viernes, septiembre 11, 2009

Adenda 1: "¡TRAGAME TIERRA!..."


A todos nos sucedió algo alguna vez... que nos hizo morir de vergüenza. Les propongo que más allá de lo académico hagamos en este lugar algo para divertirnos. Quiero que me cuentes una anécdota, esa situación en la cual lo único que pudiste pensar y sentir fue ese terrible "tragame tierra" con el cual todos tuvimos que enfrentarnos alguna vez.

Y en cuanto a la parte académica, resultará por demás evidente que detrás de cada situación en la que se haya planteado tal sentimiento, seguramente aparecerá siempre como una constante la mirada, real o potencial, de algún otro, invariablemente presente, juzgando, objetivizando, diciendo o, lo que a veces es peor, callando...

P.S.: En otro sentido, no deja de ser llamativo a que una persona sinvergüenza se le diga que tiene la cara de piedra o que es un caradura. En estas expresiones, de uso cotidiano, también puede leerse en definitiva la cuestión fenomenológica que atraviesa el tema de la vergüenza en el texto de Finkielkraut.

14 comentarios:

Inés Priori Sáenz dijo...

Bueno Ahi viene ehhh... voy a ser la primera así que tengan un poco de consideración.

Antes de contarsela les quiero dec ir que tuve que preguntarle a una de mis amigas por alguna anecdota "contable" sobre mis momentos embarazosos.

He tenido muchos y la mayoría los bloqueo de la mente. Por suerte llegué al punto de reirme de mi misma y de ser muy "cuidadosa" antes de hacer o decir nada sobre todo en lugares como el trabajo o la facu.

A los 16 años me fui a terminar el colegio en USA. Un intercambio cultural sola por un año. Allí sí que viví situaciones medio vergonzosas pero estaban plenamente justificadas por el cambio cultural: del tipo de no saber como se usaba la ducha o no conocer determinados productos o dichos...

El hecho de haber vivido allá sola y de tan chica me hizo adoptar ciertos gustos o hábitos propios de su cultura. Aún después de 10 años de haber vuelto, no dejo de comer “tostadas francesas con miel de maple”, de mirar el “superbowl”, etc…

Hace un par de meses atrás, me fui con una de mis amigas a almorzar a Burguer King. Ni idea qué pedimos pero obviamente era una gaseosa gigante con una hamburguesa (probablemente creímos que iba a ser la ultima comida de nuestra vida). La cosa es que nos sentamos, empezamos por las papas… seguimos por la hamburguesa y siempre yo dando sorbos a la gaseosa.

La cosa es que no tengo idea lo que me pasó, pero.. me abstraje! Me olvidé que estábamos en un lugar, con mucha gente, con nenes alrededor, con padres y madres… no pensé. Me había aislado a otro planeta Burger King con mi mejor amiga y… me mandé un eructo. Pero no un provechito. Un eructo, con ruido y todo. Una gran liberación para mi cuerpo. -Y un divertido recuerdo de mis meses en USA- Me mandé tal eructo que mi amiga me dijo algo y me trajo al mundo real donde los papis y las mamis se habían dado vuelta para ver quien había sido el maleducado.

Automáticamente me empecé a reír y, como “puerta de salida” al primer “trágame tierra” que se me apareció en la mente, le empecé a decir a mi amiga y a justificar la actitud con cosas como “la influencia de la cultura yanqui”… o con “la época de los jeques romanos el hecho de eructar era una forma de decir que la comida estaba buena” y bla bla bla… barrabasadas! Puras barrabasadas!


Aquí les dejo mi anecdota y espero les sirva como inspiración:

No me hago cargo dijo...

Me dieron ganas de orinar. No sabría decir si las ganas venían desde hacía mucho o poco rato, porque uno nunca se da cuenta de cuándo empiezan las ganas de ir al baño. Se da cuenta cuando la sensación ya está instalada allí, dentro de uno. El punto es que me dieron ganas de orinar, pero me aguanté, creo que a propósito. Porque al principio, tener ganas de ir al baño es una sensación que puede llegar a ser en cierto punto placentera. No digo cuando uno ya no da más, y si no vas al baño rápido te cagás o te meás encima, sino cuando recién te diste cuenta de que por ahí tenés ganas de hacer. No sé si me explico.

