sábado, mayo 13, 2006

Vil programa... ¿vil espejo?

No digo que se lo merezcan. No lo tomen, pues, como un castigo. Es que toda producción ficcional (y todo relato lo es, incluso la historia) es un reflejo de condiciones socioculturales que permiten que ella tenga lugar, y al mismo tiempo sirve luego como modelo para reproducir el marco en el cual se gesta. Algo así como lo que decíamos de Dios y el hombre, uno imagen y semejanza del otro, el otro imagen y semejanza del uno. Por eso es interesante analizar determinado tipo de construcciones de sentido, porque ellas nos hablan de cómo somos.

Como sea. La propuesta es que vean "Vil metal", un vil programa (no debería haber escrito esto último, pues debo guardar una mirada objetiva, pero así son las cosas: la objetividad no existe desde el momento en que todos nosotros somos sujetos, y es desde esta condición desde donde miramos el mundo) que solía o suele estar en el aire del canal América, los lunes por la noche, a partir de las 23:00.

Si no pueden verlo, hay un par de páginas en Internet donde el programita en cuestión es comentado. Por ejemplo en el sitio de Clarín.

Miren, disfruten (?) y hagan sus comentarios.

P.S.: Para quienes gustan de los enigmas matemáticos, en los comentarios #16 y #18 del post de las cuatro líneas y los nueve puntos tienen otros dos problemitas, uno más interesante que el otro (pero no les voy a decir cuál es cual).

17 comentarios:

Anónimo dijo...

Creo que es una atrocidad... si las historias son verdaderas, pues lo pongo en tela de juicio me atrevo a sentir repugnancia por todas aquellas personas que casi le venden su alma al diablo con el solo objetivo de ganar dinero. La desmedida avaricia y la falta de toda moralidad me hacen sentir repugnancia ante tales imágenes.

Anónimo dijo...

Al igual que Noelia y Cynthia, creo que es terrible. Si esto en verdad es cierto... va más allá de mi capacidad de entendimiento ¿Cómo puede ser que la gente se preste para esto? ¡Y encima lo pasan por televisión! En el mejor de los casos es presentarse a dar lástima. Si no, sos el “piola” que engañaste a todos sin que te importara un joraca que otros realmente estuvieran pasando por un mal momento. Es un programa en donde se premia a aquél que miente mejor: si la historia que yo armé tiene más tensión, más miserias, mejores chances de ganar tengo. Y repito que esto es teniendo en cuenta que supuestamente hay personas que están contando cosas “reales”. ¡Todo por plata! A mi criterio este programa saca a relucir las bajezas de la condición humana... y como si fuera poco la gente lo mira (de otro modo no seguiría en el aire). Qué sé yo! No tengo más palabras...

Anónimo dijo...

Chicos, chicas... Yo fui el primero en denunciar el espanto que representa este programa de TV. Pero intentemos encarar un análisis comunicacional más completo, que vaya desde el para qué es mirado semejante "show", hasta evaluar las posibilidades de ganar por parte de los participantes. Por otro lado, ¿es el programa espejo de nuestra sociedad?

Anónimo dijo...

Obviamente este programa es espejo de lo que somos, de lo que muchas personas en nuestra sociedad son capaces de hacer. Sería bueno ver este tipo de programas, no sólo los argentinos (por ejemplo los américanos), desde Bourdieu y la adquisición de capitales.
Aquí en Argentina, es un capital muy valioso el hecho de conseguir cosas, sea la que fuese, sin importar los medios; por más que el fin sea atroz, inmoral, y hasta muera gente por ello, si lo conseguido es dinero, terminaste siendo un “vivo”. Cuántas veces escuchamos que tipos como: Menem, Macri o Hadad son unos piolas bárbaros porque se llenaron de plata, quienes lo dicen saben muy bien que fue a costa de miles de barbaridades, aún así, para ellos “la hicieron bien”.
En Estados Unidos, lo particular de estos programas son los valores o capitales que muestran como valiosos: la belleza, el superauto, la supercasa, ser amigo de celebridades, etc. Después de verlos, uno termina entiendo porque un grupo de chicos entran con armas a un colegio para cometer una masacre.

Anónimo dijo...

