Para que se vayan divirtiendo: el otro día jugamos, sin que nadie nos dijera que de eso se trataba, a desafiarnos con la mirada, ojos que buscaban ojos, incomodidades varias, a quién se le ocurre. Ahora repitamos el ejercicio, pero juguemos a utilizar un espejo, uno muy particular, de esos que permiten ver sin ser visto. Elijan un canal de chat. Uno que no presente ningún tema específico, sino general, por ejemplo algo así como “gente de entre 15 y 30 años” (sin gente conocida del otro lado, claro, si es que ustedes están acostumbrados a chatear en este tipo de lugares). Escojan un nick, que tanto puede ser el nombre de cada uno de ustedes (¿por qué no, después de todo? Y también esta pregunta es parte del ejercicio) como uno de fantasía (¿y por qué este nick en particular? Y esta pregunta también lo es), e ingresen. Luego, lo mismo que antes, registren qué es lo que sucede aquí, y cuáles son las diferencias que notan respecto de la interacción personal, muda pero no mediatizada, de las miradas en el aula el otro día.
Felices Pascuas (la casa está en orden?...), y a (no) empacharse con chocolates.
23 comentarios:
Combinación explosiva... chocolates y chat. A lo primero estoy acostumbrada, a lo otro no tanto.
Estuve conectada en el chat de uol alrededor de media hora. Creo que la última vez que lo había hecho fue hace, por lo menos, 7 años. Bajo la identidad de Avril me inmiscuí en esa vorágine de saludos, palabras, frases y preguntas. En un principio no muy duradero me mantuve expectante. A los pocos instantes se sucedieron unas tras otras las presentaciones y las pregutnas de todo tipo. Y me divertí. Dentro del absurdo de los comentarios y de los requerimientos me dejé llevar por las suposiciones de quienes me escribían. De un momento a otro resulté una especie de escucha de quien, supuestamente, estaba a punto de tener una conversación definitoria con su pareja.
Más allá de lo graciosas que pudieron resultarme ciertas situaciones, no percibí en ningún momento nada parecido a lo que sentí durante el ejercicio de las miradas. La experiencia fue más distendida, tal vez porque da la posibilidad de reservar aquello que una quiera. El intercambio de miradas implica, necesariamente, una exposición que a veces intimida. El chat, aún en su superficialidad (o por lo menos la superficialidad que caracterizó a la sala que me recomendó mi hermana porque yo no tenía ni idea de cómo ingresar) se asimiló a algo más frívolo, más allá de que fuera una situación en la que yo tenía el control. Fue muy distinta a la complicidad o incomodidad que puedo brindar una mirada, algo más profundo, más personal. Son dos situaciones muy contrastantes y, aún siendo más develadora, elijo la que me puso colorada.
Felicitaciones por ser primera, Micaela. Edad tuya y de tu hermana, por favor. Y si podés preguntale (y comentá vos por aquí) qué es lo que encuentra y/o busca en los chats, a los que según vos decís ella es tanto más afín que vos.
TEngo 22 y mi hermana recién estrena los 17. En realidad ella me dijo que ahora no chatea en las salas de chat. Habiendo surgido el msn, lo prefiere porque le permite comunicarse con sus amigas y con quien ella quiera a diferencia de las salas en las que ingresa cualquier persona! Creo que eso es todo!!
Ingresé por error a una sala de España, apodada Chavela, por mi segundo nombre, sin buscarlo quienes me hablaron estaban convencidos de que era una de ellos. Y me resultó divertido pretender que sí lo era y utilizar expresiones como las que ellos usan. Pero después, entré en una sala de Argentina y diferencias si las hay!. Al menos me sentí menos ajena... menos lejos o más cerca, como sea. Pero como las dos eran salas de gente de mi edad (al menos eso decían ser ellos) la comunicación tenía cierta combinación entre frescura, la espontaneidad que permite y exige el medio y un profundo vacío de contenido. Pasados los primeros minutos en los que, al igual que Micaela, estuve entusiasmada con el retorno a la experiencia, no sólo comencé a aburrirme, sino que además empecé a aturdirme y dejé de comprender el sentido de estar dentro de un Chat. Pensé en iniciar conversaciones privadas, pero siguió siendo aburrido. Apuesto ahora con más razón al contacto cercano, cara a cara, voz a voz… y no instantes robados a seres que se vuelven virtuales durante la charla, a voces efímeras escupiendo palabras sin hilos…
Yo no escribí luego de hacer el ejercicio de las miradas. Porque no sentí nada demasiado extraño. Lo único que sé es que aquel día, me invadía un gran cansancio y un fuerte dolor de cabeza. No llegué a relajarme, lo único que quería era dormir!. Y sumado a eso, otra cosa que también sé y quizá ayude.. me cuesta mirar a los ojos a la gente si apenas los conozco. Temor, quizá..