La cuestión es que al principio no tenía TANTAS ganas, pero después sí. Al rato de estar esquivándole el bulto a la necesidad, comencé a sentir esa característica presión a la altura del bajo vientre que te indica que ya es hora de orinar, pues en algún punto esa sensación que antes era placentera se ha convertido en una molestia. Así que me ocupé de buscar un lugar para descargar la vejiga, que adivinaba llena de líquido caliente y ansioso, ligeramente amarillo, y fue maravilloso encontrar el baño desocupado, incluso templado, como si alguien se hubiese tomado el trabajo de calefaccionarlo, cosa curiosa a esa hora de la madrugada. No recuerdo si era un baño público o el baño de mi casa, y en realidad mucho no importaba, porque lo único importante en ese momento era estar al borde del anhelo, y cuando ya todo estuvo listo, y luego de un último instante de contención... el cálido y cristalino líquido amarillento comenzó a fluir, para enorme satisfacción del cuerpo, que de a poco se relaja, mientras el manantial fluye...

Todo muy gratificante. Pero de pronto, la sensación de humedad. La oscuridad. El desconcierto. Un escalofrío. El colchón, convertido en un océano debajo de las mantas. Y la comprensión atroz, ineludible, de lo que acababa de suceder. Pero además, ya ahora con la luz del velador encendida, la evidencia de que lo peor está todavía por llegar. ¿Cómo despertar a esa mujer, que duerme profundamente justo al lado, al borde del arroyo, el charco, el mar, despertate mi amor, que hay que cambiar las sábanas, mirá lo que pasó... ¡No, mejor no, no mires!... Pero sí levantate, porque... ¿Dónde hay sábanas limpias? ¡Ay!... ¡El colchón!... No sé que decirte... Te juro que nunca me había pasado algo así antes...

Agos dijo...

¡Hola a todos! Qué lástima no haber podido ir a la clase anterior, por lo visto se han divertido mucho, asique no puedo comentar nada, pero sí puedo hablar de una anécdota embarazosa.
Recuerdo que era un viernes a la noche, yo tenía 18 años y estábamos festejando que finalmente habíamos terminado la secundaria. De más está decir que estábamos con un nivel alcohólico muy importante. Estábamos con el uniforme de la escuela, tirados en la calle riéndonos y tomando sangría y cerveza. En una de esas, aparece el chico que a mí me gustaba. Nos saludamos y se quedó con nosotros tomando algo. Yo me levanto del suelo, con el vaso en la mano, gritando y cantando. ¡Estaba en canchera total! O, por lo menos, eso creía. Nos mirábamos con el chico y cosa va y viene… y bueno, estaba histeriquiando a morir. Y… había un auto estacionado. Yo agarré y poniendo mi mejor de perra y haciéndome la sexy me subí al capo del auto. Claro… con el alcohol que tenia encima y el auto, por lo visto, recién encerado, seguí derecho, me caí del auto y termine estrolada en el piso. Tan en pedo estaba que quedé dura en el asfalto y todos mis amigos descompuestos de risa no podían levantarme. No se si fue la vergüenza, el golpe y o toda la mezcla de alcohol pero me levante y empecé a vomitar. ! Un desastre total! ¡Tragame asfalto, por favor!

Saludos a todos

PD: ¿hay que leer algo para la clase que viene?

sabri dijo...

Bueno...espero que no nos "juzguen" por esto!!

1. Estudié Inglés por más de 16 años, y en ese momento estaba trabajando en un call center tomando llamadas para Motorola USA y Canadá.
De más estaba decir que pienso en inglés y después traduzco al español porque todavía sigo trabajando con el idioma todos los días,
La cuestión es que cursaba los sábados a la mañana Semio I y necesité preguntarle una cosa al profesor. Levanté la mano, pregunté en español y rematé con un "right?". Cuando me di cuenta casi me muero. Toooda la clase mirandome con cara de: Y de dónde te pensás que sos!! Un horror.