A mi lo que me parece espantoso del programa, más allá de lo que los participantes puedan hacer dentro de él; es la legitimación del hecho que se instaura. Una cosa
es ver una situación de traición en una película, uno dice "que hdp es este tipo, cómo es capaz de hacer semejante cosa?", comentario que más de una vez queda en eso nada más. Otra, muy distinta, es ver la misma situación "actuada por personas que no son actores", por "personas reales".
Esta cuestión de legimitar algo que pasa en la sociedad, en mayor o menor grado,mediante la puesta en escena en la televisión me parece preocupante. Mucho de sus televidentes no pensarán, "y si lo permite la televisión...son las reglas del juego", "el fin justifica los medios". ¿Cuanta gente toma a la televisión como referente para "actuar en la vida"?. Como dice un viejo amigo, Eliso Verón (entiéndase "viejo amigo" por tratar con su teoría en muchas materias de la facultad)Los medios de comunicación de masas construyen la realidad.

Anónimo dijo...

Vil-lanos: las dos caras de una máscara

Al reflexionar acerca de la comunicación en el marco del "dilema de las máscaras", entiendo que ésta también es parte del disfraz. Primero aclaro que nunca miré el programa (prefiero algo más inofensivo como “el imbatible”), sólo leí los comentarios de Clarín). En el caso de “Vil metal” las máscaras que participan desnudan su realidad al final del juego, siguiendo las reglas que impone el mismo. Esto último se contradice con lo que venimos diciendo ya que si hablamos de máscaras hablamos de una identidad y de una realidad que se esconde a través de ella.
La realidad de la máscara tiene dos caras. Los “vil-lanos” que forman parte de esta competencia poseen esa máscara de dos caras: una, corresponde a la máscara propiamente dicha que construyen los participantes a través de la historia que deben inventar para ganar; y, la otra, es aquella que revela, al final del juego, el carácter verosímil de lo que representan cuando se descubre su existencia. A su vez, la realidad representada por la máscara posee dos dimensiones, la que hace a su construcción y la que la revela. El juego es la dinámica que la hace funcionar en el marco de la competencia.
El sacarnos la careta y mostrar que la tenemos también forma parte del juego donde competimos por instalar realidades verosímiles usando como instrumento a la comunicación: a veces se gana y a veces se pierde, todo depende de la habilidad de los participantes.

Anónimo dijo...

Retomo nuevamente la consigna... pues reflexionando en el para que es visto este programa, me es un poco difícil encontrar una respuesta.
Una contestación ingenua sería pensar en que "quizás" el propio hombre encuentra placer observando como otro par lucha hasta sus ultimas consecuencias para salir vencedor... me parece que ese "quizás" se desvanece un poco si contemplamos a nuestro alrededor. Si notamos la competencia desenfrenada que se plasma entre unos y otros para llegar a la victoria.
Y me surgen otras preguntas... la alegría del triunfo cuanto puede durar? toda la vida? ... Lo dudo.

PD: Aprovechando este medio de comunicación alguien me puede decir que se vio en la clase de ayer? Para la próxima que hay que leer? Noves del parcial ?
GrAciAs!!! Besotes para todos.

Anónimo dijo...

