martes, agosto 29, 2006

Cosas que dan vergüenza...

La consigna es sencilla. No hace falta leer textos, ni buscar bibliografías. Pero no tengan vergüenza de participar, por favor...

Hace unos pocos días, un portal de noticias argentino publicaba los resultados de un informe relacionado con las causas más comunes por las cuales la gente solía avergonzarse. La sangre que sube al rostro de repente, ese ligero cosquilleo... en general una indecible sensación de incomodidad, tierra tragame, y ahora de qué me disfrazo.

La consigna: que escriban en los comentarios a este post qué situaciones son las que les suelen causar vergüenza, o que relaten alguna situación que recuerden en la cual hayan sentido esa vergüenza terrible, que ustedes ya saben. Si se atreven a considerar por qué esa vergüenza tuvo lugar, qué la produjo, qué justifica en definitiva que se hayan sentido así... tanto mejor. De lo contrario no importa, porque al fin y al cabo la vergüenza no pide permiso a la razón para hacerse presente. Y ese es uno de los puntos centrales a tener en cuenta.

Si les da vergüenza narrarnos sus situaciones con nombre y apellido, están habilitados para usar nicks de fantasía, por supuesto. Pero la verdad es que no hay de qué avergonzarse, pues a todos nos han sucedido cosas.

¿El link al artículo del portal?... Se pueden entrar por acá, o también por acá, pero no es nada que valga demasiado la pena leer. La conclusión de esta gente es que la mayor parte de las situaciones que nos avergüenzan tienen que ver con lo sexual. Yo no digo que sí ni que no, pero al menos en mi caso las dos situaciones que primero me vienen a la cabeza no tuvieron que ver con eso. Más tarde les cuento... (aunque tal vez no con mi nombre, claro; que uno tiene reputaciones que sostener). :-)

35 comentarios:

Anónimo dijo...

Me dieron ganas de orinar. No sabría decir si hacía mucho o poco rato, porque uno nunca se da cuenta de cuándo empiezan las ganas de ir al baño. Se da cuenta cuando esa sensación ya está instalada allí, dentro de uno. El punto es que me dieron ganas de orinar, pero me aguanté, creo que a propósito. Porque al principio, tener ganas de ir al baño es una sensación que puede llegar a ser en cierto punto placentera. No digo cuando ya no das más, y si no vas al baño rápido te cagás o te meás encima, sino cuando recién te diste cuenta de que por ahí tenés ganas de hacer. No sé si me explico.

La cuestión es que al principio no tenía TANTAS ganas, pero después sí; al rato de estar esquivándole el bulto a la necesidad de ir al baño comencé a sentir esa característica presión a la altura del bajo vientre que te indica que ya es hora, pues en algún punto esa sensación que antes era placentera se ha convertido en una molestia. Entonces buscar el mejor lugar para descargar la vejiga, que se adivina llena del líquido caliente, ligeramente amarillo, y encontrar el baño, maravillosamente desocupado, incluso templado, como si alguien se hubiese tomado el trabajo de calefaccionarlo, cosa curiosa a esta hora y en esta época del año, esto de que el cuerpo se sienta abrigado en un baño público. Pero no importa, porque ya estamos al borde del anhelo, y cuando ya todo está listo, y luego de un último instante de contención... el cálido y cristalino líquido amarillento comienza a manar, lentamente, para enorme satisfacción del cuerpo, que de a poco se relaja, mientras el manantial fluye.

De pronto, la sensación de humedad. La oscuridad. El desconcierto. Un escalofrío. El colchón, convertido en un océano debajo de las mantas. La comprensión atroz, ineludible, de lo que acaba de suceder. Pero además, ya ahora con la luz del velador encendida, la evidencia de que lo peor está todavía por llegar. ¿Cómo despertar a esa mujer, que duerme profundamente al lado, al borde del flamante arroyo, despertate mi amor, que mojé la cama, que hay que cambiar las sábanas, mirá lo que pasó?... ¡No, mejor no, no mires!... Pero sí levantate, porque... ¿Dónde hay sábanas limpias? ¡Ay!... ¡Mirá el colchón!... No sé que decirte... Te juro que es la primera vez que me pasa...

Anónimo dijo...

Pongo el nombre a pesar de la vergüenza, hay que superarla!

La definición del diccionario versa dos interpretaciones (las más comunes) sobre lo que es la vergüenza:

1. Turbación del ánimo, que suele encender el color del rostro, ocasionada por alguna falta cometida, o por alguna acción deshonrosa y humillante, propia o ajena.
2. Pundonor, estimación de la propia honra.

