miércoles, mayo 21, 2014

Para el debate y/o la reflexión

La cuestión de las redes nos es relevante. En los últimos días, este video se volvió viral:




Tal vez estés de acuerdo con algunas de las cosas que se dicen allí. Pero te invito a que también leas este artículo firmado por Ariel Torres para el diario La Nación, y que después saques tus propias conclusiones.

Hace 50 años estábamos mucho más solos que ahora

Más o menos regularmente aparece un video que pontifica sobre lo mala que es la tecnología digital para las relaciones humanas. En general, se vuelven virales. La semana última, uno titulado Levanta la mirada  no sólo superó los 37 millones de vistas en YouTube -aunque con proporcionalmente escasos 300.000 me gusta-, sino que, al menos, reconoció, sobre el final de sus 5 minutos de duración, que para ver el mencionado corto hacía falta estar mirando la pantalla. Pero bueno, todo bien, se lo perdonamos.Tampoco le criticaré demasiado su planteo de que tiene 422 amigos y sin embargo se siente solo. Le diría que elija mejor a sus amistades, incluso en Facebook. O que revise el tema de la soledad con su analista; suena a síntoma. Dejaré asimismo de lado la afirmación de que somos esclavos de estos dispositivos. También somos esclavos del cuchillo y el tenedor en una comida social, favor de notar. Y la escena de la cita romántica en la que él mira su celular y ella se siente ignorada, bueno, acá va un consejo: nunca seas el plan B de nadie.Otra cosita: Gary Turk, el autor del video, dice que vivimos en un mundo de teléfonos inteligentes y personas tontas. ¿Es entonces una buena noticia que haya tenido 37 millones de vistas en YouTube? Te deja pensando.

Como dije, puedo pasar por alto todas estas cosas. Son un clásico del género. Ahora, lo que no puedo admitir es que la historia que se relata en el video caiga en esa falacia que Stanislav Lem visita con maestría en su libro Vacío perfecto. El razonamiento de que si el muchacho nunca hubiera levantado la vista del smartphone, entonces nunca habría conocido a su futura esposa es por completo inválido. Para el caso, no sólo hizo falta que levantara la vista. También fue necesario que naciera. Para llegar a nacer sus padres debieron conocerse. Para que eso ocurriera tuvieron que nacer (y conocerse y enamorarse) sus abuelos. Lo mismo todos sus antepasados hasta llegar al primer homínido, que nunca habría existido si los dinosaurios no se hubieran extinguido, dejando libre el ecosistema terrestre a los mamíferos. Así que el protagonista del video también le debe el amor de su vida a la caída de un asteroide 65 millones de años atrás. No me extenderé en esto. El delicioso texto de Lem, llamado De Impossibilitate Vitae / De Impossibilitate Prognoscendi, demuestra de forma implacable por qué esta clase de argumentos sólo tienen un barniz de verdad. Les recomiendo leerlo, sobre todo si el video los emocionó. La estadística no trata sobre la singularidad de los individuos. De eso se ocupa, acaso, el destino.

Hay otro planteo todavía más serio en este y otros videos. Es decir que el pasado, despojado de tecnología, era una maravilla. Viví muchos años en ese mundo ido y, de corazón, no volvería a aquella época ni por todo el oro del mundo. Además, la comparación es imposible. Por dos motivos. Porque no hay puntos de contacto y porque, siguiendo ese razonamiento, el siglo XVIII debió ser mejor que el XX, puesto que había mucha menos tecnología. Un lindo mundo sin vacunas ni refrigeradores. Sobre todo me preocupa la insistencia con que se retratan los buenos viejos tiempos previos a la digitalización como una época en la que  había más contacto humano. Sé de sobra y por experiencia que las pantallas no pueden reemplazar la presencia, y lo he dicho con todas las letras. Pero pintar de dorado las décadas que van entre, digamos, mediados del siglo XX y la aparición de las computadoras personales, a fines de la década del '70, es una patraña. No porque tenías que caminar 20 kilómetros, con suerte, para pedir auxilio si se te quedaba el auto en la ruta. Tampoco porque los teléfonos no permitían mandar mensajes de texto. Ni porque sacar una foto era un experimento químico que tardaba no menos de una semana en revelar sus resultados. Es fácil desacreditar aquellos tiempos basándose en las virtudes de nuestros dispositivos digitales, tanto como lo es desacreditar la hora actual basándose en individuos disfuncionales que usan la tecnología para agredir o desacreditar. El problema es mucho más serio: hace 40 o 50 años las personas no tenían más vida social que la que tienen ahora. Por el contrario. Tenían menos.

