sábado, julio 17, 2010

¿Es cierto que la gente se entiende cuando habla?

El diario Clarín de hoy publica una entrevista a Pedro Luis Barcia, presidente de la Academia Argentina de Letras. Allí habla, entre otras cosas, de las groserías verbales, y sostiene que no le preocupan, excepto cuando se hacen demasiado frecuentes. En tales casos reconoce que lo censuraría, pero no tanto en defensa de las buenas costumbres como de la propia puteada: "Porque la puteada es un bien de la lengua que se debe preservar para momentos contundentes. Y no hay que pervertirla ni banalizarla, como se hizo con la palabra boludo, que inicialmente tuvo un valor descalificativo y hoy no tiene nada." Luego reconoce que, en cambio, la palabra pelotudo ha mantenido un peso específico natural. Seguramente por la particular sonoridad de la letra p, hubiese señalado el Negro Fontanarrosa...

Pero lo que hoy más quiero rescatar de esta entrevista aparece recién en el último párrafo. El periodista pregunta: ¿Es cierto que la gente se entiende cuando habla? Y Pedro Luis Barcia responde:

"La gente se entiende menos de lo que cree porque maneja palabras grandes. La palabra grande, al serlo, tiene mucha cavidad y todo el mundo pone algo distinto adentro. Como en la palabra amor, usada para acostarse con alguien. La intención con que la mujer la recibe es sentimental, y el hombre le pone carga erótica. Ahí se produce el malentendido. Por eso es difícil llegar a acuerdos finales."

14 comentarios:

Roberta dijo...

Me gustó eso de las palabras grandes. Además, en el caso del amor, siempre pensé que era una palabra devaluada, todos la dicen para cualquier cosa y para mi es una cosa muy importante (el te quiero también pero bueno, ya tendríamos que hablar de cómo expresar sentimientos adecuadamente y además de que todos opinaríamos diferente nos salimos de tema ajaja)
Un saludo a vos Germán y a todos los que pasen!

Germán A. Serain dijo...

Es curioso, porque al final pasa lo mismo con la palabra "amor" que con el insulto. Tanto la declaración amorosa como la puteada terminan siendo palabras devaluadas. Hasta podríamos hacer un listado de palabras que ya no logran decir lo que pretenden...

Y sin embargo, seguimos aquí, teniendo la palabra al alcance de los dedos que las tipean, o en la punta de la lengua y los labios que la articulan, comunicándonos lo mejor que podemos.

Germán A. Serain dijo...

Y por supuesto:
(Primera parte)
http://www.youtube.com/watch?v=ErGLhqYJOrk&feature=related

(Segunda parte)
http://www.youtube.com/watch?v=J_KpLnsq9A8&feature=related

Mariel dijo...

Sí, tal cual.Y en términos de Bateson, la lengua es sólo el mapa de un territorio que tal vez nunca llegaremos a conocer.

Mapa Bianchi dijo...

Que lindo es tener tiempo para entrar a leer el blog. Germán, te recomendé con una amiga que va a cursar con vos el prox cuatri!!
Con respecto a lo de las palabras me parece increible, creo que sería mejor para la humanidad que todos entendamos que existe algo más que el significado y el significante y eso es lo que hace complicado entendernos. Yo intenté poner en práctica esto y realmente me resulta. Antes de plantear una conversación trato de explicar qué entiendo por cada concepto importante que voy a hablar y siento que de esa forma es un "poco" más clara la charla... (igual sigue siendo dificil)

Besos grandes!

Germán A. Serain dijo...

Pero Mapa... cuando vos decís "besos grandes", al final de tu comentario... ¿Qué es lo que me estás queriendo decir, exactamente?...

(Soy malo, lo sé. Pero ya lo ves, el problema es ese: no podemos estar todo el tiempo cuidando cada cosa que decimos, cada palabra, cada gesto. Así y todo la comunicación fluye, y a veces hasta llegamos, gracisa a ella, a encontrarnos. Un beso también para vos.)

Stella H. dijo...

"Podemos comprendernos unos a otros, pero sólo a sí mismo puede interpretarse cada uno"
Hermann Hesse ("Demián")

Sólo cada uno sabe el significado que le da a una palabra. Y eso es fruto de la cultura, la educación, las experiencias vividas, etc, etc, etc.
Mientras tanto podemos intentar comunicarnos, entendiendo que lo más probable es que haya un ruido en la conversación. Y que aunque le expliquemos al otro lo que significan "x" palabras para uno, el otro podrá entendernos, comprendernos, pero no realmente interpretarnos.

Anónimo dijo...

Tal cual, Mapa! Qué bueno tener tiempo para entrar a este blog sin presiones!

Mariel dijo...