Creo que hay dos tipos de vergüenza, la vinculada a situaciones explicitas, que refieren a nuestro accionar, a nuestro cuerpo en relación con los demás y la vergüenza que podemos “programar”; aquella que decimos sentir pero no expresamos por medio de una sensación física. Una sería involuntaria, la otra no.
Soy bastante vergonzosa para algunas cosas… lo extraño es que me atrevo a decir lo que pienso, siempre, claro está, teniendo en cuenta la persona que tengo enfrente y qué es lo que voy a decir (tampoco soy kamikase). Sin embargo, la “vergüenza involuntaria”, el tema del calor y de las mejillas sonrojadas siempre aparece…… acompañado de un temblor poco perceptible del cuerpo que me pone aún más nerviosa. Es por eso que dicha paradoja entre, supuestamente, no tener vergüenza en decir las cosas pero si aparentarla fisícamente es algo que nunca entendí, ni logré dilucidar. Soy de las que cree que la vergüenza es un sentimiento (cómo definirlo sino? en cada uno se manifiesta distinto, pero en definitiva se siente, por eso la definición) que con el tiempo desaparece. Por ejemplo: cuando comencé mi relación con mi actual novio tenía mucha vergüenza con ciertos temas y ahora, que ya pasamos 1 año y medio de relación, es notable el cambio y cómo se modificaron las cosas que me animo a decirle, sin titubear demasiado, mirandolo a los ojos y sin miedo a su respuesta. Creo que la confianza es una gran amiga a la hora de combatir esos calores, esos malos momentos.
Como situaciones para contar donde pasé mucha vergüenza, puedo citar episodios ocurridos en el trabajo, donde comentarios de mis jefes (referidos a temas sexuales, no podía escapar a la media no?) me hicieron poner más que colorada o cuando por hacerme la piola con una de mis jefas (joven, con la cual tengo onda) le comenté sobre un llamado extraño que habíamos recibido, utilizando un léxico, digamos, poco apropiado y que no voy a reproducir acá! Acto seguido, se hizo un silencio (ese silencio desagradable, el de la primer clase por ejemplo) y no emitió comentario… para peor… estaba presente mi novio (si! trabajamos juntos), y se tentó al ver mi cara cual tomate de quinta recién cosechado. No atiné a hacer nada más que darme vuelta y retirarme a mi escritorio, sin levantar la vista y ni darme vuelta. Mi querido peor es nada, seguía muy divertido y es el día de hoy que recuerda ese episodio… evidentemente, mi coloración era más que notoria…
Otro caso me ocurrió en la calle (si conocen, Av. Madero… zona transitada por gran cantidad de camiones y muchachos que se dedican a piropear a las chicas que por ahí transitan), en pleno verano… luciendo una hermosa pollera, iba lo más tranquila hasta que una correntada de viento inesperada hizo volar mi atuendo, dejando al descubierto lo que había debajo ( no hacen falta más aclaraciones no? ya me estoy poniendo colorada de nuevo, tanto como en ese momento! =0( ).
Respondiendo a la consigna, creo que la vergüenza en este caso apareció, en el primer episodio porque me tomé demasiada confianza (y los extremos nunca son buenos), olvidando que estaba hablando con mi jefa y me dirigí a ella como si fuera mi amiga y en el segundo, porque no era el lugar ni la circunstancia ideal para mostrar mi cuerpo, amén del pudor que me caracteriza. Tengo muchos episodios más para contar pero no quiero aburrirlos…
Lo que sí me gustaría plantear como interrogante final es la diferencia existente entre el hecho de la vergüenza como hecho en sí, es decir, la aparición física (mejillas, esquivar la mirada, etc), la vergüenza involuntaria al acto de decir: eso de me da vergüenza ajena, o debería darte vergüenza… Entonces pregunto, se puede llegar a controlar la vergüenza?

Anónimo dijo...

Resulta que yo cursaba taller de expresión 2 en un grupo que éran 5 hombres y yo. Me anoté con todos tipos por recomendación de que son mejor para todo lo que es filmación y producción de cortos.
Para la época de entrega del corto, nos teníamos que juntar los ´sabados tipo 23 hs por los horarios de los actores, que salian a esa hora del teatro. Entonces una noche fui con pollerita corta y tenía puesta unas medias 7/8 con liga, porque son más cómodas para el verano,y además venía de salir con mi novio, y a eso de las 7 am, despues de estar toda la noche filmando, les pregunto a los chicos, "quieren café o algo" y me dice uno de ellos, el más osado, obvio, no te enojas si te digo algo? lo que quiero es eso que tenes ahí! y me sañala mis piernas, que evidentemente se me veían mis mediecitas y a juzgar por la cara de todos los tipos, estaban muy al tanto de mis las mismas, y haciendo memoria, me dí cuenta que extrañamente había uno de ellos(que le habrá comentado a los demás) que estuvo en varios momentos de la noche sentado en el piso y no entendía porqué...miren si iba a imaginarmelo. Gente Grandeeeeee!!!La verdad que momentos tan vergonzosos como ese no recuerdo. Obviamente aprendí la lección: no más medias de ese estilo en reuniones con todos tipos y no me volví a sentar en lo que quedó del día, porque ya sentía que me miraban con otros ojos...Muy feo la verdad.

Anónimo dijo...

La verguenza...que molesta..no podría comentar algun suceso en especial. Estuve pensando si se me ocurría alguno, pero no recuerdo ninguno. Con esto no quiero decir que nunca sentí verguenza, todo lo contrario. Con facilidad el color rojo tiñe mi cara, aunque en estos ultimos años aprendi a "controlarlo" un poco o a relajarme un poco más con esas situaciones. No me molestaba sentir verguenza, lo que me molestaba era el tono rojo que el "otro" percibía con facilidad (puedo llegar al bordó...)

Anónimo dijo...

Algo que me olvidé, las situaciones en las que recuerdo sentir verguenza no son puntualmente situaciones que tengan que ver con lo sexual.

Anónimo dijo...

