Espacio on-line de la materia Psicología y Comunicación, Cátedra Lutzky - Facultad de Ciencias Sociales - Universidad Nacional de Buenos Aires - Comisión a cargo de Germán A. Serain
jueves, septiembre 27, 2007
viernes, septiembre 21, 2007
Llamados telefónicos (es en serio)
http://orsai.es/2007/04/canelones.php
Este es un breve relato, que habla de la disolución y/o el reconocimiento del otro como alter ego a través de una comunicación mediática.
Le podría pasar a cualquiera.
Este es un breve relato, que habla de la disolución y/o el reconocimiento del otro como alter ego a través de una comunicación mediática.
Le podría pasar a cualquiera.
Contestadores telefónicos (es broma)
Mensaje en el contestador automático del Hospital Psiquiátrico
Gracias por llamar al Instituto de Salud Mental.
- Si usted es obsesivo-compulsivo, presione repetidamente el número 1.
- Si usted es co-dependiente, pídale a alguien que le presione el número 2.
- Si usted tiene trastorno de personalidad múltiple, presione 3, 4, 5 y 6.
- Si usted es paranoico, nosotros ya sabemos quién es usted, sabemos lo que hace y lo que quiere, de modo que espere en línea mientras rastreamos su llamada.
- Si usted sufre de alucinaciones, presione el 7 en ese teléfono gigante de colores que ud. (y sólo ud.) ve a su derecha.
- Si usted es esquizofrenico, escuche cuidadosamente y una pequeña voz interior le indicará qué número presionar.
- Si usted es depresivo, no importa que número marque: nada conseguirá sacarlo de su lamentable situación.
- Si usted sufre de amnesia, presione 8 y diga en voz alta su nombre, dirección, teléfonos, cédula, fecha de nacimiento, estado civil y el apellido de soltera de su madre.
- Si usted sufre de indecisión, deje su mensaje después de escuchar el tono... o antes del tono... o durante el tono... En todo caso, espere el tono.
- Si sufre pérdida de la memoria a corto plazo, presione 9.
- Si sufre pérdida de la memoria a corto plazo, presione 9.
- Si sufre pérdida de la memoria a corto plazo, presione 9.
- Si tiene la autoestima baja, por favor cuelgue. Todos nuestros operadores están atendiendo a personas mas importantes que usted.
Gracias por comunicarse con nosotros.
Gracias por llamar al Instituto de Salud Mental.
- Si usted es obsesivo-compulsivo, presione repetidamente el número 1.
- Si usted es co-dependiente, pídale a alguien que le presione el número 2.
- Si usted tiene trastorno de personalidad múltiple, presione 3, 4, 5 y 6.
- Si usted es paranoico, nosotros ya sabemos quién es usted, sabemos lo que hace y lo que quiere, de modo que espere en línea mientras rastreamos su llamada.
- Si usted sufre de alucinaciones, presione el 7 en ese teléfono gigante de colores que ud. (y sólo ud.) ve a su derecha.
- Si usted es esquizofrenico, escuche cuidadosamente y una pequeña voz interior le indicará qué número presionar.
- Si usted es depresivo, no importa que número marque: nada conseguirá sacarlo de su lamentable situación.
- Si usted sufre de amnesia, presione 8 y diga en voz alta su nombre, dirección, teléfonos, cédula, fecha de nacimiento, estado civil y el apellido de soltera de su madre.
- Si usted sufre de indecisión, deje su mensaje después de escuchar el tono... o antes del tono... o durante el tono... En todo caso, espere el tono.
- Si sufre pérdida de la memoria a corto plazo, presione 9.
- Si sufre pérdida de la memoria a corto plazo, presione 9.
- Si sufre pérdida de la memoria a corto plazo, presione 9.
- Si tiene la autoestima baja, por favor cuelgue. Todos nuestros operadores están atendiendo a personas mas importantes que usted.
Gracias por comunicarse con nosotros.
martes, septiembre 18, 2007
X X X
Hablábamos en la clase pasada de máscaras y de disfraces. Respecto de esto les sugiero la lectura de un breve artículo firmado por un tal Germán A. Serain que quizás aporte algún concepto adicional sobre el tema que pueda ser aprovechado por el alumno.
