miércoles, agosto 01, 2007

Ficción, realidad, violencia, turismo

Un artículo si se quiere ingenuo aparecido en el portal Infobae, acerca de los motivos por los cuales a la gente gusta de ver películas de terror, es el puntapie inicial para una serie de relaciones acerca del gusto-disgusto, placer-displacer, amor-odio.

Por empezar, ya no hablamos de ese cine de terror (léase suspenso) al cual aludía Hitchcock cuando decía que no debe mostrarse el estallido de una bomba, sino la bomba debajo de la mesa, y a los comensales comiendo ajenos al drama que está por suceder. Hoy el cine no es de suspenso, sino de espanto, y no importa la bomba, sino la sangre y las mutilaciones que -efectos especiales mediante- puedan reproducirse y mostrarse.

El artículo de Infobae dice que la gente puede sentir emociones negativas y positivas al mismo tiempo y que por eso puede disfrutar de ser asustado. Otros ejemplos de lo mismo: subirse a la montaña rusa, tomar jugo de limón en ayunas, las distintas formas imaginables del masoquismo -pegame y decime marta-, casarse y tener hijos, presenciar una ejecución en directo.

Lo del matrimonio es, por supuesto, casi una broma, pero la verdad es que hay innumerables relaciones patológicas que se sostienen en una extraña lógica que hace coincidir, en un mismo lugar y tiempo, la necesidad de un otro (individual o social) que representa una relación idílica y deseable a la vez que una pesadilla.

Y en cuanto a lo de las ejecuciones, tanto podemos pensar en los linchamientos que han tenido lugar a lo largo de toda la historia del hombre como en un concepto más moderno como el del cine snuff. ¿Será éste el límite mediático que resta romper para violentar nuestros adormecidos sentidos? Hablamos de una droga: cada vez necesitamos estímulos más fuertes para conmovernos. Ya no alcanza con la sugerencia de una bomba debajo de la mesa: necesitamos verla estallar, y luego el detalle de sus efectos. Pero hay quienes ya no se conforman con ficciones y necesitan la toma de video que refleje lo real. He aquí el sueño de todo productor de un reality show: que alguien muera en cámara. Si es en medio de una escena violenta, mejor. Sin embargo, esta no es una cuestión nueva, ni exclusivamente mediática. ¿Por qué razón una persona asistiría a una ejecución pública, por ejemplo? En ocasiones puede que se lo obligue, como un modo de escarmiento. Pero por otro lado opera el morbo.



Otra faceta más de lo mismo: en un artículo de la revista Parabólica, Marcelo Expósito habla del turismo de guerra. "La guerra es también un destino turístico. Una de las atracciones turísticas más populares es, en efecto, el campo de batalla en el cual la guerra ha sido luchada. Los lugares solemnes de la guerra parecen incongruentes con el presumible deseo turístico de dejarse llevar por placeres y divertimentos despreocupados. Pero estos lugares son una llamada a otro deseo: el deseo por lo extremo, que está unido a la fascinación por el heroísmo. El campo de batalla es un lugar altamente dramático, ideológicamente codificado y sacralizado por la sangre vertida. Los campos de batalla son fuertes atracciones turísticas en tanto que alimentan directamente el deseo del turista por el aura, una cualidad profundamente ausente en nuestro mundo mediatizado; un aura que, según se cree, puede ser encontrada en los espacios del pasado cultural. Un lugar donde un soldado murió por una causa será visitado sin duda por otras personas."

Pero no se trata sólo de visitar lugares históricos: las compañías turísticas organizan tours por los lugares más calientes y peligrosos del planeta, y se editan guías con consejos especiales para esta clase de viajeros. Se diría, en resumen, que es evidente que el horror nos atrae, en mayor o menor medida. Está muy bien eso de la ficción, pero no nos hemos limitado sólo a ella, ni mucho menos. ¿Será acaso un modo de distraernos de nuestra propia e insoportable fragilidad? ¿O será un modo de ceguera que todavía no hemos alcanzado a superar en nuestra precaria evolución animal?

5 comentarios:

Anónimo dijo...

No será que el horror y la muerte nos hace disminuir esa fobia a lo inesperado y a la vez esperado? Saber que el "otro" se muere, estar en el lugar donde "alguien" murio, ver a alguien morir, ¿no tendra que ver con las ideas sobre la muerte que circulan en los imaginarios?. Es inexplicable lo que voy a decir, pero ¿sentir la muerte cerca, no disminuye el miedo a la muerte? Supongo que estas reflexiones tienen algo en comun con esa postura: "ver tanto sexo explicito disminuye el placer, llamemosle "real"...no sé.
De paso, saludos de un alumno "viejo".

Anónimo dijo...

"Viejos son los trapos", diría mi vieja (perdón, mi señora madre).

Es posible que tenga que ver con esto que decís, Lucas. Y quizás sobrevivir a otros ofrezca la vana ilusión de acceder a una modesta cuota de inmortalidad.

Anónimo dijo...

German, de paso, en una visita a la casa de mi madre husmeando en su biblioteca, me tope con:
"La insoportable levedad del ser". No dude ni un segundo, y hoy me encuentro a mitad de su lectura. Me asustó que ella me dijera: "te va a hacer bien"...jajaa
Supongo que en algun punto, mi interes surge de alguna clase que alguna vez tuve en la facultad de sociales.....

Anónimo dijo...

Cuando leo este tipo de cosas me digo: "estamos enfermos..."
Una pelea en la calle y todos se acercan, pero no a separar sino a ver cómo se pegan...
Cabezasos en el subte y nada... bah... si... doscientosmil pares de ojos puestos en esos dos hombres sacados, viendo cómo la rabia va aumentando y cómo la mirada (la de los protagonistas, no del/los voyeur/s) se va perdiendo en un mar de odio...
Digo... no es necesario detenerse en un film de terror para comprobar que el hombre está un "poco raro"... cotidianamente nos topamos con especímenes adictos a la violencia y por qué no decirlo.. a la muerte...
Recuerdo que una vez,cuando niña, ante un cura dije...
- "Padre, he atentado contra todos los mandamientos... sí, hasta he matado...".
- "¿Has matado?" Preguntó extrañado el hombre...
- "Sí, un corazón... he lastimado a mi padre..."

Miremos un poco más allá de la misma muerta concreta... la indiferencia, el abuso verbal, etc. son formas de violencia tan violentas como las nombradas anteriormente... y no sé si a veces no llegan a ser peores porque pueden llegar a producir una muerte más triste... sí, un muerto en vida...

Anónimo dijo...

Germán querido... Yo tomo jugo de limón en ayunas y no es de terror!
Hay cosas peores, te lo aseguro!
Besos y buen inicio de segundo cuatrimestre.
Otra de tus alumnas "vintage" para ser más top... y no decir "vieja" jajajaja