Espacio on-line de la materia Psicología y Comunicación, Cátedra Lutzky - Facultad de Ciencias Sociales - Universidad Nacional de Buenos Aires - Comisión a cargo de Germán A. Serain
domingo, abril 20, 2014
4. Vergüenza.
A todos nos pasaron -y nos pasan- este tipo de cosas. Si querés podés escribir de manera anónima, pero te pido que nos cuentes, en los comentarios de esta entrada, la historia de aquella vez que pasaste mucha vergüenza. Y mientras que contamos y vamos leyendo lo que los demás nos cuentan, vayamos reflexionando en silencio acerca de qué significa esto del sentir vergüenza. Qué cosas nos revela este curioso sentimiento, que según dicen, al menos en la cosmogonía cristiana, sintieron por primera vez en la historia Adán y Eva, al saberse desnudos después de haber comido el fruto del árbol prohibido. El jueves en realidad nos estaremos dedicando al tema del zen, pero mientras tanto, y tanto como para divertirnos, vayamos adelantando también este otro aspecto.
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11 comentarios:
Un momento de mucha verguenza
Estaba en teatro, 13 años, haciendo una improvisación y tenia el problema de que me compenetraba tanto pero tanto que digamos que en lugar de hacer de cuenta que le tiraba la oreja a alguna compañera, le tiraba la oreja de verdad!
Tenia que hacer una improvisacion con una de las chicas sobre una pelea entre las dos por un flaco. El empujon que en un momento le pegue a la pobre piba, como aterrizo en el piso, y yo pensando: "noooo, me fui a la mierda, tragame tierra" estando frente a toda la clase, horrible. Le pedi perdon durante semanas, y me daba verguenza volver a entrar a la clase, queria pasar lo mas desapercibida posible y siempre se me caia algo o algo por el estilo que me dejaba al centro de todo. Y si hacian chistes sobre eso, bordo quedaba.
Me imagino que debo tener mejores pero de pronto no me acuerdo de ninguna. Si en algun momento distraida viene algun recuerdo muy bien guardado, vuelvo a comentar para contarlo.
Mi momento de vergüenza también se remonta a la infancia: tenía 10 años, ibamos a ir de excursión con la escuela al Jardín Japonés, por un motivo no pudimos entrar y decidieron ir a los lagos de Palermo.
Junto con mis amigos y amigas estábamos jugando cerca del borde del lago. En un momento perdí el equilibrio y me caí.
A partir de ahí, se canceló la excursión. Tuve que sacarme la ropa mojada y ponerme el guardapolvo de mi maestra. Los chicos bulones del grado se rieron de mi y no dejaron de hacerme chistes al respecto y recordármelo por el resto de la prmiaria (incluso cuando, de grandes, nos volvemos a ver, se acuerdan de ese episodio pero ya no me cargan, quedó en la anécdota).
Cuando volvimos a la escuela querían llamar a mis padres, pero yo me negaba porque sabía que ellos se iban a enojar conmigo. No sólo tuve mucha vergüenza por varios años sino que también me puse muy triste con ese recuerdo.
Uno a veces se olvida de cosas, pero justo las que te duelen, no.
Estaba en el subte de la linea e esperando poder subir y emprender el camino de regreso a casa. Obviamente a pesar que era la terminal Bolivar no tenia niguna ilusion de sentarme. Despues de empujones, algunas puteadas entre las gente que pretende bajar y subir, finalmente logre entrar.
Luego de tres estaciones, un hombre que estaba una distancia considerable de donde yo estaba, me grita "uhhh... perdoname no te vi que estabas embarazada". Me quede paralizada y tuve que contestarle fuerte ante todos los pasajero. "NO ESTOY EMBARAZADA, ESTOY GORDA".
En ese instante queria que la tierra se abra y tirarme, pero creo que para aquel hombre fue peor la situacion porque no sabia que decirme.
Yo me quede parada todo el viaje y la mayoria de la gente se entero de mi problema con mis kilos de mas que se alojan en mi panza. Fue una escena horrible que luego con el tiempo me causa hasta un poco de gracia.
Cuando les conte esta situacion a mucha gente cercana me decian "yo ni loca le digo que no estoy embaraza" pero bue.. ante todo la sinceridad.
en 1er año del secundario,en la primer clase de teatro, el profesor me dijo que recitara alguna canción que me acuerde. Yo le dije " Dar es Dar" de Fito Páez. Y cuando me dijo que empezara, no me acordaba de ninguna parte. A si que me dijo que recitara algo que me acuerde de memoria. Y le dije mi DNI.
Esta no me paso a mi, pero paso en mi presencia (no sé si vale contarla): Estaba con mis amigos en un cyber y cae la policía a hacer una allanamiento: "Todos en fila, vacíen sus bolsillos, saquen sus documentos, etc" Obedecimos y de a uno íbamos pasando enfrente una milica que nos anotaba en una planilla, mientras otros diez policías inspeccionaban el lugar. En un momento le toca responder a las preguntas a mi amigo Firri que estaba muy tenso por la situación con la policía; la milica le pregunta nombre, apellido y después estado civil, a la ultima, Firri responde: "Femenino" Los milicos y nosotros nos empezamos a reir de Firri que nos miraba y no entendía lo que pasaba. Hasta el día de hoy, cada vez que le recordamos la anécdota jura que el no respondió "femenino" y dice que todo es una mentira nuestra.
