domingo, abril 14, 2013

Acerca de las cuatro Nobles Verdades

1. El sufrimiento es propio de la condición humana.
2. El sufrimiento está ocasionado por el deseo insatisfecho.
3. Si se suprime el deseo, desaparece el sufrimiento.
4. Es posible suprimir el deseo.

 

"¿Cómo podríamos ser felices, con todo lo que nos falta saber del mundo?", podría preguntarse Fausto. Y seguramente él hablaría de conocimientos, pero para el caso también podríamos estar hablando de dinero, de bienes materiales o simbólicos, de un título universitario, de experiencias sensuales, de pasiones diversas. Fausto es el arquetipo. Pero también podríamos hablar de Mick Jagger, de Don Juan, del muchacho que quiere una guitarra eléctrica o de cualquiera de nosotros. A todos nos pasa más o menos lo mismo, finalmente.

Don Juan es hermano de Fausto en la frustración. La vida no le alcanzará a ninguno de los dos para completar el objetivo que se han impuesto: en el caso de Fausto siempre habrá más cosas para saber; para Don Juan, siempre habrá una mujer más por conquistar. Don Juan lucha con las pasiones que son propias de la incompletud humana. Por su parte, en su afán por comprenderlo todo, Fausto pretende parecerse a Dios, lo mismo que el legendario ángel caído. La referencia bíblica no es gratuita: en las cosmogonías es posible encontrar cosas de lo más interesantes. De hecho, es en el fruto prohibido de la sabiduría, del árbol del bien y del mal, donde el hombre encuentra fatalmente la condena derivada del pecado originario. Mala prensa para el positivismo.

Oswald Spengler, en su libro La decadencia de occidente, habla del hombre fáustico como modelo del hombre occidental: se trata de un hombre permanentemente insatisfecho, tanto da que se llame Fausto, Don Juan, como vos o como yo, a quien siempre le faltará algo para estar completo, con lo cual vivirá en un estado de tensión permanente, que se parecerá mucho al sufrimiento, a la frustración, a la insatisfacción, a la angustia de saber que hagamos lo que hagamos siempre será insuficiente.

"So many books, so little time", dice la remera que luce Rodrigo Fresán en la solapa de uno de los libros que guardo en mi biblioteca. Cosa curiosa: no recuerdo el contenido del libro, pero la leyenda de la remera en la fotografía que acompaña el texto de la solapa del libro en cuestión quedó marcada en mi cabeza. "So many women, so little time", se lamenta Don Juan. Y en definitiva es lo mismo. Mi psicóloga, en tanto, me dice que ella no sabe nada del zen, pero que como terapeuta me recomienda focalizar siempre en las cosas de manera tal que lo mucho que falta no impida ver lo mucho que tenemos. Mi maestro de tai chi zen, en cambio, probablemente diría que para que algo nos falte tenemos primero que creer la falacia de que somos algo separado del resto del mundo. Yo los escucho a los dos, pero Fausto y Don Juan siguen allí, parados ante mis ojos. Fausto tiene puesta una remera que ya he visto en alguna otra parte, y Don Juan trae de la mano a una señorita de la cual no podría uno menos que enamorarse; sería una pena morir sin haber gozado antes de sus encantos. Entonces me despierto, pero sólo para darme cuenta de que sigo soñando.

Pregunta no inocente: ¿Dirías que esta sociedad, que nos ofrece y muestra cientos y miles de placeres posibles, que nos estimula, que nos enciende, determina una cultura del hedonismo o más bien del displacer?

18 comentarios:

Ana M. Pereyra dijo...

Los individuos deseosos son aquellos nunca satisfechos. El hedonismo postula como una de sus máximas la supresión del dolor como camino hacia el bien supremo, que es el placer. Como señalan Descartes y Faure, entre muchos otros, los individuos deseosos son aquellos imperfectos. Según la filosofía Zen puede suprimirse el sufrimiento, causado por el deseo, suprimiendo este último. Ahora bien, un individuo pleno, carente de deseo, sería inservible para la sociedad capitalista. Si está pleno no tiene por qué someterse a las condiciones del sistema, no tiene por qué seguir consumiendo, trabajando, etc. No, no creo que fomente el hedonismo, sino la ilusión del alcance del placer. Es algo inalcanzable, esa es su naturaleza, el sujeto nunca debe alcanzar por completo algo, siempre debe necesitar un poco más de eso que da una pequeña dosis de felicidad. "Destapá Coca-Cola. Destapá felicidad", pero ojo que cuando ya no tengas más por qué destapar esta botella, tendrás que comprar otra, para seguir siendo un feliz.
Tengo algunas preguntas. Si el deseo es propio del ser humano ¿Se sigue siendo tal, según el zen, una vez suprimido? ¿La supresión del sufrimiento, significa alcanzar un estado constante de felicidad? ¿Puede existir algo llamado felicidad sin su contracara?