Salvo excepciones, la cantidad de vida social de las personas ha sido más o menos constante durante toda su historia. Es una función del tiempo disponible y las distancias, y no se basa en elecciones personales. Es un rasgo genético de la especie. Por eso, para el prisionero existe todavía un castigo peor: el aislamiento.
Una encuesta reciente que cita Roxana Morduchowicz en su libro Los chicos y las pantallas, muestra que los adolescentes de hoy, esos a los que se pinta como enfrascados en sus smartphones y alienados por los jueguitos, prefieren antes que nada salir con sus amigos. Obvio. Además de adolescentes son homo sapiens. Lo que ocurre en la actualidad, de hecho, es casi es lo opuesto a lo que se retrata en el video. Las telecomunicaciones digitales, omnipresentes, económicas y trasnacionales, han agregado una capa de socialización que antes no existía. No vino a reemplazar, como machacan los nostálgicos, el cafecito cara a cara, sino que nos proporcionó una nueva dimensión de encuentro. Es la primera vez, desde que éramos pequeños asentamientos donde todo intercambio se daba cara a cara, que tenemos la posibilidad de conectar con otro a cualquier hora, en cualquier lugar. Lo hacemos porque estamos socializando, porque la pulsión social es una de las más poderosas de nuestra naturaleza. Quizá por primera vez estamos socializando tanto como cuando no existían estas urbes inmensas. Mirar la pantalla es, muchas veces, levantar la mirada cuando no hay nadie alrededor. Algo que ronda lo discriminatorio en este video es que pasa por alto el hecho de que las nuevas tecnologías de telecomunicaciones les han permitido socializar mucho más a las personas que tienen sus capacidades físicas limitadas. Lo de tomar un cafecito está muy bien, siempre y cuando puedas salir fácilmente de tu casa. Que familias, parejas y amigos se la pasen enfrascados en sus teléfonos sin hablarse puede ser cultural, pero es sobre todo una exageración. Basta salir un poco para ver que muchas parejas, grupos de amigos y familias siguen charlando como en los buenos viejos tiempos. En el mismo tono está el asunto de las plazas vacías de niños. ¿Realmente es así? ¿Dónde? El video no lo dice, y esa generalización parece más bien algo del orden del prejuicio contra la tecnología.

Hace poco, frente a una escena donde el papá estaba mirando su tablet, mamá la suya y los dos chicos jugueteaban con sus smartphones, alguien me hizo el típico comentario indignado sobre la falta de diálogo que causan las nuevas tecnologías. Así que me levanté, caminé unos pasos, y rápidamente observé lo que cada uno estaba haciendo con sus pantallas. Papá estaba leyendo una nota sobre un partido de fútbol, mamá  estaba ojeando la cartelera de cine, la niña estaba con un jueguito y el más pequeño con una app para colorear. Así que, de regreso a la mesa, pregunté: ¿qué pasaría si papá estuviera mirando la sección Deportes del diario; mamá, la cartelera en la sección Espectáculos, y los chicos mirando libros de cuentos bellamente ilustrados? Nos parecería una escena de la vida cotidiana, y la falta de diálogo sería idéntica. Por supuesto, hay quienes se exceden con la tecnología. No son diferentes de los que se exceden con el alcohol y se diploman de aguafiestas. Pero hoy hay más vida social que cuando todo lo que tenías en tu casa era un televisor en blanco y negro, un teléfono de baquelita y ninguno de tus amigos respondía las llamadas. Hoy, en esa circunstancia, te vas a Facebook o a Twitter o algo por el estilo. Hace 50 años no te ibas a un cafecito y te sentabas a charlar con desconocidos. Hace 50 años estábamos mucho más solos que ahora.