Y ahora qué?... me cuesta mirar a los ojos y además no disfruto la “comunicación” vía Chat, porque defiendo aquella cara a cara aun cuando mis ojos sean esquivos. Cada uno encuentra sus modos. Yo trabajo en aprender a mirar a los ojos a todas las personas durante toda la conversación, en evitar desvíos, pero rechazo el formato del Chat, muy lejano a mirarme a un espejo!
Evadiendo descaradamente la consigna planteada pregunto, hay práctico mañana ?
Recuerdo que me fascinaba entrar a diferentes salas para chatear cuando estaba en la secundaria. Me encantaba conocer gente nueva.
Aproximadamente en el año 1997 mi viejo puso internet en la computadora de casa, yo tenía 15 años. Lo único que me llamaba la atención de internet era chatear con gente desconocida. Trataba de tener una conversación "en serio". Algo que ahora me cuesta mucho mantener. Estuve como una hora entrando a diferentes salas de chat y me resultó todo muy raro, ¿cómo podía antes chatear con tantas personas a la vez?, ¿cómo podía seguir la rapidez con las que van pasando los diálogos?, o antes era totalmente distinto, o, lo que seguramente se acerca más a la respuesta, yo estoy distinta.
En ninguna de las salas que entré pude mantener una conversación por más de 5 minutos, todos hablaban boludeces, y entraba una persona por segundo y decía hola. Llegaba un momento que me perdía, no sabía con quién estaba hablando, quién me hablaba a mi. Un caos!!!...¿y eso me gustaba a mi??
Recuerdo haberme hecho "amiga" de muchos cuando estaba en la época de chatear todos los días. Se formaban unas conversaciones muy buenas. Ahora para que eso suceda tendría que estar meses buscándolo. Decididamente acordando con Micaela, Diana, Fiorella y Cinthia, prefiero el encuentro cara a cara. Y si!!!...chateo, pero con gente conocida, sólo en el msn. Por ahí estoy tan acostumbrada al msn que no puedo comprender cómo se puede mantener una charla entre muchas personas sin perderse.
¿Porqué antes estaba más interesada en conocer gente nueva y ahora prefiero chatear con mis amigos y familiares??...es una pregunta que recién ahora me hago a partir de esta consigna
Fiorella: ¿otras chicas intentaban levantarte? ¿en qué clase de chat te metiste?
Cynthia: me hacés sentir muy mal, refregándome tus 23 añitos en la cara... (así que el chat es cosa de chiquilines? por qué presumen que sea así, si es que en efecto es así? porque hay canales para gente más grande también, me parece...)
Leonardo: no eludas la cuestión. (claro, claro que hay clases...)
Florencia: Intenta dar respuesta a tu pregunta, que es muy interesante, al igual que tu aporte. (Duda: ¿lo que hoy te cuesta es mantener una conversación en serio? No, en serio...)
Nunca me gustó esto del chat. Si bien abre un montón de posibilidades en cuanto a lo que es conocer gente, acortar distancias, etc., creo que no es para mí. Me pasa siempre que me quedo con la expresión del momento en la nada. Siempre que quiero contestar, no puedo evitar redactar. Tardo en contestar, termino por responder cosas de las que ya no se están hablando y se pierde esa inmediatez que es una de las cualidades del medio. Puede ser que no me guste porque me resulta “complicado” o bien que se me complique porque no me interesa demasiado hacer el esfuerzo de dominar la conversación por chat. En fin, ingresé a un latinchat y charlé con gente de México, Perú y varios países más –incluyendo Argentina. Estuvo bien. Aunque no pueda decir que realmente lo haya disfrutado en demasía.
