jueves, septiembre 24, 2009

Les dejo una publicidad, que tal vez recuerden, para que vean y reflexionen. La pregunta es qué cosas necesitamos y por qué razón las necesitamos. Y también si nuestra sociedad responde a una cultura del hedonismo o del displacer.

También les dejo dos textos, el primero, más extenso, escrito por Johann von Goethe, sobre el cual reflexionamos brevemente en el práctico. El segundo, más breve, es de "Una vieja historia de la mierda" de Alfredo López Austin.



Ay, he estudiado ya Filosofía, Jurisprudencia, Medicina y también, por desgracia, Teología, todo ello en profundidad extrema y con enconado esfuerzo. Y aquí me veo, pobre loco, sin saber más que al principio. Tengo los títulos de Licenciado y de Doctor y hará diez años que arrastro mis discípulos de arriba abajo, en dirección recta o curva, y veo que no sabemos nada. Esto consume mi corazón. Claro está que soy más sabio que todos esos necios doctores, licenciados, escribanos y frailes; no me atormentan ni los escrúpulos ni las dudas, ni temo al infierno ni al demonio. Pero me he visto privado de toda alegría; no creo saber nada con sentido ni me jacto de poder enseñar algo que mejore la vida de los hombres y cambie su rumbo. Tampoco tengo bienes ni dinero, ni honor, ni distinciones ante el mundo. Ni siquiera un perro querría seguir viviendo en estas circunstancias. Por eso me he entregado a la magia: para ver si por la fuerza y la palabra del espíritu me son revelados ciertos misterios; para no tener que decir con agrio sudor lo que no sé; para conseguir reconocerlo que el mundo contiene en su interior; para contemplar toda fuerza creativa y todo germen y no volver a crear confusión con las palabras.

Oh, reflejo de la luna llena, por la que tantas veces velé sentado ante este pupitre hasta que aparecías, melancólico amigo, sobre los libros y los papeles, si iluminaras por última vez mi pena; ¡ay!, si pudiera andar por las cumbres de los montes bajo tu amada claridad; flotar en las grutas acompañado de espíritus; vagar en tu penumbra por los prados y, habiéndose disipado todas las brumas del saber, bañarme, robusto, en tu rocío. ¡Ah!, ¿pero seguiré preso en esta cárcel?, agujero maldito y húmedo, hecho en un muro a través del cual incluso la querida luz del cielo entra turbia al pasar por las vidrieras. Encerrado detrás de un montón de libros roídos por los gusanos y cubiertos de polvo, que llegan hasta las altas bóvedas y están envueltos en papel ahumado. Cercado por cofres y retortas, aherrojado por instrumentos y trastos de los antepasados. Este es tu mundo, ¡vaya un mundo! ¿Y aún te preguntas por qué tu corazón se para, temeroso, en el pecho? ¿Por qué un dolor inexplicable inhibe tus impulsos vitales? En lugar de la naturaleza viva, en medio de la que Dios puso al hombre, lo que te rodea son osamentas de animales y esqueletos humanos humeantes y mohosos.


Y el texto de Austin, interesante, por el mero hecho de tratarse de un ensayo sobre la mierda: “Los hombres hacían sufrir mucho a los perros, y éstos decidieron enviar su queja a Tlaloc. Eligieron a un valiente mensajero y le entregaron la carta. Como el mensajero tenía que defenderse en el camino, no la podía llevar en el hocico. Hicieron rollo la carta y se la guardaron en el culo. El perro mensajero jamás volvió. Ya los perros no saben cómo era. Ahora todos se revisan el culo cuando se encuentran, en busca de la contestación de Dios”.

La sola cruza entre el tema de la mierda y el de la deidad merecería un estudio detallado. Pero la cuestión además cobra otro sentido si se tiene en cuenta lo que dice Austin: "Lo básico es la vida cotidiana, ese conjunto de placeres o dolores que experimentamos día a día, forma nuestra verdadera historia." En nuestro folclore cotidiano, incluso, pisar mierda es suerte, desearle a alguien merde es suerte, que te cague una paloma es suerte (suerte para la paloma que no la agarré, que si no...) Ni idea a dónde puedan llevar estas reflexiones, pero me encantó que alguien escribiera un libro sobre la mierda, y tuve que dejar constancia de ello en algún lado. A veces me gusta improvisar, es sólo eso.

viernes, septiembre 18, 2009

Materiales adicionales

Este video, con la secuencia inicial de la película Carne, de Gaspar Noé, puede afectar la sensibilidad de algunos espectadores, y no es chiste. Las imágenes son literales, explícitas, en cierto punto tremebundas. Pero, ¿qué es lo que nos perturba? ¿Es la crudeza de estas imágenes? Y sin embargo: ¿nos molesta su realidad, o el mero hecho de tener que verlas? Porque a la hora de comer un bife, no nos preguntamos demasiado cómo es que eso ha llegado hasta nuestra mesa.