13 comentarios:

Francisco dijo...

"Ni muy, muy, ni tan, tan" diría mi abuela. Ni somos unos tarados con celulares, ni somos el summum de la sociabilidad con el otro. ¿La técnica es una ortopedia social? ¿o una herramienta que en su propia naturaleza porta la dominación? (¡Buen día para vos que cursas seminario de informática!) Voy a parafrasear a German que dice que "somos unos jodidos" pero con un estilo un poco más brutal: Yo pienso que somos los mismos hijos de puta de siempre pero ahora tenemos celulares! jaja.

Unknown dijo...

Me encantó la nota, debo decir, mucho más de acuerdo con lo que creo que el video. La tecnología suele suscitar este tipo de "reacciones apocalípticas", y la manía general de ver que "el pasado siempre fue mejor", uffff. Los usos de la tecnología son variados, hay quien le agarra pánico si sale de su casa sin celular, y otros que no les importa... como siempre. Ahora, si creo que la tecnología nos acerca. Un claro ejemplo: estamos haciendo el tp sobre angustia en extranjeros y la mayoría mencionó el contacto que tiene con sus familias y amigos a la distancia a traves de facebook, skype, watsapp, etc... como un medio mucho más económico para estar en contacto con la gente que extrañan... podés charlar con tu mamá, incluso ver cómo le quedó el corte de palo casi en tiempo real, varias veces por dia incluso si querés, etc... cosa que en otro momento hubiese sido imposible. Poder enterarme en qué andan mis amigos que hace tiempo que no puedo ver porque solo tengo 2hs libres entre el laburo y el estudio, es ser antisocial?? Es "perder oportunidades"?? Me parece, francamente, ridículo. Es más, yo me reencontré, después de muchos años, con quien hoy es mi novio, gracias a Facebook...

Manuela Tapia dijo...

Pienso muy parecido que mi compañera. Cuando vi el video, si bien algunas cosas me parecieron muy poco realistas, dije "sí a veces estamos estupidizados por la tecnología, la dependencia al aparatito ese me supera!" Después leí la nota y me sirvió para pensar todo desde otra perspectiva y ver lo positivo que puede tener la tecnología y las redes. En fin creo que todo depende del uso y la utilidad que uno le dé. Si bien Facebook no me ayudó a reecontrarme con nadie,como le pasó a mi compañera, hoy en día Skype me permite hablar y ver continuamente a mi novio que desde hace un tiempo está a km de distancia.

Keila dijo...

El ejemplo que da el video con el tema de conocer al amor de tu vida si largas el celular tiene que ir al extremo, en mi opinión, para generar efecto. Es cierto que siempre existieron, por ejemplo familias que no se daban bola por leer el diario, como cita el artículo. No vamos a negar que se escuchó mil veces eso de que los celulares son malos. Pero el video no esta glorificando todo tiempo pasado y tampoco diciendo que las pantallas son un invento demoníaco. Apela, obviamente mediante recursos muy emotivos típicos del genero y su sustento, a un uso consciente y a una conexión en este tiempo y espacio con lo que te rodea. Porque hay un tiempo para todo y si, uno llega a un ostracismo bastante importante con la pantallita pegada a la nariz todo el santo día. Me ha pasado que en alguna situación en el colectivo, digamos una frenada brusca, que uno busca instintivamente por así decirlo comentarlo con el de al lado. Y si ese tiene auriculares a uno le quedan las palabras en la boca. Es una pavada, pero es una de esas cosas tontas, socializaciones breves y distendidas que algo le suman al día. Es lo mismo que ayudar a alguien a encontrar una calle o kiosco o lo que sea. Como decían más arriba, ni muy muy ni tan tan. Conciencia nomás y con eso estamos. Es a lo que va el video. El autor de la nota se quedó en la superficie, me parece a mí.

eva dijo...

