Dicotomías. También de eso se trata el tema de las estructuras. Pensamos en términos de blancos y negros y somos incapaces de visualizar el amplio rango de tonalidades cromáticas que existe entre esos extremos. Cuando era chico y me preguntaban "¿y vos de qué cuadro sos?" me daba una extraña mezcla de orgullo y vergüenza confesar que no era de ninguno. Al otro le parecía rarísimo que un pibe no fuese hincha de ningún club, y yo no podía terminar de entender por qué motivo les resultaba tan difícil aceptar que no, que a mí no me gustaba el fútbol y que no estaba dispuesto a enrolarme bajo las banderías de ningún cuadro.
"Lo importante no es en qué bando te hayan puesto las circunstancias, sino que comprendas que tú no has elegido ningún bando", leería tiempo después en algún lado. Fue poco antes de una guerra, curiosamente. La vida y la muerte libradas al azar del país en el cual uno hubiese nacido.
Banderías. No comprendo los nacionalismos, ni los partidismos, ni las rotulaciones que pretenden limitarte señalando lo que sos y lo que no, lo que podés y lo que no, tu lugar de pertenencia y los territorios en los cuales estás condenado a ser un extranjero.
Dos mundos. Siempre parece haber dos mundos y la obligación de tomar posición, de ser parte de uno de ellos, bajo pena de quedar afuera de ambos, afuera del sistema. Hablamos del Antiguo y del Viejo Mundo, por ejemplo, para referirnos, respectivamente, a Europa y al continente americano. Pero es curioso: nos paramos en Europa para hacerlo. Pues si viésemos el asunto desde las costas americanas, sería éste el viejo mundo. Y Europa sería el nuevo, por ser el recién llegado. Pero si mirásemos las cosas desde el espacio, ambos continentes tendrían una misma edad... Y ambos son parte de un mismo mundo.
Blancos y negros, buenos y malos, ricos y pobres, hombres y mujeres, docentes y alumnos, peronistas y radicales, boca y river, empleadores y empleados, arte serio y arte popular, academicismo vs. charla de café. Nuestra cabeza divide. Divide para conquistar, pues comprender es un modo de conquistar, de eso no debe quedar duda. Por eso nos molesta tanto cuando no comprendermos algo. Y en realidad lo que no comprendemos es que no todas las cosas que están en el mundo están puestas allí para ser comprendidas. Ni mucho menos conquistadas.
En realidad... yo sólo quería dejar el vínculo a un material que en cierto sentido habla de las dicotomías, y me enganché escribiendo. Hablé de un artículo relativo a Daniel Barenboim y su orquesta de judíos, árabes y palestinos. He aquí el vínculo, para quien le interese la cuestión. Nada más, por ahora.
13 comentarios:
Son las 5 de la madrugada del Domingo: no salí, un profundo insomnio me agobia y no se me ocurrió otra cosa que pasar a chusmear. SI, ESTOY DEMENTE Y ME SIENTO UN ERMITANIO!!!
Confieso, no sé de que iré a hablar, no tengo algo esbozado de antemano. Sólo sé, por lo que leí abajo, que soy uno de esos que, al menos acá, firma con su nombre y apellido. Lo hice la primera vez para indentificarme, y así quedó, por tradición. Pero debo confesar que tanta "formalidad" en un blog me abruma, se siente raro leer mi nombre de pie a pa.
En cuanto a las dicotomías coincido, siempre me sentí orgulloso de no pertenecer a ningún bando (en lo referente a político o futbolístico), pero luego, caí en la reflexión de que caía en una generalidad mayor, una dicotomía general que todo lo abarcaba: la del marginado, la del anti-fútbol, el apolítico, el ortiva, o demás. Eso respecto al fútbol y a la política, para citar ejemplos, pues es imposible oponérsele a la sociedad en todo aspecto. Al menos no la acepto, y me es imposible "entregarme" tan facilmente a ella. Confesiones de un ermitanio en un Sábado a la noche -más bien Domingo a la madrugada- que firma el blog como un anticuado, nomás...
“Lo que no comprendemos es que no todas las cosas que están en el mundo están puestas allí para ser comprendidas. Ni mucho menos conquistadas”, que bueno. Lo entiendo, pero no soy capaz de ponerlo en práctica, y en el afán de querer comprender todo, muero en el intento y me pierdo. Creo que eso quedo claro en mi parcial, no? O al menos a esa conclusión llegué después de terminar de escribirlo. Como ya comenté, me costó mucho hacerlo.