A veces creo que si tuviésemos que carnear nosotros mismos, con nuestras propias manos, los animales que comemos, habría muchos más vegetarianos. Y lo digo desde el lugar que come asado cada tanto, como casi cualquier argentino que se precie.

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Hernán Casciari escribió muchos textos que he ido dejando aquí y allá enlazados en este blog. Uno de los que más me gustan, sin embargo, es éste, titulado Canelones. (Sí, claro... haga click en las palabritas que aparecen subrayadas para poder leerlo.)

Noten que en el relato hay un momento de quiebre. Pues bien, digo yo: ese es precisamente el momento en el que el personaje se da cuenta. ¿De qué?... Eso ya se los dejo a ustedes.

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Y ya que están... lean también este otro texto de Casiari. Explico antes esto: no es que coincida plenamente con lo allí escrito. Ni siquiera porque sea un texto que me guste tanto como el anterior, Canelones... Se trata, simplemente, del impacto que me provocó una idea, acaso una sola idea, que es esa de que nos conmueve la muerte de un animal que grita al morir, pero no la muerte del animal que muere con el mismo dolor que aquel, pero sin proferir sonidos que alteren nuestra conciencia.

Para la próxima traigan leído el texto de Michel Henry sobre Marx, y en caso que haya salido ya publicada la segunda unidad en el Centro de Estudiantes, el texto de Gregory Bateson titulado "Forma, sustancia y diferencia".

Tengan un buen fin de semana e intenten ser felices. En serio.

sábado, septiembre 12, 2009

Segundo ejercicio: Lo que los otros ven en nosotros

Bueno, bueno, bueno... ¿Quiénes somos? ¿Somos realmente lo que nosotros creemos que somos? ¿O somos más bien lo que los demás ven en nosotros? No les pido que respondan todavía tal cuestión, pero sí que nos cuenten qué les pasó con el ejercicio de la clase que terminó hace un rato, y sobre todo qué les pasa cuando leen lo que un otro ha establecido arbitrariamente como una personalidad que en cierto modo les es ajena, pero que también en cierto modo los representa, en tanto les ha sido asignada. Ustedes se conocen, el otro no. Sin embargo, el otro los describe. ¿Cómo hacerse cargo de la distancia que separa lo que ustedes saben que son de lo que el otro dice que ustedes son? En fin, escriban y comenten lo que quieran al respecto.

Y fíjense bien, que debajo de éste hay dos posteos más, con otras cosas, más planteos, materiales y consignas de trabajo y reflexión.

Al margen de estas cuestiones, y como bonus track, va el video con la publicidad que mencionaron hoy en la clase.

viernes, septiembre 11, 2009

Adenda 1: "¡TRAGAME TIERRA!..."


A todos nos sucedió algo alguna vez... que nos hizo morir de vergüenza. Les propongo que más allá de lo académico hagamos en este lugar algo para divertirnos. Quiero que me cuentes una anécdota, esa situación en la cual lo único que pudiste pensar y sentir fue ese terrible "tragame tierra" con el cual todos tuvimos que enfrentarnos alguna vez.

Y en cuanto a la parte académica, resultará por demás evidente que detrás de cada situación en la que se haya planteado tal sentimiento, seguramente aparecerá siempre como una constante la mirada, real o potencial, de algún otro, invariablemente presente, juzgando, objetivizando, diciendo o, lo que a veces es peor, callando...

P.S.: En otro sentido, no deja de ser llamativo a que una persona sinvergüenza se le diga que tiene la cara de piedra o que es un caradura. En estas expresiones, de uso cotidiano, también puede leerse en definitiva la cuestión fenomenológica que atraviesa el tema de la vergüenza en el texto de Finkielkraut.

Adenda 2: Andar desnudos...

