viernes, septiembre 04, 2009

Primer ejercicio

El ejercicio que realizamos el jueves pasado hacia el final de la clase debe en parte explicarse por sí mismo. Y en cuanto a la parte que no, será explicada a su debido momento. Por ahora, escriban sus impresiones en los comentarios de esta entrada y vayan leyendo lo que los demás escriban.


Otras cuestiones: No olviden que el jueves próximo trataremos el texto de Alain Finkielkraut titulado "La sabiduría del amor", que versa sobre algunas conceptualizaciones de Jean Paul Sartre y Emmanuel Lévinas. Léanlo, pues de lo contrario no se entenderá nada. Más tarde retomaremos las cuestiones relativas al zen.

Para quienes deseen ver las películas Zeitgeist y Zeitgeist Addendum, completas y subtituladas al español, pueden hacerlo a través de los enlaces que les doy aquí abajo. Háganlo con tiempo, pues cada uno de estos videos dura dos horas largas:

Para ver Zeitgeist - La película hagan clic aquí

Y para ver Zeitgeist - ADDENDUM hagan clic aquí

Ambas películas son muy interesantes en tanto resultan cuestionadoras. Y los cuestionamientos siempre son bienvenidos. Eso sí, véanlas también ustedes con ánimo cuestionador. Como diría Luis Majul, no crean en todo lo que les dicen. Ni siquiera en todo lo que les diga yo. Es en la capacidad crítica bien entendida donde se ubica la posibilidad de aprender y el crecimiento.

Ya que hablamos de rebeldías, y dado que olvidé dejar en la fotocopiadora el original de las "Doce razones que demuestran la inexistencia de Dios" de Sébastien Faure, les confieso que si bien yo tengo el libro original, la copia que había llevado a la clase la obtuve bajándola desde este sitio. También está disponible para ser leído on-line desde Wikisource. Pero claro está, si ustedes igual que yo consideran que siempre es mejor tener el libro original, y desean comprarlo, pueden hacerlo en este sitio.

Finalmente vuelvo a recomendarles, si tienen ocasión, que vean la película El cuerpo (The Body), con Antonio Banderas, que mucho tiene que ver no sólo con el posteo anterior, relativo a los dioses, sino en general con toda esta material.

Gracias a todos los que ya escribieron lo suyo y recuerden que la participación en este lugar es importante por partida doble: la razón menos relevante es que se computa como nota de concepto. La más relevante es que nos permite reflexionar en voz alta y de manera articulada y compartida, lo cual supone poder aprender más y mejor. Tanto ustedes como nosotros.

31 comentarios:

Magdalena dijo...

Me pareció un ejercicio muy interesante. Desde el "sáquense sus zapatos" pensé "el profesor quiere que lleguemos al estado de Iluminación..."(y algunas cosas más). Igual no me hubiese molestado...
En fin, las sensaciones, creo fueron parecidos para todos, primero porque somos todos seres humanos y tenemos las mismas o parecidas sensaciones y segundo, lo confirmé cuando salimos de la clase y charlé con algunos.
En el momento en que el profesor nos incitaba a tomar conciencia del cuerpo y de la sangre y demás, logré llegar a hacerlo, pero me costó un poco llegar hasta ahí. Luego, tomé conciencia y lo que más sentía fueron mis latidos y la sangre.
Cuando la luz se encendió y seguía con los ojos cerrados, seguía concentrada en mi cuerpo pero quizás con un poco de pudor sumado a una "incomodidad" de que haya luz. Al abrirlos, fijé la mirada en mi compañero de enfrente y vi que el también la fijo en mí; fue por eso que decidí cambiar la mirada porque me iba a ser imposible poder soportar una "contemplación mutua" (quizás por el entorno en que estaba) . Fijando la mirada en otro compañero logré tenerlo en el centro claramente y su alrededor estaba blanco. Lo que más me impresionó fue mi respiración agitada y los latidos del corazón; pero siempre fijando la mirada. Mi mente estaba en blanco.
Me encantó la clase de ayer.

sabri dijo...

La verdad es que salí sorprendida, para bien, de la clase de ayer.
Nunca en clase me habían incitado a sacarme los zapatos, pero menos aún a relajarme. A tomar conciencia de mi cuerpo.
Cuando las luces se apagaron y empecé a recibir las “indicaciones”, me fui relajando, y me fui abstrayendo. Me vi, a mi misma, sola, sentada en la playa a la que siempre voy pero en invierno. Me vi a mí misma e imaginé la brisa del mar en mi cara y el sonido de las olas.
Cuando prendieron las luces, realmente no quería. Estaba muy tranquila, el mar y yo. Sabía que estaban todos mis compañeros en la clase, pero tampoco me importó, porque no era relevante.
Cuando encontré la mirada en mi compañera de en frente fue muy raro. Al mirarla a los ojos, paulatinamente el resto de la gente se empezó a nublar. No sé si fue estar tanto tiempo con la luz apagada, pero todo se hizo borroso. Cuando parpadeaba, todo se aclaraba unos instantes. Por un momento imaginé a mi compañera sentada en la misma playa que yo, pero yo no estaba con ella. La veía de espaldas.
La verdad es que por momentos se me dificultó mantener la mirada, no porque la de mi compañera fuera hostil, todo lo contrario, pero a veces se siente una intensidad muy fuerte que es difícil de “aguantar”.
La verdad es que salí muy relajada de la clase. Me hizo muy bien el haber podido encontrarme conmigo misma por unos minutos. Muchas gracias por el ejercicio!!!

Marianou dijo...