¿Por qué queremos definir todo? ¿Por qué etiquetamos todos? ¿Por qué queremos comprender todo? Y en este “nos” incluyo a la gente que le pasa lo mismo que a mi. Me cuesta mucho no comprender, necesito entenderlo todo. Relaciono el conocimiento con el poder, sin quererlo, pero ¿el conocimiento genera poder realmente? Me gustaría saber qué opina el resto sobre eso.
Saludos!
Al final no hablé de la dicotomía...
"Y en realidad lo que no comprendemos es que no todas las cosas que están en el mundo están puestas allí para ser comprendidas." ¡Ah!, ¿era así la cosa? Y yo que me andaba devanando los sesos tratando de encontrarle una explicación a tantas cosas...
Pensando el tema de las "etiquetas" y las dicotomías con las que nos manejamos, me acordé de haber leído un texto que escribió el periodista uruguayo Jorge Majfud, muy interesante, más que nada por cómo plantea el tema del patriotismo.
se llama "la enfermedad moral del patriotismo" y aca esta el link
http://www.lainsignia.org/2004/junio/soc_009.htm
Recomiendo enfáticamente la lectura del artículo propuesto por Cecilia. Es muy aleccionador.
Comentarios concretos y sin vueltas...
- G.S: muy bueno lo que escribiste por eso considero que no hay más que agregar... Me sentí identificada, porque muchas veces me he sorprendido en posiciones "desconocidas" que no pertenecían ni al blanco ni al negro...
Con respecto al artículo que nos recomendaste (interpreto que lo escribiste vos, no?) me pareció muy bueno el ejemplo y rescaté algunas frases claves como: "Es que el odio, lo mismo que el miedo, suelen provenir de una falta de conocimiento. En el momento mismo de conocer al otro, estoy sentando las bases que me permitirán relacionarme con él de una manera pacífica."
Y por otra parte me quedé con: "Una herida se cura cerrándose sola, en un proceso natural. Pero las puertas sólo las pueden abrir los hombres." esto es asi... si uno se cierra nunca va a ganar nada... en cambio si uno abre sus puertas puede pasar cualquier cosa o ganar o perder... pero ante la duda... qué mejor que probar...
- Ceci, lei el artículo que recomendaste y también me gustó... Me encontré con muchas idealizaciones, verdades románticas (por la corriente del Romanticismo) y revolucionarias (esa cuestión de fraternidad universal de la Rev. Francesa...
Aquí no se está pensando "dicotómicamente" sino que se lo hace de una manera más universal... extraña manera para estos días tan fríos y solitarios...
Gracias, Manu(chi), en serio. Y sí, el texto que recomendé es propio. Lo mismo que este otro, que habla también de cosas más o menos similares, o por lo menos relacionadas. (Me olvidé de linkearlo en su momento, pero por ahí a alguien le sirve...)
"...es la cuerda planetaria, que te liga a lo que ves, es la cuerda planetaria otra vez..."
pp
"Es que el odio, lo mismo que el miedo, suelen provenir de una falta de conocimiento. En el momento mismo de conocer al otro, estoy sentando las bases que me permitirán relacionarme con él de una manera pacífica."
Qué curioso: en Comunicación II vimos, justamente, que esto es un pensamiento de sentido común, porque –en realidad- las diferencias y los problemas se presentan cuando se conoce al Otro, no cuando es un extraño para nosotros. Para dar un ejemplo tosco: qué importa que mi vecino ronque. El problema es si me caso con el vecino y tengo que soportar sus ronquidos toda la noche. Es decir, cuanto menos lo conocía, mejor me relacionaba con él.
Simplemente, otro punto de vista.
Cris, el ejemplo que planteás es ilusorio. Tené en cuenta que ya no se trata de un vecino que ronque, sino de un esposo que ídem. De manera que no sólo ha cambiado el conocimiento que tenías del otro, sino también (y sobre todo) el vínculo relacional que los une.
solo una frase:
uno es preso de lo que dice, y esclavo de lo que calla.
Y con esto, Laura, lo que vos querés decir es?...
(Ya sé, es una boludez, pero tenía que decirlo, para no ser esclavo de ello.)
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