lunes, mayo 29, 2006

Decime cuál es tu nombre

“¿Será que nos ponemos nombres porque no podemos ir por la vida siendo sencillamente alguien?”, se pregunta Diana (alias D.B., incluso a pesar de ella). En algunos casos el nombre nos lo asignamos nosotros mismos (los famosos nicks, por supuesto), pero en otros nos son asignados por herencia, buena o mala fortuna, capricho de las circunstancias o coincidencia.

Florencia, te pido de antemano disculpas por lo que voy a escribir, pero estoy seguro de que alguna vez te habrás preguntado: ¿Y si mis padres hubiesen decidido ponerme de nombre Mónica?

Al resto: todos hemos escuchado hablar de Armando Esteban Quito, de Susana Oria, de Elena Nito, de Tomás Mate o de Benito Cámelas. Conozco el caso real de una chica llamada Dolores casada con un muchacho de apellido Cabeza...

Ahora bien, ¿qué sucede con un tipo llamado Roy Rogers Pereira, o con Hitler Aguirre, o con Desdichado Cortés... Por no hablar de Don Juan Antonio Nicasio Francisco Manuel Antonio Bernardo Mario Héctor César Higinio Molotov Gorki Iglesias Largo Abayubá Yamandú Zapicán Cajals Engels Seoane, que es el apelativo de una sola persona a pesar de tener nombre para repartir entre varias. ¿Le hace algo el nombre a la persona? ¿O es la persona la que le hace al nombre?

Les sugiero que entren acá .

Y en especial al artículo allí linkeado, al cual también puede entrarse por acá.

La cuestión sería: ¿Cuál les parece que sea el grado de identificación que tenemos con nuestros nombres? ¿Cómo nos afecta ser Fulano de Tal en lugar de ser Mengano Talcual? Y todo lo que quieran añadir a partir de la idea de la nominación del nosotros mismos.

21 comentarios:

Anónimo dijo...

Ehm... El tema de mi nombre me llevó horas de lectura, horas de sesión, y horas de charlas con mis viejos. También miles de respuestas a ¿Ese no es el nombre del diablo? No, No... Damien, si hay alguna traducción que sea Demian... no está bien. Mamá, Papá como me van a poner así!!!!!!! me preguntan si soy el diablo!! mmmm a lo mejor no está tan mal ¿no? Otros, más sutiles, prefieren compararme con un "Demi Sec"... pero cuando me ven jugar al fútbol prefieren asegurar que soy "Extra Brut", lo cual no debe ser falso ya que voy por la segunda operación de ligamentos, dentro de unos meses.
En realidad llevo por nombre un apellido, Max Demian... y a decir verdad ese personaje es muy polémico(Ya lo puse en el parcial). De todas formas mejor que me pusieron así y no Sinclair... o ... Siddhartha. De las charlas con mis viejos, se desprenden esas expectativas que depositaron...
- "Ma... este Max Demian es bastante facho"
-"Si, puede ser, pero es muy inteligente... además me gustó el libro, no solo el personaje... no me digas que solo lo ves facho porque me muero, no está bueno que veas solo lo malo"
-Viejo, ¿no es Facho este personaje?
-Si... Pero tampoco es tan importante... peor hubiera sido nacer después de "Recuentos para Demian"... mirá si creen que es por eso... ¿No sabés por qué no esta Somoza en la selección?
-Somoza.. ese era otro facho...
-No, no... el 5 de vélez.
-Ya se viejo, Ya se...


Mi nombre es extraño, siempre despierta algún comentario, positivo o negativo (esos/as que prefieren identificarme rapidamente con el diablo y hasta hacen gestos desagradables... generalmente fueron disgustadas madres de nuevas novias)
No me puedo extender mucho más, pero mi nombre es todo un tema. Llama la atención y me genera largas conversaciones y explicaciones.
Evidentemente depositaron muchas cosas mis viejos, y yo tengo que convivir con eso, como todos.
Pero prefiero que mis dos nombres tengan un "por qué" más amplio que "te lo pusimos porque es lindo" o "iba bien con el apellido"
Me gustaría escribir un poco más, pero estoy desde el laburo y corro riesgos...

Anónimo dijo...