¿Y qué sucede cuando nos despojamos de todo disfraz? ¿Es acaso eso posible? ¿Somos capaces de conocernos como realmente somos? La pretendida ausencia de todo disfraz, ¿no será en sí misma un disfraz?
La fotografía de más arriba es de Spencer Tunick, un artista obsesionado por los cuerpos sin ropas. Deténgase la atención en un individuo cualquiera pero en particular de este cuadro. El que cada uno de ustedes quiera. Intentemos inventarle un nombre, una profesión, una historia, que seguramente los tiene. Sin embargo, el desnudo nos confunde y nos provoca. Lleva a igualarnos en la falta de un disfraz. Salvo que convengamos que el desnudo es disfraz, en sí mismo. Es por lo pronto indefensión y fragilidad (cuando soñamos que estamos desnudos en público, por ejemplo, eso representa la exposición indefensa frente a la mirada del otro), pero hay que ser muy decidido para quitarse las ropas delante de un otro que nos mira. Desnudez, entonces, como señal de fortaleza.
¿Y qué sucede con la desnudez del rostro? ¿Es ella disfraz o revelación? ¿Cómo podríamos estar seguros? ¿Qué podría decirse, por ejemplo, de un sitio de internet basado en una colección de rostros de hombres y mujeres y sus gestos en el momento preciso de tener un orgasmo? ¿Qué se busca en estos rostros? ¿Y qué buscan quienes los ofrecen, primero a una cámara y luego a la mirada de los demás?
¿Por qué la compulsión a mostrarse? ¿Y qué es lo que se muestra, en definitiva? He aquí el enlace a una entrevista (en inglés) realizada al creador del sitio en cuestión, para quien quiera encontrar algunas respuestas posibles.
Disfraces. Exhibicionismos. Mostrarse y ocultarse. ¿Quiénes somos, en definitiva? ¿Y quién es el otro? No, definitivamente esta entrada no está aquí para ofrecer respuestas, sino apenas para generar algunas inquietudes en quien las lea. Los comentarios, por supuesto, están abiertos.
sábado, septiembre 15, 2007
Interludio televisivo
"Es el sábado, a las 23:00, por canal 2", me dicen. Yo ya lo sé. Mentalmente tomo nota, no digo que no, tampoco que sí... No digo nada. Pero me pregunto qué cosa tendrá la televisión como para generar esta fascinación, esta tensión que hace que uno quiera verse a sí mismo en la pantalla. ¿Será una nueva manera de convalidar la propia existencia? ¿Aparezco en la tele, por lo tanto existo? ¿Nos fascina el artilugio técnico en sí mismo, como a un chimpancé lo fascina el espejo? ¿Eso de vernos desde fuera de nosotros mismos, tal como otro podría vernos? ¿Nos creeremos verdaderamente esa estupidez de los diez minutos de fama? ¿O eran sólo cinco?...
También está la manía actual de videograbarlo todo. El cumpleaños, la fiesta con amigos, el casamiento, las vacaciones, la graduación. Etcétera. Dicen que en uno de los realitys de la tele (estas dos palabras comulgan de una manera extraña: reality... televisión...), financiado por la Disney Corp., una de las participantes fue expulsada porque se supo que había videograbado un encuentro demasiado íntimo con su pareja, fijate vos que mala imagen hubiese sido. Algo así como si Dippy (a.k.a. Tribilín) hubiese querido transar con la novia del ratón Mickey delante suyo...
Como sea. ¿Para qué videograbar? De nuevo la fascinación por la pantalla. Pero no se trata ya sólo de ver a través de ella, sino de ser atravesado por la cámara, tomado, secuestrado, porque ahora mi imagen es algo que está afuera de mí, y es algo que ya no puedo manejar. ¿Y si no me gusta lo que veo? ¡Tarde piaste!... Pero, ¿es que acaso alguien nos preguntó antes de filmarnos? Pero estas son las reglas del panóptico: nadie tiene que pedir permiso. Estabas ahí, las cámaras también, allí se termina el asunto.
