jueves, abril 23, 2009

Para leer


Esto es lo que quiero que lean.

Y quiero que dejen acá sus reflexiones al respecto.

19 comentarios:

agus diaz de vivar dijo...

Me parecio horrible.
Siempre me he sentido muy mal ante la maldad que pueden llegar a tener tanto niños como adolecentes. Por eso muchas veces me tildado de la "abogada de pobres e inocentes" o de boluda o de amarga... o esas cosas por no prenderme. Pero no lo puedo evitar. La maldad en niños y adolecentes siempre me causo una angustia como si fuera yo la victima. Y lo mas curioso es que yo jamas fui victima de ninguna de esas maldades. Quizas eso es lo que mas me duele de esas acciones, el blanco de esas acciones la mayoria de las veces son aquellos mas debiles o vulnerables, los "estigmatizados".

Anónimo dijo...

Será por estas cosas que hacen que después los chicos tienen miedo??? Hablando en serio, es desgarrador el cuento. No conocía al autor, me sedujo su forma de narrar, me gustó mucho.

Agustín dijo...

Lo que más me gusta del texto (más allá de lo que signifique, y del análisis que podamos hacerle) es la forma en la que está escrito.

Orestes, se llama el hermano de Electra.

Saludos,
Agustín.

Germán A. Serain dijo...

Sep. Exactamente. Y Oswald Spengler es el autor de "La decadencia del hombre en occidente".

Me estoy poniendo viejo, qué se le va a hacer...

Verónica Di Ciano dijo...

Uno cuando es chico a veces no se da cuenta de lo que puede estar pasando en la vida de los otros, las cosas de cada familia, cada historia. Como decíamos en clase, el sufrimiento del otro nosotros no lo sentimos de esa manera, pero no deja de ser un sufrimiento legítimo adaptado a su contexto. Tambíén cuando leía me acordaba de lo que pasa con los viejitos (y con los no tan viejitos también) con los robos... que te sacan información sin que te des cuenta, te pueden manejar de una manera a veces que entran a tu casa casi con tu consentimiento... Creo que demuestra un poco cómo tal vez una palabra puede cambiar muchas cosas de la vida de uno.
La verdad, impactante.
Saludos!

Guadalupe Benítez dijo...

Germán o Profesor: o profesor Germán, (como guste):

No tengo internet, pero me estoy copiando los textos y consignas correspondientes para leerlas con detenimiento y volver mañana o el lunes a dejar mi comentario. Pero.... no quería dejar de expresar que estas cosas y la manera en que lo trabajamos cada vez me demandan mas tiempo de pensamiento, Supongo que es positivo, pero en las clases termino con una especie de angustia porque son tantas cosas y se van visualzando tantas posibilidades de abordaje a cada ejemplo y temática que me siento arrastrada, llevada a un tiempo que no puedo seguir, porque me quedo enganchada con alguna frase o cosa que se dijo y cuando "regreso" ya es tarde para volver. En fin, sigo viéndolo como algo positivo, pero no quería dejar de decirlo, necesita un "cable a tierra".

Cuando regreso a este locutorio, vend´re con los comentarios faltantes.
Saludos a todos!.
Guada

Mercedes Aranciva dijo...

No se si la historia es verídica o no, pero me a dejó como con un nudo en la garganta... ya me había causado una angustia el pobre viejo del negocio q volvia para abrir, pero lo de la viejita se paso... igual me hizo acordar mucho a cuando yo hacia esas bromas de chica.

En cuanto a la clase, la disfrute mucho, es más tocamos un tema que venía siendo bastante recurrente en mi. Y es el hecho de pensar al otro no desde uno mismo sino de intentar meterse en su estructura de pensamiento, en su contexto, en el otro desde el otro.
Creo que en general lo más valioso que me viene dejando esta carrera, más allá de todo el conocimiento, es eso, esa mirada del otro.
Obviamente que los prejuicios de uno siempre están, pero tengo que admitir que antes eran más persistentes en mi.
Ahora trato de entender el mecanismo de acción del otro, y si bien siento que adquirí una capacidad inmensa para entender a los demás a veces temo caer en un relativismo tal de llegar a justificar cosas que son "moralmente incorrectas"...
Pero que es lo moralmente correcto?
¿Quiénes son los que deciden qué es moral y qué no? Tal vez la misma cultura, la sociedad... la misma sociedad que genera estos actores "moralmente incorrectos"?