Fiorella: Tus compañeros varones queremos saber: ¿Agarraste viaje con la invitación? Profe, para usted: ¿Por qué será esto de la "moda lésbica"? ¿Y por qué algunos hombres ven con interés (con ganas, bah...) el lesbianismo, a pesar de que nosotros nos quedamos afuera por definición? Y lo peor de todo: ¿por qué a muchas mujeres le caen mejor los gays que los que no lo somos? ¿Tendrá algo que ver con la famosa gata flora?
Utilizando el ya viejo mIRC, me conecté a varias salas distintas, donde no se tratara ningún tópico en especial. La sensación de impunidad es muy grande. Puedo decir lo que quiera, como quiera, pero en definitiva no tiene sentido, es una pérdida de tiempo. Como experiencia, me parece opuesta totalmente al ejercicio en clase, el chat es impersonal, mirarse profundamente a los ojos es todo lo contrario. Quizá por eso el comentario de alguien (más arriba que prefiere el msn), porque en definitiva sabe con quien habla, algún rasgo auténtico de la personalidad del otro se puede leer. En esas salas de chat, puede estar alguien que conozco y no enterarme jamás, es impersonal, aburrido.
una identidad se pierde, se difunde, queda atrapada en la imaginación de alguien o "algo" que uno no conoce.
De la mente pueden desprenderse iluciones, asquerosidades, tonterias, pequeñas imagenes inventadas.
El "chat" una comunicación muy descaradamente necesaria y a la vez estupìda cuando uno se da cuenta que sonrie o le hace caras a una plana y lisa pantalla.
Antes que nada, una primera observación de quien luego de unos cuantos años vuelve a ingresar a un canal de chat: es que cuando uno quiere decirle algo a alguien de manera “privada”, ya no existen más las ventanitas que se despliegan a parte de la ventana principal, como las que alguna vez tuvo yahoo? He ingresado en la sala de “20 a 30” del portal de terra bajo el nick de seba_25, y en realidad me encontré con un formato de interacción totalmente diferente, ahora la cosa es fulano “habla reservadamente con” sultano, o mengano “se sorprende de” o “murmura a” o “flirtea con”, entre algunas otras variantes más.
Por lo visto, ya no sólo se trata de brindar un soporte para expresar contenidos o simplemente acortar distancias, sino además, de afectar la forma misma en que la comunicación es propiciada: cada día que pasa contamos con más y más emoticones y plantillas textuales que intentan plasmar nuestro sentir o pensar de la manera más exacta posible.
Pero, en fin, ¿qué decir de un tema tan trillado como la interacción virtual más que lo obvio: el anonimato proporcionado por el medio nos encandila con la posibilidad de reinventar nuestras identidades a piacere, ayudarnos a escribir las palabras que, de otro modo, no nos atreveríamos a pronunciar y protegernos de las miradas insidiosas de los otros, a no ser que nos juzguen por hacerlo, pero así y todo, prefiero tener que lidiar con la más incómoda de las miradas que tener una carita enojada esperando en mi casilla de correo electrónico que pretenda transmitirme algo semejante.
Respondiendo a la pregunta del profe. Creo que me expresé mal entonces, no es que me cueste hablar en serio, todo lo contrario, quiero hacerlo pero, por lo menos en las salas de chat donde ingresé, están todos en otra, solo chatean para putearse unos a otros. Ayer, le pregunté a mi viejo sobre cómo eran las salas en donde chateaban adultos, ya que él desde que se separó de mi vieja, empezó a frecuentar esas salas. Me dijo lo que me suponía, que es muy raro encontrar a alguien que quiera hablar en serio.
Lo que yo me preguntaba antes era porqué ahora soy más reacia a conocer gente nueva, por lo menos por chat.
Para mi, depende de qué tipo de relación, conversación quiera uno. Si es para divertirse, pasar el rato, adelante;...pero, no creo que sirva para algo más; o por lo menos, cuesta conseguirlo. Por eso, prefiero encontrarme con conocidos vía internet.
Estaría muy bueno hacer una investigación más profunda acerca de las salas de chat, ¿no les parece?
