miércoles, agosto 27, 2014

Un poco de Teología para comenzar






Estos dos videos me parecieron divertidos como para comenzar a pensar en algunas cosas. El primero tiene escenas de un clásico de Woody Allen (Hanna y sus hermanas) y nos lleva a preguntarnos si acaso es posible ELEGIR creer en algo, como resultado de un acto de voluntad. El segundo, nos remite un poco a los dioses de la antigüedad clásica, que se caracterizan por ser poderosos, pero también pasibles de verse dominados por todas las miserias propias de lo humano, las pasiones sobre todo (exacerbadas, por supuesto, por el hecho mismo de tener mucho poder), pero también las contradicciones e incluso la posibilidad del error. También podríamos pensar en aquel texto de Mario Benedetti que se compadecía por la soledad de Dios... Los dioses en teoría no se psicoanalizan, pero mal no les vendría.

Les dejo una pregunta para que respondan en los comentarios de esta entrada, después de la lectura de las Meditaciones metafísicas de René Descartes. Digamos que todos creemos en algo. No me quiero meter en la concepción que cada uno de ustedes tenga de eso que algunos llaman Dios. Pero la pregunta es: ¿Qué pasa si en realidad Dios fuese algo diferente de lo que vos creés que es? La pregunta aplica también al caso de que digas que no creés en Dios, puesto que también allí hay en definitiva una creencia, por más que se resuelva en sentido negativo. ¿Qué pasa si creés que no hay, y resulta que sí?... "Me persigno por si acaso, no sea que Dios exista", cantaba el Chacho Echenique, y lo podremos acusar de cualquier cosa, menos de no ser prudente.

Como sea, comenten qué ideas les surgen como corolario de esta breve introducción. Y recuerden que además del texto de Descartes, como material bibliográfico adicional a lo publicado tienen este otro que aquí les dejo: las Doce pruebas de la inexistencia de Dios del pensador anarquista francés Sébastien Faure, del año 1926.

3 comentarios:

Nicolás dijo...

¿Qué pasa si vos crees que no hay, y resulta que sí? Me quedo con esa pregunta. Creo que el problema radica en esa dualidad: es creer o no creer. Pero si nos ponemos a analizar en las pequeñas cosas, o esas cosas que habitualmente no se analizan como hace Descartes, es muy difícil no caer en la contradicción. Voy a poner mi caso particular. No creo en Dios, no creo en la religión, no creo que haya algo más allá del ser humano (salvo otros humanos que tejen y tejen por sobre nuestras cabezas). Sin embargo, como enfermo del fútbol y más precisamente de mi querido San Lorenzo de Almagro, cuando un contrario osa pisar el área del Gasómetro intentando clavarnos un puñal a la red es instantáneo/irracional gritar Kiricocho (un hincha tildado de mufa que para que no lo cargaran más, usó su condición en contra del rival por decirlo de alguna manera). Entonces ahí encuentro mi contradicción. Podría hacer el paralelismo con el dicho "no existen las brujas pero que las hay, las hay". Puede ser que el miedo juegue un papel importante. Miedo a lo sobrenatural, miedo a algo que está mucho más allá de nuestras manos. Si no creo en algo más allá de lo humano, ¿por qué pienso que por una palabra voy a poder cambiar el desenlace de una acción? Yo sé que no, sin embargo lo sigo haciendo. Mirá si lo dejo de hacer y el domingo River nos clava 3 pepas...

Tamara Flores dijo...

Es muy interesante lo que plantea Nicolás. Creo que por un lado, el ser humano necesita creer en algo y aferrarse a ese algo, aunque quizá ni entienda aquéllo que apoya. También apoyo esa idea del miedo. El miedo a lo desconocido, lo extraordinario, lo sobrenatural- Y supongo que la causa de ese miedo, es el desconocimiento o la poca exactitud que se tenga respecto a eso que nunca se vio o nunca se tocó.
Ambos textos son interesantes, tanto el de Descartes como el de Faure. Cada uno da sus razones de la existencia y la no existencia de Dios (respectivamente). Y resultan ser (por lo menos para mí)coherentes y convincentes- Pero creo que hay un tema que no se toca, sobre en el texto de Faure, que es el de la fe. Aquello que uno siente que hay y que existe, a pesar de nunca haberlo visto, y creer en eso (Dios) fervientemente-
Entiendo que los dos son muy "racionales" al querer entender a Dios, pero un creyente católico (aún a pesar de no entender ciertas cuestiones de Dios)debiera por lo menos sentir esa Fe de la que tanto se habla.
Podemos discutir la existencia de Dios, pero lo que una persona siente o cree respecto de Algo que está más allá de toda expicación racional, aunque no se pueda describir bien con palabras, es real.

Ivana dijo...

Me parece que para discutir la existencia o inexistencia de Dios primero es necesario plantear que entendemos por Él (o Ella, pero me voy a seguir refiriendo a un Él). Es inevitable tener que indagar en la concepción de cada uno.
Por ejemplo mi pensamiento sobre Dios vuelve vano el planteo que hace Faure sobre la creación. Para mí eso no es relevante, no prueba ni refuta nada. El origen del mundo es algo que jamás vamos a saber y tampoco hace falta, nos excede. Para mí Dios es otra cosa, sí es perfecto y eterno, pero no en un sentido idílico y casi fantasioso como a todos los que fuimos alguna vez a una institución creyente nos dijeron; sino en un sentido real.

Sostengo que somos imperfectos, sólo Dios no lo es. Él está dentro de nosotros: todas nuestras virtudes son de Él. Cada vez que hacemos sentir bien a otro es Dios el que está obrando a través nuestro. Sin embargo, no puede existir la bondad absoluta sino carecería de sentido en sí misma. Algo no podría ser considerado bueno sin poder contraponerlo a algo que no lo sea, sería una calificación sin sentido. Por ende también existe el ‘diablo’, para llamarlo de alguna manera, y todos tenemos una parte de él. Cada vez que hacemos algo malo adrede es este otro el que se manifiesta. Nadie es puramente malo o bueno, todos tenemos un Dios y un diablo interno, y depende de nuestra elección a quien queremos alimentar.

Esto también echa por tierra el argumento de Faure de que Dios no permitiría que exista el infierno, que somos esclavos de su voluntad y que se muestra a uno y a otros no, porque él está en todos sin importar ninguna condición física o mental, religión, etcétera, etcétera.

Nosotros somos finitos: un día vamos a dejar de respirar y el cuerpo sin el alma, y a la inversa, no es nada. Son indivisibles. Sin embargo Dios es eterno porque no sólo es mis virtudes sino las de todos los demás. Toda esa suma de bondad es Él, por eso es perfecto, y como van a seguir naciendo personas Él va a seguir existiendo. Y lo mismo, aunque nos pese, con el mal.

Este es básicamente mi pensamiento, espero haber sido lo suficientemente clara para no quedar como una loca jajaja.