En primer lugar, quiero hacer una valoración personal: estoy aburrida de todas esas personas que critican los programas de TV tildándolos de “TV basura” (que Tinelli no tiene contenido, que Repetto hace siempre lo mismo, que no puede haber alguien que le crea a Grondona, que Intrusos es un programa para viejas chusmas, etc.) Me molesta porque todas esas personas que se pasan horas haciendo disertaciones en relación con lo carente de contenido que está la televisión, son las primeras que esperan las 10 de la noche para ver a Tinelli y reírse con Larry de Clay vestido de etiqueta contado chiste malísimos. Y no solamente eso, en el caso de que en verdad sientan que la TV de hoy no está dirigida al enriquecimiento del intelecto (cosa que creo que es así, ya que de hecho está destina al entretenimiento) y decidan no ver ese tipo de programas, tampoco se dan cuenta de que si estos están en el aire es porque hay muchísimas personas que los ven. Si, yo también me indigno cuando me entero que los números favorecen a esos programas que frustran las capacidades mentales, que solo sirven a un imperio totalizador que busca complacer momentáneamente las miserias de la mayoría. Pero también entiendo que esa TV nos representa, o por los menos representa a una gran masa de espectadores que solo quieren distenderse, dejar a un lado sus problemas y disfrutar del entretenimiento que les provee la TV.
En lo que respecta al “EL VIL METAL”: Si, lo vi; y mas de una vez. Es el típico programa de entretenimientos que busca la distracción de las personas por un rato. Pero lo mas anecdótico de este programa es que las personas lo hacen viendo las miserias ajenas (las cuales creo que están manipuladas por los productores) Nos encontramos con el hombre honesto que quiere “compartir todo”, y con el h…de p…. que decide “cobrar todo”. Lo que me hace reflexionar lo siguiente: ¿no es así la vida, el mundo no está lleno de estos dos polos opuestos? Que nos puede sorprender si esa situación la vivimos en el día a día. Si las personas compran “EL VIL METAL” es porque se identifican con él. Yo lo mire, y me quedé hasta el final del programa para ver quien mentía y quien no. Para develar el misterio, para encontrar esa verdad que tanto nos acongoja. Quería poder ubicar a cada uno de los participantes en el lugar que correspondía (el bien, o el mal) porque de esa manera funciona el individuo: todo lo ubicamos en el lugar de lo correcto o de lo incorrecto y a partir de allí tomamos decisiones, formamos nuestro carácter, vivimos.

Diana bronzi dijo...

Hola Germán.. chicos..
Escribo en principio porque tengo una duda más bien personal y es sobre mis faltas. Ayer no pude llegar a la clase, pero ya logré regularizar la situación de los jueves. Como estoy siguiendo la cursada y dí el parcial quiero cerciorarme de no haber quedado libre! Pronto escribo mi opinión sobre Vil Metal, en mente, pero postergada por estudio... Gracias y hasta el jueves!

Anónimo dijo...

Diana: El jueves que viene es feriado, de modo que. El tema lo charlamos en privado, si te parece.

Noe: Colgaré, a pedido de los usuarios, las notas del parcial en el blog, pero para eso todavía falta. Para la próxima, vamos con Freud, Lacan, Constructivismo y algo que colgaré en el blog sobre estética. De manera que.

Mariel: No todos los que consideramos que buena parte de la TV disponible es basura la vemos luego por diversión. Para nosotros es importante conocerla, dado que somos comunicólogos. Y es obvio que se trata de un reflejo de lo social. Mis respetos a quien decida entretenerse (vale decir, pasar el tiempo) viendo esos programas. Aunque no a quienes los producen, pudiendo apuntar un poco más alto en sus objetivos. Dentro de unas horas, mi reflexión sobre el vil metal...

Diana bronzi dijo...

Germán, si te parece te dejo mi e-mail: dianabronzi@yahoo.com.ar

Gracias muchas

Germán A. Serain dijo...

Dicen que un día el escorpión, y tal vez otras bocas hayan contado esta misma historia con mejores y más apropiadas palabras, se aproximó imprudentemente a la orilla del agua y cayó en ella. Sus esfuerzos por regresar a la orilla lo llevaron a alejarse cada vez más y más de la segura arena, y así fue como el escorpión supo que no pasaría demasiado tiempo hasta que muriese ahogado. Una rana que observaba la escena desde la orilla, movida por una compasión que más digna que de un batracio resultaría de un hombre, se arrojó al agua y comenzó a nadar hacia el escorpión, con la intención de ayudarlo a llegar hasta donde estuviese a salvo.

Se sorprendió seguramente el escorpión al ver llegar a la rana, y mucho más al comprender sus intenciones de salvarlo de morir ahogado. En una situación normal, cualquier escorpión hubiese clavado su aguijón en la rana sin detenerse a pensarlo dos veces. Y precisamente eso fue lo que hizo éste, que descargó su ponzoña en el lomo de la rana, ambos en medio del agua. Antes de quedar paralizada la rana alcanzó a decir: “¿Pero qué has hecho, insensato? ¿No ves que venía yo a salvarte? Ahora no sólo me has matado, sino que también tú vas a morir ahogado.”

Y alcanzó la rana a escuchar al escorpión que le respondía, segundos antes de morir ambos tapados por las aguas: “Lo lamento más por mí que por ti, rana. ¿Pero no viste antes de acercarte que era yo un escorpión? ¿Esperabas acaso que no respondiese a lo que es mi propia naturaleza?”

