lunes, agosto 06, 2007

Escribe Andrea Gentil en www.saludyciencias.com.ar:

El placebo tiene una historia tan larga como los primeros estudios sobre el ser humano, sus enfermedades y sus curas. El térmico placebo proviene del latín, de un vocablo que significa satisfacer, y alude a aquello que se aplica a las personas hipocondriacas (las que están convencidas de tener alguna enfermedad) como un remedio inofensivo. Hoy día los placebos se utilizan en pruebas de laboratorio en las cuales se testean los efectos de fármacos nuevos, antes de que los mismos salgan al mercado.

A ciertos enfermos se les administra una sustancia inerte para descubrir el efecto psicológico que puede reportar ingerir una pastilla y compararlo con el efecto biomédico del nuevo fármaco. Durante las pruebas, ni el voluntario que recibe el fármaco ni quien administra la droga saben si la dosis dada contiene el medicamento verdadero o el placebo. Eso sale a la luz recién cuando las pruebas finalizan. La idea es evitar que el científico pueda dar pistas al paciente sobre si está o no recibiendo un tratamiento real.

Los ensayos clínicos a ciegas muestran una mejoría de entre el 25% y el 75% de los enfermos gracias al efecto placebo. Las enfermedades que en mayor medida se benefician de esta medicina imaginaria son el dolor crónico, la hipertensión, la angina de pecho, la depresión, la úlcera, el asma, la artritis y la migraña. Todas poseen un evidente componente psicosomático: una conexión entre la mente y el cuerpo. Hay quienes agregan a esta lista el cáncer y enfermedades cardíacas.

Howard Brody, investigador de la Michigan State University, define el placebo como una farmacia del cuerpo. "Dentro nuestro existen sustancias químicas curativas. Si logramos aprender a pulsar los botones correctos y manejar las señales procedentes de nuestro entorno, estas vías químicas se activan."

Un estudio científico, realizado con un grupo de chicos venezolanos asmáticos demostró la eficacia del placebo. Cada vez que los niños usaban un inhalador antialérgico se los exponía a un fuerte olor a vainilla. A las dos semanas, ya sólo se les administraba el aroma, pero la capacidad pulmonar de todos los nenes mejoró como si hubieran usado el inhalador auténtico.

Irving Kirsh, profesor de Psicología de la Universidad de Connecticut, evaluó 19 pruebas clínicas de antidepresivos y llegó a la conclusión de que en el 75% de los casos la mejoría de los síntomas se debía a que los pacientes creían que así ocurriría. Conclusiones similares obtuvo con ensayos clínicos de fármacos similares al Prozac.

Desde hace mucho tiempo en el campo de la cirugía existe la sospecha de que ciertos métodos deben su éxito al efecto placebo. Durante los años '50 la ligadura de las arterias mamarias era una técnica habitual para tratar la angina de pecho. Implicaba el bloqueo de dos arterias en un intento por mejorar un riego sanguíneo alternativo al corazón. Fue entonces cuando Leigh Cobb realizó -durante un experimento en la ciudad de Seattle- una incisión en el tórax de un paciente, pero sin hacerle nada más. Descubrió que la operación ficticia tuvo tanto éxito como la ligadura de arterias mamarias.

Aunque también existe lo que los expertos llaman "efecto nocebo", con sus resultados nefastamente contrarios. Un ejemplo: una mujer, en un hospital de los Estados Unidos, escuchó a su médico hablar de un caso terminal y creyó que se refería a ella. A pesar de todos los intentos por convencerla de lo contrario, falleció ese mismo día.

Quienes estudian el efecto placebo creen que uno de los mecanismos clave por los cuales el cuerpo mismo, la química interna de una persona, logra curar sin tratamiento verdadero, es la expectativa que genera. The Lancet, revista médica de gran prestigio, relata: "Un paciente que recibió 25 gotas de láudano, pensando que era un purgante, se vio importunado toda la noche por una constante evacuación del abdomen (el láudano contiene opio y, por lo general, provoca estreñimiento, no diarreas)."

Pero el placebo hace mucho más que aliviar el dolor. Parece afectar al nivel de estrés, reduce la presión sanguínea y la hiperacidez, combate el exceso de azúcar en los diabéticos, descongestiona los bronquios, y hay quienes aseguran que reduce el tamaño de un tumor. El cuerpo reacciona llevando a la realidad los resultados esperables, algo así como una respuesta condicionada, que es otra de las explicaciones posibles al placebo.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Eso que cotidianemente escuchamos y decimos precipitadamente: "todo depende de la actitud" no resultó ser tan bolazo...

Igualmente, y entre nos, no necesitaba que me lo viniera a decir un Doc. de la Michigan State University para creer a "ciencia cierta" de que aquello era verdad...

Pero sí... a veces el hombre requiere que lo diga un tal Doc. de no sé donde para convencerse realmente de que el poder para revertir una situación no está en una "pastillita"... sino adentro suyo...

Heavy, no?

Nota al pie: igual bien por el gran aporte de ese buen hombre... ahora, se imaginan un mundo sin pastillas/medicamentos, etc?? Eso sí que sería como too much.. no?

Nicolás Bassani dijo...

Yo laburo en la industri farmaceutica hace años, y el laburo actual le producimos medicamentos a los grandes labs. locales y multis. Siempre de cada producto cada tanto nos piden un lote placebo, mismo color y apariencai pero sin droga. Los estudios que se realizan son sorprendentes, y tior otra data los pacientes que mejor reaccionan al placebo son los denominados ABC 1 en la jerga de publicidad.
Saludos

Nos vemos en la facu la semana proxima.

Anónimo dijo...

Gracias por este maravilloso artículo. ¿Dónde más puedo obtener información co este tipo de enfoque ?
Tengo una presentación la próxima semana, y estoy en la búsqueda de dicha
información.
https://www.youtube.com/watch?v=RCNXpSF-M3k