viernes, septiembre 11, 2009

Adenda 2: Andar desnudos...

Soñar que uno va desnudo por el mundo, y tener vergüenza por eso... (en realidad no estoy desnudo, diría Descartes, pues se trata sólo de un sueño; pero la vergüenza que siento, curiosamente, ella sí existe y es legítima, e incluso me demuestra que existo), suele ser interpretado como una clara expresión de un sentimiento de indefensión, de saberse expuesto y desarmado. Porque la desnudez es eso: estar desarmado ante la mirada del otro. Por supuesto, no en todos los casos funciona así. Hay personas para las que estar desnudo puede ser un arma. Pero un arma frente a la indefensión de un otro ante ese mismo desnudo. Como decir: "yo me animo a algo a lo cual vos no te animarías".

Spencer Tunick es un fotógrafo. En mi opinión, y la de muchos otros, también un artista. Pero fundamentalmente, para muchísimas personas, es el nombre de una excusa. Tunick fotografía personas desnudas. Por lo general, multitudes desnudas, en contextos urbanos en los cuales un desnudo es algo que escapa de lo normal. Si buscan el nombre de este fotógrafo en internet, en la opción de buscar imágenes de Google o Yahoo, podrán ver algunos de sus trabajos. También pueden visitar su página web a través de este vínculo.

Miren sus fotos.

Pero les pido que vean además estos videos, que comentan la experiencia realizada en México. Presten atención, sobre todo, a las declaraciones de los participantes.
Video 1
Video 2
Video 3
Video 4

Alguna vez Tunick también estuvo en Buenos Aires. Pero al parecer la cobertura de los medios mexicanos fue mejor. Por eso propuse los videos que propuse.

Si quieren ir reflexionando algo, respecto del tema de la desnudez, pueden ir haciéndolo, por supuesto. Pero no dejen de ver los otros dos posteos que publiqué además del presente, que también son consignas de trabajo.

6 comentarios:

Unknown dijo...

"La desnudez la da la ropa"

Marcela dijo...

Bueno, en cuanto vi esta entrada se me ocurrió que tenía relación con un texto de un autor que leí en otra materia. No sé si es pertinente, pero la incluyo. Se trata de Norbert Elías. Y me vino a la mente, justamente, porque define la vergüenza como una “excitación específica”, una especie de “miedo que se manifiesta de modo automático en el individuo por razones concretas”. Esta actitud que se presenta de modo automático en el interior del individuo, funciona como disparador para sentirse indefenso frente a los demás, a quienes adoptamos como superiores. Elías habla de esta sensación como “especulativa”. Tenemos conocimiento de lo que nos generaría una determinada circunstancia, quizá por haber sido testigo de ella, pero no por haberla experimentado (y esto en relación con Descartes). Aun así funciona como una norma. Yo, como creo que ustedes tampoco, nunca anduve desnuda por la vida, por la calle. Me daría muchísima vergüenza, supongo. Y no es que lo sé por haberlo experimentado.
Aunque las fotografías de Spencer Tunick, como dice en la página web del link, no tengan un contenido sexual, puede ser difícil abstraerse de eso. Estamos educados para pensar las cosas así. No andamos desnudos, de la misma manera que no haríamos otras cosas. Estas cosas funcionan con tanta eficacia sobre nosotros que ya ni dudamos en que la posibilidad de andar desnudos pueda ser un hecho (digamos, en estos casos aceptaron hacerlo por ser una fotografía, pero dudo que lo hicieran diariamente si no se lo propusiera alguien). Pero bueno, la cuestión es que lo que está en juego es perder, podría decirse, el respeto de los otros.
Lo que me llamó la atención en el video de Argentina es que vi a alguien que estaba, entre la multitud desnuda, cruzado de brazos. Mientras a los demás se los veía con los brazos levantados o sueltos. Esa persona con esa actitud no parecía muy cómoda.

Andar desnudos… esa frase me suena a la libertad prometida. Estar sin problemas, sin ningún peso, sin nada que ocultar, como uno realmente es. Sin embargo, no me animaría. Quizá la palabra desafío sirva en parte para explicar lo que motiva en otros hacerlo. Si estar vestidos puede considerarse una norma (estamos disciplinados para hacerlo)… entonces romperla sería el objetivo de quienes se oponen a las reglas impuestas. ¿Lo que podría llamarse una liberación?
No lo sé, pero en los videos mexicanos los participantes hablan de “libertad”.