¿Se termina allí el asunto? Mmm... me parece a mí que no, pero eso lo dejamos para tema de otra entrada.
También está la manía actual de videograbarlo todo. El cumpleaños, la fiesta con amigos, el casamiento, las vacaciones, la graduación. Etcétera. Dicen que en uno de los realitys de la tele (estas dos palabras comulgan de una manera extraña: reality... televisión...), financiado por la Disney Corp., una de las participantes fue expulsada porque se supo que había videograbado un encuentro demasiado íntimo con su pareja, fijate vos que mala imagen hubiese sido. Algo así como si Dippy (a.k.a. Tribilín) hubiese querido transar con la novia del ratón Mickey delante suyo...
Como sea. ¿Para qué videograbar? De nuevo la fascinación por la pantalla. Pero no se trata ya sólo de ver a través de ella, sino de ser atravesado por la cámara, tomado, secuestrado, porque ahora mi imagen es algo que está afuera de mí, y es algo que ya no puedo manejar. ¿Y si no me gusta lo que veo? ¡Tarde piaste!... Pero, ¿es que acaso alguien nos preguntó antes de filmarnos? Pero estas son las reglas del panóptico: nadie tiene que pedir permiso. Estabas ahí, las cámaras también, allí se termina el asunto.
¿Se termina allí el asunto? Mmm... me parece a mí que no, pero eso lo dejamos para tema de otra entrada.
viernes, septiembre 14, 2007
Consigna: Chat!...
El alumno deberá ingresar a un canal de chat abierto y permanecer allí durante un lapso de tiempo razonable (30 / 60 minutos), integractuando con los participantes. El objetivo es que en los comentarios de esta entrada registren las dinámicas comunicacionales que se pongan en juego y todo otro detalle que les parezca pertinente.
jueves, septiembre 13, 2007
Del cuaderno de bitácora
y entonces, sin que nadie lo esperara, entró al aula Pablo Granados con un peinado punk y dos tipos más, cada uno con una cámara de video encendida, así es como se da clases en esta facultad, con las luces apagadas, pero no era porque las hubiésemos apagado nosotros, sino que de verdad no andaban, y todo fue como un gran chiste, aunque más tarde alguien dijera y no sin razón que no había chiste alguno en las cosas malas que nos pasan en la facultad, pero la verdad es que a mí la situación me pareció divertida, cada uno actuando un papel como si nos hubiésemos puesto de acuerdo, nadie que pusiera las cosas en claro, quién era el docente, quién el alumno y quién el protagonista de su bautismo, aplausos para vos Bibiana, porque de verdad que la remaste muy bien, y yo pienso en Andy Warhol y... ¡mierda!, que me perdí mis cinco minutos de fama, pero no importa, porque igual me divertí mucho, y por ahí es que me parece que está bueno poder reírse de vez en cuando de uno mismo, y no es lo mismo que festejarle el chiste a quien venía de afuera, a no confundirse.
Atacamos, nos defendemos, nos ignoramos o intentamos concernos. Por eso es bueno dar clases de a dos, sobre todo cuando te llevás bien con la otra persona, porque podés retomar cosas que a vos se te hubieran por ahí pasado, y la verdad es algo tan básico pero a la vez tan importante esto de que nos relacionamos siempre a partir de alguna de estas cuatro dimensiones, que me pareció fundamental dejarlo anotado por aquí, para no olvidarme.
Igual después me quedé pensando que si bien es verdad que las luces del aula no andaban, fue decisión nuestra (sí, nuestra y no sólo mía, porque yo les pregunté) habernos quedado allí, en lugar de ir a otra aula más iluminada, y por algo habrá sido, que yo tengo mis razones, pero estaría bueno conocer las de ustedes.
nota al margen: a la salida de la clase Bibiana me dice que le gustaría hablar en alguna otra ocasión del panóptico, y yo le digo entonces, más allá de la broma del momento, algo así como que el panóptico es esto: tres cámaras que ingresan de repente y sin pedir permiso y sin darte tiempo a reaccionar, la mirada del gran hermano, con la única diferencia que no está claro quién es el que mira y quién el mirado, mirá vos... (y entre paréntesis, BB: muchas gracias...)
