miércoles, junio 21, 2006

Sir Paul McCartney cumplió 64.

Hay fechas que sirven como hitos, como mojones en el camino, que marcan un antes y un después en el devenir de las cronologías, ya sean las históricas o las personales (que también son historias, a no dudar). Hay un antes y un después de la primera novia, del día en que decidimos casarnos, del día en que nace nuestro primer hijo. Del mismo modo (o de un modo similar, por lo menos, aunque por diferentes motivos) que hay un antes y un después de un once de septiembre, de un dos de abril o de un veinticuatro de marzo. En el caso de las historias particulares, estos mojones son puestos de una manera arbitraria: cada quien sabe si tal circunstancia marca un hito y si tal otra no. Pero en algunos casos hay mojones que sin estar destinados a entrar en los libros de la Historia, esa que se escribe con mayúsculas, marcan un hito en la vida de más de una persona. La lectura de uno de los parciales me hizo notar que hay un antes y un después del día en que asesinaron a John Lennon. Y fijate que justo leo ese parcial el día en que otro de Los Beatles, y me refiero a Paul McCartney, cumplía 64 años. Existen, entonces, las casualidades. No hubiese sido lo mismo un cumpleaños de Ringo Starr. Ni tampoco el cumpleaños 63, ni el 65, de Sir Paul. Me acuerdo del día en que mi mamá me contó que habían matado a Lennon. Yo no sabía de quién me estaba hablando. No conocía el nombre, en realidad, pero ya escuchaba en mi tocadiscos Winco un LP puntualmente tomado por un buen amigo de la olvidada discoteca de su madre. Se trataba de La Banda de los Corazones Solitarios del Sargento Pepper. Y allí estaba incluida una cancioncilla tan poco beatle, tal alejada de Love me do o de Twist and Shouts, como When I’m sixty four.

Todavía los vemos en aquellos viejos registros realizados para el cine o la televisión, eternamente jóvenes, joviales, despreocupados. A nadie se le pasaba entonces por la cabeza que a Lennon un loco fuese a matarlo de un tiro. Ni tampoco que llegaría finalmente el día en que Sir Paul alcanzaría la poética edad vaticinada. Entre tanto creció la distancia que media entre el Sir Paul real, de carne y hueso, tan mortal como su compañero de dupla compositiva, y ese otro joven y jovial para siempre, que sigue disfrutando de su eterna juventud junto a sus tres compañeros desde un vinilo, desde el celuloide, desde un CD que nadie imaginaba que alguna vez existiría mientras corrían los años sesenta y setenta. También crece la distancia entre aquel chico que escuchaba aquellas canciones en su Winco y este otro, que tipea estas líneas en un blog, que ya no sirve sólo para volcar consignas de trabajo para sus alumnos de la facultad, sino que ha mutado hacia otra cosa, y quién sabe en qué podrá desembocar. McCartney cumplió 64. Esos mismos a los cuales les venía cantando desde 1967, cuando yo no había cumplido todavía mi primer año de vida. A partir de ahora habrá un antes y un después del día en que Sir Paul, al cantar When I’m sixty four, ya no hable de un futuro más o menos cercano. La voz grabada seguirá cantando desde su eterna juventud, pero el verdadero Sir Paul ya habrá cruzado la frontera, en aquel entonces imaginaria, hoy real y tangible.

Mientras tanto, el espejo nos devuelve, a Sir Paul, a mí, a vos que estás leyendo todo esto, una imagen ligeramente diferente de la que nos ofrecía ayer mismo. El cambio es tan imperceptible que a veces tal vez nos cueste darnos cuenta. Por eso es que de vez en cuando plantamos algunos mojones en el camino, que nos sirvan para recordar que todo el tiempo todo cambia. Y también nosotros.

Example

domingo, junio 18, 2006

Nos cuenta Bertold Brecht: El Señor K. contemplaba un cuadro que asignaba a algunos objetos una forma extraña. Decía: "A algunos artistas, cuando contemplan el mundo, les pasa lo mismo que a los filósofos. Al preocuparse por la forma, se pierde el contenido. Una vez trabajé con un jardinero. Me dio unas tijeras de jardinería y me hizo recortar un árbol de laurel. El árbol se encontraba en una maceta y fue alquilado para festividades. Para ellas tenía que tener la forma de una bola. Inmediatamente comencé a recortar las ramas salvajes, pero aunque me esforzaba para conseguir una forma de bola, no lo conseguí. A veces había cortado demasiado por un lado, a veces por el otro lado. Cuando había conseguido finalmente la forma esférica, era muy pequeña. El jardinero me decía decepcionado: -Bueno, esta es la bola, pero... ¿dónde está el laurel?"