Noe dijo...

Qué triste!!!
Bien escrito... Me llegó... Me imaginé la escena final y hasta me desilusioné por una situación que "quizás" sea habitual en un mundo como el que nos toca vivir hoy. Dónde lamentablemente el divertinaje individual puede superar pensar en el bien-estar del "otro".

Lorena B. dijo...

El otro día no me dejo postear el comentario y no lo guardé, pero mas o menos la idea era la siguiente.
Me gustó la estructura del texto, me atrapó y también pude imaginarme la escena perfectamente.
Fue bastante cruel el final y me generó un sentimiento de angustia pensar en la pobre madre esperando al hijo.
Pienso que no esta bueno jugar con los sentimientos de la gente y menos por diversión.
Actualmente me da la sensación de que estamos en una sociedad egoísta que le cuesta pensar en el otro y ponerse en su lugar. La gran mayoría actua pensando en satisfacer sus deseos, sus necesidades más próximas (por ej de diversión en cuanto al texto) a cuestas de los demás.

Lorena dijo...

Vi que tenés linkeada la página Orsai de donde posteaste el último artículo, entre a chusmear y leí "Melancolía de mujeres analógicas", esta muy bueno! Sobre todo el análisis que hace de facebook, muy divertido! Lo recomiendo. Leería algún otro pero me tengo que poner a estudiar para otra materia =(
saludos!

Anónimo dijo...

Qué vergüenza!

Martín S. dijo...

Relacionado a lo del reconocimiento del otro, me parece que está vinculado a lo de apiadarse. A mi juicio, ellos se apiadan de su víctima cuando se dan cuenta de que pasaron un límite entre el hacer enojar y causar sufrimiento. Claro, ese apiadarse sólo se manifiesta en forma de culpa y de nada le sirve a la señora; el plato sigue ahí esperando.
Ese mismo apiadarse del otro que sufre, creo, es lo que genera el cuento en quién lo lee. Y en eso sí que tiene mucho que ver lo bien que maneja las emociones el autor. Dicho sea de paso, lo que más me gustó del texto fue cómo está escrito.
Saludos.
Martín.

Fede Fernandez dijo...

He aquí algunas frases que me parecieron importantes a la hora de analizar el objetivo del texto, que me despertaron curiosidad y me hicieron reflexionar (como creo que paso en todos los compañeros) sobre la maldad de los niños, y como uno se hace “grande” con pequeños/inmensos golpes que uno por si mismo no espera, pero que aparecen en el momento indicado, como perseguidos por una suerte de destino obligado.

“Nos creíamos dioses, y quizás por eso tocamos fondo en el cenit de nuestra gloria”.

“Ese tono intermedio entre la interrogación y la exclamación. El tono se llama “deseo”.

“Yo sentí, por dentro, la pulsión de la maldad. La sentí por primera vez en la vida”.

“Creo que no era yo el que hablaba. Eso que no sabemos qué es, eso que nos hace humanos y horribles, ahora estaba enquistado en mí y yo era su marioneta”.

“Nuestra adolescencia, supimos entonces, duraría hasta que se enfriaran los canelones de Daniel”.

Excelente relato, nos hace pensar sobre los miedos, la madurez, la culpa, el ahogo, la desdicha y la sórdida maldad.

fede dijo...

Quiero dejar en claro que no soy de los que leen blogs, ni que la lectrua por este soporte me simpatiza. Pero acabo de convertirme en ferviente lector del blog de Hernán Casciari. He leido 7 de sus textos y no puedo para de hacerlo. Su esritura es magnifica y sus maneras de percibir y contar anecdotas como historias ficcionales (o no tanto) me han llenado de regocijo.
Gracias por hacernos conocer estos escritores ocultos de la web que no hacen mas que hacernos pensar.
Saludos, Fede.

Germán A. Serain dijo...

Veamos...

Agus: La cuestión es tratar de ver qué es lo que permite que estas maldades sean posibles. Prima facie, entiendo que se trata de un problema de reconocimiento de la alteridad.