yo soy más frankfurtiana jajaja no creo que seamos imbéciles que nos dan un juguete nuevo y estamos boludeando durante horas para sumar puntos, pero entonces me subo al bondi, veo a una señora de mil años jugando al Candy y me quedo pensando. ¿Entonces? Capaz no tenés ganas de leer un libro y escribir tus memorias pero ¿por qué no se puede simplemente escuchar música y, justamente, levantar la mirada? Obvio que también hay gente que lee libros o mira por la ventana, pero hay mucha que se pasa un viaje en ese submundo.
Está para charlar y discutir porque es el debate de siempre y tanto el video como la nota son modos extremos de ver el mundo (rescato mil veces más el video que la nota, me parece mil veces más interesante). Lo único que me molesta es el tono del texto capaz, los recursos que utiliza y algunas (varias) ideas. No creo que estemos más o menos solos pero sí creo que si nos parece que hablar con desconocidos por la web es estar acompañado, estamos mal. Este tipo dice que la gente no se sentaba a hablar con un extraño en un cafecito, y está perfecto. Tendrá razón, o no. Pero está equivocado si piensa que el fb o el twitter son remotamente comparables a un bar.

Unknown dijo...

Creo que gastamos demasiadas energías de nuestra vida comparando y SIEMPRE va a haber cosas peores y mejores, todo dependiendo del angulo desde el cual se mire. IGual la nota me gusta mucho proque dista de los muchos comentarios que me llegaron del estilo "miralo, llore con este video" "que cierto, hay que desconectarse" y bla bla.. Tal vez me ataco un poco por el video porque soy bastante hipnotizable por el celular pero la realidad es que tambien opino un poco como en la nota... cuando estoy pegada a la pantalla la mayoria de las veces estoy interactuando con amigos, conocidos, desconocidos.. pero virtualmente. Osea que por usar el aparato tampoco es que perdí la socialización. En fin, eso.

Agustina N dijo...

Comparto con la mayoría de los comentarios anteriores que el video es bastante apocalíptico. La nota... comparto algunas cosas pero no la tomaría como mi bandera. Sí, es cierto (para mí) que las pantallas no nos hacen más o menos sociables. Sí, tampoco sirve de nada llorar por los viejos buenos tiempos (si es que en algún momento existieron). Esos planteos, como al autor de la nota, me suenan a nostálgicos estancados en rigideces.
Personalmente, creo que la pregunta no es si la tecnología nos acerca o nos aleja. Eso es tan pertinente como preguntarse si es "buena" o es "mala". La técnica es, ante todo, humana. Y lo que nos habilita o permite es justamente preguntarnos sobre qué es lo humano (en sintonía con lo que hablamos la clase pasada, y también con el compañero que mencionó Seminario de Informática).

Juan Calabozo dijo...

Feliz domingo 2. Dos cosas:

a) El video está contando algo, no te está diciendo que es la verdad revelada. Exigirle rigor científico es un error. Juzgarlo en esos términos es tomar el error y opinar sobre el mismo, sin salir del error.

b) como buen estudiante de sociales de la UBA, te lo deconstruyo y relativizo. Como han hecho lxs compañerxs antes. Ningún dispositivo cambia per se la socialización, podrá (con todo) modalizarla. Así como internet no mató a la tv, ni la tv a la radio, ni el cine al teatro.

Anónimo dijo...

Un poco de lo que ya se dijo, en pocas palabras, creo que depende del uso que le de cada uno.

Ángel dijo...

Estamos en un proceso constante de cambios profundos en una gran cantidad de niveles (políticos, culturales, ideológicos, económicos, identitarios, etc.) y no tiene por qué darnos la cabeza para entenderlos a todos en este momento. Hay una parte de nosotros (de todos los individuos de nuestra "especie" para hacerlo más abarcativo) que tal vez nunca haya cambiado y nunca lo hará, y otra parte que es precisamente aquella que viene cambiando constantemente en cada generación, en cada lugar de la tierra, en cada individuo y es la relación entre esas dos partes la que constituye lo que cada uno de nosotros es. Justo esa zona, la más borrosa de todas, es la más importante. Saludos.