2. Esta incluye alcohol pero no borrachera.
En Londres hace unos años se me dio por ir a tomar con una amiga un café a Starbucks. Acá todavía no estaba así que chocha de la vida me compré uno que era una bomba. Chocolate, crema...terrible.
Salimos de ahí y nos fuimos a caminar...al rato vamos a un pub que vendía sidra tirada artesanal. Estaba lleno de gente
Me tomé una pinta y 30 minutos después me empecé a sentar terrible y no llegué al baño...vomité en un cenicero. Y unos chicos que estaban en la mesa de al lado me alcanzaron un vaso re alto para que siga vomitando ahí. Ellos apenas se inmutaron, pero yo casi muero de vergüenza!

Marianou dijo...

Me siento muy identificado con la primera anecdota de Sabrina.

Un dia, cuando cursaba facu a la manaña, llegue tarde y dormidisimo a un teorico. Me siento, y un compañero de al lado me dice algo que no llego a escuchar, por lo que, evidentemente mas inconsciente que consciente, le conteste: "I´m sorry?", para que lo repita.

No se que fue lo que me detuvo de levantarme y correr fuera del aula en ese mismo instante.

Unknown dijo...

Jajajajajjajajaja muy buenas las anégdotas!!
La mía es bastante vieja...! Yo tenía 10 añetes (ahora tengo 21) y era el acto de fin de curso, terminaba 5to grado.
En mi colegio (Costanza's School) hacen los actos en un cine que forma parte de la cuadra, y como buen cine viejo es bienn grande. Éramos muchos.
Cuestión que la pequeña Costanza, de corte carré, flequillo recto y anteojos con mucho aumento (lo que en las películas yanquis se llama nerd) es llamada desde el micrófono a pasar al frente porque "le había quedado un lugarcito en la bandera", segunda escolta creo. Cuestión que en el ansiado momento me intento levantar de la butaca. Pero no tan rápido!! Pasaron unos segundos hasta que me dí cuenta de que me había enganchado la pollera (que mi abuela me había hecho de tamaño gigante, entrábamos como 8 ahí) con la butaca del querido cine. Toda la audiencia (típico panorama de acto de escuela primaria) me estaba mirando, y dando hipótesis sobre qué le pasaba a la chiquita que no iba al escenario. Que si estaba descompuesta, que si tenía vergüenza. No sé quién a mi alrededor alrededor se percató de mi problema y tironeando me ayudó a soltarme.
Habrán sido 15 segundos con toda la furia... Pero para la exigente/exigida niña de diez años fue un gran momento de trágametierra, que años tardó en superar. Y lo superó cuando se dió cuenta que era una pavada que sólo ella recordaría.
Fin.
Besos a todos!

Marcela dijo...

Hola! Mi anécdota también tiene un par de años. Pero la elegí porque combina miedo y vergüenza. Resulta que yo me estaba despidiendo de unos conocidos en la vereda, cerca de una avenida. Estaba contenta y, como casi siempre, me fui a cruzar la calle no muy atenta. Ya en medio de la avenida escuché: “¡MARCELAAA!”
Me di vuelta rápido porque pensé que le había pasado algo a alguno de mis amigos.
Pero antes de verlos, el ruido del auto que me había frenado en frente me paralizó. Imagínense el miedo de ese momento. Pero, además, la vergüenza que sentí, porque todas las personas que estaban cerca se quedaron mirándome. Unas pocas se acercaron a preguntarme cómo estaba. El resto miraba de lejos “como diciendo” (eso pensé): “Qué estúpida, no sabe cruzar la calle”. Al chofer del auto primero lo noté asustado, pero después, también observé en él esa mirada despectiva. Hubiera querido desaparecer.

Bueno, era eso.
Ah, yo tampoco pude ir el jueves, se ve que la clase estuvo muy buena. ¿Alguien podría decirme qué texto vemos la próxima clase?
Saludos
Marcela

Liliana dijo...