La forma vs. el contenido. Me parece (estoy aún presuponiendo) que deberé volver una y otra vez sobre este tema. Por un lado la evidencia de que la forma es comunicativa. Mal comunicador será quien no lo tenga presente. No es lo mismo decir algo con buenas maneras que con malas. Con un discurso aburrido que con uno ameno. Siempre lo mismo que distinto. Los colores de un parcial, que no son sino los colores de una comunicación. El medio, ya se sabe, es (parte constitutiva de) el mensaje; pero además impone una forma determinada. Y la posibilidad de sus variaciones. La forma comunica, me dice, se dice. No es lo mismo la primera persona del singular que la del plural, no es lo mismo hablar en tercera persona, no es lo mismo interpelar que mantenerse oculto. Todo significa.

Del otro lado el peligro: que la forma termine fagocitando el contenido. Que se proponga con tal importancia que al fin y al cabo sólo quede eso: una forma vacía.

Comienzo a corregir, entonces, con estas reflexiones. Todavía no he visto nada, y nada publicaré aquí hasta el jueves, que gente hay que todavía no ha entregado su trabajo y no sería justo que. Pero igual cuelgo este comentario, porque no sólo de fútbol vive el hombre. (...) ¿Por dónde comenzar? ¿Por la cajita misteriosa, que todavía no abrimos? ¿Por the message in the bottle? ¿El parcial más pesado y frágil de entre todos los recibidos? ¿El portaCDs con forma de pelota? He aquí parte del secreto: nada me dicen todavía estas formas respecto de los contenidos que encierran. Pero ya destacan. Y eso también es comunicar. Veremos si han sido capaces de superar el peligro señalado más arriba. Es fácil perder el rumbo y los objetivos. Lo digo por propia experiencia, por supuesto. Comencemos... ¿por dónde? Tal vez por el parcial del alumno que me alcanzó yéndome ya de la facultad, agitado por haber corrido, parcial en forma de mensaje de posta, con cinta y todo. ¿El motivo?... Tanto como para poder decir que cierto es aquello de que los últimos a veces son los primeros. Luego me guiaré por los colores.

Mientras tanto sigan participando. Por alguna razón, el post anterior logró convertir este espacio en un verdadero blog. Pero todos los post anteriores siguen abiertos.

viernes, junio 16, 2006

Pasión de multitudes.

Me siento más solo que de costumbre. Juegan Argentina y Serbia y Montenegro. Dicho de esta manera parece que los equipos fuesen tres en lugar de dos. Estoy en la computadora, en mi oficina de la radio, pero aquí no queda nadie más que yo. Imposible no conocer el resultado parcial del partido: hubo un gol y desde aquí sólo un hipoacúsico severo podría no haberse enterado. Me alegra. Me alegra que mis compañeros se alegren, quiero decir. Pero por más que lo intento no logro interesarme más allá de esto en el asunto. Me interesó en cambio ver ayer por la tele a un periodista preguntándole a un jugador de S&MN si tenía miedo (sic) de jugar contra la selección argentina. El tipo le responde en inglés, que no entendía por qué podría tener miedo; que después de haber conocido lo que es la guerra no podía tener miedo por un partido de fútbol; y el periodista traduce, diciendo que el jugador vaticinaba, para el día siguiente, que el encuentro entre ambas selecciones sería una guerra...

Confieso que escribo estas líneas en el blog para no sentirme tan solo en este instante, aunque ya sé que todos ustedes también estarán viendo el partido, ojalá que ganan y sean felices, y coman perdices, aunque eso suponga la derrota de otros, que no lo serán (felices, quiero decir), aunque después de haber vivido la guerra andá a saber desde qué mirada ellos verán la gloria o la tragedia de un resultado deportivo. Evalúo ahora la posibilidad de subir las escaleras y mezclarme con los demás, con los que están viendo el partido en pantalla gigante aquí cerca, pero luego para qué, si la verdad es que a mi el asunto ni me va ni me viene. Es nada más que esta rara sensación de que cada uno que pasa apurado rumbo a las escaleras para ver el replay del gol, me mira raro, como si se preguntara: "¿Y a éste que le pasa? ¿Será extranjero?" Por suerte es nada más que una mirada cortita, por lo del replay, que nadie quiere perderse. Y entonces me acordé de un artículo que me mandó por mail el otro día Paula.

