jueves, abril 11, 2013

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Ante todo una acotación, acaso innecesaria: lo que hicimos sobre el final de la clase no tiene demasiada relación (más allá del hecho de que "todo tiene que ver con todo") con lo visto en la clase inmediatamente previa, sino más bien con algún texto que ustedes leerán dentro de poco. Más allá de eso, escriban en los comentarios de esta entrada qué pudieron registrar de la experiencia, que luego complementaremos con alguna otra. Qué les pasó, qué pensaron, qué sintieron...

34 comentarios:

Guillermo Prati dijo...

Tenía la duda de si la persona que estaba mirando a los ojos me estaba mirando a mí o a la persona de al lado. Aún así fue difícil mantener la mirada, era como natural, un instinto, mirar para otro lado. Era todo un esfuerzo!

Daro dijo...

La experiencia fue rara en lo que respecta a las sensaciones que me generó. Al momento de cerrar los ojos, a medida que pasaba el tiempo, mantenia una imagen mental del circulo de sillas pero gradualmente se iban borrando los compañeros (cosa extraña por demas porque todo se mantenia ahi menos las personas).
El momento de fijar los ojos en otra mirada me fue particularmete dificil. Si tenias la certeza de que la otra persona fijaba la mirada inmediatamente intentaba mirar a otro lado o me causaba risa y producia el mismo efecto de corte. Solo podia mantener la mirada, al igual que Guillermo, si tenia dudas si me miraba a mi o a la persona de al lado.

(Dario Gomez)

Julia G dijo...

Hola a todos!!...Cuando tuvimos que cerrar los ojos, al principio me costó olvidarme de dónde estaba y de quiénes estaban...después de un rato me relajé y era como si estuviera sola, lo único que modificaba eso era la voz del profesor. Al momento de abrir lo ojos me costó encontrar una mirada, al principio me pasó que no tenía certeza, al igual que dijeron los compañeros en los comentarios anteriores, de que me estuvieran mirando a mí, luego pude mantener la mirada por un tiempo. En ese momento sentía cierta incomodidad y que la persona a la que miraba también se sentía incómoda. Luego encontré miradas más concentradas. Y ya llegando al final del ejercicio encontré miradas que se aguantaban para no reírse. Y eso también me pasó a mi. Sentí cierta incomodidad, risa, esfuerzo por concentrarme.

Saludos
Julia Grandoli

Richard dijo...

Me parece que la experiencia, mas que rara, fue inesperada. Para mi también significó un gran esfuerzo, en tanto que me resultó un poco dificil la concentración. Particularmente, no busqué encontrarme con otra mirada y que la acion fuera recíproca, ya que tenía la sensación de que no la encontraría. Por eso decidí fijar mi atención sobre la mirada de otro hacia un tercero y lo único que pude proyectar en esa mirada fue la misma sensación de incertidumbre que, a su vez, yo tambien sentía.

Richard Huasupoma

Anónimo dijo...

Durante la experiencia, tuve diversas sensaciones. Al momento de cerrar los ojos y relajar, la disposición del aula y los compañeros se fueron desdibujando con el correr de los minutos. De repente era yo en completa soledad. Enseguida noté que mi pulso inquieto fue apaciguándose poco a poco, y la rítimica de los latidos me conectaba con ese estado de tranquilidad e introspección. De repente, cuando el profesor comenzó a adelantarnos lo que íbamos a hacer luego, noté una ruptura. La incomodidad se iba incrementando. El pulso se aceleró otra vez, y la incertidumbre de lo que vendrá; la posición de incomodidad; la luz sobre nuestra corporeidad, y sobre todo la mirada del otro, iba a ser todo un desafío. De hecho, así fue. Al momento de encontrar una mirada, y conectar con ella, me costó mucho entender si me miraban a mí o a otro. Insistente, recorrí muchas miradas, todas ocupadas en hacer conexión. Eso me generó un poco de impaciencia, pensé que todos tenían la certeza de haberse encontrado en otro, menos yo. Hasta que en un momento me topé con alguien que parecía mirarme, y allí anclé por un rato (aunque siempre dudando si realmente era a mí a quién miraba). En ese momento me sentí muy vulnerable, indefensa, intentando sostener un hilito de empatía, y la única manera de hacerlo era sosteniendo incansablemente la mirada en esos ojos. Me costó muchísimo. Me obligué a volver una y otra vez sobre ese rostro. Había que reforzar ese lazo a toda costa, porque de esa forma yo era visible. Era como tener la certeza de ser alguien, aunque más no sea una mirada, en un mar de rostros...
Daniela Rabán

Nicolás Eisele dijo...