Enfoquemos entonces mejor la pregunta: ¿Para qué chatean los que chatean, si se trata de una comunicación tan superficial? ¿Cuál es el atractivo? Puedo presumir un par de respuestas: la primera y más obvia es la del anonimato. Se interactúa en tiempo real con un otro más imaginario que real, como si fuese un videogame. Y lo más importante: toda acción en el chat parece inconsecuente.
"Parece", dije. Hace un tiempo hubo algo de revuelo con un chico que se suicidó ingiriendo drogas mientras chateaba. Y la mayoría de los asistentes del canal de chat en cuestión, lejos de intentar detenerlo, lo alentaban a que siguiera adelante.
Pero resulta que si en Google uno tipea entre comillas "suicidio en internet" hay 407 entradas, y otras tantas hay para "suicidio por Internet". Vale la pena investigar un poco sobre el tema, si tienen tiempo y ganas. El punto es porqué se superficializa tanto no sólo la comunicación, sino también el concepto de lo que es el otro, al punto de no reconocerlo como una persona, y a pesar de eso continuar adelante con el juego. ¿Algo que ver con los Tamagochis, acaso?... Y mirá cómo venimos a parar, por tan diferentes vías, al tema de la consigna nueva que fue colgada en el blog ayer. Se ve que estamos más o menos en tema.
Al usuario anónimo: No tengo respuesta para tus preguntas. Me confieso un absoluto desconocedor de los pormenores de la psicología femenina, como para encima tener que lidiar con el lesbianismo. El por qué le atrae el lesbianismo a algunos hombres sí, creo que tiene que ver con cierta soberbia. La de creerse tan irresistibles como para poder convencer a dos mujeres a las que lo masculino no les interesa en lo más mínimo que él sea la mejor opción. A mal pruerto fuiste por fruta, en tal caso, me parece.
A mí lo que me llamó la atención de las conversaciones por chat es que en ningún momento pude sentir que tenía una máscara puesta. Creo que para los otros yo no era yo, pero para mí misma, sí. Y esto se relaciona mucho con lo que hablábamos las primeras clases, cuando veíamos a Descartes, acerca de cómo sé que existo: la idea de que si dejara de pensar, dejaría de existir para mí, pero para los demás continuaría existiendo. En este caso, creo que mientras tenga conciencia de que soy yo la que está escribiendo, siempre me va a costar sentir que estoy detrás de una máscara, porque aunque los demás sólo vean la máscara y no me vean a mí realmente, la realidad siempre va a ser la que yo perciba. Por otra parte, cuando uno miente en un chat, pasa un poco lo que el profesor comentaba la clase pasada. Uno se pone un disfraz (máscara), pero ese disfraz también habla de uno. O sea que aunque los otros participantes sólo se enteren de cosas que no son ciertas, igual creo que en alguna medida logran conocerte porque por algo uno elige una determinada mentira y no otra, incluso por algo uno elige un nick y no otro.
En segundo lugar, quería contar que muchas de las cuestiones referidas al carnaval y a las máscaras me hacen acordar a lo que pasa por ejemplo en una fiesta con el alcohol. El sentido de emborracharse generalmente tiene que ver con que todo está permitido. Es decir, uno puede hacer infinidades de cosas que jamás se animaría a hacer porque el alcohol lo justifica. Entonces al día siguiente se puede volver a ser uno mismo, ya que si dicen algo, uno expresa: “No me acuerdo de nada, estaba borracho”. Incluso creo que cabría preguntarse cuándo somos nosotros mismos, ya que, si bien bajo los efectos del alcohol, todos hacemos ridiculeces, hay momentos en que uno siente que está haciendo lo que realmente quiere hacer. Y esto creo que puede relacionarse con la pregunta: qué es la identidad? Es lo que somos sin la máscara? Es lo que somos con la máscara? Las interacciones con los otros van conformándonos una identidad, pero (como vimos la clase pasada), la identidad es una mezcla de eso junto a cuestiones más características de cada persona. Creo que muchas veces la máscara puede terminar reflejando lo más puro de cada ser humano.
La verdad es que la experiencia del chat no fue nada positiva, hacía años que no entraba a uno y ni me acordaba como eran. Me dio la sensación de que el nick es sumamente importante: evidentemente hay algunos mas atractivos que otros, y es también, la única carta de presentación que tenemos. No me resultó fácil que alguien me respondiera el saludo hasta que implementé una tonada cubana, pero tampoco dio tanto resultado. La gente de diferentes países se conecta y se pasan las direcciones de mail para conectarse, luego, por msn. Es decir, el chat parece haber dejado de ser(en muy poco tiempo) el medio de comunicación para convertirse en el medio de conexión para luego pasar al msn.