Pues bien: a esto responde el título del artículo de Clarín sobre el programa Vil Metal. ¿Es un reflejo de la naturaleza humana el traicionarse en pos de su beneficio particular? Convengamos que el programa responde, en su estructura, a lo que Paul Watzlawick describe en su “Dilema de los prisioneros”. Dos reos condenados a una pena por un delito menor a un lapso de cárcel de, digamos, cinco años, son puestos ante la alternativa de acusar a su cómplice, en los siguientes términos: si lo acusa, al otro le duplicarán la pena y a él lo dejarán libre... excepto que el otro, a quien le harán exactamente la misma propuesta, también decida acusarlo a él, en cuyo caso se le duplicará la condena a ambos. Como no se tiene control sobre la decisión que tomará el otro, no hay posibilidad de comunicarse con ese otro, la situación queda como sigue: en el mejor de los casos (esto es, que el otro no me acuse), yo decido entre salir libre (yo sí lo delato a él) o comerme cinco años de cárcel (no lo acuso). En el peor de los supuestos (el otro me acusa a mí), no tengo opción: pasaré diez años en prisión. De modo que lo mismo da delatarlo o no. Lo razonable, matemáticamente hablando, es que lo haga, dado que allí está mi posibilidad de salir libre. Además, sería terrible tener que purgar diez años de cárcel y encima haber beneficiado con su libertad, no delatándolo, a quien seguramente ya me delató...

En Vil Metal sí hay posibilidad de comunicación entre los participantes, pero el programa destruye toda su posible eficacia. Cada uno de los participantes puede complotar en secreto con cada uno de los otros (de hecho lo hace: como las conversaciones son privadas, no hay forma de que conste que no lo haya hecho; la especulación y la sospecha sobre cada uno de los otros es lo que prima). Nadie puede creerle a nadie, dado que cada relación se basa en una mentira a los demás. Es obvio que nadie, en su reunión secreta, va a decirle a otro: “yo pienso descalificarte en la próxima ronda”. ¿Cómo confiar en alguien que miente? ¿Cómo saber que no me miente también a mí? Entonces, en la ronda final, cuando hay que decidir entre compartir o no el botín del programa, los participantes están tan incomunicados como los reos del dilema de Watzlawick. En el mejor de los casos (el otro vota compartir el botín), yo puedo quedarme con la mitad (si también elijo compartir) o con todo (si elijo no hacerlo). En el peor de los casos (el otro elige no compartir), yo ya perdí toda posibilidad. De modo que estoy escogiendo, simplemente, entre la posibilidad de quedarme con la mitad o con todo...

La estructura parece entonces predeterminar la opción de los jugadores. Y como es posible que ambos razonen de la misma manera, es la banca la que tiene las mayores posibilidades de ganar.

Dos reflexiones: El resultado de estas especulaciones depende de la definición de unidad que yo tome: el planteo cambia radicalmente si el planteo se hiciera ya no a nivel individual de los participantes, sino en un sentido de “gana la banca o gana alguno de los participantes, considerados ellos en conjunto”. En tal caso, las opciones varían y matemáticamente es preferible decidir “compartir”, dado que de ese modo se garantiza la derrota de la banca. Claro que para eso se necesita dar un paso para el cual los participantes tal vez no estén preparados.

La segunda: Vimos cómo la estructura del programa mina la credibilidad de los participantes, haciendo con ello imposible o inviable la comunicación efectiva entre ellos (si alguien me habla y yo no le creo, y esa relación es recíproca, ¿no tengo un nivel de ruido altísimo en esa relación?). Pues bien, ¿cuál es el grado de proximidad y de lejanía respecto de este modelo con cada una de nuestras relaciones interpersonales y/o sociales, y qué hacemos para favorecer o revertir esta situación? Cada uno sabrá, en todo caso, cuál es aquí la respuesta.

Anónimo dijo...

Profe:
Queremo´ las notas queremo´!!!!
Chas Gracias

Anónimo dijo...

