza en la era neoliberal. Que hay cierto placer, cuando no saña, en ilusionarse con ser meritócrata. Que hay que tener voluntad y esforzarse para no equivocarse en los comportamientos y contenidos impuestos. Pero nada de imaginación. Y que es especialmente importante otorgar consenso a la evaluación, que en definitiva sustituye la enseñanza, pues en la pedagogía meritocrática lo que vale no es saber, sino medir bien. Y que se sustituye así la enseñanza por una tasación de los conocimientos.
Quiero decir que me molesta la expresión "tasación de los conocimientos". Por supuesto, no tengo más remedio que calificar, aunque no me guste hacerlo. Pero les pido que nos mantengamos en la medida de lo posible alejados de ese concepto educativo tan precario. Intentemos aprender. Y que las calificaciones sean algo que llegue por añadidura, no el centro de la cuestión.
Abrazos.
Espacio on-line de la materia Psicología y Comunicación, Cátedra Lutzky - Facultad de Ciencias Sociales - Universidad Nacional de Buenos Aires - Comisión a cargo de Germán A. Serain
martes, mayo 17, 2016
viernes, mayo 06, 2016
Diferencias
Ayer hablábamos de las diferencias. ¿Qué significa ser diferente y cuál es la diferencia entre ciertas diferencias y otras? ¿Por qué algunos somos más o menos diferentes? ¿Cuáles son los mecanismos que utilizamos para marcar las fronteras? Maria-Teresa Tess Asplund es ciudadana sueca, nacida en Colombia. Ella enfrentó a un grupo de unos 300 neonazis, militantes del partido de extrema derecha Movimiento de Resistencia Nórdico, durante una manifestación el domingo pasado en Borlänge, un pueblo de Suecia central de 50.000 habitantes. ¿Qué es lo que hace a esta mujer diferente? ¿Su color de piel, el hecho de ser mujer, su actitud o qué otra cosa? Dejo esto por aquí, como para que sigamos pensando un poco.
miércoles, mayo 04, 2016
Mapas
En relación al texto "Forma, sustancia y diferencia" de Gregory Bateson y su metáfora relativa a los mapas... El mapa que se reproduce más arriba se conoce como Mapa de Gall-Peters y es una alternativa, generada por primera vez en el año 1856, al mapamundi Mercator, que es el que utilizamos habitualmente nosotros. El problema es cómo representar en dos dimensiones algo que originalmente existe en tres. Sería algo así como desplegar la cáscara de una naranja en un espacio rectangular: resulta simplemente imposible hacerlo sin romperla ni deformarla. Eso es lo que hace el mapamundi de Mercator: deforma, convirtiendo la esfera en un cilindro primero, y desplegándolo después en una superficie plana. También deforma el mapa de Peters, pero como lo hace a partir de una ubicación diferente del Ecuador, más cercana a su posición real, modifica ciertas proporciones en relación al planisferio de Mercator. Sucede que "en el Universo no hay arriba y abajo ni norte y sur: sólo dentro y fuera". Esto lo asegura Buckminster Fuller, el autor del planisferio conocido como Dymaxion, que puede verse en la imagen de aquí abajo, que para atenuar las modificaciones generadas por el aplanamiento de esa esfera que es nuestro planeta propone una serie de cortes que permitan distrubuir mejor nuestra cáscara de naranja sobre un plano.
En definitiva, lo cierto (y lo que a nosotros nos interesa) es que todo mapa, toda representación, será siempre y necesariamente en cierto punto falaz. Y en cierto punto también será política, en tanto se trata de posicionar una visión sobre la realidad de manera tal que venga a ocupar el lugar de ésta. Quien lo logre, habrá logrado imponer un punto de vista. En definitiva, siempre hay entonces, detrás de todo punto de vista, una cuestión relacionada con los juegos de poder. Fuera de estos juegos de poder, la verdad es que toda representación será siempre relativa a la perspectiva adoptada por un observador. Nuestra "realidad" está formada por representaciones. Es una realidad social y discursiva, nunca una realidad ontológica. Comprender esto cabalmente no hará que nuestro mundo sea ni más ni menos real de lo que es, pero seguramente nos servirá para alejarnos de posicionamientos absolutistas que sólo den lugar a nuestras miradas, sin posibilidad alguna de evolución para nuestras ideas o las de otros.
Bailemos...
Esto ya se está yendo al demonio. Ahora el docente comparte videos de danzas tradicionales. Lo único que falta es que la próxima clase nos quiera hacer bailar. En fin, mala idea no sería, pero el punto no es ese, sino un intento por ilustrar visualmente cómo en ciertas ocasiones (si no siempre) el concepto de unidad (yo, el bailarín) deja de tener sentido a la hora de ser reemplazado por el de conjunto (nosotros, los que bailamos). No es lo mismo ser uno, entendido de manera autónoma, que ser uno integrado en un contexto plural. Estos son nada más dos ejemplos posibles. Pero los ejemplos realmente válidos están presentes en cada momento de la vida cotidiana.
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