Antes que nada quiero aclarar que era muy chico....
Sentí verguenza el día que me mandaron a comprar carne a la Farmacia de la esquina..........., y fui.
Ya me parecia...., era media rara esa balanza.

Anónimo dijo...

creo q la verguenza se relaciona con aquello "q deberiamos controlar" y no podemos. como la primera anecdota donde alguien se meo en la cama, o lo q produce tirarse un pedo (q dicho sea de paso no entiendo como algo tan natural puede producirnos tanta verguenza) o las situaciones que se relacionan con lo sexual, ya que son momentos en donde es muy dificil controlar siempre todo por medio de la razon, y muchas veces cuanto mas se piensa, mas dificil es.

en mi caso se me ocurren situaciones con bastante poca gracia, pero que se relaciona con esos sentimientos tan fuertes q custan controlar, por ejemplo, en los primeros años de la secundaria me dio mucihsima verguenza cuando a pesar mio muchos se dieron cuenta de q me gustaba mucho una compañera, intentaba controlarlo y disimularlo para q nadie se entere pero me resulto imposible (explicar porque intentaba disimularlo ya seria para otro blog...). Otra cosa q se me ocurre ahora es lo q me pasa cuando juego al basket, estoy en el mismo equipo desde hace mucho y siempre me costo tirar mucho al aro, me da verguenza de q mis compañeros se den cuenta de q lo q en verdad me imoprta es tirar,y no pasarla, defender, y todas esas cosas q una buena persona hace en beneficio del equipo. entonces busco controlarme y pasarla, esconderme atras de la marca, etc, a veces se me va de las manos y alguien me putea por morfon, y eso si me da bastante verugenza.

lo q quiero decir con estas anecdotas bastante aburridas es q para mi la verguenza se relaciona con aquellas cosas q uno no puede controlar, por que son muy fuertes o porque simplemente no entran bajo el dominio de la razon. como aparecia en la consigna, viene con aquello q la razon no puede dominar, y por eso nos hace sentir tan vulnerables.

Anónimo dijo...

Llegar tarde a una clase.

Tengo todo calculado. Y 10 salgo de casa. Y 20 me tomo el bondi. Menos 10 me bajo del bondi. Menos 5 entro al aula. Perfecto.
Pero falla. Alguna vez tiene que fallar. Y entonces resulta que, aunque salì y 10 y me tomè el bondi y 20, menos cuarto algo me aparta de los pensamiento que me mantenìan distraìda en el viaje y me doy cuenta que hace 10 minutos que el colectivo està detenido en la barrera. Y la barrera no se levanta. Y la gente empieza a impacientarse. Pienso que voy a llegar tarde a la clase y voy a tener que enfrentar el espantoso momento de entrar a un aula repleta y saber que, aunque sea por un segundo, el 95% de las miradas van a estar puestas EN MI. Y aunque haya una alta probabilidad de que sean miradas en blanco, miradas por reflejo, casi sin pensar, siempre, en mi mente, son miradas con juicio. Alguna conclusiòn van a sacar: que este pantalòn me queda mal, que estoy despeinada por la corrida que tuve que hacer desde la parada hasta el aula, que tengo unas ojeras que rozan el bordò peligroso...y lo ùnico que me importa es que el colectivo avance, que se lleve puesta la barrera, da lo mismo. Y justo cuando pienso que no es tan grave, que son solo personas, que ellos tambièn llegan tarde a clases, me doy cuenta que lo peor no es ese segundo en el que entro al aula, sino el segundo anterior a ese, en el que todavìa existe la terrible posibilidad de que no haya sillas disponibles y entonces no solo tenga que cargar con ese 95% de miradas, sino con otro 95% de otro curso al que voy a tener que entrar para buscar una silla. Y sè que mi primer impulso va a ser sentarme en el piso, pero no me voy a animar porque es un pràctico y voy a ser la ùnica y entonces mi objetivo de pasar desapercibida va a ser ridìculo...Pero de solo pensar en tener que entrar a otro curso y buscar una silla y quizà no encontrarla o encontrarla pero que estè en medio de la gente y quizà pegarle a alguien cuando la saque o que se me caiga algo o se me resbale la mochila del brazo y que despuès quizà no pase por la puerta y termine no solo interrumpiendo la clase sino haciendo quilombo durante màs de un segundo, durante màs del segundo que puedo sobrevivir...no puedo. Yo me vuelvo a mi casa y fue.

Anónimo dijo...

Yo soy la paradoja viviente, de esas que según el genio y figura Doc Emmett Brown son capaces de destruir el universo. Pero a diferencia de Marty Mc Fly, no me altero cuando alguien me grita "gallina" (y eso que soy fanático riverplatense). ¿Por qué cren que cuando el profe, la primera clase, pidió que nos presentásemos yo me quedé callado con la mirada al piso? Y sí mis amigos, vergûenza. Me ruborizan aquellas situaciones de alta exposición, aquellas donde siento que no tengo el control. Estudio, y bastante avanzado, Comunicación Social y me cuesta, vaya paradoja, comunicarme socialmente. Y pensar que mi nombre y apellido sale todos los domingos en la sección de rugby del Diario Deportivo Olé. ¡Qué vergüenza!

P.D: ejercicio para el profe. Que mañana pruebe que mi teoría es correcta e identifique al autor de este mensaje. Consejo, que lleve una planta de lechuga para combinar con mi cara de tomate.

Anónimo dijo...