Algunos comentarios respecto de los nombres y del mío en particular. Definitivamente me molesta que me cambien el nombre. no me gusta que me digan Paola y mucho menos Paulina. Creo que tardé muchos años en lograr que sea de mi agrado como para que ahora venga cualquiera y así como así me lo cambie. Ni hablar del apellido... que es lo que le pasa a la gente que no puede concebir que me llame Santano con O final y no santana. Me enoja, me pone mal.
Por otra parte creo que el nombre es, como dijo alguna vez una vieja publicidad, (creo de banco Rio)lo más preciado que uno puede tener, es algo que nos identifica, que nos separa del resto, que nos diferencia de los demas y nos define como personas.
Como ya hemos visto el claro ejemplo del caso de "Gaby"en el que se buscó el cabio de identidad en el registro nacional de las personas como respaldo de ese cambio que se estaba produciendo en el exterior de una persona.
Por otra parte creo que un simple nombre puede ser mucho más que un conjunto de letras. Un nombre y más aun un apellido puede definirnos como personas, puede hacerle saber al resto si venimos de una familia de la alta sociedad o de clase media, si nuestros ancestros fueron inmigrantes o si alguna otra cultura influenció a nuestros padres a la hora de nombrarnos.

no me extiendo más, seguiré el analisis en mi cabeza por que si sigo escribiendo me van a rajar del laburo...
saludos

Paula Santano

Anónimo dijo...

Germán, ¿Te soy sincera?, nunca me lo había preguntado hasta el día que mi viejo me comentó que cuando era chico los amigos lo cargaban diciéndole Juanca (su apellido es Galindo). Ahí, me vino a la cabeza por primera vez el nombre Mónica; recién a los 17 años. Nunca nadie me había cargado con eso, ya que se fijaban en otras cosas para burlarse de mi como, por ejemplo, mi manera de hablar (hablo mucho con la zeta, herencia familiar). Por lo tanto, nunca llegaban a mi apellido.
Siempre me llamó mucho la atención como desvirtuamos los nombres para llegar a un apodo que le sienta bien a la persona. Generalmente, los apodos de uno vienen datados desde la primaria, cuando uno comienza a relacionarse con personas que no son su familia (obvio, en la familia también se ponen apodos, pero, aunque a veces son vergonzosos, son cariñosos). Los chicos son tan crueles, a veces, que el apodo que a uno le asignan, puede significar un trauma importante.
Uno puede tener un hermoso nombre y sin embargo ser burlado por un defecto físico o lo que sea.
Yo creo que el nombre pasa más por cómo ve el otro a la persona que lleva ese nombre. Hemos escuchado o dicho, muchas veces: "¿Te llamás Fulano de tal?, la verdad que no tenés cara de llamarte así".
Por eso, uno se puede esforzar en aparentar tal o cual cosa, pero, de última, el que elige cómo verte y llamarte es el otro.

Anónimo dijo...

Olvidé escribir algo arriba.
El chat y los nicks son una excelente oportunidad para nosotros mostrarnos como queremos y no que el otro nos vea como a él le parezca. Gracias a la No presencia, al no estar cara a cara, el imaginario de uno mismo lo construimos nosotros. Nuestros nombres, nosotros mismos somos libres, no hay determinaciones en la mirada del otro.

Anónimo dijo...

Que se equivoquen con mi nombre es algo que me pasa en el 95% de las ocasiones en que me presento.
¿Damian?
...No No Demian Con "E"
una vez en una planilla me anotaron como "Damian Coné Marchi"... entendieron que "con e" era "Coné" mi primer apellido o vaya a saber que... en lugar de una explicación.
Ya estoy resignado...

Anónimo dijo...

che, damián, te pasó igual que al hijo de condorito.

Anónimo dijo...

Estimado Coné: Confieso que de inmediato fui a fijarme, a ver si yo lo había escrito bien. Por suerte sí, pero creo que más por casualidad que por por otra cosa. Pero vos no tomes en cuenta este último comentario, que se borre del registro, señor juez.

Anónimo dijo...

En más de un trámite me confunden con Amalia o Ana Lía. Ese no es mi nombre, esa no soy, digo. ¿Yo soy un nombre? No. Pero indudablemente forma parte de mi identidad. Y nos tenemos que identificar con él como con nuestro rostro. Llevamos un nombre y debemos aceptarlo. ¿Dije llevamos? ¿Acaso es una carga, un peso? Creo que en muchos casos sí, cuando finalmente esa aceptación no se produce. ¿Cuántos hay que se identifican más con su segundo nombre o que prefieran bautizarse con un sobrenombre? (Un ejemplo claro es el de “Gaby”).
Creo que el nombre es aquello por el cual nos presentamos en sociedad y eso es lo que muchas veces molesta, presentarnos ante los demás de tal o cual manera.
Pienso que si mi nombre hubiera sido otro con el cual no me identificara, trataría de buscar alguna solución, como buscarle un apodo o algo así. Porque si muchas cosas nos vienen dadas, también uno toma decisiones para modificarlas.