Soñar que uno va desnudo por el mundo, y tener vergüenza por eso... (en realidad no estoy desnudo, diría Descartes, pues se trata sólo de un sueño; pero la vergüenza que siento, curiosamente, ella sí existe y es legítima, e incluso me demuestra que existo), suele ser interpretado como una clara expresión de un sentimiento de indefensión, de saberse expuesto y desarmado. Porque la desnudez es eso: estar desarmado ante la mirada del otro. Por supuesto, no en todos los casos funciona así. Hay personas para las que estar desnudo puede ser un arma. Pero un arma frente a la indefensión de un otro ante ese mismo desnudo. Como decir: "yo me animo a algo a lo cual vos no te animarías".

Spencer Tunick es un fotógrafo. En mi opinión, y la de muchos otros, también un artista. Pero fundamentalmente, para muchísimas personas, es el nombre de una excusa. Tunick fotografía personas desnudas. Por lo general, multitudes desnudas, en contextos urbanos en los cuales un desnudo es algo que escapa de lo normal. Si buscan el nombre de este fotógrafo en internet, en la opción de buscar imágenes de Google o Yahoo, podrán ver algunos de sus trabajos. También pueden visitar su página web a través de este vínculo.

Miren sus fotos.

Pero les pido que vean además estos videos, que comentan la experiencia realizada en México. Presten atención, sobre todo, a las declaraciones de los participantes.
Video 1
Video 2
Video 3
Video 4

Alguna vez Tunick también estuvo en Buenos Aires. Pero al parecer la cobertura de los medios mexicanos fue mejor. Por eso propuse los videos que propuse.

Si quieren ir reflexionando algo, respecto del tema de la desnudez, pueden ir haciéndolo, por supuesto. Pero no dejen de ver los otros dos posteos que publiqué además del presente, que también son consignas de trabajo.

viernes, septiembre 04, 2009

Primer ejercicio

El ejercicio que realizamos el jueves pasado hacia el final de la clase debe en parte explicarse por sí mismo. Y en cuanto a la parte que no, será explicada a su debido momento. Por ahora, escriban sus impresiones en los comentarios de esta entrada y vayan leyendo lo que los demás escriban.


Otras cuestiones: No olviden que el jueves próximo trataremos el texto de Alain Finkielkraut titulado "La sabiduría del amor", que versa sobre algunas conceptualizaciones de Jean Paul Sartre y Emmanuel Lévinas. Léanlo, pues de lo contrario no se entenderá nada. Más tarde retomaremos las cuestiones relativas al zen.

Para quienes deseen ver las películas Zeitgeist y Zeitgeist Addendum, completas y subtituladas al español, pueden hacerlo a través de los enlaces que les doy aquí abajo. Háganlo con tiempo, pues cada uno de estos videos dura dos horas largas:

Para ver Zeitgeist - La película hagan clic aquí

Y para ver Zeitgeist - ADDENDUM hagan clic aquí

Ambas películas son muy interesantes en tanto resultan cuestionadoras. Y los cuestionamientos siempre son bienvenidos. Eso sí, véanlas también ustedes con ánimo cuestionador. Como diría Luis Majul, no crean en todo lo que les dicen. Ni siquiera en todo lo que les diga yo. Es en la capacidad crítica bien entendida donde se ubica la posibilidad de aprender y el crecimiento.

Ya que hablamos de rebeldías, y dado que olvidé dejar en la fotocopiadora el original de las "Doce razones que demuestran la inexistencia de Dios" de Sébastien Faure, les confieso que si bien yo tengo el libro original, la copia que había llevado a la clase la obtuve bajándola desde este sitio. También está disponible para ser leído on-line desde Wikisource. Pero claro está, si ustedes igual que yo consideran que siempre es mejor tener el libro original, y desean comprarlo, pueden hacerlo en este sitio.

Finalmente vuelvo a recomendarles, si tienen ocasión, que vean la película El cuerpo (The Body), con Antonio Banderas, que mucho tiene que ver no sólo con el posteo anterior, relativo a los dioses, sino en general con toda esta material.

Gracias a todos los que ya escribieron lo suyo y recuerden que la participación en este lugar es importante por partida doble: la razón menos relevante es que se computa como nota de concepto. La más relevante es que nos permite reflexionar en voz alta y de manera articulada y compartida, lo cual supone poder aprender más y mejor. Tanto ustedes como nosotros.