Muy buenas las anécdotas, la mía no es tan vieja... era el casamiento de mi mejor amiga, y yo me había peleado con mi novio justo un par de días antes, así que estaba bastante sensible, y perdida, "sola" en la fiesta, donde todos (advertidos por mi amiga) me miraban como diciendo "¡pobre!". Me puse a tomar algo con la mamá de la novia, una señora de cuarenta y pico, muy bonita, y especialmente arreglada para la ocasión, cuando escucho una voz que dice, -"¡que linda que estás hoy!"
-"Gracias!" dije yo chocha de la vida, y en ese momento me di cuenta que el piropo, era para ella, no para mí!
Me reí, hice fondo blanco, y me fui a esconderme por ahí, mientras el amigo del novio se disculpaba, y la mamá de la novia se lo comía con la mirada.
Me sentí la más perdedora del mundo! es muy gracioso cuando lo recuerdo, pero en el momento, me quería matar!

Edgardo dijo...

Concuerdo con Agustín. Vale la pena mirar la película “Paris, Je t’aime”.
Y ya que hablo de París, voy a contar el “Tierra, trágame” que me ocurrió allí. Merecido, dirán muchos. Y tienen razón. No fui el autor intelectual pero acepté y ello no me redime de culpa. Pero solo no me hubiera animado, créanme.
Desde hacía unos días veníamos haciendo con mi primo lo que podría llamarse la “viveza criolla”, que consistía en ahorrar dinero colándose en el transporte y en usar una credencial de prensa trucha para sacar entradas con descuento. Como venía saliendo bien, uno se ceba y sigue. Hasta que un día sale mal.
Quedaban pocas horas para volvernos de París a Madrid (donde vive mi primo). El tiempo apenas alcanzaba para volvernos desde Montmartre hasta el hostel a buscar las valijas y de allí al aeropuerto. Entramos a la estación del Metro. Allá, además de molinete hay una puerta de acero que se destraba al momento de extraer el boleto de la máquina. Y como en esos días habíamos visto que mucha gente sacaba un boleto, destrababa molinete y puerta, sostenía la puerta y hacía pasar a otro, dijimos “no vamos a ser la excepción, saquemos un solo boleto”.
Paso, destrabo la puerta, la sostengo, mi primo salta el molinete y empezamos a caminar por el pasillo que conduce a las escaleras que bajan al andén. En eso, siento que un hombre de unos 40 años, vestido de civil, se pone a caminar a la par nuestra. Mi primo no sabe una letra de francés y yo no entiendo mucho más que “Oui, Monsieur, au revoir, Tour Eiffel”. Pero por la actitud y la gestualidad uno comprende que no estaba diciendo “¿qué hora es?” sino algo así como: “Permítanme sus boletos”. Al ver uno solo, nos para en la escalera en donde había una oficial de seguridad y unas cuantas personas que se mandaron la misma jodita que nosotros.
Aunque intentamos sacar ventaja de la situación de no entender el idioma, los cinco minutos que estuvimos detenidos transcurrieron entre mi primo que le gritaba en español como si tuviera razón para estar ofendido y le ofrecía un “¿cuánto querés?”, mi cara que mutaba cual camaleón del rojo al violáceo y el tipo que sacaba el handie asegurándonos que si no pagábamos la multa llamaba a la policía.
Sólo atiné a decirle a mi primo: “Se nos va el avión. No va a aflojar porque tiene razón”. Labró el acta, pagamos una multa que significó mucho más que lo que nos habíamos ahorrado hasta entonces y aprendí una rápida lección de semiótica universal: el rojo de la cara como signo de vergüenza y los números que llenaban una tabla indicando a cuánto asciende la multa si la pagás en el acto, a los 15 días o al mes. Por si no entendés el idioma, ¿viste?
Ese fue el momento “Que la Terre me mange”, “I want the Earth to swallow me” o simplemente “Tierra, trágame”.

Anónimo dijo...