La actividad me resulto muy interesante dentro del ámbito de una clase universitaria (lugar que no suele prestarse para practicas de este tipo). Personalmente tuve una experiencia similar a la que comentan los compañeros en los otros comentarios (dificultad para poder relajarme en un primer momento, problemas para encontrar una mirada, etc).
Lo que me resulto mas curioso fue el hecho de que me costo mas mantener la mirada con alguien mas próximo a donde me encontraba sentado que con alguien que se encontraba a una mayor distancia. Considero que esto se debió al hecho de que, al no llegar a ver en forma detallada a la persona alejada, supuse que a esta le pasaba lo mismo conmigo por lo que no me sentía tan vulnerable como con la mirada que me podía ver en forma mas clara.

Anónimo dijo...

Durante la experiencia el ejercicio de relajacion me hizo recordar a situaciones pasadas y recuerdos de secundaria.
Por otro lado cuando debimos mirar a nuestro compañero a los ojos se me hizo dificil mantener constantemente la mirada. Creo que la mirada a los ojos comunica mucho y ese fluido de tanta comunicacion con una persona que no conozco me hacia vulnerable, es por eso que no podia mantener la mirada constamente sin dirigirla a otros lados.
Creo que la experiencia pone al descubierto cómo algo que forma parte de nuestra cotideaneidad como la miradad posee un "apéndice" mas (que es la mirada a los ojos) que conlleva mucho significado y es muy expresivo y comunicativo.

Levy R.

Unknown dijo...

Hola a todos.

Realmenta la experiencia me parecio rara, mas que nada por que no estamos acostumbrados a este tipo de cosas (ahi le encuentro correspondencia con la filosofia Zen, ya que al principio use la razon para entender por que haciamos eso, pero luego entendi que no hay que pensar tanto y dejarse llevar).
Al momento de cerrar los ojos fue muy raro, ya que mis sentidos todavia funcionaban a pleno, de hecho se hacian mas agudos. Escuchaba mas, sentia mas. Pero cuando fueron pasando los segundos la concentracion fue hacia adentro y pude sentirme en armonia,
La otra parte fue la mas dificil, y me paso lo mismo que a muchos de mis compañeros: no sabia si el que me miraba me estaba mirando a mi o al que tenia al lado. En caso de que me estuviera mirando a mi, se me hizo dificil sostenerle la mirada ya que pense todo el tiempo en lo que estaba pensando el, pero se me hizo imposible ya que al no conocerlo no pude descubirlo; tal vez eso fue lo que me hizo desconcentrarme y perder la mirada en varias ocasiones.

Saludos a todos.

Gretel_War dijo...

Algo muy interesante me paso, previo a la clase, que creo que es pertinente mencionar. Cuando tomé el el colectivo hacia la facultad, este estaba muy lleno, y yo entré de última. Intentando adentrarme me tope con que estaba frente a frente de las personas y me llamó la atención que todos evitaban un contacto visual directo, nadie lograba mantenerme la mirada, y 'jugué' a eso en todo el viaje (que no es muy largo valga decir) y finalmente me encontré con una niña, de no menos de un año, que fue la única capaz de mantenerme la vista. Esta situación, sin embargo no se manifestó mucho en el ejercicio, puede ser por la consigna que todos seguíamos, pero en general, pasé bastante tiempo sosteniendo la mirada de tres personas. Y de nuevo el problema fue, tal vez, cuando se pidió que miráramos a alguien más cercano, justo miré a la persona junto a mí y esa cercanía tal vez, hizo que a quien miraba se riera por un segundo, pero inmediatamente dejara de hacerlo. Luego de eso me di cuenta que estaba pensando en la situación previa del colectivo y sin darme cuenta sonreí.
Mas allá de mi experiencia extra-consigna, me di cuenta que cuando veía a alguien a los ojos irónicamente, pensaba en lo que estaba proyectando yo, para compararlo, tal vez, con lo que podía encontrar en la otra persona, se podría decir que como espejo, aunque no exactamente así.

Jimena Guerra Santander

Matias Infantino dijo...