En cuanto a las clases (no solo la de ayer, sino las que venimos teniendo hasta ahora) son de las pocas que uno tiene a lo largo de la carrera que realmente no quiere que se terminen.

Me quedó algo dando vueltas después de lo de ayer. Hablamos del Zen como esa "otra" manera de llegar a la verdad, al conocimiento. Al plantearse en clase que estos no eran dos puntos de vista de la realidad "equivalentes", el profesor respondió que "el maestro Zen no está iluminado las 24 horas del día". Mi planteo entonces es que, pensando a la busqueda de la verdad como si fuera una escalera, la filosofía Zen no me parece una escalera distinta a la del racionalismo occidental, sino un escalón más arriba de la misma escalera. Como se planteaba en la clase, el maestro Zen puede ir y venir constantemente desde ese estado de unidad con el universo, por así decirlo (bajar la escalera es más fácil que subirla). Nosotros, por otro lado, no. Creo que la Iluminación es un estado que puede alcanzarse desde la razón (sólo para descartarla, pero utilizandola como punto de partida de todas formas). ¿Que pasaría en el hipotético caso de un bebé nacido en una comunidad de maestros Zen? Indudablemente también tendría la capacidad "Occidental" del razonamiento, de la lógica, de las clasificaciones. Luego, sí, seguramente alcanzaría la Iluminación. Por este motivo es que interpreto la filosofía Zen, no como otra forma de llegar a la verdad, sino como un paso más allá en el camino del conocimiento (que es el mismo que recorremos nosotros)

En cuanto a la experiencia del final de la clase, mas allá de la primera parte de cerrar los ojos y sentir el propio cuerpo (algo que nos es muy dificil lograr en nuestra cotideaneidad) creo que el hecho de clavarle la mirada a un completo desconocido y sostenersela el mayor tiempo posible fue la experiencia en sí. Lo que sentí en ese momento fue algo raro: era como una sensación de invasión hacia la otra persona, pero permitida simplemente porque el profesor era quien había elaborado la consigna. Esa incomodidad (que llevó a un par de risas incluso) se volvió apenas soportable a pesar de que la acción misma había sido, digamos, "pre-fabricada" por el contexto. Esto me llevó a pensar que nos cuesta tanto el contacto con el otro, que nos incomoda incluso si ese contacto se realiza "ad-hoc". Creo, precisamente, que ahí radica la dificultad del occidental de comprender el Zen: esa imposibilidad de conectar realmente con el afuera, descartando el "yo" y el "vos".

Juan Martín dijo...

Cuando se apagó la luz intenté seguir lo que proponía Germán con su voz. Que tengamos conciencia de nuestra respiración, que nos concentremos en el peso de nuestro cuerpo... Sin embargo se me hizo muy difícil abstraerme de mis pensamientos; tan es así que cuanto más intentaba relajarme mi cabeza me llevaba a los problemas del día (discusiones con los que están más cerca de uno, problemas laborales y/o preocupaciones cotidianas). En esa lucha conmigo mismo para lograr dejarme llevar por lo que planteaba el profesor, noté que se me complicaba encontrar un "equilibrio". Ni se me ocurrió pensar en que estaba en una playa tomando una caipirinha (por ahí así hubiese logrado encontrarme conmigo mismo).

Al momento de tomar conciencia de mi respiración e intentar inspirar y expirar suavemente, recordé que siempre me puso muy nervioso ese ejercicio; en general termino más agitado que en un principio.

Cuando se apagaron las luces abrí los ojos y me encontré con un montón de compañeros sentados frente a mí. Aparecieron, todos ellos, como formando parte de una nebulosa indistinguible; así que me puse los lentes. En ese momento pensé que es un tema importante no ver muy bien de lejos; genera una fragilidad en el contacto con el otro, los contornos, que se pierden, nos distancian del entendimiento de lo que está ocurriendo. ¿Acaso alguien me está mirando?, ¿me saludaron y yo no respondí?.

Intenté vencer las dificultades que la distancia con el otro me estaban generando, y logré entrar en contacto visual con un compañero. Preferí intentar establecer un vínculo mutuo, y no mirar a alguien que, desprevenido de mi mirada, se concentrara en otro compañero. Pensé que no es muy común que dos personas mantengan entre sí una relación de este tipo. Que te miren y mirar, quedarse así un tiempo largo, intentar suponer qué está pensando, es algo que por ahí ocurre más con una pareja. Quizás en ese caso ya están vencidas las barreras que nos separan, y existe un acercamiento diferente que no nos lleva a desviar la mirada, sea por verguenza, timidez, o individualidad racionalista.

Así que entré en contacto visual con un compañero que estaba casi en frente mío. Busqué cerciorarme de que él también estuviera mirándome, aunque no estoy totalmente seguro de que eso ocurriera (aún con los lentes la distancia me hacía dudar un poco de lo que llegaba a ver). En varios momentos tuve que mirar hacia otro lado, ya que me costaba mantenerme concentrado y no sentirme muy expuesto. Contenía mis movimientos, parpadeaba más. En fin, fue raro, quise resguardarme y volver a sentirme separado del resto por un momento. El pasar de concentrarse en el propio cuerpo para luego conectarse con el otro en un inicio me pareció contradictorio. Pero intentando reflexionar en relación a lo que se charló en clase sobre la filosofía Zen, todo parece más claro. La búsqueda de una interacción armoniosa, que se distancie de un pensamiento de tipo racionalista que tiende a separarnos del resto. Percibiendo así esos lazos que existen y que nos permiten ver que somos parte de un todo, y no una individualidad ajena al mundo.

ana.fukelman dijo...