Ana M. Pereyra dijo...

Profesor, gracias por subir el link del programa. Al final qué se debe leer para la próxima clase? No indicó ninguno de la unidad dos.

Unknown dijo...

Buenas noches.

Esto es algo que he pensado y re-pensando muchas veces. ¿Que hacer una vez que satisfacemos todos nuestros deseos? ¿que nos queda por alcanzar?
Yo creo que, en primera instancia, es imposible satisfacer todos nuestros deseos, mas que nada por que en este tipo de sociedad capitalista el mecanismo no funciona justamente asi. Somos maquinas inmersas en un aparato que siempre tiene metas dibujadas, necesidades creadas en muchos casos. Asi peleamos por avanzar en la estructura y nunca conseguimos nada, y si lo hacemos (un ascenso en el trabajo, comprar un autito nuevo, tener mas plata que antes, etc) no somos felices, pero eso si, buscamos mas, péro por el solo hecho de alcanzar todo lo que podamos, ya que todo esta armado de esa manera para ser funcionales, como decia el compañero en el comentario anterior.
Asi que pienso que es la sociedad del displacer, motivada por la busqueda de éste.

Saludos a todos.

Denise dijo...

Trato de buscar un punto de equilibrio entre Fauso, Don Juan o el Zen y no hay caso. Es imposible.
Tu maestro de tai chi zen me cae bien..
El displacer es un invento capitalista, aunque, puede estar estrechamente relacionado con las condiciones climáticas. Lo digo imaginándome en el medio del bosque teniendo lo justo y necesario para sobrevivir y estar bien, acompañada de amistades (que me las hice, seguramente, consumiendo objetos de la cultura capitalista). Esta situación hace sentir a alguien (o no) satisfecho, pleno, feliz, el placer del descanso sin demasiadas pretensiones. Pero...si se larga una tormenta y no hay lugar para refugiarnos, chau placer, hola displacer y esa sensación de desear infinitas otras cosas (bienes y servios, claro).

Germán A. Serain dijo...

Ana, habíamos dicho que si aparecía publicado el texto de Finkielkraut ("La sabiduría del amor") sería ese el que había que leer, y de lo contrario el texto "Forma, sustancia y diferencia" de Gregory Bateson.

Germán A. Serain dijo...

Y en cuanto a tus preguntas, Ana: Dormir es algo propio del ser humano, ¿verdad? Pero cuando estás despierta, ¿acaso no seguís siendo humana? Lo mismo pasa con el deseo. Y cuidado, que no desear no supone un estado de felicidad, sino de equilibrio. La felicidad, tal como la concebimos, es de hecho un estado de inestabilidad, que se compensa y contrasta con la infelicidad, tal como vos lo señalás. El zen no persigue la felicidad como objetivo, sino el equilibrio de estar completo, sencillamente. Es dejar de estar pendiente de las incompletudes inherentes a nuestra condición cotidiana. En clase lo ampliamos. Recordame el punto, por favor.

Santiago = Archie dijo...

Hola a todos,
con respecto a lo que se comento... voy a tratar de ser breve.
pienso que la sociedad actual (la pos moderna occidental) viene desde hace mucho tiempo bajando un ideal que se pretende igualmente accesible para todos: algo así como que el individuo se hace, se edifica a si mismo. así, esta idea deja de lado los condicionamientos y habla entonces del ideal de individuo y no del mas real del sujeto. entonces, la sociedad impone la imagen del individuo autónomo, libre, dueño de su propio destino, en vez de enseñarle a asumir sus propios condicionamientos y desde ahí, edificarse. entonces, el reverso de esto es la insatisfacción, la no armonía, el vivir a des tiempo, el displacer. creo que el hedonismo nace así como un buen refugio para estos tiempos. pero solo refugio, después hay que salir y vérselas con lo real.

Karen Benitez dijo...