La experiencia fue un poco rara. Cuando cerre los ojos en un primer momento las imagenes que aparecian en mi cabeza eran las del aula iluminada, con los alumnos y los ojos cerrados. Luego las personas fueron desapareciendo y luego el aula hasta que todo lo que me rodeaba desapareció y a mi alrededor quedo todo oscuro. En ese momento primaba una tranquilidad y silencio absoluto hasta que volvi a abrirlos y me habitué nuevamente al contexto del aula con alumnos. En relación con la mirada fue dificil mantenerla con alguien. Era una situación incómoda, a la que ni yo ni el otro compañero parecíamos estar acostumbrados y por lo tanto era dificil de sostener.

Carla dijo...

Durante la primera parte del ejercicio, me resultó difícil concentrarme en mí y sólo logré abstraerme del contexto por momentos. La voz del profe me mantenía demasiado conciente de lo que hacíamos y mi cabeza especulaba sobre lo que vendría a continuación. Cuando se encendieron las luces, pronto encontré unos ojos que me miraban y les correspondí. Al principio nos causó gracia. Después me inquietaba saber qué veía al verme, qué cosas le pasaban por la cabeza a mi observadora, que parecía inmutable. Yo empecé a ponerme nerviosa, me costaba mantener fija la mirada en ella y me esforzaba para que no lo notara. Cuando tuvimos que cambiar, no encontré otros ojos que me miraran y me dediqué a observar lo que hacían los demás.

Estuvo bueno porque fue una experiencia fuera de lo común dentro del aula.

Carla Constantino

Julieta Iannuzzi dijo...

Creo que la experiencia estuvo muy buena. logre relajarme y cuando abrí los ojos hice contacto con una compañera que estaba casi enfrente mio. al principio me sentí super segura y después empece a sentirme avergonzada y ridícula. nos sonreímos en un momento y ya entramos en confianza. logramos mantener el contacto visual hasta que tuvimos que cambiar de compañero. el segundo contacto ya fue como menos concentrado por eso elijo quedarme con el primero. el ejercicio estuvo interesante, mirar fijo a alguien ya de por si es raro y mirar a un desconocido por varios minutos mas! a mi me gusto y me resulto inquietante.

Mechi dijo...

Ufff... una conclusión personal que saco es: cuánta falta nos hace mirarnos más a los ojos!!!! Quizás sea ese uno de los problemas de la sociedad occidental, el poder detenernos más en los ojos y en la MIRADA del otro, poder dejar de mirarnos y pensarnos a nosotros mismos, e intentar re-conocernos en el otro. Tal como a los demás, también me costó sostener la mirada. Nos pone incómodos, nos sentimos vulnerables.

Ariel Capriglione dijo...

Al principio me costó un poco encontrar la mirada de otro compañero y tener la certeza de que también me estaban mirando a mí. Pero una vez que lo logré lo más difícil fue mantenerla, sentía la necesidad de hacer breves "descansos" y desviar la mirada por algunos segundos para no empezar a reírme.

En el segundo cruce de miradas no pude aguantar la risa, creo que porque en un determinado momento la incomodidad fue demasiada y la risa era la única forma de aliviarla un poco.

Quizá fue casualidad, pero justamente al salir de la clase me puse a pensar en uno de los autores que Germán dijo que íbamos a leer, para encontrarle una explicación a la incomodidad que sentí cuando fijaba la mirada. Encontré en el axioma de Bateson de la Escuela de Palo Alto ("Todo Comunica") que, por el hecho de que ser nosotros conscientes de que la mirada también es portadora de sentido y una forma de comunicarse con el otro, la incertidumbre de estar enviando un mensaje al otro sin saber cómo será recibido causa esta incomodidad que mencionaba y la necesidad de desviar la mirada.

No sé si fui muy claro con lo que quise exponer pero tenía un torbellino de ideas y la aclaración de Germán de que tenía algo que ver con un autor que íbamos a leer me convenció de al menos volcarlo en los comentarios.

Saludos!

Cynthia Ramirez dijo...

Fue raro pero una experiencia interesante... Cómo dijeron algunos más arriba, falta mirarnos un poco más a los ojos!
Sentí que me pude comunicar perfectamente con la otra persona, sin necesidad de hablar, sentí mucha complicidad, cuando te dabas cuenta que compartías la mirada con el otro, que realmente te estaba mirando a vos...
Con la primera persona que mantuve miradas, sentí más complicidad que con la segunda... Incluso cuando intenté cambiar de mirada, volví a la primera...
Me parece una experiencia interesante para pensar todo aquello que se comunica con el cuerpo, las miradas, con todo lo relacionado a la comunicación no verbal y que incluso, se puede aproximar a lo sentimental... Tal como venimos viendo en clase...

María Sol García Núñez dijo...