Yo viví...
1) En todo momento sentí que las reglas y el protocolo social habían cambiado, ese ratito, para todo el grupo de personas. Lo cual fue muy bello, porque en ese sentido, fui muy sincera, y creo que me "retiré del mundo de las apariencias". Un rato, nomás.
2) Cuando abrí los ojos, tomé conciencia de que estaba acompañada (muy acompañada!) en la habitación. Pero fue una noción muy suave, no lo suficiente para descentrarme.
Al otro lado del aula, diametralmente, me encontré con una mirada, la miré.
Serie de sensaciones, sin ideas que mediaran (por suerte!):
- complicidad
- conexión
- fuerza
- calor
- mucho calor
Y ahí, como una tonta, elegí dejar de mirar
=)

Lu dijo...

Al principio, con la luz recién apagada, me costó un poco poder concentrarme en mí misma y en mi propio cuerpo.. creo que principalmente fue por los ruidos que inevitablemente se escuchaban en la facultad y por algo de luz que entraba por la puerta y me daba en los ojos. Sin embargo empecé a "meterme" en mí misma de a poco. Sentía mi cuerpo pesado pero a la vez flojo, era una sensación extraña..
Luego, con la luz encendida, busqué alguna mirada. Sentí que me iba a costar encontrarme con alguna, hasta que me crucé con la mirada de una compañera que estaba en frente mío. Al principio se me aceleró la respiración y sentí calor, pero un calor dentro de mi cuerpo. Me pareció que en ella pasó algo similar, primero le noté también una agitación en la respiración. Pero conectamos y me costó mucho no mirarla. Todos los demás chicos estaban como nublados. A su vez, tenía como un nerviosismo, supongo que porque no nos es usual mirarnos tan fijo durante tanto tiempo, principalmente con alguien que no conocemos. En 2 momentos necesité mirar al costado un segundo, pero cuando lo hice inevitablememte tuve que seguir mirando a los ojos a mi compañera. Así como de entrada me sentía agitada, luego fue todo lo contrario.. sentí que estaba muy relajada y que ya no era incómodo. Si bien escuchaba la voz del profesor, todo lo que estaba fuera de esa mirada estaba en otro plano y nada me podía distraer. Incluso me costó un poco volver a "la normalidad".

Edgardo dijo...

“Sáquense las zapatillas, vamos, sáquense las zapatillas”. No me las saqué. “Cierren los ojos”. Sí, no hay nada de malo en ello. Sólo que primero decidí entreabrirlos ligeramente para cerciorarme de que no fuera el único que los cerraba. Y no. Para sorpresa mía allí había no menos de cuarenta pares de ojos cerrados. Entonces sí los cerré con decisión. Y de golpe, la oscuridad. Rara oscuridad por el contexto, rara oscuridad por el silencio que trajo aparejado. Silencio que se contradecía con el incesante murmullo del afuera.
La voz, desde mi izquierda, comenzó a hablar, a dictar. Propuso que sintiera. Lo intenté pero no pude con la intensidad que hubiera querido. Aunque algo hubo. Porque este diestro sintió primero el peso de su zurda o porque la circulación de su sangre era la imagen del sistema circulatorio que está en el imaginario social. También porque sentir la respiración era respirar, en mi caso, a una frecuencia distinta a la que lo hago normalmente. Ni mejor, ni peor. Distinta.
Algunos segundos nerviosos. Alguna huida fugaz del pensamiento hacia la realidad. Alguna que otra sonrisa contenida. La luz volvió y mis ojos lentamente se abrieron. Buscaron hacer contacto con alguien aunque los primeros intentos fueron fallidos. Por fin, se detuvieron en una chica de pullover rayado. Durante dos o tres segundos, su figura me pareció que se recortaba del fondo por una suerte de halo blanco. Me preguntaba: ¿me mira a mí? No lo sabía. ¿Me está mirando realmente? Quizás. Sólo supe que el peso de una mirada que me miraba o mejor dicho que “creía que me miraba”, no podía ser mantenido mucho tiempo. Y entonces sobrevino la carcajada contenida desde la izquierda que me devolvió por completo a la realidad e hizo que me riera cuando aún la voz decía “10 segundos más”. Quise volver a posar la mirada sobre esa chica y la encontré conteniendo su risa. Ah, entonces sí me miraba.
Lejos de la Iluminación (que sólo ocurrió cuando Germán presionó por segunda vez el interruptor), la experiencia fue interesante. Por primera vez en mucho tiempo tuve unos minutos para sentir y no para pensar.

Anónimo dijo...

Hola! Algo malo pasó mientras posteaba, así que estoy haciendo esto por segunda vez… seguro no será tan bonito…
Durante el ejercicio, la verdad es que no pude concentrarme demasiado, estaba muy cerca de la puerta y se escuchaban los ruidos, además de que se me hacía bastante difícil olvidar que estaba rodeaba gente, o tal vez es sólo que soy bastante incrédula.
Antes de que empezáramos con el ejercicio me quedó una duda importante para poder entender la filosofía zen mejor; ¿cuál es su concepción de espíritu?
En mi pequeño ideario, lo que llamamos mente, espíritu y alma para mí funciona como uno solo algo así como “el interior”, (algo similar a lo que llamaban Psyche en Griego)
Entonces, con esta idea, se me hace un poco difícil ver cuándo es el espíritu el que entra en juego y cuándo es la razòn/mente.
Cuando sentimos, donde lo hacemos? Cuando tenemos angustia o miedo? El sentimiento del amor dónde es que se ubica?
Creo que porque no puedo hacer bien esa distinción me cuesta un poco ver las diferencias…

Lili Seijo

Dice:
Había dos palabras en hebreo que carecían de equivalente en griego (en aquella época, el Koinos era el dialecto en boga): rowah (espíritu y en género femenino) y nephesh (alma, masculino). Ambas fueron traducidas como psyche, la que asímismo fue usada para traducir del hebreo hacia el griego una tercera palabra, la palabra "mente", por lo cual psyche vinieron a significar, indistintamente, "mente", "espíritu" y "alma".