El artículo tiene sus cosas, como el señalamiento de que "en una época caracterizada por el individualismo, el enfrentamiento deportivo entre países saca a la luz un sentimiento nacional que hermana a los argentinos", o que "después de tantas frustraciones y de tanto doloroso sentimiento de inferioridad, sobre todo respecto a las potencias occidentales, la posibilidad de derrotarlas suena como un sustancioso alimento al amor propio" (¿Costa de Marfil? ¿Serbia y Montenegro? ¿De qué potencias occidentales me están hablando?), pero al final la articulista muestra la hilacha, se pone la camiseta y declara: "Tal vez nada importante se juegue en ningún campeonato mundial, pero no es poca cosa la posibilidad de unirnos todos bajo un objetivo común, ni el deseo pasional de mostrar que en muchas cosas los argentinos somos buenos y en algunas... los mejores". "Todos", dice la articulista. Una vez más me dejaron afuera. Tal vez sea verdad, y yo sea un extranjero.

miércoles, junio 14, 2006

Creer... o reventar

Acabo de escribir en un comentario a la entrada inferior que no estoy seguro de si creo o no creo en dios. (¡Discúlpame, Dios, pero no he dicho que NO CREA en tí, sino que no estoy seguro de si YO creo o no creo! Entiendo que no deberías ofenderte por ello, ¿verdad? Aunque claro, si en verdad eres todopoderoso, pien PUEDES ofenderte o dejar de hacerlo, según te venga en divina gana...)

Pero entre blogs y religión, acabo de toparme con la siguiente noticia en Internet, chupate esta mandarina, que dice así:

"El Vaticano creará un nuevo sitio para interactuar con los creyentes. De esta manera, la Santa Sede se sumará a la moda actual de los blogs en Internet. Se tratará de una "plaza virtual" en la cual los internautas católicos podrán compartir experiencias, documentos y fotografías con otros fieles de todo el mundo. ... El proyecto, que está a cargo de la Oficina de Internet de la Santa Sede, estaría disponible en la Red esta primavera. ... De esta manera, los internautas católicos podrán comunicarse más fluidamente con las autoridades del Vaticano e intercambiar experiencias, documentos y fotografías con otros fieles de todo el mundo."

Si quieren pueden ver la nota completa acá.

La verdad es que yo pensé que el ideal de toda religión sería lograr tomar contacto espiritual con la deidad de turno sin intermediarios, pero resulta que en lugar de eso ahora intermediamos a los intermediarios. ¿Se podrán hacer confesiones y penitencias a través de la red? ¿Y chusmear (oh, divino vouyerismo) las confesiones realizadas por otros, a través de la instalación de algún programita que hackee los servidores del Vaticano? Mmmmm... ¿Intercambiamos estampitas?... ¿No será ya demasiado?...

jueves, junio 08, 2006

Parcial domiciliario II (“La Revancha”)

Acá van las consignas para el segundo parcial.

1) Aporte un fragmento de discurso de carácter poético, preferentemente de producción propia. En su defecto, asegúrese que sea un fragmento que por alguna razón en especial le sea particularmente cercano. A partir de aquí, realice un análisis de la relación que se establece entre aquello que nombre, quienes nombran y lo que es nombrado, considerando las temáticas vistas en clase y los textos de la materia.

Otras formas en que se podría haber planteado esta misma pregunta: ¿Qué problemas se plantean a partir del uso de la palabra y sus alternativas discursivas? ¿Qué relación se puede plantear entre la problemática de la palabra y la del yo?


2) "La única verdad es la realidad." (Sí, claro... pero, ¿qué es la realidad?)