Me da vergüenza... qué me da vergüenza... sinceramente, creo que me olvidé que era eso. Pero si no puedo recordar nada que me de vergüenza me quedo afuera del topic. Así que he decidido experimentar conmigo mismo y generar la vergüenza de aguna forma. Veamos... ya encontré el recuerdo. Pero si no lo comparto con todos no me va a dar vergüenza. Así que tengo que postearlo, mínimamente. Let´s proceed.

No sé si va a salir bien, pero casi seguro que me va a dar vergüenza dar la cara en clase por contar algo tan lamentable. Sí, precisamente, estoy buscando deliberadamente sentir vergüenza.

Mis agradecimientos a la persona del primer post por habérmelo recordado.

Una vez estaba considerablemente borracho en un boliche en Caballito y como tenía ganas de ir al baño y estaba esperando un trago me puse a mear contra la barra. Gracias a Dios (al de Descartes, que me demostró que sí existe) ningún empleado de seguridad se dio cuenta y hoy tengo todas mis piezas dentales en su lugar.

Ahora es la parte que todos dicen: "che, pero esto es la facultad, que hace este nabo posteando anécdotas de chico malo de 5º año (que pasó hace bastante)? Este flaco es un nabo..."

Espero que cuando me increpen en clase no me ponga muy colorado.

Saludos!

PS: a pesar de todo, espero poder opinar en clase y seguir pareciendo una persona seria.

PS2: lo de la anécdota no fue hace tanto. Más vergonzoso todavía.

Anónimo dijo...

Absolutamente divertido esto! No paro de reirme desde que empecé a leer las anécdotas...mis felicitaciones a todos, sobre todo al que se meó en la cama, un genio!
Creo que lo mejor de que el post sea escrito es que uno logra, de alguna forma, desinhibirse un poco más que en clase. Traté, como muchos, de encontrar una anécdota graciosa para hacer más amena la lectura y nada che...así que les cuento una de las cosas que más me avergonzaron...
Tercer año de la Escuela, uniforme verde (horrible), chomba, pollerita (corta pero con short abajo), fui al baño a hacer pis, me mire en el espejo 40 mts como hacía a esa edad, salí al recreo nuevamente, fui al kiosco, me senté en el medio del patio con mis amigas...había un clima jocoso en el grupo que como llegué última no entendí pero no me alteré, hablamos, nos reimos, timbre para ir a clase. Entramos a clase y me fui a otra aula a buscar a una compañera, la gente se reía...y obvio, empecé a perseguirme, me miré, nada raro, bajé al baño: toda la cara en su lugar, volví ya más preocuapda y le pregunté a una amiga "loco, de qué se ríen", me respondió Jajajajajajajajajaja, la putié, me fui. Llegó el profe de economía, yo parada en la estufa, se me acercó y me pidió amablemente que cubra el trasero porque tenía la pollera enganchada en el short! Patético, horrible y torpe, todo eso sumado a los granos y las malformaciones de la edad fue muy muy vergonzoso...las chicas todavía se ríen a carcajadas y yo también.

Anónimo dijo...

Luego de recibir un rotundo 2 en un parcial de Sociedad y Estado, la profesora sentenció frente a toda la comision:
-MOSAK, a Ud deberia darle vergüenza los arboles que talaron para hacer las hojas para su parcial; la cantidad de gente que quedo fuera de esta comision para que Ud ocupe ese pupitre; y la cantidad de plata que le cuesta a la facultad.
Desde que empece la carrera no reprobe ningun parcial. ¿La profesora habra visto que yo tenia potencial o era simplemente cruel?.

Anónimo dijo...

En general, suelo encontrarme con dos tipos de vergüenza. Una de la que soy totalmente conciente y una de la que no.
Con respecto a esa vergüenza que siento concientemente, tiene que ver con la seguridad, la inseguridad y con las cosas que uno se anima a hacer o a decir sin hacer el ridículo. Me suele pasar que cuanto más pienso las cosas (a veces soy demasiado racional) mas me cuesta actuar sin vergüenza de lo que pueden llegar a pensar, esto está relacionado con la inhibición y por ello lo vinculo con la seguridad y la inseguridad puesto que cuanto más segura estoy de las cosas que pienso y siento menos me importa que opinen de ello y menos vergüenza me da. Animarse o no animarse sería la cuestión.
Por otro lado, está esa vergüenza de la cuál uno no es conciente, aquella que uno no se cuestiona a priori sino que surge inconscientemente por una situación que de repente se genera y que tocan cuestiones que nos afectan. Y creo que ahí hay un punto importante, vergüenza nos da que queden al descubierto cuestiones que ocultamos inconscientemente, cosas que no queremos aceptar, o simplemente el temor a quedar mal parados socialmente hablando.