Agostina dijo...

Que sensación! que expuesto que se siente uno en estas situaciones!. Al principio cuando Germán propuso el ejercicio, me generó mucha ansiedad. Quizas fue por eso que no logré relajarme mucho. Me saqué las zapatillas, y cuando cerré los ojos, los párpados me latían y mi respiración era demasiado intensa. Luego, cuando se prendió! que cosa rara! Que situación intimidante. Clavé la vista en una persona que me estaba mirando y no puede evitarlo.. la verguenza hizo que buscara a otra persona que no me estuviese mirando. Y ahí... mirando fijamente, con la mente en blanco, se nubló todo el alrededor de esa persona, quedando solamente su cara.
Lindo ejercicio! linda manera de enseñar, sentir y jugar!

Tutealonso dijo...

Mi experiencia en esa clase fue buenisima. Estoy acostumbrado a ese tipo de relajación ya que suelo usarla a la hora de dormir. Cuando Germán dijo que teníamos que mirar a un compañero pensé en un compañero con el que curso otra materia y ya sabía donde estaba sentado, el problema fue que al abrir los ojos él estaba mirandome a mi y nos reimos por lo que miré a la chica que estaba a su lado.
Ella también me estaba mirando, y sentí esa conexión de la que hablan todos, esa intimidad, y solo podía ver su cara ya que el resto estaba todo nublado, borroso, entre blanco y rojo.
El problema fue que cuando terminó todo fui a saludar a mi compañero y me presentó a esta chica, una amiga de él. La saludé comenté lo bueno de la experiencia y luego me fui.
Al llegar a la parada de colectivo me encontré nuevamente con ella y sentí esa incomodidad de encontrarte con una persona con la que tuviste sexo hace mucho tiempo. Habíamos compartido esa intimidad, pero ya no estaba ahí. Subimos al colectivo y nos sentamos juntos, intercambiamos un par de palabras y luego el silencio. Noté que a ella la estaba poniendo nerviosa y me divirtió pensar cuanto tiempo podría pasar callada. A las pocas cuadras me preguntó algo como para evitar el silencio y estuvimos hablando un rato.
Fue extraño como logramos esa intimidad con solo mirarnos a los ojos, y lo incomodo que fue luego de pasado el ejercicio, pero ciertamente fue una clase muy diferente y una buena forma de abandonar el ego por unos instantes.
Muy buena clase.

carlos alvarez dijo...

Me fue muy difícil concentrarme, estaba todo el tiempo desconfiando, creo que es un poco mi naturaleza. Cerré los ojos y ahí estaba tratando de dejarme guiar,pero siempre con la desconfianza a cuestas. Las primeras palabras las seguí y pude abstraerme, sentí lo pesado del cuerpo, la sangre circulando, hasta que en un momento mi cabeza, como casi siempre, me hizo conciente de que pensaba.Y me vino a la mente un capítulo de "los Simpsons" , cuando Lisa meditaba encerrada en una especie de tanque de agua y en el que justamente no podía dejar de pensar. De ahí, me vino la imagen de "Dersu Uzala", el pesonaje de la película de Kurosawa. Bah, creo que todo la clase tuve esa imagen en mi cabeza,porque enseguida que vi de qué se trataba lo relacioné con este nómade, que habla con la naturaleza(la parte en la que discute con el fuego es la que más recuerdo) y que trata de sacarle los prejuicios occidentales a los expedicionarios rusos que buscaban expandir fronteras.
Otra cosa,es que ya al final no podía mantener mis ojos cerrados, no aguantaba más, tanto que los entreabría a cada rato. Y cuando finalmente vi y tuve que reparar en la mirada de algún otro no pude hacerlo, escuchaba risas y esbozaba una, luego intentaba mirar y cuando encontraba la mirada del otro enseguida saltaba a un punto fijo. Leyendo un cuento de Bioy encontré una posible respuesta a esta incomodidad de sostener la mirada. Dice el autor: " Si te miran mucho te sientes tocado. Aunque no lo mencionen los tratadistas, hay una sensibilidad, sutil pero indudable, que nos avisa que nos miran". La clase estuvo muy buena.

Anónimo dijo...

Dentro de la sorpresa que me generó la actividad, llegué a relajarme lo suficiente como para darme cuenta que estoy muy lejos de tomar conciencia que mi cuerpo es mío. La conexión con un compañero no pude concretarla. Saludos. Ignacio.

Germán A. Serain dijo...

Gracias por todos los comentarios. Y también gracias por la buena onda.

Estoy registrando la participación en el blog, junto con las asistencias, para tener estas variantes en cuenta en su momento. Así que identifíquense siempre de la manera más clara que puedan. (Salvo, claro está, que quieran decirme alguna cosa para la cual el anonimato sea importante, jaja...)

Mariano: Es interesante tu punto de vista. No me atrevería a descartarlo.

Lili: Preguntame en la clase, en todo caso, esas inquietudes que tenés.

GFracias Magda, Sabri, Juan Martín, Ana, Lu, Edgardo, Agostina, Tute, Carlos, Ignacio... Los demás sigan comentando abajo.

Fede dijo...