Apenas abrimos los ojos encontré una mirada que me respondía, nos miramos un rato pero en menos de 2 minutos miró para otro lado y me quedé mirando sola. Después de ese momento me pareció que ya todas las miradas estaban ocupadas y las que me parecían que podían estar mirándome era probable que estuvieran mirando a otra persona. Cuando tuvimos que mirarnos con una persona que estuviera cerca, tenía al lado una conocida y si bien no me fue difícil mantenerme seria con la primer mirada, al encontrarme con una mirada conocida no pude evitar reirme.

Anónimo dijo...

Cuando cerré los ojos, como un flash pasaron veinte mil cosas por la mente, después me relajé.
La parte de mantener la mirada me fue particularmente difícil. Supongo que por naturaleza. Y vale mencionar que me impactó la dureza de la mirada de aquella persona con la que nos cruzamos. No titubeó, no bajó la vista, no revoleó los ojos. Muy segura de sí.

Agostina Grossi dijo...

Al cruzar miradas me pasó, como muchos otros compañeros comentaron, que no estaba segura si esa mirada me correspondía o no. Fue un momento de incertidumbre, de incomodidad por esa mirada tan fija, pero a la vez de seguridad por tener que mantenerla e intentar descubrir quién era esa persona. Primero me crucé con un chico que al principio mantuvo el contacto, con sonrisas tímidas, pero que de a poco fue achinando los ojos hasta no poder más mantener mi mirada. Y ahí fuí en busca de otros ojos: me encontré con otro chico que no paraba de reírse pero que pudimos mantener el contacto sin bajar miradas o escapar de esa situación. Finalmente me crucé con una compañera que tenía al lado, fue mucho más difícil por la cercanía pero mucho más interesante porque sentía que esa mirada comunicaba y transmitía muchas cosas de su persona.
Me pareció un lindo ejercicio para contactarse desde el interior hacia el exterior con ese otro, y quizás demostrar con esa mirada lo que es uno como persona sin emitir una sola palabra.

Bruno Espósito dijo...

Me gustó.
Me gustó porque, creo, se busco un poco de agua y un poco de aceite. Un poco de Yin, y un poco de Yang.

En la primer parte, se intento crear un espacio de YO para CONMIGO. Con mayor o menor facilidad por el 'alto' y 'amplio' dialogo mental interno que tenemos, logre abstaerme del contexto clase universitaria -cual meditacion guiada-.

En la segunda parte, YO para con el OTRO. Tanto yo como con quienes nos hemos mirado hemos mantenido la mirada, como asi tambien reido, fruto de lo que nos generaba una exposicion tan explicita. Tambien noté que la incomodidad generaba movimientos corporales, tanto en mi como en el otro, como para 'disolver' tanto contacto visual.

Por otro lado, creo que estar en circulo en las clases fomenta muchas cosas positivas. Estaría piola poder aplicar esta disposicion, y como algunos compañeros han ya comentado, mirarnos mas!

Bruno Espósito dijo...

Me gustó.
Me gustó porque, creo, se busco un poco de agua y un poco de aceite. Un poco de Yin, y un poco de Yang.

En la primer parte, se intento crear un espacio de YO para CONMIGO. Con mayor o menor facilidad por el 'alto' y 'amplio' dialogo mental interno que tenemos, logre abstaerme del contexto clase universitaria -cual meditacion guiada-.

En la segunda parte, YO para con el OTRO. Tanto yo como con quienes nos hemos mirado hemos mantenido la mirada, como asi tambien reido, fruto de lo que nos generaba una exposicion tan explicita. Tambien noté que la incomodidad generaba movimientos corporales, tanto en mi como en el otro, como para 'disolver' tanto contacto visual.

Por otro lado, creo que estar en circulo en las clases fomenta muchas cosas positivas. Estaría piola poder aplicar esta disposicion, y como algunos compañeros han ya comentado, mirarnos mas!

Anónimo dijo...

En un primer momento me costó mucho relajarme. Cerraba los ojos pero en seguida espiaba a ver qué hacía el resto. Supongo que los nervios son por mi extrema timidez. Finalmente me relajé. Cuando abrí los ojos me costó mucho sostener la mirada. La persona que primero elegí no me miraba y supongo que me descolocó. Cuando cambié la mirada, y me encontré con una persona que si me estaba mirando a mi, me costó mucho más. Me empecé a incomodar (me movía en la silla, cambiaba de postura).
En el momento de buscar alguien que estuviera cerca, también fue raro, me dio entre risa y vergüenza. La mirada era recíproca. A medida que pasaba el tiempo, más difícil se me hacía seguir mirando a mi compañera sin extrañarme por lo que estaba haciendo.
Yolanda Butler

Denise dijo...