La pregunta es común a todos, pero se puede elegir como disparador cualquiera de estos tres textos:

Texto a) “Nada parecía más inocuo que un cuadrado. Sus cuatro lados y sus cuatro ángulos iguales sugerían una esencia estable, sólida, óptima. Para los seguidores de Pitágoras, y quizás para Pitágoras mismo, el mundo estaba construido por ciertos "átomos matemáticos" organizados en estructuras eternas, perfectas y mensurables. Los pitagóricos construían, sobre la playa de su mundo lleno de luz, maravillosos castillos de arena. Como cada cosa era construida con estos "átomos matemáticos", que eran materiales enumerables, siempre se podía medir cada parte, de lo que debía resultar una relación con todo el resto que se podía medir matemáticamente. Por lo tanto, en el caso del cuadrado, nada hacía pensar que nos encontraríamos con dificultades para escribir el valor numérico de la relación entre la diagonal y el lado, expresado en el mismo sistema de unidad de medida. Como se sabe, este número no se puede escribir por entero y entonces, junto con otros que comparten la misma propiedad, es castigado con el epíteto de "irracional". La leyenda, los mitos, nos cuentan que al desventurado descubridor no le quedó otra cosa que el suicidio. No se ha podido saber si se mató trastornado por el horrible descubrimiento o si fue muerto por sus correligionarios temerosos del escándalo.” (Ruggero Pierantoni, "El ojo y la idea", Ed. Paidós 1984)

Texto b) El de Julio Cortázar, incluido en las fotocopias de la comisión que debieron conseguir al principio del cuatrimestre, ese del libro Historias de cronopios y de famas, titulado "Pequeña historia tendiente a ilustrar..." etc. En este último caso, la historia debe tomarse como descripción de una situación real.

Texto c) No hay texto. Aquí convalidamos la propuesta y desarrollo que ustedes quieran proponer sobre la pregunta.

En todos los casos la respuesta debe ser lo más completa posible, tomando en cuenta lo trabajado en prácticos y los textos de la materia.

sábado, junio 03, 2006

Arte como poiesis, catarsis, comunicación y aprendizaje



Wassily Kandinsky (1879-1940)es uno de los pocos artistas plásticos que además de dedicarse a su materia teorizaron sobre la misma. Vale la pena leer su tratado "De lo espiritual en el arte". Respecto de la obra de este pintor ruso surgió cierta disyuntiva en la clase del otro día, a la cual presumo que algo puede llegar a aportar el artículo cuyo vínculo pego abajo.

Reflexiones en torno de la visita a un museo

Por lo demás, aquí va el texto de Ernesto Sábato que trabajamos en la última clase:

"Somos Dioses cuando soñamos, y pordioseros cuando despertamos" (Holderlin, parafraseado por Sábato en Abbadón el exterminador)

Dice el periodista: Alguna vez Ud. señaló que los escritores sueñan por parte de toda la comunidad.

La respuesta de Sábato: Hay muchas clases de sueños; algunos son superficiales y otros más profundos. Estos últimos son los más verdaderos y significativos, también los más recurrentes. Los sueños son un gran misterio y han despertado el interés de la humanidad desde sus mismos orígenes. Los sueños son como rompecabezas. Y cuanto más profundos sean mayor será el número de interpretaciones que puedan hacerse de ellos. Ya se trate de los sueños de José en la Biblia o de las interpretaciones freudianas o jungianas. Y el que esas interpretaciones sean bien diferentes entre sí no significa que resulten falaces ni erróneas.

Uno puede decir cualquier cosa acerca de un sueño, pero nunca podrá decir que un sueño sea una mentira. Si acaso hay una verdad absoluta en el ser humano, ella se encuentra en sus sueños. ... Todos sabemos que los sueños nos ayudan a vivir y nos separan de las peores calamidades, ya sea que hablemos de homicidios, robos o incestos. Por ejemplo, un empleado cualquiera de una oficina sueña una noche que asesina brutalmente a su jefe con un cuchillo de cocina. Y eso lo alivia. Cuando despierta toma una ducha (se trata de un hombre limpio), se afeita, se viste para ir a la oficina y cuando llega saluda de un modo normal al hombre al que acaba de asesinar en su sueño.

Esto es lo que los pensadores griegos llamaban catarsis, una liberación durante la noche de algo que de otro modo podría empujar, por ejemplo, al homicidio. Ahora recordemos la enorme cantidad de casos de asesinato, incesto y perversión que aparecen en la novela de Dostoievsky Los Hermanos Karamazov, por citar un caso. Si el autor hubiese cometido una pizca de esos horrores en la vida real, hubiese terminado en un asilo o en prisión. Sin embargo, la comunidad respeta a estos escritores, les rinde honores y los premia y luego, cuando mueren, construyen estatuas en su memoria y ponen su nombre a calles, avenidas y barrios. ¿No es asombroso?