Cuando se apagaron las luces intente concentrarme, olvidarme de los demás, encerrarme en mis pensamientos, fue difícil ya que no había tenido alguna experiencia como esa antes. Así que intente de todas las maneras posible concentrarme pero me era medio complicado, sentía que al primer movimiento que hacia me desconcentraba, recordaba todo lo que había hecho en el día, todos los recuerdos de lo que había hecho y cosas que iban a pasar pasaban por mi cabeza. Sin zapatillas, ojos cerrados, luces apagadas, una voz que murmuraba, y de pronto las luces se prendieron y me cruce (creo yo) con alguien y plante la vista allí. Era raro ver a alguien que supuestamente me miraba, estaba como siendo mirado, espiado, mirada a mirada, no tenia como esconderme de esos ojos. Por la cabeza se me presentaban dudas, preguntas, tales como que piensa de mi, que habrá hecho que me mire, estaba despeinado, la verdad que me interesaba saber lo que él pensaba de mi, y eso fue gran parte del tiempo, se me iba la mirada hacia otros lugares pero sentía que no había conexión, que tenia que cerrar eso que había empezado pero no sabia como. Luego con el conteo final quería que termine lo mas pronto posible este duelo de miradas, porque ya me sentía invadido por él… Es raro lo sucedido, todavía no puedo explicar algunas sensaciones, espero que pueda…

Inés Priori Sáenz dijo...

Qué difícil es mantener una mirada fija con otra persona. Qué difícil es saber si es a uno a quien está mirando la otra persona. ¿Debería hacer yo alguna mueca como para demostrar que a es a vos a quien estoy mirando? Intento comunicarme a través de los pestañeos y veo si me los respondes. Pero si no me los respondes quizás no me estás mirando a mí. Entonces –siguiendo la consigna fijada por el profesor- desvío mi vista de tus ojos para ver si me encuentro con otra mirada. Y a la distancia quizás algún otro par de ojos pareciera estar viéndome. Hola, si que tal. Si, pero quizás estás viendo a la persona que está a mi lado… y vuelvo a la búsqueda de otra mirada. Encuentro otra. Intento mantenerla y mantenerla pero siento que es muy forzado, al punto de no querer pestañear. Quedate ahí. Hasta que le mirás las piernas, la vestimenta, y la mirada, la conexión, se fue.

Supongo que el objetivo del ejercicio –si es que tuvo alguno- era establecer una conexión con otra persona a partir de la mirada. Me pregunto si lo habré logrado, y creo llegar a la conclusión por la negativa. No llegué ni a la risa ni a la sonrisa a partir de ninguna conexión –si es que hubo alguna. Quizás llegué a la desilusión por sentir que no he llegado a nada con otra persona. Tanto así que me costó 5 segundo menos que el resto despertar de esa desilusión y volver a calzarme las zapatillas y salir de la clase.

Marcela dijo...

Se apagaron las luces. Tenía que cerrar los ojos. No podía, desconfiaba. Lo intenté con tanta insistencia que finalmente resultó. Pero no podía olvidarme de mis compañeros, de los profesores, del lugar: estaba en un aula de la facultad.
El profesor nos pedía que sintiéramos el peso del cuerpo, las manos, la sangre que corría por nuestras venas.
Y me olvidé. Me olvidé de los que estaban allí. Aunque era sólo momentáneo, viajaba y volvía. Mis preocupaciones se encargaban de traerme a la realidad. Pensaba en el zen porque, aunque no me animé a levantar la mano, había leído el texto. Las palabras de mi conciencia arruinaban ese lindo momento. Desde una parte creía que era una locura lo que hacíamos. Desde otra, que era maravilloso.
Y empecé a sentirme libre de mi cuerpo, ya no estaba encorvada, sino extendida en silla. Las piernas al principio tensas, se fueron aflojando.
Abrí los ojos con la luz. Busqué una mirada, me preguntaba qué pensaban esos ojos. Quizá lo mismo que yo. Eran miradas vacías, pensé en un momento. No había motivo para mirarse. Inmediatamente lo descarté. Si bien todos estábamos impulsados por la orden del profesor de buscar una mirada, podíamos no hacerlo. Era mirar, era buscar en los ojos… encontrar lo que no sabíamos que íbamos a encontrar.
Y vi un par de ojos que estaban atentos a los míos. Pero me desconcentré. Decidí que quizá los que estaban al lado podían conectarse con los míos. No. Me invadió una sensación de fracaso. Lo volví a intentar. El profesor dio por terminada la clase. Fue como no llegar a concluir una respuesta en un examen.
En fin, no sé si debía sentirme frustrada. Quizá, sólo vi las cosas negativas, sin hacer énfasis en las positivas, que fueron muchas, como por ejemplo, que me sentí muy cómoda, tranquila y, además, que está bueno desarmar la clase.
Realmente, qué buena idea escribir las experiencias en el blog.
Saludos

Jesica dijo...

Fue una experiencia agradable e incómoda al mismo tiempo. Agradable porque, como dijo un compañero, no es muy común que uno se detenga a tomar conciencia del propio cuerpo y más aún, que esto pueda darse en clase. Incómoda para mí, en cuanto al intentar concetarse con el otro a partir de una consigna... Fijar la mirada y encontrar un punto de conexión.
Me resultó imposible mirar a los ojos a “otro” (ese otro fueron tres o cuatro personas) por más de unos pocos segundos, sin sonrojarme y ponerme nerviosa. Me sentí intimidada y desafiada a llevar adelante un ejercicio en el que el minuto de espera se me hizo eterno.
Muy interesantes las clases!

Anis dijo...