Anónimo dijo...

A Homero Sipmson habría que preguntarle. Cuando le cambiaron el apellido por Thompson, pobre Homero no entendía nada, en definitiva Homero Thompson no era él. Coincido con Analía, forma parte de la identidad: "Y nos tenemos que identificar con él como con nuestro rostro" con este criterio era lógico que Homero no se reconociera con otro nombre, era como cambiarle el rostro.
Es un ejemplo que me vino muy rápido a la cabeza con lo de la confusión con los nombres, quizá no es el mejor porque es humorístico y exagerado, pero es un poco lo que nos pasa cuando nos llaman de una forma incorrecta.

Anónimo dijo...

tampoco se hubiera reconocido si lo hubieran llamado "Sipmson" como escribí ahí arriba...
SIMPSON... ahí está...

Anónimo dijo...

¿Alguien vio la película Brazil, y lo que sucede cuando por culpa de una mosca que se posa en el lugar incorrecto cambia en un formulario una letra en el apellido de una persona?

Anónimo dijo...

A pesar de llevar un nombre bastante común, confieso que me gusta mucho mi nombre. Me gusta aún más cuando me relacionan con el significado de éste, pues para los que no saben Sofía significa sabiduría. Hasta acá todo bien. Pero ahora, si voy a mi apellido, tengo que confesar que he sufrido un poco cuando era chica. Por ejemplo cuando me peleaba con mis compañeras me decían “callate Gallo cocoroco” y cantaban. Me acuerdo odiaba que me digan que era un gallo...entonces yo recurría a sus apellidos y trataba de usar toda la creatividad posible para inventar algo que las molestase a ellas también. Creo que los nombres que nos ponen y los apellidos que heredamos de nuestros padres nos pueden afectar tal vez un poco cuando somos chicos y creo que de grandes también puede ocurrir. Creo que hay gente que se siente segura cuando dice su nombre, y hay otros que por el contrario les incomoda. Siempre me llamó la atención una cosa, mas para las mujeres..si conocimos alguna vez a un hombre con un nombre rarísimo por hay no muy lindo, pero la persona nos gustaba, el nombre se convertía en un nombre buenisimo y pensamos en hasta ponérselo a alguno de nuestros hijos. Con esto me refiero a que encuentro una relación con la pregunta ¿o es la persona la que le hace al nombre? Si, creo que en algunos casos se da que la persona le hace al nombre. También hay casos de padres que les ponen a sus hijos el nombre de un tío que quisieron mucho, de alguien a quien admiran, etc.

Anónimo dijo...

Creo que el nombre es parte de una individualidad que, sin embargo, lo excede. Implica necesariamente un proceso de identificación, más o menos estrecha, de acuerdo con el gusto subjetivo de los portadores. Volviendo al tema de las máscaras, tal vez pueda ser una máscara latente, que se actualiza de vez en vez, pero que no se saca. Soy alumna, hija, amiga, hermana, estudiante, bostera, empleada, par, menor (o mayor)... máscaras que hegemonizan distintos aspectos de mi existencia. Pero en todos soy Micaela, o Mica o Mic, dependiendo del caso. Máscara que vira y se amolda a un contexto, pero que,creo, puede funcionar como mi mismo antecedente: "¿Vos quién sos?", "Soy Micaela", atrás aparezco yo.

Diana bronzi dijo...