En primer lugar, cabe aclarar que el formato del programa “vil metal” se corresponde al del reality. Difícilmente, incluso me atrevo a asegurar, ningún programa de este tipo se sale de la ficcionalización absoluta. “Refleja” una realidad social basada en artificios y actos premeditados para cumplir con determinado propósito, en este caso, el exhibir al hombre como un sujeto ambicioso, tirano por naturaleza. Es evidente que la tira intenta reconstruir una sociedad sujeta al dinero pero no desde la necesidad, la precariedad que produce la desigual distribución de las riquezas sino como algo irracional, incuestionable en tanto natural, repleta de estereotipos. Desde los personajes previamente seleccionados, en su mayoría actores, con quienes se acuerda el desarrollo de los diálogos, desde la producción que unifica la intencionalidad de los individuos en “engañar al otro”, desde el funcionamiento histórico de los medios masivos que nada dejan libre al azar, en donde la improvisación incluso es guionada.
No hay ninguna realidad reflejada en el programa, la televisión no refleja, construye de acuerdo a sus propios intereses de rentabilidad. La pregunta sería ¿Por qué no siguió más en el aire? ¿En qué pensó la producción del programa para entender que éste resultaría atractivo al público?

Anónimo dijo...

Me sumo al pedido de mi colega. Pedido con el que coincido plenamente.

Diana bronzi dijo...

Quizá la idea del programa quiso que éste resultase hasta clarificante. Un modo de mostrar, de desnudar nuestras miserias más íntimas sin ningún tapujo. Un “basta de saber que el producto es una farsa o que tal conductor es un perfecto mitómano al fingir bondades absurdas. Mostrémoslo y sin anestesias, dejemos que el público se horrorice y comente cuán perdida está la gente y la inminente decadencia de nuestro ser social y de nuestra moral”. No es casual que hayan elegido ese nombre. Imagino a su creador cuando fue asaltado por la idea de hacer un programa con esas características. ¿En quién pensó verdaderamente? ¿En qué, en su defecto?. ¿Quiso acaso concientizar por oposición?

Resulta interesante preguntarse por nuestras relaciones interpersonales y sus ruidos. Surgieron en mí imágenes tales como cuando mentimos a nuestros padres para obtener el resultado de un permiso no dado y su pérdida de confianza luego; en un engaño amoroso y la promesa de que no volverá a ocurrir, en ciertas cosas omitidas durante una entrevista de trabajo. Nuevamente, cada vez que utilicemos una máscara, tendremos la posibilidad de mentir para lograr nuestro comedido: convencer al otro. Estará en cada uno hacer uso (abuso) de esa posibilidad o no. Estará en el otro escoger si creernos o no una y otra vez. Pensar que hay relaciones enteras que se construyen sobre ruidos, en las que la comunicación no es otra cosa que una palabra que encierra contacto. Ahora bien, cuando lo que está en juego es dinero, más cercana la tentación y más tendientes los hombres a hacer uso de esas virtuales herramientas. Finalmente, hay muchos que serían capaces de protagonizar un escándalo con tal de ganar migajas de fama… ¿el qué dirán, la condena pública, importan acaso?. No. Si de un modo u otro, tarde o temprano (más temprano que tarde) los medios tendrán otra primicia con la cual olvidar los desórdenes morales de un desconocido y la gente tendrá un nuevo bufón de quién mofarse, un nuevo vacío con el cual entretenerse o una nueva inmoralidad que juzgar y de la cual horrorizarse.

Aclaración final: no vi el programa, me nutrí de la crítica clarinesca y de las opiniones de vosotros.

Anónimo dijo...

coincido en esta oportunidad con la opinion de mas de uno de mis compañeros. creo que este programa no difiere de los ultimos exitos televisivos. se trata otra vez de la clara exposicion de las miserias humanas. asi como lo hicieron tantos otros programas en este se muestra como el hombre es capaz de llegar hasta las ultimas consecuencias, asi esto implique caer en lo mas bajo, para lograr sus objetivos.
igualmente creo que lo peor del caso es que este tipo de entretenimiento se ha expandido y ha logrado un lugar de privilegio dentro de una sociedad a la que ya nada la conmueve y que ve del mismo modo a aquel que miente para ganar en un programa del tipo Vil metal y las transmisiones televisivas de una guerra.

pd: recomiendo al que le interese leer el libro de Susan Sontag "ante el dolor de los demas" que amplia este fenomeno.

Paula Santano