Faltaban pocos minutos para que el reloj marquen las 9PM, terminamos de analizar el texto del día y cuando pensé que llegaba la aliviadora frase "Hasta la semana que viene", las palabras fueron totalmente diferentes, entonces me dí cuenta que algo faltaba, que no era el fin del encuentro y que lo màs lindo estaba por llegar. "Hagan una ronda, saquense rápido el calzado y cierren los ojos". Fue un momento de mucha confusión, hasta el momento no entendía hasta dónque quería el profe que lleguemos, había mucho murmullo y confieso que en un principio la situación me dió mucha tentación a tal punto que tuve que largar una leve risa para evitar una carcajada desconcentradora; creo que algunos otros que estaban cerca mío sentían lo mismo. Para concentrarme intenté pensar en otra cosa hasta escuchar con atención las indicaciones. en un principio me costó concentrarme y relajarme, pero poco a poco empecé a sentir los latidos del corazon, la circulación de la sagre y escalofríos, pienso que propios de la misma relajación. Cuando se encendió la luz y abrí los ojos, muchos de mis compañeros se veían tan confundidos y mareados como yo. M costó elegir a uno de ellos mirarlo fijamente, tuve que hacer un paneo general hasta concentrarme fijamente en uno de ellos. Percibía a esa persona como en un lugar muy lejano al mío, pienso que estaba mucho más relajada y concentrada que yo ya que los escalofríos seguían, mi panza crujía y el cansancio poco a poco empezaba a hacerse cada vez más presente. El ejercicio está muy bueno para relajarse y para tratar de pensar en otras cosas diferentes a la rutina, a los problemas que nos atacan diariamente, a las personas que nos rodean y a nuestras obligaciones. Pienso que es positivo para hacer de ese momento sólo nuestro, para encontrarnos con nosotros mismos y asi poder reflexionar y llegar a conclusiones sobre nuestra vida. Pero en cuanto a la llegada de la "verdad" respetando el método de la filosofía zen, creo que en mi caso sería basatnte difícil llevarlo a la práctica.
Por último me parecen muy buenas las clases, hay mucha libertad en cuanto a los debates y eso está muy bueno.

Emma dijo...

en un momento me parecio que estaba en mi clase de yoga, senti casi la misma sensacion de ese momento de relajacion. la busqueda de otra mirada me resulto un poco dificil porque no logre encontrarme con una mirada que pueda sostener, ni conexion alguna.
fue algo fuera de lo comun para que suceda en la facultad, pero muy entretenido y creo que ayudo para darnos una vision un poco mas cercana al proceso de iluminacion y lecturas del zen. realmente se disfruto mucho!

Unknown dijo...

El ejercicio me pareció interesante, pero me generó una incomodidad absoluta! Creo que lo valoro por eso, por hacerme ver que hay cosas muy simples que logran incomodarme. La primer parte del ejercicio fue para mí por un lado relajante, pero por otro, tener que tomar conciencia de mi respiración y de los latidos del corazón también me molestó un poco. Luego tener que mirar fijamente a alguien siguió incrementanto mi molestia; elejí mirar a alguien que estuviera lejos mío para sentirme menos presionada por la mirada del otro. No pude mantener la conexión durante mucho tiempo, muy mal lo mío, pero solo podía pensar cuánto tiempo faltaba para que se terminara ese extraño ejercicio. Si bien no lo disfruté para nada, me pareció muy útil para darme cuenta la importancia y el peso que tiene la mirada del otro sobre uno, el saber que uno es mirado y que está mirando a otra persona, que también sabe que la miran.
Al leer el texto de Finkielkraut me sentí un poco acompañada, por lo menos al ver que el tema de la mirada puede generar incomodidad no solo en mí!

Victoria dijo...

Me pareció muy interesante el ejercicio.

El primer momento, el de la relajación, la verdad me costó bastante. Intenté aprovecharlo pero había muchas cosas que me hacían ruido en la cabeza y no logré concentrarme como hubiera querido. De todas formas creo que fueron importantes esos minutos porque de otra forma hubiera llegado más dispersa al ejercicio siguiente.

Cuando se encendieron las luces no sabía a dónde mirar. Tuve la rara sensación de tener que "justificar" la dirección de mi mirada, elegir por algo a esa persona, como que mi mente necesitaba fundamentar esa elección. De repente pude lograr el cruce de miradas con un compañero, se dio porque sí. Me costó mantanerla primero porque soy tímida, y segundo porque empezaba a preguntarme qué estaría pensando el otro. Pude sostener la mirada durante al menos dos minutos, me daba la sensación de estar conectada con mi compañero pero esa conexión se interrumpía varias veces porque alguno de los dos movía los ojos hacia el entorno. Casi al final sentía que se me nublaba la vista y se me hacía más complejo e incómodo mantenerla fija en esa persona. Entonces fijé la vista en la compañera de al lado (que ya conocía previamente), pero la desconcentración me ganó y nos reímos.

Considero que los ojos son el órgano de comunicación más importante a la hora de transmitir desde lo interno hacia un otro, por eso muchas veces la mirada se basa en un vínculo de confianza y nos cuesta tanto sostenerla con quien no conocemos, es más, si vas por la calle y te pones a mirar así a alguien seguramente se enoje o te diga "qué miras?".

Leticia dijo...

