sábado, marzo 28, 2009

Absurdo

- Probablemente esté la semana que viene -fue la respuesta que recibí anoche en Apuntes, sin demasiada convicción de mi parte, ni seguridad por parte de mi interlocutor, cuando pregunté cuándo estaría disponible el primer módulo de textos de la cursada.

- Pero yo necesito dar clases -insistí, ya enojado, mientras pedía el original para dejar en la fotocopiadora.

- Es que hace tres semanas que mandamos el original a la imprenta y todavía no volvió.

Conseguí hablar con una compañera docente de otra comisión, quien me aseguró que dejaría la unidad uno en la fotocopiadora de frente a los baños. De manera que pidan allí el material. Para la clase que vienen lean entonces los dos textos relativos al zen, firmados por Herriguel e Itzuzu.

Para leer Descartes con mayor comodidad, sugiero bajarlo del enlace en pdf que figura en la anotación de más abajo e imprimirlo. Siempre tendrá mejor calidad de impresión.

5 comentarios:

Ignacio Rial-Schies dijo...

Germán,
Hace poco terminé de leer "El Lobo Estepario", y proyectar sobre él lo que venimos hablando en las clases, las preguntas que hiciste al final de tu comentario y la frase de Heidegger de la barra lateral me llevó a pensar bastante. En el libro de 1927, Hesse plantea firmemente una teoría de influencia jungiana según la cual el hombre está constituido no por una, o una dualidad, de almas, sino por infinitas, todas distintas, de los más diversos aspectos. Puede ser que esa idea no le fuera propia, que la retomara de Jung o que ambos la trajeran de algún otro lado, pero fue "El Lobo Estepario", creo, uno de los representantes literarios más fuertes de esta concepción del hombre en la literatura del siglo XX. Tan fuerte que aún hoy resuena en muchísimos lectores (me sorprende la cantidad de gente que se siente tocada por el libro).
Y acá está el punto que más me ocupó: la última clase hablábamos de los cambios tecnológicos que hubo de un par de décadas hacia acá, tantos que a fines prácticos podría hablarse de aquel tiempo como un "otro mundo". Loquísimo, hoy en día estamos hiperconectados, sabemos en sincronía qué está pasando del otro lado del mundo, no solamente en eventos de relevancia histórica, sino en los más nimios detalles de la vida diaria de conocidos en el otro hemisferio. Y sin embargo, en cuanto a lo que entendemos como humano, seguimos teniendo exactamente los mismos interrogantes que en 1927, quizás los mismos que aún décadas, siglos antes.
Esto podría ser zarpadamente chato, pero ver que la frase de Heidegger tiene tanta validad (¿o quizás una mayor?) que cuando la escribió me resultó digno de comentario.
Saludos,
Nacho

Verónica Di Ciano dijo...

Hola a todos! No leí el libro del que habla Nacho, pero también encontré algo de lo que veníamos hablando, sobre todo en la primera clase acerca del ser humano. Leyendo los apuntes del Seminario de Diseño Gráfico y Publicidad, en un texto de Savransky, "Para una teoría de la práctica", dice: "La idea de que la cultura, como diferencia entre la vida humana y la vida animal, radica en el espíritu y en la razón será sin duda herencia de la modernidad pero, una tal simpleza, es infecunda. Hay cultura porque hay cuerpo propio pero no como instrumento o mediación de un espíritu sino como objeto de su creación y como condición objetiva de una intersubjetividad y un mundo común". Simplemente lo comparto, ya que veníamos hablando de qué era lo que diferenciaba al ser humano de cualquier otra cosa, incluso de los animales. Por supuesto, como decíamos no es un debate acabado, pero acá el autor más adelante agrega que no hay cultura sin espíritu. Bueno, dejo planteado este aporte que en realidad sólo puede ser una opinión más, pero no quería dejar de comentarlo, ya que cuando lo leí enseguida me acorde de nuestros debates.
Saludos!

Germán A. Serain dijo...

Verónica, si no leíste El lobo estepario sinceramente te lo recomiendo, incluso cuando por momentos es un libro duro de llevar adelante.

Ignacio, me hiciste recordar otra obra, Frankenstein desencadenado, que propone la teoría de un "hommo gestalt". Muy místico el asunto, al libro me refiero, pero interesante como disparador de nuevas ideas sobre la unidad, que vamos a abordar en próximas clases en la materia. En esto es interesante el señalamiento de Verónica sobre una intersubjetividad y una puesta en común.

Aunque, Verónica, me permito añadir que esto no sería nada en absoluto de no mediar una capacidad de historicidad, una acumulación de estas dos dimensiones, que indudablemente está atravesada, al menos en nuestra condición humana actual, por la razón.

Vuelvo con vos, Nacho: No me parece chato tu comentario, en absoluto. La evolución técnica no ha ido de la mano de la evolución espiritual. 1927 puede parecer en cierto sentido un otro mundo... y sin embargo, desde el punto de vista de la evolución de la especie, sea orgánica o espiritual, es una dilación temporal insignificante.

Gracias a los dos por participar.

Ignacio Rial-Schies dijo...

Del fragmento de Savransky, Verónica, me parece intersante tanto el lugar que da al espíritu, pero también como lo plantea en relación con el cuerpo. Nuestra pregunta, la cuestión de ¿qué es el hombre? creo que hasta ahora nos encaminó en el sendero del primero. Pero ¿no es el hombre también un cuerpo? En la propuesta de que "Dios creó al hombre a su imagen y semejanza" nos quedamos constantmente en la dimensión de la racionalidad, nos fuerza hacia el intelecto, porque el supuesto Dios, aunque omnipotente, se lo cree mayormente invisible. Es esa brecha la que nos distancia de contemplar al cuerpo como algo más que instrumento de la razón. Y es un límite abismal. Es en la carne que se dirimen las cuestiones más intrínsecas, más viscerales de la condición humana. Yendo solamente a lo fisiológico, ¿qué sería de la humanidad sin dolor? ¿qué sería de nosotros sin la incomodidad? Muchísimos fenómenos, sensaciones que tienden a atribuirse a la mente, como el aburrimiento o la angustia, atraviesan de un lado al otro al hombre en su condición de cuerpo: de cuerpo dolido, de cuerpo incómodo, de cuerpo alienado, de cuerpo solitario.
Quizás esa sea una parte del drama de Frankenstein, ser prisionero de un cuerpo que no fue más que un pensamiento secundario, un requecho de fragmentos descartados concebido desde el principio solamente como instrumento. Del libro se desgajan millones de vectores tributarios de lo que nos estamos planteando. Quizás lo dramático de esa historia se encuentre también en la incapacidad del monstruo de establecer una comunicación, de generar lo gestáltico. Y me viene a la mente "Más que Humano" que habla prácticamente de lo mismo, pero que preferiría dejar para discutir en clase y enriquecer un poco el intercambio con otros puntos de vista.
Saludos,
Nacho

Guadalupe dijo...

.. del Lobo Estepario, solo escuché una mención casi lejana. no suelo leer comenatarios, pero la verdad agradezco estos y en la semana voy a evr si lo puedo conseguir. Tambien me pasa lo que dijiste (Germán) eso de comprar libros y libros y no leerlos (o al menos no una lectura fluída de principio a final). Pero voy a conseguir este libro. gracias por los comentarios (NAcho y Verónica)