Atacamos, nos defendemos, nos ignoramos o intentamos concernos. Por eso es bueno dar clases de a dos, sobre todo cuando te llevás bien con la otra persona, porque podés retomar cosas que a vos se te hubieran por ahí pasado, y la verdad es algo tan básico pero a la vez tan importante esto de que nos relacionamos siempre a partir de alguna de estas cuatro dimensiones, que me pareció fundamental dejarlo anotado por aquí, para no olvidarme.
Igual después me quedé pensando que si bien es verdad que las luces del aula no andaban, fue decisión nuestra (sí, nuestra y no sólo mía, porque yo les pregunté) habernos quedado allí, en lugar de ir a otra aula más iluminada, y por algo habrá sido, que yo tengo mis razones, pero estaría bueno conocer las de ustedes.
nota al margen: a la salida de la clase Bibiana me dice que le gustaría hablar en alguna otra ocasión del panóptico, y yo le digo entonces, más allá de la broma del momento, algo así como que el panóptico es esto: tres cámaras que ingresan de repente y sin pedir permiso y sin darte tiempo a reaccionar, la mirada del gran hermano, con la única diferencia que no está claro quién es el que mira y quién el mirado, mirá vos... (y entre paréntesis, BB: muchas gracias...)
domingo, septiembre 09, 2007
Entre el gusto de los otros y nuestra imaginación
¿Por qué razón nos gusta lo que nos gusta? ¿Por qué no otras cosas distintas? Será la cuestión del gusto algo vinculado a las cualidades intrínsecas de aquello que nos satisface o molesta? ¿O acaso operamos en función de relaciones de empatía con los demás?
Antes de seguir adelante les sugiero la lectura del artículo al cual se accede a través de este vínculo. El mismo fue redactado para una revista de música clásica, con lo cual se explica su perfil; pero las conclusiones son válidas para ser aplicadas de un modo general.
Una vez leído el artículo, prosigamos...
--- --- --- --- ---
Sin renegar de las capacidades de nuestro juicio crítico, ni de las propias inclinaciones estéticas, pareciera ser que nuestra capacidad de juzgar no es impermeable ni tampoco del todo objetiva. No es nueva la pregunta relativa a si las cualidades de un objeto o de una persona que nos atrae residen en el objeto o en la persona en sí, en nuestro juicio, desvinculado de las verdaderas cualidades que nos parece observar, o en la articulación de ambas dimensiones.
La pregunta acerca del porqué nos gusta una determinada canción, o una determinada película, o un determinado libro, también nos puede llevar al terreno de las relaciones interpersonales. ¿Qué es lo que admiramos en una persona, por ejemplo? Ad-mirar significa promover cierta inclinación del propio ánimo hacia alguien o algo. ¿Qué es lo que produce esta inclinación? Llamémoslo gusto, atracción, amor o como ustedes prefieran. ¿Es real? ¿No nos expone al peligro de un posterior desencanto? ¿No nos demuestran las experiencias propias y ajenas que tantas veces esta ad-miración ha sido el eje de tantos conflictos y descepciones? Y sin embargo, resulta inevitable que nuestro ánimo tienda hacia determinadas cosas o gentes.
En definitiva, parece claro el hecho de que nuestra identidad se forma tanto a partir de nuestros propios actos como en la mirada de los demás, en el gusto de los demás, en la eventual admiración o rechazo que recibimos de parte de los demás. Así es como se definen los sectores marginales. Así también los grupos de poder. Así también las pasiones inexplicables. Y las canciones y artistas de moda. La mirada del otro jamás es inocente. Ni tampoco lo es la nuestra. Somos espejos y moldes. Y la objetividad no existe, pues está siempre atravesada por la mirada de un sujeto.
Ojalá reciban ustedes miradas magnánimas. Y puedan ofrecerlas a su vez. Así nos constituimos como individuos. Y constituimos un modo de aproximarnos al mundo.
