martes, mayo 09, 2006

A veces con el humor se pueden decir cosas. O sea: no sólo de literatura y ensayos vive el hombre. O bien: desde hace rato tenía ganas de pasarles el link de este blog, porque sí, o porque de vez en cuando aparecen colgados allí textos divertidos, y este blog (hablo ahora del mío, o nuestro) es un servicio, y como tal para algo ha de servirnos. Pasen y vean:

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Otra cosa: ¿Qué les pasa esta semana, que están como ausentes? ¿Cansados de pensar, de escribir o sin ánimo para conectarse a the Internet? Y yo que pensé que lo de la carrera de Aquiles y la tortuga iba a prender... ¡Pónganse 1/2 pila, pongansé!...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Estimados,
Seré poco original, ya que alguien lo ha hecho en este blog, pero yo también quiero ser anónimo. Quizá hasta seré su alter ego, definitivamente en una postura antagónica, de otra forma no sería interesante.
Permítame estimado profesor que lo corrija pero grandes obras se han escrito en nombre del anonimato, sin ir más lejos Las mil y una noches, varios de los preceptos de la corriente Mahayana del Zen originario de Nepal y las recopilaciones más extensas de los cuentos de la antigua china registran la misma firma. Por otro lado, aquí va mi aporte a la causa por resucitar al blog en temporada de finales.
Volviendo a las consignas que nos interesan, hablábamos en clase de las caretas, de la posibilidad de convertirnos en una careta, en una representación social que ponemos de manifiesto frente a otro que nos somete con su juicio, quizá sin quererlo, pero que ese juicio nos afecta de tal manera que llegamos a transformar nuestros cuerpos, conductas, estados de ánimo en función de agradar, ser aceptados y hasta socializar. El miedo a transformarnos en ese individuo gris que acepta golpes sin maullar. Imposible no percibir una halo pesimista en esta interpretación.
Luego se habló de la posibilidad de ser todas esas caretas a la vez. No en una inminente contradicción (aunque parte de la filosofía del siglo XX nos moldeé y conforme como sujetos a través de la contradicción, la posibilidad de cambiar de discurso y la disyuntiva que presenta el discurso en relación a la práctica) sino como otro sistema de organización. Porque el orden no tiene una materia intrínseca que lo define como tal, la concepción de orden estática que pensamos a diario es una de las tantas formas de concebir el orden, el caos también tiene su orden, su sistema. Esto nos remite a la diferencia que tiene occidente de oriente, los sistemas de pensamiento. Eco ha intentado explicarlo mediante el estructuralismo, sólo se crea sentido a partir de los códigos existentes, mezclando las reglas dadas por la estructura para generar algo nuevo, o bien, rompiendo los códigos lo cual es una paradoja en sí ya que la ruptura de ese código está condicionada por los elementos que nos brinda la estructura para hacerlo.
Entonces tranquilamente podemos coexistir con múltiples variantes de una personalidad. Esto nos lo enseñó nuestra madre, cuando nos decía con esa boquita decís que me querés, después de alguna palabra impura que pronunciamos. Si nuestro vocabulario y nuestra gestualidad varía dependiendo de la situación, si nuestro registro oral marca el nivel de respeto que profesamos por nuestro interlocutor (las tonteras que le decimos a nuestra parejas a modo de apodo cariño) por qué no pensar que nuestra personalidad sufre diversas modificaciones dependiendo de a quien enfrentamos en la escena. Pero no desde una visión pesimista, sino realmente necesaria para la vida social. Imaginemos por un instante si le habláramos a todo el mundo de la misma forma, al almacenero, a nuestros amigos, a la vieja molesta que mete los dedos en la máquina expendedora de boletos, etc.
Indudablemente la relación que se da entre nosotros y la otredad de turno pone de manifiesto la ostentación de poder por parte de otro que nos examina. Ahora bien, sería interesante pensar qué pasa cuando esa relación se invierte y somos nosotros quienes juzgamos, cuando nosotros interpretamos el papel de la otredad juzgante (juzgante no existe pero me gusta inventar palabras, es bien de comunicólogo). Cuál es nuestra postura cuando observamos a un individuo que rompe los estándares que manejamos de lo normal. Como observamos a aquel que es distinto, si es que lo observamos (todavía no logro descifrar si es peor la negación o el juicio hacia el otro). Distinto físicamente, en su condición social o en su estado mental, ¿sentimos pena? ¿Nos compadecemos? Es un sentimiento motivado por una determinada escena, perfectamente natural, pero que implica que nos sabemos mejor o al menos en mejor situación, si es así entonces entablamos un juicio para con el otro. Esto puede llevarnos a naturalizar un poco más el inevitable PREjuicio que condena la potencial relación con el otro.
Por último, estimado anónimo qué poco deseable es escarbar en el pasado de otro, sea bueno o no, es simplemente desagradable y es tan fácil que las personas que realizan ese tipo de tareas provoquen nauseas. Además, admitámoslo que bajo el nivel de crítica, si todo se resume a Hadad volvamos a empezar la carrera, teoría crítica bien gracias. Tenemos que empezar a realizar críticas y pedidos en un nivel que se condiga con lo que demandamos, si no nos gustan los métodos o los antecedentes de una persona (inevitable la asociación con Alterini) nuestra práctica tiene que estar a la altura de las circunstancias. Si las paradojas que se presentan en el blog te parecen indignas de tu maravilloso intelecto y la capacidad de síntesis que has demostrado con tus frases iluminá al resto de tus compañeros con algún comentario un poco más elaborado del refranero popular que el que supiste elegir.

Sin más, el alter ego del Anónimo

Anónimo dijo...

Bueno, yo no sé si los relatos de las 1001 noches se escribieron en nombre del anonimato, o si muy a pesar de sus autores los relatos se convirtieron en anónimos por el mero paso del tiempo. Pero para dar respuesta a eso deberíamos escarbar en el pasado, y no deseo que nadie tenga náuseas por mi culpa.

Con respecto a lo escrito por tu alter ego, mi estimado alter ego del Anónimo, la verdad es que no me había parecido algo de mala leche, como te pareció a vos. Más me molestó la boludez de los huevos y la gallina firmado por ya no recuerdo quién, que era un anónimo a medias, porque un nick tenía. ¿Lo habré leído mal? Muchas veces eso sucede... Usuario Anónimo, ¿nos podrías aclarar la cuestión, a tu Alter Ego y a mí?