Unknown dijo...

coincido con Francisco.
Ya tenemos maneras de ser propias del ser humano que pueden manifestarse diferente frente al celular.
De todas maneras quiero contar una anécdota que ocurrió hoy en el subte:
Estaba esperando con una compañera en el anden. Llega el subte. Subimos y alguien grita: "no arranque! no arranque! se cayó un hombre!!"
Inmediatamente se abrieron las puertas. Todos salimos y vimos cómo intentaban sacar al hombre debajo del vagón.
Al parecer, por lo que contó la chica que estaba al lado del hombre, ni bien había frenado el subte, el tipo se mandó de una entre medio de los dos vagones!!
vieron que está la unión entre una formación y otra, bueno, el tipo se metió ahí pensando que era la puerta del vagón y obviamente se cayó a las vías.
Ahora bien, la hipótesis de todos los que escuchábamos el relato de la mujer fue que el tipo estaba tan distraído que ni siquiera vio hacia donde se dirigía. Se mandó de una. Quizás estaba distraido mirando el celular...
todavía no lo sabemos, pero es muy probable!
Así como se distrajo con el celular, se pudo haber distraído con cualquier otra cosa. Por lo tanto, la culpa no la tuvo el celular, sino el despiste del hombre

Erika Ramirez dijo...

Despues de este ultimo comentario es dificil arrancar sin antes preguntar si el hombre distraido salio bien de esa situacion. Essa deberia ser una buena anecdota para una consigna de German, el de las "Verguenzas".
Bueno con respecto a esta distancia entre hay entre la perspectiva del video y la nota, me encuentro muy al lado de la opinion del compañero Francisco..."Ni muy, muy, ni tan, tan". Creo que es inevitable estar atravesados por la tecnologia, muchas veces por gusto y otras veces porque sino el sistema te excluye. Es lamentable que esto sucede pero la realidad es que a mucha gente no le gusta usar mails, redes sociales o que en los trabajos se dependa tanto de las compu y los sistema y añoran cuando las cosas se hacian de manera artesanal pero bueno ya no hay vuelta atras, a medida que pase el tiempo creo que las diferencias entre las personas que utilizan esta herrramienta y las que no, va a traer consecuencias crueles.
Por otro lado me parece cualquiera ese ejemplo de encontrar al amor en la esquina de tu casa, me parece cursi y berreta. No comparto esa fatalidad de creer que la tecnologia te pierde como ser humano y que no vas a vivir las mismas sensaciones que si no las usaras.
Comparto con mi compañera Caro que nosotros en el trabajo practico pudimos observar cómo para las personas que viven en nuestro pais la tecnologia ayuda a no sentir tanta angustia a pesar de las distancias fisicas con sus seres queridos por ende para esas personas no tener Internet un dia es algo fundamental ¿esta mal eso? Creo que el video no contempla las cosas buenas tambien y esa no es una posicion que comparta

Pablo Sturba dijo...

Leyendo los comentarios de mis compañeros, viendo el video y repasando el aporte del artículo que continuaba a las imágenes, todo se resume en los usos que el hombre le da a las herramientas que él mismo confecciona. Hace varios años decidí quitar mi televisión del cuarto porque me daba cuenta que hacía todo con el aparato encendido. Y me generó, en un momento dado, tanta vergüenza, me sentía tan estúpido, ¿Por qué tener un reproductor de discursos constantes si ni me interesaban? esa televisión encendida era una "presencia" constante que me mantenía alejado de la soledad. Una presencia ficticia. La soledad que hace años reina mi habitación, me ha generado mas libertades y fortalezas. Sin embargo, recurro a la televisión del comedor, en las ocasiones que deseo, para satisfacer un rato libre de información, o divertimento televisivo. Mi viejo, cuando era chico, me ponía límites en el consumo de la televisión. Y creo que eso mismo hoy funciona con los celulares, y demás aparatos tecnológicos.
El problema también está en el tipo de discurso que esos aparatos generan. No es lo mismo leer un libro en el colectivo, que leer twitters, facebooks, y demás aplicaciones. El consumo de discursos se vio modificado por los usos, no por los dispositivos en si. Un debate interesantísimo, ojalá se de en clase.