En primer lugar debo decir que el ejercicio fue divertido, felicito a los que lo disfrutaron plenamente, pero no es mi caso. Caundo me saque las zapatillas estaba todo bien, pero cerrar los ojos fue algo bastante incómodo simplemente por la idea de saber que otro no los cierre y me vea a mi hacerlo... podria ser un temor al rículo?? mantuve los ojos cerrados pero nunca logré concentrarme, en todo momento estuve pendiente de los ruidos que percibía.
Cuando se predió la luz fue más incómodo aún: no encontraba a nadie que me mire!! Hasta que me quede fijo mirando a un compañero que si no me equivoco en la primera clase (cuando hablábamos del silencio y presentarnos) dijo que él no hablaba habitualmente en las clases porque se sentía incómodo. A mi me pasa algo similar, si no hablo no es por decir algo "equivovcado" si no por la tensión que me genera que todas las miradas se dirijan a mi en ese momento. Fue el elegido y lo miré sin problema, su mirada fue correspondida pero por momentos insostenible. Al final los dos nos reimos.
No puedo decir mucho más, fue interesante.
Tal vez a partir de ahora haga algún cometario sobre las lecturas que vamos haciendo.

Anónimo dijo...

A nosotros no nos hiciste sacar los zapatos!!¬¬

German dijo...

La verdad me copo mucho la idea del ejercicio zen/yoga/relajacion/encontrarse con uno mismo/sandanga. Como se queja el muchacho anonimo, es mejor hacerle saber que es mucho mas facil conectarse con uno mismo con los pies sin zapatos .. bueno, en realidad mi experiencia fue esa.. venia con muchas cosas en la cabeza y pensar en mi cuerpo y en mi respiración es un ejercicio que a veces, por mas voluntad que le pongas, cuesta. Gracias a DIOS (notese la voluntad de provocar a todos los ateos que leen) me pude conectar rapidamente con mi ser y dejarme llevar por la relajación. El problema vendria despues.

Cuando se prendio la luz... la catastrofe ocurrio (?). Es facil desconectarse por un rato, pero en algun momento volves a ser vos... y yo en los momentos que tengo que ser serio, no lo soy (a veces es bueno esto) entonces encontre la mirada de un compañero y no pude evitar tentarme... para que ... el ejercicio se fue a la p... Despues no encontre mirada, me colgue mirando a alguien que se veia muy concentrada... pero despues dije, no loco, el profe dijo "busca a alguien que te mire a los ojos" busque, busque y encontre a mi compañero ... me tente de nuevo logicamente ... y asi sucesivamente... hasta que mire al suelo... resignado (?)

Natalia T. dijo...

Bueno, no quería estar ausente en este blog aunque por problemas laborales, no puede asistir a la últimna clase que hicieron el ejercicio del que todos comentan. Por lo que leí todos han tenido experiencias muy distintas pero en general muy buenas. Si lo pienso personalmete, conectarte y sostener la mirada con alguien que no conoces puede ser muy vergonzoso. Los ojos y la mirada expresan muchas cosas y sostenerla sin hablar es muy complicado. Uno suele desviarla rápidamente. Supongo que eso sucede porque uno piensa que el otro al mirarte fijo puede descubrir algo tuyo que no queres que se vea o que ni siquiera lo decis. En una palabra.. que saquen una radiografía tuya.
En fin.. me hubiese gustado estar para ser una descripción más real.
Germán: Una compañera mia fue a la clase y me puso al tanto de lo que teníamos que leer y me dijo que habías preguntado por mi. Si conocía a Gerardo Trigo y lamentablemnete te contesto que no lo conozco o por lo menos no es familiar directo mio!!

Besos.
Nati

Germán A. Serain dijo...

Leo todo y voy anotando en la foja de méritos vuestras participaciones todas. Si no hago mayores comentarios hasta aquí, es para no influir en vuestras reflexiones.

Vayan, no obstante, un par de comentarios; el jueves hablaremos de la sustancia de vuestras respuestas.

Los comentarios son:

- Victoria: lindo tu blog.

- Anónimo: es que ustedes no se lavaban las patas.

- Germán: todo bien, pero buscate otro nick para participar en este blog, que nos van a empezar a confundir y se va a armar flor de bolonqui.

Unknown dijo...

Bueno finalmente me decido, me fuerzo a escribir. Soy muy colgado, y soy de esos que digo “tengo que” y termino así a horas de nuestro próximo encuentro.
El ejercicio me hizo volver a mis sesiones de terapia infantil. En ellas hacíamos este mismo ejercicio para empezar. Era una suerte de cortar con todo lo que uno trae para poder ahora si hablar de uno, de las cosas que te pesan realmente en esta vida que llevamos (claro que cuando era chico todo esto no lo pensaba y era más que nada un juego). Mientras cerraba los ojos recordaba como aquella vieja vos decía lo mismo que hoy decía esta nueva. Ambas comenzaban diciendo eso de “sentir la respiración, sentir el cuerpo”. Solo que después aquella me invitaba a imaginar verdes campos y largas llanuras; y este no fue el caso. Entonces me preguntaba, ¿qué pasa que no me relajo, que no entro, como entraba, tan fácilmente en el “juego”? Y me respondo: bueno debe ser por no llegamos a las verdes praderas, a los tibios campos con soles. Peor no. Debe haber algo más…
Y ahí prendimos la luz. Todo blanco. Todo real. Nada de sueños. No más juegos. Ahora la voz me invitaba a mirar al alguien. Mirar y ser mirado. Y no hay nada mas lindo que eso. ¿No? Mirar y ser mirado. Siempre y cuándo haya algo entre ese alguien y yo, algo compartido. Pero de nuevo, este no era el caso. Y comencé a saltar de persona en persona, buscando no sé que. Y no encontré nada. Solo por un instante fije la mirada en una compañera. Pero no fue más que para cumplir con al consigna. Ya no era parte del juego, ya no había imaginaciones, solo seguir las ordenes y que se terminara pronto. ¿Por que tanta distancia entre esta experiencia y las de la terapia infantil? Aquellas como esta eran exactamente iguales, mismas voces, mismas zapatillas (que no me sacaba antes y ahora tampoco). ¿Entonces? ¿Por que tanta diferencia?
Luego de pensar un poco, me respondo. Basura en la cabeza. Basura de años de cumplir ordenes. Basura de tiempos que no tengo. Basura del correr todos juntos por ese único lugar de trabajo. Basura de pisarle al otro la cabeza. Basura de ir creciendo.
No sé si me ayudó, si me iluminó, si me relajó. Lo que si sé es que fue lindo el intento de fuga.

javier dijo...