Mi última gran vergüenza fue: Estoy cursando taller de comunicación publicitaria y en la primera clase el profesor nos pidió que para la próxima clase preparemos una presentación original sobre nosotros mismos, algo que impacte y que le permita a él recordar nuestro nombre por el resto de la cursada. Perfecto, ¿qué mejor idea que hacer un súper cartel con un “sabry” posado sobre mi cabeza con una flecha que me señale a mi misma? El profesor daría clases tres horas viendo mi nombre, pensé, no puede olvidarse. Así que eso hice, preparé el cartel de orgullosa de mi feliz idea sin imaginar lo que iba a suceder cuando entrara a clase y viera a 40 personas sentadas serias mirando al profesor quien hablaba con total sobriedad acerca de la publicidad. Que vergüenza!!! ¿Cómo hacía para sacar en ese momento una bincha con un cartelón con mi nombre y ponérmelo en la cabeza sin que se me mueran todos de risa en la cara? ¿Cómo no lo había premeditado? Estaba jugada, era eso o no entregar nada así que tomé valor y en el momento menos pensado “pelé el cartel” (no encuentro un mejor término para describir la situación). Obviamente el profesor pegó un grito de sorpresa y se mataron todos de risa. Fue original, divertido y recuerda mi nombre siempre pero es inexplicable lo que sentí en ese momento corporalmente hablando. No podía controlar estar bordó, me temblaba el pulso y hasta se me secó la boca. Que calor!

Anónimo dijo...

Una vez, cuando contaba unos 12 o 13 años, nos juntamos con unos amigos para ir al campo de uno de ellos, cosa q haciamos frecuentemente, a armar una canchita de futbol, asi q llevabamos maderas herramientas pintura redes etc... nos llevaba a todos con todas el padre de mi amigo dueño del campo en su camioneta. La cuestion es q nos dejó una sandía congelada para q vayamos comiendo, pero estaba muy congelada y era bastante dificil, en eso pasamos justo por la puerta de la casa de un pibe q se negó rotundamente a ir una mañana al campo para trabajar en la cancha... entonces como buenos amigos agarramos los pedazos de sandia congelada y los tiramos contra la casa sin darnos cuenta de q habia un cartero poniendo las cartas en el buzon, obviamente el tipo nos re puteo... pero a nosotros nos causo mucha gracia asi q por la ruta empezamos a tirarle sandia a los camiones, logicamente desestabilizar un camion con un pedazo de sandia no se puede a menos q tengas el brazo de rambo q en la primera pelicula bajó un helicoptero con una piedra. Pero uno de los pibes, sin q nadie lo viera le empezo a tirar a los autos y a uno se la dio en el parabrisa, el auto pego un trompo terrible y nsotros nos reimos a mas no poder y si saber q habia sido por un pedazo de sandia. Despues seguimos y nos olvidamos de eso, y entramos en el camino de tierra angosto camino ya al campo y un coche q no nos sonó para nada familiar nos empezó a tocar bocina y venìa como un loco queriendo pasarnos por donde no se podía, el padre del pibe q venía manejando y no sabia nada de las sandias lo empezo a putear y nosotros le gritabamos q se frene "eh guacho calmate pq te vamos a llenar el auto de sandia congelada" mientras le mostrabamos los pedazos... la cuestion es q el padre del pibe opto por hacerse a un lado y dejar q pase, el tipo nos paso nos intercepto y se bajo del auto, el padre de mi amigo se bajo como para trompearse y nosotros le seguiamos mostrando las sandías... antes de q se arme el suceso de hechos bochornosos el tipo nos apunto y le dijoa al viejo "estos pendejos maleducados venian tirando sandia congelada por la ruta, me rajaron el parabrisa y casi me mato"... el viejo miro el parabrisas rajado con la marca de la sandia nos miro a todos nosotros con un pedazo de sandia en la manos y... no se si fue la vergüenza mas grande de mi vida, pero se q fue la mas compartida... todos agachamos la cabeza y no dijimos mas nada, el viejo se deshizo en disculpas y despues camino al campo nos comimos la puteada mas larga de nuestras vidas, nadi dijo nada mas y llegamos y armamos la canchita en tiempo record y ni nos pusimos a jugar, el animo era terrible, apenas terminamos y nos fuimos de nuevo a casa pq sabiamos la q nos esperaba al llegar a nuestars casas, una denuncia en la policia y todos nuestros viejos a declarar...

Anónimo dijo...

Creo que la situación que me viene a la memoria -quizás sea porque ocurrió aquí mismo, en el trabajo- fue haber callado a mi jefe en un intento fallido de hacer un "chiste".

Todo comenzó cuando él, un norteamericano con muy malos modales y poco sentido de la higiene, me hizo pasar mucha vergüenza en la entrevista de trabajo haciéndome repetir trabalenguas en inglés que, por su puesto, no me salían.
Pasados los meses, me encontraba en la situación de no-saber-si-tu-jefe-es-copado-o-si-estás-tomando-mucha-confianza. Todo se aclaró al tiempo, cuando estábamos discutiendo "en broma" (o eso creía yo) de algo y repentinamente le dije: SHUT UP! (¡Callate!) y todos se quedaron en silencio, mirandome; empecé a sentir "la sangre que me subía al rostro de repente, ese ligero cosquilleo" mientras él preguntaba frenético qué era lo que acababa de decir. Traté de negar, en vano, que había dicho lo que efectivamente había dicho.
Felizmente todo quedó como una anécdota de la cual difícilmente escaparé ("En mis 15 años de carrera, nunca nadie me había mandado a callar" repetía mi jefe en todas las fiestas de la compañía.)

Felizmente él ya no trabaja aca.

Anónimo dijo...