Antes de seguir adelante les sugiero la lectura del artículo al cual se accede a través de este vínculo. El mismo fue redactado para una revista de música clásica, con lo cual se explica su perfil; pero las conclusiones son válidas para ser aplicadas de un modo general.
Una vez leído el artículo, prosigamos...
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Sin renegar de las capacidades de nuestro juicio crítico, ni de las propias inclinaciones estéticas, pareciera ser que nuestra capacidad de juzgar no es impermeable ni tampoco del todo objetiva. No es nueva la pregunta relativa a si las cualidades de un objeto o de una persona que nos atrae residen en el objeto o en la persona en sí, en nuestro juicio, desvinculado de las verdaderas cualidades que nos parece observar, o en la articulación de ambas dimensiones.
La pregunta acerca del porqué nos gusta una determinada canción, o una determinada película, o un determinado libro, también nos puede llevar al terreno de las relaciones interpersonales. ¿Qué es lo que admiramos en una persona, por ejemplo? Ad-mirar significa promover cierta inclinación del propio ánimo hacia alguien o algo. ¿Qué es lo que produce esta inclinación? Llamémoslo gusto, atracción, amor o como ustedes prefieran. ¿Es real? ¿No nos expone al peligro de un posterior desencanto? ¿No nos demuestran las experiencias propias y ajenas que tantas veces esta ad-miración ha sido el eje de tantos conflictos y descepciones? Y sin embargo, resulta inevitable que nuestro ánimo tienda hacia determinadas cosas o gentes.
En definitiva, parece claro el hecho de que nuestra identidad se forma tanto a partir de nuestros propios actos como en la mirada de los demás, en el gusto de los demás, en la eventual admiración o rechazo que recibimos de parte de los demás. Así es como se definen los sectores marginales. Así también los grupos de poder. Así también las pasiones inexplicables. Y las canciones y artistas de moda. La mirada del otro jamás es inocente. Ni tampoco lo es la nuestra. Somos espejos y moldes. Y la objetividad no existe, pues está siempre atravesada por la mirada de un sujeto.
Ojalá reciban ustedes miradas magnánimas. Y puedan ofrecerlas a su vez. Así nos constituimos como individuos. Y constituimos un modo de aproximarnos al mundo.
viernes, septiembre 07, 2007
Del cuaderno de bitácora
"El verdadero poder está dentro de uno", me dijeron que dije en la clase de ayer, haciendo referencia andá a saber a qué cosa.
Y me pidieron que lo anotara en alguna parte, por eso de que lo que mejor se enseña es lo que más se tiene que aprender y demás. Y yo entonces, obediente al fin y al cabo, lo dejo anotado acá en el blog.
Pero también dejo anotada esta otra frase, que también me dijeron ayer, misma persona, mismo lugar: "Hoy me gustó ser yo".
Y pienso que claro, que si uno pudiera cambiar algunas cosas como para que ese yo fuese ligeramente diferente de lo que es seguramente lo haría; cosas relacionadas con el paso del tiempo, ponele, u otros detalles menores relativos a diferentes cuestiones, que cada cual se ponga su sayo. Pero bueno, también es sabido es que hay cosas que no podemos cambiar.
Y sin embargo Sartre dice que el hombre siempre es libre. Y esto es algo que me quedó pendiente, y lo anoto acá para no olvidarme de comentarlo en la case que viene. Porque es importante.
Según Sartre siempre hay cosas que podemos cambiar. Siempre hay por delante al menos dos alternativas entre las cuales decidir. Y es un difícil desafío, que también nos define como sujetos. Sujetos sujetados a la propia libertad, entre otras sujeciones varias y diversas, el difícil punto de equilibrio, etcétera.
Ser libre siempre es bueno, de más está decirlo; pero no siempre es cómodo. ¿Qué cosas podremos hacer con este poder que tenemos dentro nuestro? La respuesta no es sencilla. Me recuerda aquello que escribió alguna vez Sábato:
Etcétera.
De más está decir que esto no es una consigna. Pero nobleza obliga: ayer, al menos por un rato, me gustó ser yo; y en parte eso tuvo que ver con el gusto de dar una clase en la facultad. El resto es aprender a vivir, lo cual jamás ha sido una empresa sencilla de abordar. Pero es necesario afrontar el desafío. Buen fin de semana.