Por si no vale la anterior cuento una personal: Una noche era como "EL" invitado para cantar con una banda amiga. Los vagos tocaban, un tema, tocaban otro y no me llamaban. Yo mientras lubricaba la garganta, para estar aceitado en el momento de cantar, pero la banda seguía tocando y no me llamaban. A eso de las cinco y media de la mañana, quedaban los dos temas finales y me llaman a subir, pero yo ya me había lubricado tanto que me habia aflojado demasiado... Subí a cantar y no me podía colgar la guitarra, una vez que pude, me olvidé la letra y no podía hacer los acordes! jajaja, ahora me rió, pero pase el resto de la noche mandandole mensajes a un amigo diciendo que no iba a tocar nunca más, que no quería saber más nada con la música. Paradojicamente, fue una de las pocas veces que sentí verguenza de estar en pedo. jajaja.
Esto no se si me lo acuerdo realmente o son las imagenes de los videos caseros. Cuando tenía 2 años le festejaron el cumpleaños a mi hermano mayor (q cumplía 6) y como yo estaba dejando los pañales, para la ocasión no me pusieron los dichosos pañales y en un momento todos sentados en ronda, me hice pis. Todos, inclusive mis padres ( gracias totales) empezaron a cantar " que chancha...que chancha" y lo cuento el dia de hoy y me sigue dando vergüenza.
Julia
Perdón que publique esto como anónimo, pero es que en la comisión hay demasiada gente que me conoce... Y bueno. El asunto es que yo tenía ganas de orinar. Mi primera racción fue aguantarme, porque al principio, tener ganas de ir al baño es una sensación que puede llegar a ser incluso placentera; no digo cuando uno ya no da más y si no vas al baño rápido te cagás o te meás encima, sino cuando recién te diste cuenta de que por ahí tenés ganas de hacer. No sé si me explico. Además estaba en cierto sentido cómodo, con el cuerpo relajado, sin ganas de moverme.
La cuestión es que al principio no tenía TANTAS ganas, pero después sí. Al rato de estar esquivándole el bulto a la necesidad, comencé a sentir esa característica presión a la altura del bajo vientre que te indica que ya es hora de orinar, pues en algún punto esa sensación que antes era placentera se ha convertido en una verdadera molestia. Así que me ocupé de buscar un lugar para descargar la vejiga, que adivinaba llena de líquido caliente y ansioso, ligeramente amarillo, y fue maravilloso encontrar el baño desocupado, incluso templado, cosa curiosa a esa hora de la madrugada y en pleno invierno. No recuerdo si era un baño público o el baño de mi casa, y en realidad mucho no importaba, porque lo único importante en ese momento era estar al borde del anhelo, y cuando ya todo estuvo listo, y luego de un último instante de contención... el cálido y cristalino líquido amarillento comenzó a fluir, para enorme satisfacción del cuerpo, que de a poco se relaja, mientras el manantial fluye...
Todo muy gratificante. Pero de repente, la sensación de humedad. La oscuridad. El desconcierto. Un escalofrío. El colchón, convertido en una laguna debajo de las mantas. Y la comprensión atroz, ineludible, de lo que acababa de suceder. Pero además, ya ahora con la luz del velador encendida, la evidencia de que lo peor está todavía por llegar. ¿Cómo despertar a esa mujer, que duerme profundamente justo al lado, al borde del arroyo, el charco, el mar, despertate mi amor, que hay que cambiar las sábanas, mirá lo que pasó... ¡No, mejor no, no mires!... Pero sí levantate, porque... ¿Dónde hay sábanas limpias? ¡Ay!... ¡El colchón nuevo!... No sé que decirte... Te juro que nunca me había pasado algo así antes...
Recuerdo una vez que habia ido a la casa de mi prima, unos años mayor que yo, a pasar el fin de semana. El día anterior había llovido y estaba todo bastante embarrado. La cuestión es que, plena adolescencia-edad del pavo, se juntaban todas las amigas en la puerta de la casa de ella. Los varones se juntaban en la casa de otro amigo, en la otra cuadra.
Para resumir, me mandan a mi hasta la esquina a verificar si estaban los chicos, para pasar "justo" por ahí de camino al kiosco. Yo, intentando disimular, me voy hasta la esquina con tanta suerte que justo piso un charco y me caigo de ojete en el medio del barro -con un buzo blanco, dicho sea de paso-. Por supuesto todos muriéndose de risa tanto chicas como los chicos que, obviamente, se dieron cuenta de todo. De tanta risa no me podía levantar de piso, roja tomate...
Cuando era chica, hablaba dormida. Un día, me desperté charlando con mi mamá, que se estaba riendo de mi, porque había continuado con ella, dormida la conversación de mi sueño.
Mi mama me había ido a despertar para ir al colegio y esta fue la conversación:
Mama: Laila, levantate que tenes que ir al colegio.
Laila: No mama, no ves que estamos tomando el te?
Mama: Ah, si? con quien estas tomando el te?
Laila: Con los señores, cómo no los ves?
Y así se dió una discusión en la que yo , dormida, me enojaba con mi mama hasta que empecé a gritarle porque le estaba faltando el respeto a los señores del te de mi sueño.
Cuando me desperté mi mama se reía tanto que yo me mori de vergüenza, pero siempre lo cuento como una anécdota muy graciosa.
Tenía doce cuando por primera vez fuimos al recién inaugurado Parque de la Costa. Ésta era todo una gran actividad porque nuestros papás nos habían dejado solas en el tigre y nos dieron la libertad para movernos sin ellos en el parque.
Yo, toda emocionada, no para de mirar las montañas rusas diciendo "guahh, oohhh, uhhhh".
Pero cuando caminábamos hacia adelante y mi cabeza y mi vista quedaron hacia atrás mirando la montaña rusa verde y decía "guaaah", me llevé de lleno un poste de luz y me la di en la frente. Me puse roja y no sabía donde meterme.... Toda la caminata canchera haciéndome la grande se fue al tacho.
¡Flor de chichón tuve durante todo el día!
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