Volver a las, ya olvidadas, salas de chat... un lugar ficticio por excelencia, tan real como virtual y al que no se necesita ni vestido ni mascara ni rostro ni nada que se asemeje para ingresar...solo un nombre (por cierto, puede ser, no verdadero) con el cual identificarse, en algunos casos ingresar un código y listo...las puertas de la sala (que en nada se parece a una sala) ya están abiertas al futuro visitante.
Había olvidado la existencia de estos sitios, un abandono indefectible...nunca me agradaron demasiado pero (debo confesar..) más de una vez ingresé. No me resultó atractiva esta moda o manía de entablar “conversaciones” con cualquier otro actor, conversaciones banales. Quizá eso pienso ahora, alejada ya hace un tiempo de este tipo de lugares.
De las diferentes formas de entablar encuentros por la red, solo conservo el msn, ya que me permite entablar “conversaciones” con personas “conocidas” o al menos un tanto más reales a mis sentidos. Pero algo que no tiene escapatoria: también puede que este tipo de conversaciones resulten ser actuadas, efímeras y/o banales.
Definitivamente prefiero mirar al otro cuando le hablo aunque a veces me provoque incomodidad o vergüenza. Y sé que tal vez, como yo, el otro tenga una mascara estamos aquí y ahora presentes, mirándonos y/o hablándonos, aunque resulte ser todo ficticio...pero ¿qué no es ficticio?, al menos lo creo (más) real!.
Confieso que era la primera vez que entraba a un Chat. Siempre le tuve desconfianza y creo que por eso nunca me atrajo demasiado.
Intenté despojarme de ese prejuicio –a saber, de que todos mienten y no se puede habla nada en serio- pero la verdad que no pude. Y creo que es el dispositivo tecnológico mismo el que permite eso. La comunicación va tan rápido que, para tratar de responder en seguida, uno escribe algo que después resulta ser incompleto o cosas por el estilo. Otro aspecto que abonó más el prejuicio que tenía fue el nombre con el que se daban a conocer. !¿Por qué no ponen sus nombres en vez de cualquier apodo?! Eso me creaba más desconfianza porque creía que se “inventaban” una identidad. Pero ahora creo que eso funciona de la misma manera que lo hacen las máscaras en el carnaval: esos apodos pueden tapar al nombre, pero dicen más sobre su identidad (por algo eligió esa “máscara” y no otra). Aún así no dejaba de desconfiar en lo que leía.
A pesar de todo, no sé por qué debería creer que esto de la comunicación virtual, mediatizada, permite mostrar una identidad falsa, como si en la comunicación “cara a cara” no se pudiera hacer lo mismo. Por eso coincido con aquellos que prefieren la comunicación a través de la mirada, en silencio, no mediatizada por tecnologías, ni siquiera por las palabras, tal como lo experimentamos en clase. Creo que esa es la manera más pura de encontrarnos con el otro y el motivo por el cual nunca me atrajo demasiado esto del Chat. Y aunque esto es muy subjetivo, ¿será que los que sí lo usan creen que tal comunicación no es posible?
__La mirada y el chat__
En este juego de utilizar al chat como espejo, “esos que permiten ver sin ser visto”, e intentando respetar la consigna propuesta, mi incursión en la experiencia del chat fue tan negativa como las anteriores ocasiones en las que intenté disfrutar de este juego.
Se supone que para jugar a un juego, quienes juegan deben divertirse, y la verdad es que todavía no puedo encontrarle un sentido entretenido al chat. En cambio si me pareció entretenida la experiencia de las miradas en el aula.
La última vez que había participado de una sala de chat fue hace 6 años. Apenas logré ingresar, tuve que escribir mi nick (solo puse mi nombre). Una vez adentro, constaté que era uno de los pocos que usaba un nombre común, sin entrelazar en él números, edad o una frase.