Por empezar aclarar que si algo marca mis dias son las situaciones de verguenza con su correspondiente nerviosismo. Sin embargo, tambien me pasa que ya las incorpore como propias, y cuando me suceden no me viene a la cabeza: “tragame tierra”. He aprendido a sobrellevarlas e incluso hacer bromas para salir de esa situacion. Ej: primer clase y el profesor diciendome: “la conoces a Daniela………vas mal…”
Si tengo que contar alguna en particular, las que se me vienen ahora tienen que ver con que soy daltonico….(confundir los colores por si alguien no sabe). Una vez estaba dando un oral en la secundaria para la materia geografia. Mapa gigante colgado del pizarron y yo delante de 40 personas. “A ver…….digame una provincia donde haya sierras” Claro, yo daltonico tiraba Mendoza. “A ver…..digame una provincia donde haya montañas” Y yo respondia: La Pampa. Y ahí empece a ponerme vergonzoso. Risas, miradas extrañas y para colmo la profe se iba poniendo de mal humor. Hasta que me grita: “Pero Vesciunas (uy dije mi apellido……..) usted es daltonico???!!!!” Si, profesora, conteste. Peor, mas nervioso que nunca.
Resultado: Me puso un 7 en compasion……..
Incluso hoy me sigue pasando pero en menor medida. Es mas, y como dije antes aprendi a sobrellevarlas, a hacer bromas. Generalmente me agarran de punto cuando nos juntamos con amigos y chicas que no conocemos. Me boludean y empiezan: “Lucas……..de que color ves esto???” Contesto (mal obvio) y todos se rien. Igual aclaro, esto es mas gracioso luego de un famoso y malponderado “tequilazo”.
Como final, creo que me agarra vergüenza en aquellas situaciones que uno no las puede dominar, y en las cuales piensa que los demas haran un juicio sobre uno.

Anónimo dijo...

...perdón???

:-)

DB

Anónimo dijo...

Estás perdonada, DB. (Preguntale vos a Vesciunas al final del cuatrimestre, en todo caso, si te perdona él... Y ni te cuento cuando explique que yo veo colores en los parciales...)

Anónimo dijo...

Profesor, el chico daltónico que nunca vio los colores, no se lo puede comparar con el ciego, al que no se le puede describir el sol? o lo "verde"?
Con respecto al daltónico, qué se siente no saber de qué colores son la vida?los animales, la naturaleza....Vez todo blanco y gris?nunca conocí a ninguno.

Anónimo dijo...

Me acordé de un suceso vergonzoso: tenía entre 8 y 10 años, estaba en un club, habia un asado..estaba vestida de verde (remera y el horrible short). Mi papa me acompañó a comprar el famoso postre "shimmy"...cuestión venia muy, pero muuuuy concentrada deleitándome...y desaparecí. El club lleeeeno de gente..no sabía que hacer. Llorar o salir corriendo? Y si..me caí en un pozo lleno de barro, que obviamente no vi, porque mi concentración estaba puesta en el postreeeee...que verguenza, los que andaban por ahi estaban a las carcajadas y lo peor de todo fue que apenas mi viejo me ayudo a salir del pozo (la ropa verde termino de un tono marrón) le agarró un ataque de risa..

Anónimo dijo...

La semana pasada sentí verguenza cuando el prefesor del modulo de radio taller izo una devolución indicidualizada de los parciales domiciliarios y me preguntó cara a cara: ¿Lorena porque varias veces escribiste "amplitus moderada"?
Me puse tan colorada que él siguió hablando de otra cosa!!!

Anónimo dijo...

jajja!!! siento vergueza en este mismo instante que estoy leyendo que tipié "IZO" jajjaja! evidentemente hay un grave problema entre el teclado y yo!

Anónimo dijo...

Mi vergueza suele ser producto de mi incontrolable verbalidad. No sé por qué extraña razón el filtro que debería intervenir entre lo que pienso y lo que dijo no está funcionando (ni nunca lo hizo). Lo peor de todo es que no soy ese tipo de personas que hablan y se la bancan, todo lo contrario, a los tres segundos y medio me arrepiento de lo que acabo de pronunciar y aquí viene la peor parte porque trato de recomponer mi situación utilizando el mismo mecanismo y en ese preciso instante comienza a sirgir todos los síntomas típicos de la verguenza. Ejemplos tengo miles, si quieren dedicamos una clase a mi patología...

Anónimo dijo...

Quería decirle a Sabrina que ¡yo estaba en la clase del Taller de Publicidad cuando te pusiste la bincha que señalaba tu nombre!. Y pese a que recién me entero que vos sentiste vergüenza, creeme que de mi lado (compañera tuya) me pareció una idea buenísima y original! Incluso cuando te vi con la bincha puesta, como no me pareció verte cara de “tragame tierra”, me dije: ¡¡esta piba es una fenómena!!
Como conclusión de mi comentario a Sabrina, me parece que hay situaciones que a uno le pueden provocar vergüenza pero que del otro lado se puede ver de otra manera.

Anónimo dijo...

