jueves, junio 01, 2006

De qué dignidad ontológica me hablan?

La dignidad ontológica del hombre. La expresión en sí es inocente. No pretende generar la polémica en la cual yo solo me embarco. Son muchos (somos: yo mismo he caído en la trampa) los que hablan con naturalidad de la dignidad humana, presuponiendo que ocupamos un lugar de honor en la creación, sea en términos biológicos, teológicos, cósmicos o intelectuales.

Pero hoy encuentro una selección de fotografías, algunas de las que la revista norteamericana LIFE considera las 100 más representativas de la historia del hombre, del daguerrotipo hasta acá. Y presiento que tiene que ver con todo lo que hemos estado viendo en la materia, y con muchas otras cosas que no llegaremos a ver: comunicación, humanidad, mapa y territorio, categorizaciones, ruidos, relaciones aberrantes, Einstein hablando de las pretensiones de la ciencia positiva como el modo de hacer el ridículo del hombre frente a los dioses. Completen ustedes la lista como más les guste.

Hablábamos días atrás de representación, de imágenes, de palabras. Luego de que el fotógrafo capturase la imagen, en una playa de Nueva Guinea, septiembre de 1943, de tres soldados sin vida tirados en la arena, la revista LIFE se pregunta en su editorial, al momento de publicarlas, cuál es el sentido de dicha publicación. Las razones dadas por la revista: "Las palabras a veces no son suficientes. Las palabras no son capaces de hacernos ver, o saber, o sentir cómo son las cosas que de hecho suceden". ¿Servirán las imágenes, en reemplazo de las palabras?

Quité otras imágenes previas del blog por razones obvias. Hay contrastes que serían ofensivos. Por lo demás, esto no pretende ser una consigna. No pido respuestas. Nada más que inviertan dos minutos de su tiempo para ver algunas de estas fotos. Una de ellas, por lo menos. Presiento que pedírselos es mi obligación como docente.


Otras imágenes para meditar:
Lynching 1930
Dead on the Beach 1943
Biafra 1969
Nagasaki 1945
Execution of a Viet Cong Guerrilla 1968
Anne Frank 1941

5 comentarios:

Anónimo dijo...

remember nairobi

Anónimo dijo...

Creo que el problema consiste en la generalización de algo tan particular como las convicciones. No se puede hablar de una moral o dignidad que contemple a toda la humanidad. Pensememos en las diversidad de costumbres y culturas, aquello que juzgamos aberrante es una costumbre consuetudinaria en otros lares.

Utilizo un término como convicciones porque son ellas las que motivan nuestro accionar. Las prácticas son las que constituyen nuestra moral, nuestra visión del mundo, no quisiera caer "en el ser determina la conciencia" pero es una realidad casi ineludible. Aquel que se siente motivado a golpear a otro por pensar de otra manera, aquel que está dispuesto a matar porque cree tener la verdad en su pensar marca un tipo de juicio sobre el "deber ser" muy distinto a quien no pretende imponer sus ideas por la fuerza. Lo peor es que muchas veces la cuestión no tiene nada que ver con las ideas, sino con negocios, lo cual desde un punto de vista moral es peor aún. Otras veces es el miedo lo que motiva la violencia; la ignorancia y el poder también son parte del problema.

Uno de los autores de la cursada, cuyo nombre no escribo porque es muy probable que lo haga mal, nos dice que los filósofos han usurpado los problemas diarios y los han devuelto a "nosotros la gente común" en términos muy complicados que nos dificultan su comprensión. Creo que es falso. Para nosotros (los no filósofos) nos es inevitable pensar determinadas problemáticas que nos afectan en la vida social diaria y que no poseen la magnitud de las bombas atómicas pero que definitivamente tienen un radio de expansión e impacto en quienes nos conocen.

La pregunta no debe desviarse al rol del Estado en estas cuestiones, sino a nuestras propias práctias en relación al tema que nos convoca. Si somos de los viejos que se indignan, se quejan y no hacen nada, o estamos en una postura de activa frente al fenómeno.
La pena de muerte, las guerras y otros sistemas de regulación de la población tienen un anclaje muy profundo en cada sociedad que las tolera. Existe un tipo de sociedad determinado detrás de cada método represivo destinado a la otredad (no vamos a expandirnos en este tema Foucault lo hizo mil veces mejor) la idea es que: no es casual que una sociedad soporte una eliminación selectiva y sistemática de una otredad, otras sociedades se han levantado contra semejante acontencimientos. Uso el término acontecimiento en relación a la aparente falta de causas, aunque creo que la idiosincracia juega un papel fundamental.

Ud, que lee desde el trabajo, al igual que yo, pensará que corno tengo que ver con todo esto? No sé, eso lo decide Ud.

Continuamos. Las fotos causan espanto, pero son hechos consumados. Son consecuencia de una forma de pensar, no me animo a tildarla estrictamente de utilitarista, pero que seguramente mide la relación costos beneficios desde una posición que no contempla causas y consecuencias. Las fotos son consecuencias, nuestra tarea es buscar causas.

Anónimo dijo...