Yo pensaba que si miraba lo suficiente cualquier cosa,lo que fuera, podía modifircarla radicalmente, animarla, por ejemplo. Intentándolo, nunca pasó nada muy raro porque me rendía siempre antes, y no por alguna falla en la teoría. La clase pasada se pidió que despues del ejercicio de concientización del cuerpo, que fue como tomar envión, fijásemos la vista en alguien, hasta el final. Así que me mandé.
- primero sostuve la mirada hasta que la otra persona bajó la cabeza;
- la segunda mirada se plantó un poco, pero también cedió;
- yo estaba eufórico, y aquí una tercer mirada resiste, y resiste hasta el final del ejercicio.
Acá no hay moraleja, pero acaso esa tercer persona, que ni siquiera sonrió, haya encarado la actividad de la misma manera que yo, y ahora me encuentre con que soy una cosa animada.

Anónimo dijo...

Tarde pero seguro! No soy anónimo, mi nombre es LUCIA, pero todavía no investigue como lo puedo modificar...
Retomo lo que dice Agustín "El ejercicio me hizo volver a mis sesiones de terapia infantil" Bueno, a mi el ejercicio me hizo volver a las clases de yoga. Al igual que en el gimnasio, me lamento que no puedo llevar acabo estas experiencias en lugares tranquilos donde no se escuche la voz del profesor del aula de al lado o de los compañeros en el pasillo.
Es bueno tener 5 minutos de tranquilidad en el que nos "conectamos" con nuestro cuerpo. Aunque, en lo que respecta a conectarme con otra persona, debo decir que me costo encontrar la mirada de algún compañero y cuando lo logre no pude aguantarme las ganas de sonreír.
Saludos!!!

nicolás dijo...

buenas noches!!!... me quedé pensando en un corto de los hermanos Coen en donde se aprecia bien lo que estuvimos charlando de la mirada.. les dejos el link para que puedan verlo. un abrazo

http://www.youtube.com/watch?v=RWvnjABy-PM

nicolás

Solange dijo...

Hola!
Antes que nada debo disculparme por no haber comentado antes. No fue por falta de ganas ni por la pereza que da la facultad a esta altura del año. No, no, no. Fue porque el nuevo Dios se ha olvidado de mi y ha decidido abandonar mi hogar por un tiempo ¿Qué? No me digan que no saben quién es el nuevo Dios!!! Apuesto a que ninguno de ustedes puede, casi, concebir la vida sin él. De hecho, este Dios es el que nos permite la congregación de nuestros pensamientos, comentarios, anécdotas y todo lo que se publica por aquí. Si!!!! Lo tienen!!!! Internet!!! Cuando se habla de Internet es imposible olvidar a su fiel rebaño (odiado por varios!). Si!!! Las empresas proveedoras del servicio y sus monaguillos, los telefonistas de todas partes del país que no pueden dar una respuesta certera a las pruebas que este Dios nos pone en el camino. Parecido a la religión, ¿no? En fin…después de haberme confesado, asumiéndome pecadora y rezado porque este Dios vuelva a iluminarme el camino, Dios ha vuelto a dar calma y serenidad a mi hogar! Aleluya!
Ahora sí! Voy a contar mi experiencia con respecto a la meditación.
Hace unos años me fui de vacaciones con una de mis amigas a mi casa de veraneo situada sierras adentro, en Córdoba. Allí la paz es total. El camino es de ripio, por lo que los autos no abundan y no hay mucha gente (unas 20 casas en toda la villa, por lo que nos conocemos todos).
Mi amiga, fascinada con el lugar, me propuso ir a las orillas del rio a meditar. Ese día llovía y a mí no me parecía el momento adecuado para ir. Ella me dijo que, si íbamos a meditar, la lluvia no era un impedimento. Como era verano, y no hacia frio, accedí.
Nos ubicamos en unas piedras altísimas, en donde desembocan dos cascadas. Mi amiga se sentó (en posición de “flor de loto”), me sugirió que haga lo mismo y me explicó que tenía que respirar. Pero respirar para ella no era la simple función mecánica de la respiración sino “respirar hasta que sientas que podés despegarte de tu cuerpo”.
Claro, yo a esa altura, entre la lluvia y el concepto de “despegarme del cuerpo” hice lo poco que podía: cerrar los ojos, escuchar el agua y tratar de no acordarme que me estaba empapando. Ella, contrariamente, estaba totalmente abstraída, no se inmutaba ante ningún ruido. Yo, por el contrario, los escuchaba todos y me servían de excusa para abrir los ojos y salir de ese estado atípico.
Durante la experiencia que tuvimos en clase, trate de recordar ese momento. Me senté en el piso, crucé las piernas y respiré lentamente. Traté de abstraerme del ámbito contaminado de la facultad y del estado, nuevamente, atípico.
El ejercicio me relajó mucho pero mi estado de relajación se alteró cuando las luces se encendieron. Comencé a ver borroso, estaba aturdida, mareada y no pude sostener mi mirada en la de un compañero porque se me desdibujaba su cara, producto de esa sensación de mareo.
Bueno, no quiero aburrirlos más!
Saludos a todos!