Si bien en un principio me mantuve expectante, luego intente interactuar con el resto. La mayoría de los comentarios me parecían frívolos, absurdos, sin demasiado sentido, y como bien dijo una compañera: “con un profundo vacío de contenido, voces efímeras escupiendo palabras sin hilos”.
Las personas con quienes compartía la sala no se esforzaban por una correcta escritura (no escribían las palabras completas, usaban abreviaturas): parecía que el interés del resto era solo “decir”, como sea, cuando sea y lo que sea, pero “decir”. En un momento, también pensé en iniciar alguna conversación privada, pero siguió siendo aburrido y sin sentido. Cuando salí de la sala, me sentí aturdido, disgustado y al menos con una certeza: no disfruto de la comunicación vía chat.
En comparación con el juego de miradas realizado en el aula, la experiencia del chat me resultó menos productiva, me dejó un sabor a incomprensión y decepción. Y si bien todo se produjo en un ambiente más distendido, menos intimidatorio, el chat no ofrece más que desinhibición y anonimato. En cierto modo sería como andar borracho comunicándose con gente desconocida.
__Algunas apreciaciones finales acerca del chat__
El desarrollo y la popularización de Internet durante la década del 90 ofreció a los usuarios de PC´s formas de comunicación alternativas a las desarrolladas por los medios de comunicación tradicionales.
El uso de las redes comenzó a ganar popularidad con la apertura comercial de Internet y el consecuente ingreso masivo de usuarios de todo el mundo. A partir de ese momento los servidores del mundo vieron en esta particular forma de comunicación una buena fuente de ingresos.
Se sabe que el chat es sinónimo de dinamismo e interactividad, en niveles temporales muchísimo más rápidos que en los medios de tiempo diferido (correo electrónico, por ejemplo). A mi parecer, el gran y único merito del chat es que ofrece comunicación en tiempo real u “on line”, es decir ofrecen una interacción simultánea entre sus participantes pero sin que estos puedan ser vistos cara a cara.
Pero si me permite la consigna, quisiera decir algo más acerca del Chat. No quisiera dejar de mencionar que a mi humilde parecer esta nueva mediatización del chat constituye una pata más para explicar la creciente fragmentación de lo social, aquella que tan bien potenciaron las políticas conservadoras y que reforzaron el avance tecnológico y científico de los últimos tiempos.
El resultado de la gigantesca reconversión tecnológica que vivimos es una sociedad que en realidad no es tal. Una sociedad en donde se ha debilitado la integración social, disuelto los lazos y la trama de solidaridades preexistente. Es también una sociedad en donde las tradicionales estructuras de representación colectiva de los intereses populares se encuentran en crisis. Y medios como el chat siguen socavando a esas posibilidades de integración popular.
Progresivamente, los lazos sociales parecen articularse con mayor debilidad por la vía fetichizada e ilusoria de la máquina (fundamentalmente computadoras y televisores).
COMUNICACIÓN Y COMUNIÓN
Una lección de Julio Cortazar
En El telégrafo y la orquesta, Yves Winkin realiza un breve repaso acerca de qué significó el término comunicación a lo largo de la historia. Winkin señala que hasta el siglo XVI comunicar y comunicación están muy próximos a comulgar y comunión, términos precedentes de comunicare. A estos términos también puede asimilarse el sustantivo francés communiere, en el sentido de propietario en común.
A partir del siglo XVI aparece también en el ideario francés el sentido de practicar. Desde entonces comunicar comienza a significar practicar y transmitir. Este sentido de transmisión es el que predomina en todas las acepciones francesas contemporáneas.
La evolución general del término ingles comunication (que surge de la raíz latina comunis) es parecido al de su homólogo francés. El término es sinónimo de comunión y significa acto de compartir, participar en común.
En referencia a los conceptos de comunicación y comunión, fue quizás Julio Cortazar quien supo escribir las líneas más ilustrativas para poder abordar aquello que permite el contacto cara a cara por encima del mediatizado. Luego de leer este fragmento de Rayuela, es posible sospechar que Cortazar coincidiría con Levinas en que “la comunicación es amor”.
“Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano en tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja.
Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y nuestros ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mi como una luna en el agua...”