El jueves al cerrar los ojos no me costo relajarme, no sabia que tenía tanta facilidad para aislarme del mundo exterior. El problema fue al abrir los ojos, tenía lentes de contacto y como tuve un par de minutos los ojos cerrados, cuando despegue los parpados veía borroso, clave la mirada en alguien pero me costaba hacer foco!!! y pensaba ''ay si empiezo a lagrimar van a pensar q la experiencia me hace llorar..''. Cruce dos o tres miradas con diferentes personas.

Ana M. Pereyra dijo...

El encuentro de la mirada de otro es siempre impactante y más aun si ese otro es un perfecto extraño. Es difícil sostener la mirada ante un desconocido. Si bien el por qué del intercambio de miradas estaba fundamentado en el cumplimiento de la consigna de la clase, siempre está la pregunta de qué está pasando en la cabeza de cada persona a la que mirábamos. Creo que en eso estriba un poco la incomodidad que se siente siempre que nos cruzamos con la mirada de alguien. De hecho es incomodidad se hizo patente en las risitas que se escuchaban por lo bajo y en la carcajada que la compañera necesitó expresar para cortar el clima. Incómodamente interesante.

Ana M. Pereyra dijo...

No encuentro el programa de la materia. Alguien puede indicarme en qué parte está?

Karen Benitez dijo...

Si bien no estuve en la clase, intenté mirar a algunos compañeros de trabajo; un poco para "ver" o sentir algo en esa instancia. Lo primero son risas, uno siente la cara colorada y pareciera difícil concentrarse en mirar al otro; sin al menos desviar el foco. Entiendo que en el contexto de una clase, donde apenas nos estamos conociendo, la experiencia resulta confusa, incómoda y rara.

Germán A. Serain dijo...

Ana M. Pereyra: http://psicoycom.blogspot.com.ar/2010/08/desarrollo-del-programa.html

Anónimo dijo...

Fue raro. Una vez que abrí los ojos intenté encontrar la mirada de alguien. Si bien lo logré, tuve que cambiar varias veces de persona porque me resultaba difícil sostener la mirada. No era por vergüenza ni porque me causara gracias el momento, sólo que me resultaba difícil mantener la mirada fija puesta en alguien que no conocía. Aunque lo más raro fue cuando crucé miradas con amigos (que cursamos juntos). Con ellos me costó mucho más sostener la mirada ya que nos causaba mucha gracia la situación de estar mirándonos fijamente cuando antes nunca lo habíamos hecho. Creo, CREO, que pude ver en uno de ellos lo que estaba pensando en ese momento.
Soledad Suriano

Pablo Arrarás dijo...

Creo que fue incomodidad la sensación que experimenté al comienzo. Tal vez por la falta de costumbre de ejercicios semejantes dentro del ámbito académico. Incomodidad además desde el punto de vista físico, al no encontrar la posición y el punto de relajación exacto, hecho que se fue atenuándose a medida que fueron corriendo los minutos. Al encenderse las luces comencé a buscar aquellos ojos en los que encontrar aquella mirada en donde posarme. Esa era la consigna. Pasaron varios minutos sin encontrar correspondencia. Fue recorriendo una a una las miradas de los presentes que se sentaban frente a mí, intentando encontrar un par de ojos donde detenerme. Y se produjo el encuentro. Creo que no pensé en otra cosa que en no evadirme de la mirada proyectada por aquellos ojos ubicados en diagonal a mi posición. La incomodidad se fue atenuándose y la distención fue llegando al escuchar algunas risas que rompieron el silencio. Mis ojos no resistieron en un par de ocasiones, cayeron y volvieron a enfocar esa mirada. En síntesis, la sensación más nítida que puedo describir, quizá, haya sido de extrañamiento

Anónimo dijo...