Todavía no descubro como puedo hacer para poner mi nombre sin tener una cuenta en google, así que... Lucía Duarte dijo:
Bueno, mi anecdota es más cercana.. Creo que el último hecho vergonzoso fue hace poco cuando estaba bajando la escalera en la estación de ramos Mejia y me resbalé. En cuestión, termine bajando los dos últimos escalones sentada. Cuando me levante, busque la mirada cómplice de alguien para reírme acompañada, pero la gente estaba tan concentrada en cumplir sus horarios que nadie se rió. Así que me fui a sacar mi boleto al mejor estilo "acá no pasó nada"

Ani Bravo dijo...

Creo que mi anécdota más vergonzosa fue cuando tenía unos 10 o 12 años, pasaron 10 años y todavía no logro superarla, me acuerdo y me quiero matarrr. Resulta que mi mamá tiene el negocio pegado a mi casa y allí una puerta que comunica directo con el local. Una tarde yo estaba esperando en mi cuarto que me traiga la ropa para ir a un cumpleaños que tenía en algunos minutos, vale aclarar que estaba en ropa interior. Esperé un rato pero al ver que no venía salí a buscarla, estaba en el negocio atendiendo. Cuando llegué a la puerta me asomé para ver si había alguien y como no ví a nadie salí así como así y justo del otro lado del mostrador había un chico esperando a que lo atiendan. Lo peor de todo es que me vió en bombacha y corpiño, en ese momento por la verguenza salí corriendo y me escondí en mi casa donde nadie me pudiese ver. Me quería matar, sólo decía tragame tierraaa. Desde ese momento nunca más anduve sin ropa por mi casa ni aunque estuviese sóla, que tal si el vecino me ve por la ventana.
Muy vergonzoso, menos mal que tan sólo tenía 10 años o el trauma hubiese sido mucho peor.

Unknown dijo...

Bueno les voy a contar dos historias, les pido que no las encadenen por que quedare un tanto mal...o quizás no tanto.
1. No sé si fue a fin del año pasado o principio de este. Era el mediodía de un sábado. Me desperté, me prepare el desayuno. Y por esas cosas lindas que tiene la convivencia en la casa paterna, “intercambiamos opiniones” con mi vieja sobre algún tema que no recuerdo. Como el “intercambio” no era muy favorable para mi querida madre, con ánimos de ganar el partido en el ultimo minuto, me disparó con esta frase: “Ah ayer tu padre me dijo que encontró un porro en el inodoro…yo no sé como son… pero tu padre me dijo… no se si será tuyo o que…” A lo que yo bueno…dos segunditos de terror y después carcajada gigante y le digo: “primero, no fumo porro, tomo merca! (como gastándola) Y segundo que si lo hiciera no lo haría acá… lo que vio papá era un cigarrillo de tabaco armado” Y le pedí que me acompañara para mostrarle las sedas y el tabaco…y seguidamente le dije: “quiero dejar de fumar, por eso compro tabaco y los armo yo. Es más barato”. Ustedes dirán no es muy buen argumento. Pero fue lo primero y lo único que se me ocurrió, y además posta, que era verdad! ¡Juro que esa vez era tabaco!

2. Hace un año tuve la suerte de hacer un viaje por Europa con tres amigos. Una de las ciudades que elegimos conocer fue Ámsterdam. Y claro sigo reforzando la idea de drogueta… Pero no, esta historia no tiene que ver con drogas. Ni bien llegaditos al hostel, pedimos que nos dieran las llaves de la habitación. Nos acomodamos minimamente y alguno de los cuatro se le ocurrió probar la cajita fuerte. Era una suerte de lockers con clave electrónica que estaban todos juntos justo en frente de la recepción. Bueno, instrucciones para su uso: apriete la tecla A. Ingrese la clave de cuatro dígitos. Y seguidamente ingrese la tecla B. Fácil, ¿no? Bueno, una vez leídas las instrucciones...“¿Y que ponemos?” “¡Pásame los mapas!” Y cerramos. “Bien, cierra bien… Bueno ahora abríla.” “No, no puedo.” “¡¿Cómo que no podes?!” “No puedo, no puedo” y ahí nomás nos empezamos a reír a carcajadas “y bueno vamos a pedirles que nos la abran”. (Nótese que habíamos llegado hacía no más de 20 minutos). “Squiusmi, wi jav e problem wid de locker...”
Lo primero que nos regalo la recepcionista fue una mirada que decía: ¿Son boludos? Y al abrirla nos termina de matar con una mirada fulminante en la que se leía: “¿los mapas son de oro, no?”