Julio Cortazar ● Capítulo 7 de Rayuela
Antes de empezar aclaro que esta fue mi primera experiencia en el chat. Siempre me negué rotundamente a inmiscuirme en conversaciones absurdas, acerca de temas que no me interesan y con gente que no conozco. No tolero el hecho de que las conversaciones sean tan efímeras y sin sentido que ni siquiera estes hablando con quien crees, que las identidades y las conversaciones sean muchas veces falsas...
Después del pequeño descargo detallaré mi experiencia: Decidí no usar ninguna identidad oculta, después de todo aunque usara mi verdadero nombre nadie me conocería. No sé por qué, pero a la hora de entrar me sentí nerviosa. No sabía que decir ni a quien, hasta que un par de personas me saludaron (la gente es muy atenta en las salas de chat, no así en vivo y en directo) y respondí. Uno de estos saludos era una cordial invitación a conversar, a la que yo accedí. Enseguida esta persona me pidió mi msn a lo que yo no pude evitar resistirme rotundamente. Me encontré allí defendiendo una dirección de mail como si fuera la dirección de mi propia casa. Me sentí realmente invadida (un sentimiento bastante poco fundado en una sala de chat). Mi experiencia terminó allí sin haber dicho más que un hola y un chau...
Tal vez el hecho de entrar a la sala sin mas nick que mi nombre y sin mas identidad que la mía no fue lo más acertado. No me deje llevar por el juego del chat que debe ser muy entretenido, si se conocen y aceptan las reglas.
Mi proxima incurción en el mundo del chat será con mi máscara correspondiente.
Emilia Rebottaro
Emilia: Escribiste "incurción" (con "c", en lugar de "S"). Es un buen comienzo, si decidís dedicarte al chat. Por lo demás, me parece interesante tu sensación de invasión vinculada al uso de tu nombre real. Es toda una declaración respecto del uso del nombre propio y el figurado. En apenas hora y media más, contado desde el momento en que escribo estas palabras, estaremos en clase hablando de los mapas y ls representaciones. ¿Hasta qué punto nuestro nombre, nuestro rostro, nuestra máscara, son representaciones y desde dónde podrían llegar a considerarse verdaderos "territorios", con todas las de la ley? No siempre estos límites son suficientemente claros ni tampoco unívocos.
Juguemos a las escondidas
Si queremos que nunca nos descubran escondámonos en el chat y pongámonos un nombre ficticio.
Ingresé en un chat primero por indicación de la consigna y segundo para descubris como funcionaba esta forma de relacionarse. El chat elegido fue uno de UOL por edad de 19 a 25. El apodo con el que ingresé fue Pichona, que es mi mail. El resultado fue: juguemos a las escondidas.
El chat es un juego en el que participan simultáneamente muchas personas con ganas de charlar y de hacer verdaderos y sinceros amigos. ¡Qué barbaro! Esto es para los que dicen que Internet es nocivo para las relaciones humanas. ¡Dios bendiga el Chat!
Si el chat fuera una religión (o acaso ya lo es) yo sería agnóstica. Confieso que prefiero a los “zarpados” que enseguida te quieren mandar fotitos (y no justamente la de las Primera Comunión) para que los conozcas mejor y así posibilitar un contacto más fluído; y no aquellos que “sólo quiero hacer amigos y conocer gente copada” mientras se hacen llamar “25 x 5” o “estoy para vos_diego”.
Mantuve una conversación con dos chicos a la vez, los cuales me hicieron las mismas preguntas al mismo tiempo: ¿edad? y ¿de dónde sos?.
¿Alguien con ganas de charlar? me recuerda al “¿hay equipo?” y nunca puede faltar “el selectivo” que pareciera no estar para perder el tiempo y pide: ¿alguien estudia medicina?
El msn se ha vuelto una herramienta importante para los participantes del chat que facilita el contacto. Algunos escriben su dirección de correo de Hotmail para ser agregados automáticamente.
En fin, en un momento tuve ganas de “evangelizar” el chat: ¡Hermanos y hermanas, el chat no sirve, la una comunicación eficaz es la que se produce cara a cara!. Pero reflexioné y descubrí que el chat es una elección. Ninguno busca profundizar relaciones ni establecer vínculos duraderos apodado “estoy para vos_diego”. La trivialidad de los temas es una regla del juego que los participantes conocen al igual que el construirse una identidad ficticia. Esconderse es lo divertido del juego ero justamente es sólo un juego.
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