Yo rescato el rol del otro. Es un otro el que decide cómo van a llamarnos los otros por el resto de nuestros días. Cuando hablo de no ser sencillamente alguien, es no ser alguien, para un otro. Diferenciarnos, en un primer momento de alguien que no es nosotros, pero con quien entramos en contacto. Ya conté que mi mamá eligió mi nombre antes de concebirme (papá estuvo de acuerdo y mi segundo nombre es el de su madre, mi abuela valenciana Isabel)cuando descubrió esa estatua llamada Diana, la cazadora, en el Chateau de Versalles, en sus jardines. Cuando, promediando mi adolescencia yo misma estuve frente a esa pequeña estatua, la observé como si se tratara de mi antepasado más nítido. En ese decir de mamá "si tuviera una hija, la llamaría Diana" yo comencé a ser. Fui un deseo actualizado. Después de tres varones, nací mujer y me llamaron Diana, en latín Diosa de la luna y en hebreo juicio (juicio.. el significado de nuestro nombre puede influir en lo que seremos?, suena ilógico, pero casi dirá que sí, como nuestro signo zodiacal). El tema es que es cómo el otro recibe mi nombre lo que me construye ante él y repercute en mí. Esto se nota más en casos como Dolores de Cabeza.. o Árbol.
Me extendería hablando, estuve leyendo sobre los significados de Diana y no estuvo nada mal, pero iría bien como consigna del próximo parcial.
A mi me gusta mi nombre, porque creo que no es ni común ni demasiado extraño. Los apodos que he llevado a lo largo de mi vida, derivados de él son Dianu, Diani, Di, Didi, Distéfano, Dinastía ( y diminutivos como Dina, Dinas). Yo misma disfruto inventar apodos permanentemente; así Sofia es Sofafa, Sofuso, Sofita, Soso; Ale es Alelí; Romi es Roro; la colo es Colette o Colorette... es divertido jugar con estas cosas. Nos acercan al otro de un modo que se vuelve código.
Pero así como el nombre puede ser fuente de juegos y sensaciones, puede resultarnos molesto. Mi hermano mayor se llama Marcos Aurelio (la idea inicial era Marco Aurelio.. pero no fue permitido y el sentido se perdió). Ahora, que alguien me explique a mi por qué, después de haber odiado ese segundo nombre toda su vida llamó a su hijo Martín Bartolomé.

Anónimo dijo...

Creo que la persona hace al nombre. Muchas veces he adorado un nombre simplemente porque adoraba a su portador (o viceversa) Sin embargo creo que no todos se sienten cómodos con su nombre, hay quienes lo ocultan tras un apodo o hay quienes se lo reprochan a sus padres de por vida. Pero aún así ese nombre no deja de identificarlos.
Pero qué ocurre cuando tu nombre no es pronunciado correctamente. Cuando esa palabra que te identifica y te diferencia de los demás es confundida por otra que no te pertenece. En relación a los malentendidos con respecto a los nombres yo también padezco de los despistes de algunas personas. Es usual que algunos me llamen Mariela, hay quienes no entienden que mi nombre termina en L y eso solía molestarme mucho (por momentos me incomodaba hacer la salvedad de que mi nombre era Mariel, sin la A) Pero luego comprendí que el error era común y que perdía demasiado tiempo en aclararlo y que estas personas seguían llamándome así. Mi novio se llama Demian (así que entiendo los conflictos de mi compañero) Tarde un año en hacerle entender a mis abuelos que su nombre era Demian y no Damián. Cuando ocurren estas cosas yo siento que hay falta de interés, que no se molestan en recordar correctamente el nombre. Es por eso que trato de prestar mucha atención a esto, creo que cuando ya nos han marcado nuestro error y aún así, lo pronunciamos mal o lo cambiamos estamos faltándole el respecto al otro

Anónimo dijo...

Mi nombre es una máscara que yo no elegí, y que ni siquiera me sienta bien.
Hay máscaras de comedia y de tragedia, según nos enseño el teatro griego; y los nombres en general -desde su significado en los libros para madres indecisas hasta el sentido que uno les adjudica por haber tratado con personas (Los "Carlos" son problemáticos)- muchas veces son más adjetivos que sustantivos.
Los veo como una serie de características que debe cumplir su depositario (ejemplo: "La bruja adolescente", mirá la gracia que me causa).
Suelo jugar con mi mejor amigo al "cara de qué". Consiste en que, mientras caminamos por la calle (y cada uno con reglas muy internas, tácitas y sin fundamento teórico) intentamos adivinar el nombre de peatones aleatorios, víctimas ocasionales de nuestro ocio. Lo observamos un instante y sentenciamos: "Ernesto".
Grave error han cometido sus padres si el resultado no es un sustantivo propio sino uno común. Pobre de él si en lugar de tener cara de "Horacio" tiene cara de "berenjena".

Anónimo dijo...