Cuando leía los comentarios de mis compañeros sobre las situaciones en que uno quiere desaparecer de la tierra por lo vergonzosas que nos parecen, pensé esto, creo que es cierto, tenemos miedo de que nos juzguen, es una amenaza para seguir viviendo en sociedad.

(Ah, la referencia del texto citado: Elías, Norbert: “Bosquejo de una teoría de la civilización” en El proceso de la civilización. México, Editorial Fondo de Cultura Económica, 1987).

Saludos!
Marcela

Ana Paula dijo...

El desnudo automáticamente se relaciona con la ropa; sacarse toda la ropa y de esa manera quedarnos completamente despojados de ella. Yo relaciono al desnudo con lo visto la última clase: me siento desnuda cuando alguien me mira de manera desafiante y no tengo forma de contrarrestar esa mirada; me siento desnuda cuando alguien me pone nerviosa por el simple hecho de tratar de descubrirme con la mirada; y sobre todo, me siento desnuda cuando, por diferentes motivos, no encuentro la manera de defenderme frente a diversos ataques verbales o cuestionamientos sobre mi decisiones.
En este sentido es que entiendo a la desnudez, analizándola más allá del simple hecho de quedarnos sin vestimenta.
Saludos a todos!
Ana Paula

Dino S dijo...

me gustaría desarrollar brevemente la siguiente cuestión: ¿que podría ser la desnudez en sentido positivo, es decir, más allá de las sensaciones de verguenza o de las interpretaciones como "el sentirse desnudo es síntoma de que me siento inseguro"? sobre todo ¿qué sería ver al otro como alguien desnudo?
ver a alguien desnudo, sin ropajes (no estoy hablando del cuerpo desnudo en sí, sino más bien de cierta percepción) implica ver al otro como un ser sin particularidades. esto, en tiempos de multiculturalismo, podría leerse peyorativamente. por supuesto, no estoy hablando, exactamente, en un sentido fascista de aplanar las diferencias, sino de algo que puede subyacer detrás de todas las diferencias. es decir: ver al otro como un ser denudo, sin particularidades, sin diferencias, sería ver al otro como a un igual (esto presupone verme a mí, también, desnudo). y esta actitud me parece interasante no solamente por una cuestión de respeto hacia el otro, sino también y sobre todo por el efecto que esa percepción o actitud pueda tener sobre mí. puesto que el otro es un igual, el otro puede tanto como yo; así las cosas, yo no tengo ninguna prerrogativa especial sobre el otro, no soy más, no soy menos. esto, según creo, es una valoración positiva hacia lo que el otro puede, es decir: implica una confianza hacia el otro. indudablemente, esto implica también, y no lo veo como algo negativo, cierta crueldad para con el otro y cierto desprendimiento del otro. en tanto el otro es un ser igual a mí, yo no tengo que tener lástima por él; en tanto yo soy un igual al otro, yo no tengo que atarme a él.
el peligro inmediato de esto, para mí, sería caer en el proclamado "salvese quién pueda". entonces, para apartar mi concepción de esta interpretación, agrego: el "salvese quien pueda", más que una percepción del otro, y un enfrentamiento al otro, como un igual, como alguien desnudo, sin particularidades, etc.,implica la percepción de que yo soy sin el otro, que estoy aislado del otro. la percepción del otro como un igual es mas bien un modo de relación con el otro, una actitud hacia el otro, una valoración positiva del otro, en fin, decir: el otro puede, el otro es capaz, tanto como yo. ¿no se basan todas las dominaciones, del tipo que sean, en el establecimiento de jerarquías, es decir: de rangos diferenciales? ¿cuánta complicidad hay, en la instauración y mantenimiento de estas jerarquías, de esa actitud de menosprecio de sí mismo que podemos y solemos tener los hombres? ¿cuánta complicidad hay, en el mantenimiento de estas jerarquías, de las actitudes piadosas hacia el otro?
creo firmemente que, en el sentido que lo vengo expresando, la crueldad puede ser un acto de amor (roberto arlt ha sabido usarla de este modo)
lo que dije quizás no tenga nada que ver con la consigna, pero es lo que la consigna me convocó.
saludos.