Nicolás Scipione dijo...

Algo que me tuvo en vela durante muchos años, hablando sobre la mirada de los otros, es que en 1er grado, en los primeros días de clase tuve un percanse. Yo quería ir al baño, la "señorita" no me escuchaba o no quería escucharme (nunca lo supe). Como no obtenía respuesta intenté salir corriendo al baño sin pedir permiso pero no llegué al baño. Luego mis compañeros, y durante los 7 años de colegio primario, me dijeron ¡ Te cagaste encima!.
Y así fue...

Solange dijo...

Hola!
Si de vergüenzas hablamos, creo que yo me llevo todos los premios. Las peores se las atribuyo a mi cuerpo. Siempre fui extremadamente torpe. Cuando era chica, podía culpar a mi cuerpo desproporcionado (medía 1.62 a los 9 años, tres centímetros menos que ahora) pero a esta altura de la vida, se lo atribuyo a mi poca destreza física, soy torpe ¿y qué?
Como me aburrí de mis torpezas no voy a contar ninguna anécdota que las justifique pero yo creo que debo tener un exceso de gravedad alrededor. Me caigo, se me caen cosas, me doy vuelta y siempre tiro algo (a un nivel insólito. Cuando estaba embarazada, por ejemplo, tiré una jarra de café con la panza, jajajaja). Por este motivo, en mi casa, siempre se me destacó como “la nena que estudia” y mis hermanos eran los deportistas, que no estudiaban. Una de cal, una de arena…
Por eso, la vergüenza que voy a contar es de las que más me avergüenzan (valga la redundancia), justamente, porque se vio afectado el plano en donde me hicieron creer que era buena, la escuela (bueno, era buena alumna pero ahí, patiné!).
Estaba en 6º grado, creo. Yo era nueva en la escuela y, el primer día de clase, el profesor de música hizo que escribiéramos la canción del colegio. La escuela se llama Carlos Javier Benielli y, su himno era la marcha de San Lorenzo.
Como no conocía a nadie, y era muy tímida, en vez de preguntar cuál era la canción, me puse a escribir lo que me pareció que podía llegar a ser el himno de una escuela. Terminé de escribir, entregué mi hoja y al profesor no se le ocurrió mejor cosa que leer todas las hojas para toda la clase.
Al principio, pensé que no iba a ser tannn terrible porque el profesor empezó a destacar las faltas de ortografía que tenían mis compañeros. Primero, decía el nombre y el apellido y empezaba a leer sin tildes (si no se los habían puesto) o corrigiendo las letras que estaban mal por ejemplo, decía: “avansa (con S, va con Z) el enemigo” y así siguió hasta que llegó mi turno.
Lo primero que leyó fue el nombre y el apellido:
-“Solange Migoyo”
-“acá!”

Y empezó…
- Aquí está la bandera idolatrada, la enseña que Belgrano nos legó…
La leyó toda!!! Y me dijo (textual!!!): “no tenés ni una falta de ortografía pero esto es como ir a una fiesta disfrazado de pollo y que la tarjeta de invitación diga que tenés que ir vestido de etiqueta”.
Para queeee!!!! Me puse bordó! No sabía qué decir y sólo atine a sonreírle al profesor…En fin, terrible vergüenza que me quedó grabada en el cerebro!
Ahora, a la distancia, me parece terriblemente gracioso lo que me dijo!!! El comentario fue tan gráfico que puedo ver la analogía de cómo quedé parada frente al resto!
¿¿¿Se imaginan caer con un disfraz de pollo, bien amarillo, en una fiesta de etiqueta??? Muy gracioso!
Saludos!!!!