Recuerdo que, a veces, de niña jugaba a pensarme con un nombre diferente. ¿Por qué no Juana, Patricia o Diana? Pero lo lúdico radicaba en interiorizar este nuevo nombre de tal modo que, por un instante, lo sintiera como propio y natural. Involucraba, para mi, un proceso de abstracción mental intenso. Justamente esto resulta curioso, la dificultad que implica practicar éste desplazamiento. Es un ejercicio sin sentido a simple vista. Es un elemento constitutivo de lo que entendemos por identidad.
¿Por qué anteponemos nuestro nombre a la hora de presentarnos frente a un desconocido? ¿Y nos preocupamos cuando olvidamos el nombre de la persona con la cual estamos hablando? No hay duda que el nombre tiene la función representarnos ante los demás. La palabra carga con nuestra existencia. Es una paradoja entender la dimensión de la vida al interior de unas cuantas letras.

Anónimo dijo...

yo viví cerca de el bolsón, nicho hippie si los hay desde mis tres años y hasta los 18. Así que mucho los nombres raros no me sorprenden. Otoño, Tranquilidad, Arwen, Armando Porro (lo juro por la diosa mujer de benedetti), y muchos pero muchos nombres más.

Anónimo dijo...

One love, one heart
let's get together and feel all right...

Anónimo dijo...

Retrotraigo la pasada consigna sobre las miradas en los chats, y le añado (cual pintoresca receta de Gourmet.com) la consigna sobre el grado de significación de los nombres…

Sé que estoy pagando dos por el precio de una pero… verdaderamente tengo dificultades para realizar acciones en el plazo estipulado correcto.

Respecto a la consigna sobre las “miradas” que pueden producirse en los chats, quisiera repetir algunas observaciones que realicé hace tiempo en el práctico, no sé si recordarán.

Creo que muchas veces, en lugar de ser funcionar como una fachada para esconder nuestra identidad en el ciberespacio, los “nicknames”, develan ciertos aspectos de nuestra personalidad, que no podrían manifestarse en el mundo real.

Por ejemplo, una frase o una foto. Resultaría raro que en cada ocasión en la que nos encontráramos con un amigo o amiga, le repitiéramos nuestra frase favorita. Asimismo, parecería extraño si mostráramos, en esos encuentros, una foto del actor o rockero favorito, trasladada en nuestra mochila o cartera, para mostrar a nuestros amigos.

Más aún, ¿cómo podríamos emular al personaje del anime que tanto nos gusta en la vida real?

En definitiva, para terminar con la idea, quiero decir que posiblemente los múltiples canales que crecen en las comunicaciones cybernéticas (con el propósito de hacer la comunicación más real) se están convirtiendo en nuevas formas de manifestación de subjetividades, que potencian aspectos previamente incapaces de ser explotados.

Se entendió ? Bien.

Por último, para decir algo sobre los nombres, creo que sí, es fundamentalmente importante cuál nombre llevaremos durante nuestras vidas. Con qué letra empieza, con cuál termina, cuántas letras tiene, si termina con o, si termina con a, si es muy largo, si es muy corto, qué provoca su fonética, si es difícil pronunciarlo. También, qué relaciones tiene con el pasado, con la historia, con la religión. Y, sobre todo, algo que encuentro verdaderamente apasionante, la etimología de los mismos. En mi opinión, no hay nada más lindo que buscar las raíces de nuestros nombres y confiar en que somos, en definitiva, esas explicaciones.

Un poco romántico ? Puede ser.

Leonardo Núñez

Iracunda dijo...

Quiero añadir a este entrada un relato que a pesar de ser sumamente real y de provenir de fuentes fidedignas, es sencillamente difícil de creer.
Mi padre me cuenta siempre que se acuerda que la abuela de un amigo suyo llevaba por nombre “Protesta Humana”. La señora, había nacido en un pequeño pueblo de España, acerca del cual no recuerdo su nombre y tampoco viene a cuento, en el cual se utilizaba, como en tantos otros, la iglesia a modo de banco o simplemente de depositario de ahorros.
El hecho es que un buen día, mientras doña Protesta todavía se hallaba en el vientre materno, el representante de “el de arriba” ( el cura) se dio a la fuga con todo el dinero que la gente del pueblo le había entregado con la esperanza de que este crápula velara por él.
A fin de cuentas la indignación era tal que al nacer la inocente niña, los padres decidieron nombrarla “Protesta Humana” en alusión a la situación que pasaron.
Doña Protesta adopto el nombre de Silvia, y así fue era como la llaman todos en mi pueblo, pero nadie olvida la historia de su verdadero nombre.

(NOMARÍA)Emilia Rebottaro