Creo que fue incomodidad la sensación que experimenté al comienzo. Tal vez por la falta de costumbre de ejercicios semejantes dentro del ámbito académico. Incomodidad además desde el punto de vista físico, al no encontrar la posición y el punto de relajación exacto, hecho que se fue atenuándose a medida que fueron corriendo los minutos. Al encenderse las luces comencé a buscar aquellos ojos en los que encontrar aquella mirada en donde posarme. Esa era la consigna. Pasaron varios minutos sin encontrar correspondencia. Fue recorriendo una a una las miradas de los presentes que se sentaban frente a mí, intentando encontrar un par de ojos donde detenerme. Y se produjo el encuentro. Creo que no pensé en otra cosa que en no evadirme de la mirada proyectada por aquellos ojos ubicados en diagonal a mi posición. La incomodidad se fue atenuándose y la distención fue llegando al escuchar algunas risas que rompieron el silencio. Mis ojos no resistieron en un par de ocasiones, cayeron y volvieron a enfocar esa mirada. En síntesis, la sensación más nítida que encuentro haya sido de extrañamiento. Pablo Arrarás

Anónimo dijo...

Particularmente considero mi experiencia en este ejercicio como un fracaso rotundo. De movida, con las luces apagadas, nunca pude llegar a relajarme plenamente, por más que hice el mayor esfuerzo para despojarme de todo. Luego, tengo que confesar que no comprendí bien la consigna, creí que había que hacer un paneo general de miradas en todo el curso, y no fijar la mirada en una sola persona. Eso hizo que perdiera tiempo y no encontrara con quien cruzar la mirada. En un momento creí que lo había logrado, pero la no certeza hizo que eso no prosperara. Luego, al mirar al compañero cercano, no hice más que mirar a una compañera con la que transitamos varios años juntos en esta carrera, y me puso demasiado incómoda esa situación de mirarla a los ojos en silencio. Lo único que quería en ese momento era que se terminara el ejercicio. Por todo esto, tengo que reconocer que mi experiencia no fue buena.

Matías Berges

Mariela Eiras dijo...

En principio, al cerrar los ojos me relaje, se sentía el tic tac del reloj y unos minutos más hubieran sido suficientes para quedarme dormida.
En la segunda parte de la actividad, mantener la mirada con un compañero fue muy difícil, es más me atrevería a decir que no lo logré porque en todo momento me pareció que la persona a la que miraba no me estaba mirando a mi. Cuando tuvimos que cambiar la mirada con alguien más cercano tampoco tuve mucho éxito porque fue con la persona que tenía inmediatamente al lado y las risas no tardaron en llegar, estábamos algo distraídas.

Romina D'Amico dijo...

Durante la parte en que nos relajamos con las luces apagadas si bien no pude olvidarme del espacio donde estaban y de algunas personas que me rodeaban sí pude registrarme. Sentí los brazos y las piernas pesadas, o sentí mis brazos y mis piernas y registré mucho el silencio.
Cuando llegó el momento de mirarnos con otro compañero creo que me estaba mirando a mí pero como estaba lejos no puedo asegurarlo, de todas formas intenté sostenerle la mirada lo más posible y, cuando me sentía incomoda, desviaba la mirada un instante hacia el compañero de al lado para descontracturar y volver con el ejercicio.
Cuando nos miramos con el de al lado se me complicó más ya que la risa me hizo distraer.

Fran dijo...

¡Qué difícil fue sostener la mirada! La "terapia" de los ojos cerrados me recordó los tiempos en que cantaba en un coro y antes de empezar el ensayo hacíamos una relajación, aproveché para girar un poco la cabeza como aprendí en esa época. Luego busqué miradas, muchas ya estaban ocupadas, alguna pude encontrar, fue difícil sostenerlas, la luz lastimaba, los ojos se resecaban y tuve reiterados pestañeos fuertes, incómodos. al final: Risas, murmullos y descontractura.

Polet Vely dijo...

Creo que en estos tiempos es difícil sostener la mirada fija tanto a un extraño como a alguien que vemos todos los días..que, por más que veamos, no siempre "miramos" de verdad. En varias ocasiones realicé ejercicios de meditación y ejercicios de miradas con otras personas, así que no me pareció rara la actividad, quizás si me sorprendió que fuera en este contexto. Sin embargo, me parece divertido que realicemos este tipo de prácticas. Me resultó muy difícil sostener la mirada a alguien a lo lejos porque no sabía si me estaba mirado. Pero cuando fue con el que estaba cerca, traté de conectarme pero sentía que su sus ojos se desviaban, que le causaba gracia, que lo envolvía la timidez, y, por momentos, me provocaba comportarme de la misma manera.
También me hizo recodar a una de las veces que medité donde me conecté con una chica que no conocía, un par de años menor que yo, que estaba en un momento de crisis y repleta de dudas. El caudal de energía que se generó en esa situación de miradas desencadenó en llanto de ambas partes y en un largo abrazo, provocando un inesperado desahogo para las dos. Creo que es hora de mirarnos más y de abrazarnos más.