Y me pidieron que lo anotara en alguna parte, por eso de que lo que mejor se enseña es lo que más se tiene que aprender y demás. Y yo entonces, obediente al fin y al cabo, lo dejo anotado acá en el blog.
Pero también dejo anotada esta otra frase, que también me dijeron ayer, misma persona, mismo lugar: "Hoy me gustó ser yo".
Y pienso que claro, que si uno pudiera cambiar algunas cosas como para que ese yo fuese ligeramente diferente de lo que es seguramente lo haría; cosas relacionadas con el paso del tiempo, ponele, u otros detalles menores relativos a diferentes cuestiones, que cada cual se ponga su sayo. Pero bueno, también es sabido es que hay cosas que no podemos cambiar.
Y sin embargo Sartre dice que el hombre siempre es libre. Y esto es algo que me quedó pendiente, y lo anoto acá para no olvidarme de comentarlo en la case que viene. Porque es importante.
Según Sartre siempre hay cosas que podemos cambiar. Siempre hay por delante al menos dos alternativas entre las cuales decidir. Y es un difícil desafío, que también nos define como sujetos. Sujetos sujetados a la propia libertad, entre otras sujeciones varias y diversas, el difícil punto de equilibrio, etcétera.
Ser libre siempre es bueno, de más está decirlo; pero no siempre es cómodo. ¿Qué cosas podremos hacer con este poder que tenemos dentro nuestro? La respuesta no es sencilla. Me recuerda aquello que escribió alguna vez Sábato:
¿Qué se puede hacer en ochenta años?
Probablemente, empezar a darse cuenta de cómo habría que vivir y cuáles son las tres o cuatro cosas que valen la pena.
Un programa honesto requiere ochocientos años. Los primeros cien serían dedicados a los juegos propios de la edad, dirigidos por ayos de quinientos años; a los cuatrocientos años, terminada la educación superior, se podría hacer algo de provecho; el casamiento no debería hacerse antes de los quinientos; los últimos cien años de vida podrían dedicarse a la sabiduría.
Y al cabo de los ochocientos años quizás se empezase a saber cómo habría que vivir y cuáles son las tres o cuatro cosas que valen la pena.
Un programa honesto requiere ocho mil años...
Etcétera.
De más está decir que esto no es una consigna. Pero nobleza obliga: ayer, al menos por un rato, me gustó ser yo; y en parte eso tuvo que ver con el gusto de dar una clase en la facultad. El resto es aprender a vivir, lo cual jamás ha sido una empresa sencilla de abordar. Pero es necesario afrontar el desafío. Buen fin de semana.
lunes, septiembre 03, 2007
Y a vos...¿qué cosas te dan vergüenza?
¡Dale!... ¡Animate!... Contá en los comentarios de esta entrada la anécdota de aquella vez que sentiste mucha pero muuuuuuucha vergüenza. Tenés la ventaja de poder contarlo en forma anónima. Pero la verdad es que sería una precaución innecesaria, porque no tenemos de qué avergonzarnos. ¿O sí?...
Para romper el hielo, el link a una nota de un portal en internet que da cuenta de algunos casos más o menos típicos.
Y el relato de una anécdota personal, si cabe, no porque me guste exponerme, sino para que no digan que el docente pide que se expongan ustedes mientras él permanece a buen resguardo:
Centro Cultural San Martín, de esto hace ya unos cuantos años. Curso de fonación y proyección de la voz, algo ideal para quien en ese momento comienza a trabajar en radio y ofrece clases en la facultad, vamos a ver qué onda.
Aquí estamos ya. El curso está por comenzar, pero... ¡Ay!... Un pequeño detalle: el curso no era para profesionales de la radiofonía ni de la docencia, como uno creía, sino para actores. Y bueno, ya que estamos, nos quedamos; por ahí pinta algo bueno.
Llega el coordinador del taller. Buenos días, buenas tardes, vamos que arrancamos, primera consigna para irnos conociendo: cada uno elija un animal y comienza a representarlo.