Seguro que nada divertido voy a escribir porque no suelo ser muy gracioso.La primera vez que mas o menos me parece que senti verguenza (no le se poner la dieresis) fue cuando hice mi primer gol en el campeonato de futbol en la primaria (quinto grado) .A mi el deporte no me gusta y estaba obligado a jugar para aprobar gimnasia . Todos sabian que jugaba mal y por eso nadie me queria en el equipo; cuando me toco entrar a la cancha todos me cargaban y nadie me hizo un pase.DE PRONTO NO SE COMO LA PELOTA llego a mis pies y sorprendiendome a mi mismo comenze a jugar cuando logrando esquivar a uno dirijo mi mirada al arco y tras ella pateo la pelota para hacer el gol de mi reivindicacion.El gol lo hice pero se lo hice a mi arco . Senti verguenza , me puse colorado porque no lo habia hecho a proposito sino que tenia tantas ganas de irme y de hacerme el canchero que lo hice sin querer.De ahi en mas nunca mas hice otro gol
(tampoco se poner los acentos)

Anónimo dijo...

Antes que nada, debo decir que esta consigna provocó en mí una toma de conciencia respecto de mi facilidad para caer en el rídiculo. De esto se desprende que podría contar muchas situaciones, pero elegí la que sigue porque también participó de ella una amiga que está en la comisión. Sucedió el día que festejaba mi cumpleaños. La ventana del comedor de mi casa da al patio de unos vecinos con los cuales nunca tuvimos ninguna relación. La cuestión es que ese sábado uno de mis vecinos (de nuestra edad, más o menos) también se había reunido con sus amigos. Mis amigas (y yo también, más vale) encontramos muy divertido gritarles cosas, bailar con pelucas, hacer payasadas de todo tipo a través de la ventana comentada. Más tarde decidimos ir a un bar que queda cerca de mi casa. Al rato de estar ahí, llegó un grupo de chicos y se ubicaron en la mesa detrás de la nuestra. De a poco los fuimos reconociendo: ¡¡¡¡eran los vecinos!!!! Evidentemente, ellos también nos reconocieron a nosotras, porque enseguida comenzaron a codearse y a señalarnos, hasta que sacaron sus celulares y nos tomaron fotos, que seguro deben andar por alguna página de internet que desconocemos... De más decir que las que podíamos verles las caras queríamos huir, cosa que finalmente hicimos.
Desde ese día, no me asomo a la ventana ni loca!!!

Anónimo dijo...

Son muchas y muy diversas las situaciones en las que uno siente vergüenza, pero los síntomas siempre son los mismos, y eso hace que, aunque uno quiera, no se pueda disimular.
En mi caso particular, creo que una de las veces que más vergüenza pasé fue cuando tenía 16 años. Estaba saliendo hacía varios meses con un chico que, en el momento de la anécdota, recién volvía de sus vacaciones. Yo había armado todo un plan para sorprenderlo y fui, con lo que necesitaba, muy temprano a su casa. Justo encontré al encargado en la puerta quien, al reconocerme, me dejó pasar. Subí hasta el piso 13 (para colmo!) y, sigilosamente, dejé deslizar por debajo de la puerta de su departamento, un sobre con el nombre de él. Rápidamente me escondí en la escalera (en un lugar desde el que veia perfectamente la puerta). La idea era que abriera el sobre, encontrara una carta y otro papelito que indicaba que había algo más del otro lado de la puerta (yo). Esperé un rato... y nada. Volví a acercarme a la puerta, toqué el timbre, y me escondí nuevamente en las escaleras. Esperé otro rato... y nada. Fui por tercera vez a la puerta, volví a tocar el timbre y otra vez me escondí. Ya no entendía cómo nadie abría la puerta... Me acerqué de nuevo, pero esta vez me quedé detrás de la puerta, escuchando. Lo que oí me hizo poner muy nerviosa: la madre, preocupada porque alguien tocaba el timbre, decidió avisarle al encargado por el portero eléctrico. A los dos minutos, el encargado estaba en el pasillo del piso 13. Yo no sabía dónde meterme; el escondite de las escaleras ya no daba resultado. Me obligó a salir de ahí y fuimos los dos hasta la puerta. Tocamos el timbre y ahí sí, abrieron la puerta. Estaban mi novio, su madre y su hermano mirándome sin entender nada. El encargado se fue y la señora me dijo: "Ah!Luciana! Eras vos? Qué sorpresa! Pasá! No te esperábamos!". A mi novio le gustó verme, pero debí haber buscado otra forma de sorprenderlo.
Pd: la explicación de la puerta es que mi novio nunca vió el papelito que decía que yo estaba del otro lado de la puerta y, para colmo, para fijarse quién tocaba el timbre, lo hacía por la mirilla de la puerta.

Anónimo dijo...

Odio admitir esto pero...la compañera que participó en la situación lamentable que contó María Pía, fuí yo.

Anónimo dijo...

La verdad es que me he divertido mucho con todos los comentarios.

Algunas apostillas, o respuestas, o como quieran llamarlo:

- Vale K.: Sí, la vergüenza puede controlarse. Es precisamente el desafío (uno de los tantos) que proponen los orientales: el autocontrol sobre esas variables que nosotros reconocemos como inconscientes. Por no hablar de los yoguis, que controlan incluso el ritmo cardíaco y respiratorio.

- PerfectA desconocidA: Gente grande, claro. Pero así somos.

- Vane B.: O sea que te da (nos da) vergüenza el hecho mismo de avergonzarnos. Parece paradójico (no lo es, en realidad), pero de hecho funciona de esta manera.

- M. Bouzas: No te justifiques.