Anónimo: Me alegro que te haya gustado.

Agustín: Sep. Exactamente. Y Oswald Spengler... pero esto ya lo dije, ¿no es verdad?

Verónica: Uno cuando es chico... ¿Y cuando somos grandes? (Pensalo.)

Guadalupe: Germán está bien. Te agradezco mucho tu esfuerzo y tu comentario.

Mercedes: Buenas preguntas. Pero prefiero que las respuestas maduren todavía un poco más dentro de vos misma a darte mis apreciaciones personales al respecto.

Noe: "Nunca es triste la verdad", cantaba Serrat... De nuevo: la pregunta es por qué. Cuál es la circunstancia que da pie a esta situación. Alteridad...

Lorena: Por ahí pasa, precisamente: por el hecho de que nos cuesta pensar en el otro... como si de verdad se tratase de un otro. El otro es más bien...

Lorena (¿B again?): Está muy bueno, claro que sí. Y te digo: en definitiva sigue hablando de lo mismo, sólo que desde otro lugar. Vale la pena revisar los textos de este muchacho Hernán, te digo. Cuando tengas tiempo, claro.

Anónimo: ???

Martín: Levinas. La piedad sobreviene por un reconocimiento. La culpa está ahí, tenés razón. Pero la culpa aparece ante el reconocimiento del otro como víctima de nuestra acción. ESE es el quid de todo este asunto.

Fede: “Nuestra adolescencia, supimos entonces, duraría hasta que se enfriaran los canelones de Daniel.” Todos tenemos un momento en el cual podemos reconocer un antes y un después. Son momentos terribles, sea cual sea el motivo. Me alegro que te haya gustado el texto.

Noe dijo...

German, no sé si podré responder el porqué. Quizás se puedan econtrar indicios que nos lleven a entender un poco más...no?

Ceci dijo...

El primer comentario "anónimo" es el mío, Cecilia, no sé qué aprieto mal que a veces no sale mi nombre. Yo también estoy muy interesada en los textos del autor del cuento, es genial. Y los otros "anónimos" no me pertenecen sus dichos, pero no somos el mismo anónimo, jaja! Salu2,

Ceci
Preg: ¿Dónde está el texto de Bateson que se recomienda para el parcial?

Paula F Racing dijo...

El relato me pareció hiper atrapante. La escritura, sobre todo no deja baches sino que tiene un efecto gancho para serguirla hasta la culminación. Cuando acabé de leerlo, sentí que a veces me pasa lo mismo cuando cuento chistes de humor negro. Al fin de cuentas, no sabés qué tan gracioso puede resultar...
Me quedé pensando "pobre vieja", y no dejo de sentirme medio guacha como los chicos adolescentes, ya que alguna que otra vez hice algun chistecito de mal gusto por ahi. Quizá haya un poco de razón ahi, será hora de madurar?

Guadalupe Benitez dijo...

Acaso la inocencia tenga que ver con no darse cuenta de lo que ocurre. Y en ese Transcurrir me parece que claramente está la experiencia del otro, tanto en lo que respecta a lo que el otro hace, siente, vive, como al hecho de tener en cuenta la existencia del otro.

Recuerdo ahora las clases de semiótica, con Del Coto explicando los 3 momentos en que se constituye el cuerpo significante. Y lo recuerdo porque hay uno de los momentos en que el niño se dá cuenta que él y su madre no son la misma persona, el mismo cuerpo. A partir de ese momento, el niño es uno, y su madre otra persona.
En este relato precioso (Germán, me hiciste llorar, o yo estoy muy sensible) a mi me dá la sensación que el chico comienza a tener en cuenta a ese otro. Y encuentro como una vuelta, un giro en la existencia, desde aquel estadío en que el niño se siente solo, despegado de su madre, transcurre un tiempo, y vuelve a reencontrarse con otro, comienza como una comunión con un extraño, que al mismo tiempo, lo afecta. (en este caso, la vieja/interlocutor extraño)


Excelente relato. (se pueden hacer muchas frases y oraciones, conclusiones sobre lo que este me deja después de leerlo, pero lo primero que piensa mi mente, es lo que escribí arriba).


Guadalupe Benítez.