Detengámonos un momento. Debe quedar claro que los asistentes al taller en cuestión, a sabiendas de que era un taller de fonación PARA ACTORES, son personas deshinibidas, con un fuerte sentido lúdico, desvergonzadas, en definitiva, a diferencia de aquel que por entonces era quien esto escribe, que podría ser descripto más bien como melindroso, pero sobre todo como VERGONZOSO.
Sigamos, pues. Allí nomás cada uno de los asistentes al taller en cuestión elige una especie zoológica y todos comienzan a actuar del modo más extraño que se pueda imaginar. Hay chicas en cuatro patas que maúllan, otras que cacarean, muchachos que intentan treparse por aquí y acullá mientras emiten curiosos sonidos guturales... Y en medio de todo eso, con el espanto de no saber qué hacer, un servidor. La intuición me indica que en cualquier momento toda esa manada de extraños animales comenzará a fijarse en mí, único bípedo que de repente ha quedado en el recinto, y la reacción por una vez es rápida:
Me tiro al piso y comienzo a gemir, a gesticular, a mugir, ladrar y balar, como si fuese un alienado. Si me preguntaran qué especie animal es la que he escogido no sabría responder. Sólo intento alejarme lo más posible de la especie humana. No porque el ejercicio me atraiga, sino porque de repente se ha convertido en el único modo de pasar desapercibido en medio de ese conjunto de locos dementes. No quiero que me miren, no quiero que me vean... Sólo un rato más tarde me doy cuenta de lo bien que se siente ser por un rato un alienado. Pero eso ya es parte de otra historia.
Para romper el hielo, el link a una nota de un portal en internet que da cuenta de algunos casos más o menos típicos.
Y el relato de una anécdota personal, si cabe, no porque me guste exponerme, sino para que no digan que el docente pide que se expongan ustedes mientras él permanece a buen resguardo:
Centro Cultural San Martín, de esto hace ya unos cuantos años. Curso de fonación y proyección de la voz, algo ideal para quien en ese momento comienza a trabajar en radio y ofrece clases en la facultad, vamos a ver qué onda.
Aquí estamos ya. El curso está por comenzar, pero... ¡Ay!... Un pequeño detalle: el curso no era para profesionales de la radiofonía ni de la docencia, como uno creía, sino para actores. Y bueno, ya que estamos, nos quedamos; por ahí pinta algo bueno.
Llega el coordinador del taller. Buenos días, buenas tardes, vamos que arrancamos, primera consigna para irnos conociendo: cada uno elija un animal y comienza a representarlo.
Detengámonos un momento. Debe quedar claro que los asistentes al taller en cuestión, a sabiendas de que era un taller de fonación PARA ACTORES, son personas deshinibidas, con un fuerte sentido lúdico, desvergonzadas, en definitiva, a diferencia de aquel que por entonces era quien esto escribe, que podría ser descripto más bien como melindroso, pero sobre todo como VERGONZOSO.
Sigamos, pues. Allí nomás cada uno de los asistentes al taller en cuestión elige una especie zoológica y todos comienzan a actuar del modo más extraño que se pueda imaginar. Hay chicas en cuatro patas que maúllan, otras que cacarean, muchachos que intentan treparse por aquí y acullá mientras emiten curiosos sonidos guturales... Y en medio de todo eso, con el espanto de no saber qué hacer, un servidor. La intuición me indica que en cualquier momento toda esa manada de extraños animales comenzará a fijarse en mí, único bípedo que de repente ha quedado en el recinto, y la reacción por una vez es rápida:
Me tiro al piso y comienzo a gemir, a gesticular, a mugir, ladrar y balar, como si fuese un alienado. Si me preguntaran qué especie animal es la que he escogido no sabría responder. Sólo intento alejarme lo más posible de la especie humana. No porque el ejercicio me atraiga, sino porque de repente se ha convertido en el único modo de pasar desapercibido en medio de ese conjunto de locos dementes. No quiero que me miren, no quiero que me vean... Sólo un rato más tarde me doy cuenta de lo bien que se siente ser por un rato un alienado. Pero eso ya es parte de otra historia.
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