Anónimo=Mariel

Germán A. Serain dijo...

¡¡Che!!... ¡Como si yo alguna vez los hubiera PRESIONADO para entrar al blog!...

En cuanto a lo demás...

No sé cuál será el preciso sentido que debiéramos darle a las palabras "comprender" o "interpretar", en la frase de Hesse, que por cierto no recordaba. Pero será cierto, como bien dice Stella, que cada uno le pone a la palabra el sentido que pretende, y el otro que luego haga lo que pueda al momento de decodificar. Y crucemos los dedos, si queremos evitar malos entendidos.

Hace nada más un rato envié un mensaje de texto a través de mi celular que decía: "Te quiero mucho". Era un saludo por el Día del amigo, y el destinatario era (es) una mujer. Curiosamente, me sentí obligado a incorporar el "mucho" para que el "te quiero" no sonara demasiado ambiguo. Y muy a pesar de que dicha ambigüedad venía, en verdad, más que bien al caso.

Se me hace paradójico: usar un aumentativo para morigerar el sentido de la expresión. Porque un "te quiero mucho" debería ser más que sólo "te quiero", aunque ciertamente menos que un "te amo". Pero al mismo tiempo sólo "te quiero" es más provocador, más inquietante. Tal vez porque habilita a las preguntas subsiguientes: ¿Me querés cómo?... ¿Me querés cuánto?... Pienso en voz alta. Si es que la expresión sigue siendo válida cuando se tipea en silencio. Y me excuso por eso. Y también por ese "mucho" que, ahora me doy cuenta, uno escribió más que nada por prudencia (no cobardía, pues todo lo que debió ser dicho fue dicho en otro momento). Porque su verdadera función no es definir una cantidad de cariño, sino evitar esas preguntas que, de ser formuladas, lo podrían obligar a uno a salir de la siempre protectora ambigüedad.

Así es el lenguaje. Un juego de intenciones no siempre declaradas.

(Ya ven: también yo hago catarsis a través de este blog.)

Roberta dijo...

Guarrrrrrrrrda con los te quiero y los te quiero mucho y esas yerbas (?)
(se nota demasiado que les tengo mucho respeto? ajajajaaja)

pd. Feliz dia del amigo, porque el blog también es nuestro amigo de alguna forma, siempre dependiendo de qué entendamos por ésto último, y ya vemos que las cosas que entran en cada palabra son infinitas en muchos casos.
pd2. no me importa que sea un día marketinero, si sirve para pensar algo aguante el sistema capitalista ajajaja (y pensar pensamos seguro, al menos vos Germán con tu mensajito jeje)
pd3. si alguna agrupación de sociales lee mi pd2 no lo tome a mal, aguante el sistema a veces ok? (perdón tanta amistad en el día de hoy me dejó haciendo chistes nabos)
pd4. como me gustan las palabraaaaaaaaas!!!!

au revoirrrrrrrr

Germán A. Serain dijo...

Sep. También a mi me gustan las palabras, como se habrá notado. Será porque se niegan todo el tiempo a ser dominadas, pero a la vez nos dejan hacer con ellas lo que querramos.

(No sé si el blog sea un amigo, pobrecito él, que se limita a decir las cosas que nosotros le hacemos decir. Pero me gusta imaginar que la docencia bien entendida tiene que ver con un afecto que va más allá de los claustros. Aunque sea por vía informática.)

Stella H. dijo...

No lo veo como un amigo. No sé. Sería un amigo que escucha pero no habla. No expresa más que nuestros pensamientos y sensaciones.
Igual creo entender a lo que te referis Ro. Sólo que no lo comparto.
Besos

Germán A. Serain dijo...

A todo esto, la señorita de marras, a la cual hice referencia más arriba, respondió mi mensaje con una formulación de lo más extraña. El mensaje (el de la señorita, I mean, que llegó como respuesta al mío) decía "no seas..." (¿tonto?... presumo que esa era la idea, pero... ¿cómo no serlo?) y más adelante incluía un "yo también te quiero". Y no decía "mucho". Pero remataba con algo mucho peor: con un "cuidate".

¿Entonces?... Pues entonces ¿Me querés cómo?... ¿Me querés cuánto?... Seguro que no me querés del mismo modo en que yo te quiero, en todo caso. Y esta acusación sería razonablemente correcta, pues no se puede querer como otra persona, pues no somos esa otra persona. Y explicar las cosas del querer es como querer (valga la redundancia, pero aquí la palabra significa otra cosa) explicarle al ya proverbial ciego de nacimiento qué cosa son los colores.

Las palabras... Al final no dicen ni lo que dicen. O no tanto. Pero es tan difícil llegar a acuerdos finales.