Hay un libro dando vueltas, de una escritora que murió hace poco, a fines de 2004. Me refiero a "Ante el dolor de los demás", de Susan Sontag. En ese ensayo, donde retoma y reformula alguno de los formulados de su más conocido "Sobre la fotografía", la autora se pregunta sobre el impacto de este tipo de imágenes que nos ponen, justamente, ante el dolor de los demás. Degradación del cuerpo, humillación, mutilación y todo tipo de horrores, ¿nutren nuestra capacidad de indignación, de reaccionar, o bien nos anestesia, nos vuelve -y más con el bombardeo incesante de este tipo de imágenes- indiferentes antes el dolor de los demás.

¿Esas fotografías, representación al cabo, son realmente el dolor de un otro? ¿La expresión o contundencia de ese sentimiento depende de la "habilidad artística" del fotografo, que muchas veces se encuentra ante una situación de violencia en calidad de reportero gráfico?

De ser artístico, o, retomando lo que hablamos la clase pasada, de lograr esa fotografía, esa imagen, esa representación, ese recorte, conmovernos, dejarnos a los pies de la catarsis, esa conmoción no podría ser sinónimo de una actitud de indiferencia. No, al menos en teoría. Entonces, cabe preguntarse si la posibilidad de indignarnos ante estas imágenes, ante la degradación de la dignidad humana tiene que ver bien con una conexión con el otro, con el que está sufriendo, con el que ve mancillada su dignidad (como se entienda esta), o si acaso esa conexión, que puede traducirse en indignación, es en todo caso con el artística/fotógrafo en cuestión.

¿Es acaso una empatía, una conexión con quien sufre, o una apreciación de la producción estética, o arte, o imagen periodística ante nosotros? No lo sé.

Fernando Amdan

Anónimo dijo...

"Dignidad ontológica"!! Vaya frase; parece sacada de una ONG pro-humanos.
La dignidad ontológica supone un en sí, en per se. Somos dignos por el hecho de existir, por el hecho de ser una cosa, en este caso, por el hecho de ser humanos.
Con este razonamiento, personas como Hitler, Stalin, Videla, etc, tendrían una dignidad por el sólo hecho de ser hombres. ¿Y quién se anima a decir que estos personajes tienen dignidad? ¿Acaso la tuvieron y la perderieron? Pero en ese caso: ¿dejaron de ser hombres?
Hay quien piensa (Horkheimer y Adorno sin ir mas lejos) que, por ejemplo, el nazismo se erige como el punto cúlmine de la racionalidad; una racionalidad extrema que linda con la mayor irracionalidad. Y me pregunto: ¿acaso no nos definimos como seres dotados de razón?
El hombre es un ser de razón, se supone. Eso nos diferencia de los animales, se supone también. El sistema político mas racional de la historia (racional hasta en sus formas de matanzas, racional hasta en las justificaciones -horrorosas-de esas matanzas) se embarcó en la actividad mas indigna: la guerra total, el asesinato de poblaciones enteras, etc...
¿Qué hay de dignidad ontológicas entonces en estos hombres, que llevaron al extremo la noción misma de hombre, y con eso, no sólo exterminaron a otros hombres, sino que pusieron en duda la noción misma de hombre?

Anónimo dijo...

Una imagen vale más que mil palabras... ver para creer...todas frases que pretenden demostrar la supremacía de la imagen por sobre lo escrito o lo oral. Creo que estamos en una sociedad que valora las imágenes por ese pretendido realismo y que subestima a las palabras por su mayor evidencia de ser algo construido. Sin embargo, creo que las imágenes también están en ese camino. Antes nos asombrábamos con sólo leer en el diario una cifra relevante en los índices de pobreza, etc. Después leíamos en los diarios esas cifras pero parecía que no tomábamos conciencia de ello hasta que veíamos en la televisión a una nena llorando porque no tenía para comer o algo similar. Ahora, esa misma imagen ya no nos conmueve como antes.
Las imágenes parecen mostrarnos la realidad tal cual es por no estar mediadas por las palabras. Y creo que eso tiene mucho que ver con la especificidad del lenguaje: la imagen fotográfica, es por ese carácter icónico-indicial, nos dice que “eso que vemos ahí” es la realidad.
Sin embargo, me parece que la cuestión no pasa por si las imágenes sirven o no en reemplazo de las palabras. La revista LIFE asegura que las palabras no son capaces de hacernos ver, o saber, o sentir cómo son las cosas que de hecho suceden. Desde esa perspectiva, yo agregaría que las imágenes tampoco. Porque si las cosas suceden “de hecho” –como dice la revista -, hay una realidad anterior que ni las imágenes ni las palabras pueden transmitir.
Genocidio, hambre, pobreza, discriminación, en definitiva, todas las aberraciones del hombre contra la dignidad ontológica del ser humano, pueden ser representadas de muchas formas. Y creo que cada una de ellas vale por igual. Un sonido, una imagen, una palabra pueden hacernos experimentar las más profundas sensaciones. El horror no sólo puede ser transmitido por una imagen. Aunque esa parece ser la forma que más nos conecta con la realidad.