Juan Martín dijo...

Lo que genera Spencer Tunick reuniendo a una multitud desnuda a mí no me sugiere, en un primer acercamiento, un despojo real de los límites que la ropa y las normas culturales imponen. Tal como dice Marcela haciendo alusion a Ellias, el proceso civilizatorio genera ciertos hábitos y autocensuras que entran en juego ante situaciones así. Lo primero que percibo ante esa multitud desnuda son resabios de esa "barbarie" (nótese las comillas) que la civilización combate. O como plantearía Bajtin en su libro "La cultura popular en la edad media y en el renacimiento", elementos perdidos de una cultura cómica popular en donde la relación con el cuerpo era otra; Un cuerpo universal, uno con los otros y uno con la naturaleza. En donde lo "bajo" predominaba; el contacto carnal, las excreciones corporales. De todas formas lo de Tunick no deja de ser un esbozo forzado de lo que ya no existe.

Llevado a un extremo, una escena de "El Perfume" de Patrick Süskind se vincula con todo este tema. La desnudez, la falta repentina de esos límites impuestos; ausencia de normas, de jerarquías, de imposiciones varias.
Y cito ese fragmento de la novela acá abajo:


" Mientras tanto, el pueblo del otro lado de la barricada se entregaba cada vez con más descaro a la inquietante borrachera de sentimientos ocasionada por la aparición de Grenouille. Los que al principio sólo habían experimentado compasión y ternura al verle, estaban ahora invadidos por un deseo sin límites, los que habían empezado admirando y deseando, se encontraban ahora en pleno éxtasis. Todos consideraban al hombre de la levita azul el ser más hermoso, atractivo y perfecto que podían imaginar: a las monjas les parecía el Salvador en persona; a los seguidores de Satanás, el deslumbrante Señor de las Tinieblas; a los cultos, el Ser Supremo; a la doncella, un príncipe de cuento de hadas; a los hombres, una imagen ideal de sí mismos. Y todos se sentían reconocidos y cautivados por él en su lugar más sensible; había acertado su centro erótico. Era como si aquel hombre poseyera diez mil manos invisibles y hubiera posado cada una de ellas en el sexo de las diez mil personas que le rodeaban y se lo estuviera acariciando exactamente del modo que cada uno de ellos, hombre o mujer, deseaba con mayor fuerza en sus fantasías más íntimas.
La consecuencia fue que la inminente ejecución de uno de los criminales más aborrecibles de su época se transformó en la mayor bacanal conocida en el mundo después del siglo segundo antes de la era cristiana: mujeres recatadas se rasgaban la blusa, descubrían sus pechos con gritos histéricos y se revolcaban por el suelo con las faldas arremangadas. Los hombres iban dando tropiezos, con los ojos desvariados, por el campo de carne ofrecida lascivamente, se sacaban de los pantalones con dedos temblorosos los miembros rígidos como una helada invisible, caían, gimiendo, en cualquier parte y copulaban en las posiciones y con las parejas más inverosímiles, anciano con doncella, jornalero con esposa de abogado, aprendiz con monja, jesuita con masona, todos revueltos y tal como venían. El aire estaba lleno del olor dulzón del sudor voluptuoso y resonaba con los gritos, gruñidos y gemidos de diez mil animales humanos. Era infernal."

Julieta dijo...

Pienso que la desnudez también podría asociarse a lo que experimentamos cuando se desnuda nuestro ser -nuestro espíritu- ante alguien.
Por ejemplo, nos podemos encontrar desnudos al confesar un secreto. A veces, esto resulta poner en exposición lo más profundo de nuestro ser.
Puede pasar lo mismo cuando hablamos del amor.
Allí estamos. Somos eso que inevitablemente no podemos cubrir. En algún punto eso es todo lo que somos o, por lo menos, lo más esencial de nuestro ser en determinadas circunstancias.
Quedamos entonces “desnudos” ante nosotros mismos. Cuantas veces no nos sorprendemos de nosotros mismo?