Es que el trabajo de la ficción, cuando es profundo, resulta una emanación del propio corazón del poeta. Como dice la expresión: Dios y el Diablo contendiendo por el ser humano. Esta lucha, descripta en los grandes trabajos de ficción, se aplica a cada lector, mientras que el conflicto último de la condición humana es siempre el mismo: amor y odio, rencor y envidia, ambición de poder, el problema de si Dios existe o no, etcétera. En el caso del oficinista que mencionamos antes, en el sueño mata a su odiado jefe y haciéndolo evita cometer efectivamente ese crimen. De la misma manera, cuando un lector lee un trabajo de un autor de ficción, los sueños más grandes de un escritor, se está ayudando a sobrevivir y a evitar sus peores intenciones. Es en este sentido que el escritor de estas historias extrañas sueña por toda la comunidad, convirtiéndose en su benefactor.

Un sueño es siempre poético. No en el sentido ordinario del término, que constituye un grave error. Pues uno llama poesía a lo que está escrito en verso. Pero lo que está escrito en verso no es necesariamente poesía. “Happy birthday to you”, por ejemplo. Y contrariamente, hay poesía en las grandes novelas, puestas, música y pintura. Deberíamos restaurar el antiguo sentido que los griegos le daban al término poiesis.

El arte comparte la misma raíz psicológica que los sueños: se trata de un mensaje que proviene del inconsciente, muchas veces de un inconsciente colectivo. Es contradictorio, ambiguo, fragmentario, pero es siempre una enorme y eterna verdad acerca del género humano. Es en este sentido que debe entenderse la frase del Eclesiastes que afirma que no hay nada nuevo bajo el sol, significando que el corazón humano es y será siempre el mismo. Por eso es que el arte no progresa en la misma medida y sentido que las máquinas o las computadoras.

Cuando despertamos de un sueño, o cuando el poeta regresa a la tierra (pues no podemos permanecer en el cielo, o en ese misterioso infierno, para siempre), entonces piensa con su cabeza, y ya no con su corazón, y muy a menudo se equivoca.


(Buenos Aires Herald, traducción del inglés: G.S.)

jueves, junio 01, 2006

De qué dignidad ontológica me hablan?

La dignidad ontológica del hombre. La expresión en sí es inocente. No pretende generar la polémica en la cual yo solo me embarco. Son muchos (somos: yo mismo he caído en la trampa) los que hablan con naturalidad de la dignidad humana, presuponiendo que ocupamos un lugar de honor en la creación, sea en términos biológicos, teológicos, cósmicos o intelectuales.

Pero hoy encuentro una selección de fotografías, algunas de las que la revista norteamericana LIFE considera las 100 más representativas de la historia del hombre, del daguerrotipo hasta acá. Y presiento que tiene que ver con todo lo que hemos estado viendo en la materia, y con muchas otras cosas que no llegaremos a ver: comunicación, humanidad, mapa y territorio, categorizaciones, ruidos, relaciones aberrantes, Einstein hablando de las pretensiones de la ciencia positiva como el modo de hacer el ridículo del hombre frente a los dioses. Completen ustedes la lista como más les guste.

Hablábamos días atrás de representación, de imágenes, de palabras. Luego de que el fotógrafo capturase la imagen, en una playa de Nueva Guinea, septiembre de 1943, de tres soldados sin vida tirados en la arena, la revista LIFE se pregunta en su editorial, al momento de publicarlas, cuál es el sentido de dicha publicación. Las razones dadas por la revista: "Las palabras a veces no son suficientes. Las palabras no son capaces de hacernos ver, o saber, o sentir cómo son las cosas que de hecho suceden". ¿Servirán las imágenes, en reemplazo de las palabras?

Quité otras imágenes previas del blog por razones obvias. Hay contrastes que serían ofensivos. Por lo demás, esto no pretende ser una consigna. No pido respuestas. Nada más que inviertan dos minutos de su tiempo para ver algunas de estas fotos. Una de ellas, por lo menos. Presiento que pedírselos es mi obligación como docente.


Otras imágenes para meditar:
Lynching 1930
Dead on the Beach 1943
Biafra 1969
Nagasaki 1945
Execution of a Viet Cong Guerrilla 1968
Anne Frank 1941