- Santiago K.: Tu respuesta es un hallazgo. En efecto, tiene que ver con el control. Sin embargo, no sólo con el control de lo que nosotros hacemos y dejamos de hacer, sino especialmente con la falta de control sobre el juicio crítico de los demás. Porque no te da vergüenza tirarte un pedo cuando estás sólo, sino cuando lo hacés en casa de tu novia, ruidoso y con olor, mientras están almorzando todos juntos, con tus futuros suegros y cuñados.

- Daniela P.: No seas así. La próxima vez entrá, aunque ya hayamos comenzado. Prometemos ser lo más discretos que podamos.

- Emmet Brown (perdón: Igman): Si mal no recuerdo, en la primera clase, no fuiste el único que se quedó callado y con la mirada al piso. Y también acertás: exposición, falta de control (control sobre la situación, y no sólo sobre el rubor o la sensación de vergüenza). Por lo demás.... una cosa es que salga tu nombre impreso en el diario, y otra muy distinta que salga tu fotografía.

- Fede: Si yo puedo seguir dando clases después de mi participación en esta columna (¿quedó alguien sin enterarse?), ¿cómo no vas a poder seguir vos opinando en clase?

- Luciana M.: Gracias por tu comentario. ¿Qué más te puedo decir?...

- Seba M.: Falta de reacción. Imaginate que hubieses contestado,lágrimas en los ojos, con un “Disculpe, profesora, es que mis no pude concentrarme en el examen. El día anterior no pude estudiar porque tuve que ir al entierro de mis padres...” Luego tendrías que ser capaz de sostener la mentira, claro, pero la hubieses rematado.

- Sabrina D.: No entiendo bien cómo es eso de tener vergüenza sin ser conciente de ello. A propósito, quisiera verte con el cartelito en cuestión, para no olvidarme de tu nombre, ¿podrá ser?

- Sebastián: Lo tuyo no es vergüenza... es delincuencia juvenil.

- Ana: Felizmente vos seguiste trabajando allí, en todo caso.

- Lucas: Sin querer hacerte pasar vergüenza... ¿Un daltónico no sabe dónde están las sierras y dónde el mar? Mmm.... (Es chiste. Esto no: ¿Será L.G. varón o mujer? Si es lo segundo, tal vez tu daltonismo sea un buen tema para iniciar una conversación.)

- M. Turner: ¿Te animarías a DECIR en la clase lo que ESCRIBISTE aquí? Y no es que tenga nada de vergonzoso. Quiero decir: ¿vieron que es mucho más fácil realizar una confesión por escrito, delante de una pantalla, que a viva voz? Ya hablaremos más detenidamente de estas consideraciones.

- LG: ¿Varón o mujer? (No es que a mí me importe... Lucas me pidió que le averiguase...) Hasta donde sé, hay algunos colores (rojo, verde...) que se confunden con otros. No me parece que se lo pueda comparar con un no vidente.

- Lore: ¿Fue un error de tipeo?...

- Anabella: ¿Te arrepentiste de lo que escribiste?... Dale, dediquemos no digo una, pero sí media clase a tu patología. Te aviso.

- Daiana S.: Notable tu comentario. Eso sí (vale también para vos, Sabrina: “vincha” se escribe con ve corta, incluso cuando el diccionario del Word indique lo contrario.

- Mario: Lo del fútbol... me siento identificado. Acentos... soy muy molesto, pero exijo buena redacción y caligrafía en los parciales, les voy avisando desde ahora.

- María Pía: No vale protegerte en la complicidad de una compañera para repartir tu vergüenza. Hacete cargo. (Encontré unas fotos en Internet, pero no estoy segura de que seas vos. Por las dudas no las público... por ahora.)

- Luciana: Juventud, divino tesoro...

Anónimo dijo...

No queria volver a opinar, pero los comentarios de German merecen mi aclaracion.....jaja
En cuanto a mi anecdota, obviamente exagere un poco por una cuestion de hacer un poco mas divertida la situacion, no es que no sepa donde queda el mar......Cordoba?jaja, ademas era chico (13años). Y en cuanto al daltonismo en si, es raro...a veces tambien sostengo que no sé los colores, aunque se rien mas todavia. Como se comprueba cientificamente???

Anónimo dijo...

La verdad, se que muchas veces sentí vergüenza, pero (y por algo será), no me puedo acordar de nada, o al menos no de nada que sea interesante. Lo que sí les puedo contar es que siento vergüenza en aquellas situaciones en que, de manera inconsciente, casi por lapsus digo algo que deja al descubierto cosas “muy típicamente mías”, o que revela mi alto nivel de brutalidad.
De todos modos, creo que no hay nada peor que sentir vergüenza ajena, esa que se presenta cuando alguien a quien conocés se desubica en extremo y ahí sí pensás “tierra tragame”, porque frente a esas situaciones no hay nada que puedas hacer más que disimular: es el otro el que mete la pata, y lo peor ¡¡¡no se da cuenta!!! o sí y no le importa

Anónimo dijo...

pero también hay verguenza ajena…

Anónimo dijo...

Sabés qué es la vergüenza ajena?

Te lo digo: La incierta sensación de que a alguien se le puede llegar a ocurrir vincularte con ESO que te produce la sensación en cuestión.

Anónimo dijo...

Me da mucha verguenza no estar bien depilada cuando estoy con un chico

Anónimo dijo...

http://www.infobae.com/notas/nota.php?Idx=212297&IdxSeccion=0

No sé si es verdad o mentira... pero es un tanto rídicula....