Se me ocurre que la Cultura existente tiende a motivar rasgos de hedonismo. Es una obviedad mencionar que vivimos en una sociedad que sienta sus bases y valores a partir del consumo y la apariencia que éste promueve. El fetichismo de los objetos lo representa con facilidad. Ese objeto del deseo, una vez adquirido (como la guitarra en el ejemplo del video) deja de ser lo anhelado. Se vuelve una sociedad de displacer, cuando caemos en cuenta que difícilmente alcancemos los objetos que el mercado nos demarca como necesarios. La cultura provoca ambos sensaciones: satisfacción (momentánea en algunos casos) como insatisfacción.

Agustin Bustos dijo...

Buenas noches a todos.
En principio creo que el tema de la satisfacción y la insatisfacción como procesos de la vida social son un reflejo del cuento de que es primero si el huevo o la gallina. Porque digo esto?? Porque nunca sabemos que está primero en nuestras intrincadas mentes (hablo a título personal) si la satisfacción por haber conseguido cierta cosa, artefacto, afecto o lo que sea, o, las insatisfacciones por no tener o por no ser, que nos llevan a querer conseguir esas cosas.
De nuevo a título personal creo, como se dijo por ahí, que es difícil llegar a un punto donde no deseemos conseguir alguna satisfacción, entonces estaríamos viviendo con una zanahoria frente a nuestra cara. Aquí también se puede incluir el término Felicidad y tratar de dilucidar si esto es un estado ideal, una meta a la cual llegar o si solo es un estado momentáneo y pasajero, y si en todo caso se llega mediante la satisfacción de algún deseo o del entender que no existen en si esos deseos sino que son solo representaciones sociales de los que es debido (trabajos, dinero, belleza, títulos universitarios, amor, etc)

Romina D'Amico dijo...

Muy buena la reflexión y la comparación de Fausto y Don Juan. Es así, siempre estamos insatisfechos, siempre hay algo más por hacer, por conseguir, por desear. El año pasado tuve a mi abuela, con quien tenemos una hermosa relación, casi muerta en en una clinica durante trece días. Lo primero que pensé después de entristecerme mucho fué: de todas formas fue perfecto así, le dije e hice con ella todo lo que queríamos. Pero luego de pasar los días empecé a pensar cuántas cosas nos faltaban todavía! Hoy hace meses está en su casa y cada vez que la veo pienso en cuanto nos falta todavía. Y es parte de eso.. de Fausto y Don Juan, siempre hay más, siempre necesitamos más. Y creo que vivimos inmersos en una mezcla de los dos: hedonismo y displacer, ambas, a mi parecer, son el motor y el estímulo de la vida.

Bruno Espósito dijo...

La publicidad linkeada manifiesta con claridad lo vertiginoso en los cambios del deseo, en el caso de la publicidad, por cosas materiales. El displacer es funcional a seguir corriendo detrás de la zanahoria que cuelga delante de nosotros, someternos en post de ese placer que hemos aceptado como tal.
En diversos medios circulan esos mensajes que nos alientan a finalmente realizarnos, a recibir aquello que merecemos. La zanahoria de todos modos siempre seguirá manteniendo la misma lejanía.

No estoy muy de acuerdo con esas Nobles Verdades. No por lo que dicen, sino por lo que NO dicen.
Creo que un deseo no satisfecho no deriva irrevocablemente en sufrimiento, a pesar de que hoy en día sea lo que prime en esta sociedad occidental. Pienso que el entramado de significaciones culturales en que crecemos, pueden explicar tales comportamientos y sentires ¿Porque el sufrimiento es propio de la especie humana? ¿Porque se que me voy a morir??

Estamos más pendientes en lo que va a pasar, que en lo que nos esta pasando. No solo nuestros cuerpos y nuestras fuerzas corren detrás de la zanahoria, nuestra mente hace lo mismo. Así vivimos pensando en el futuro, y no en el presente. Al no estar en el presente, sufrimos. Nos sentimos incompletos.

Creo que muchas veces el sufrimiento se da por el exitismo resultadismo eficientísimo al que estamos acostumbrados. Creo que el deseo, de la mano de un desapego al resultado, es más propicio para así dar con el clavo con justeza. Fácil de escribir, no tanto de ponerlo en práctica día a día. Entiendo que la felicidad más que un destino, es el camino en si.

Anónimo dijo...

Siempre hay más deseo por alcanzar porque el deseo es nuestro motor. Si no fuera así, sólo estaríamos cara a cara con la muerte. No tendríamos motivos para caminar, para atravesar nuestra existencia, y sólo nos restaría el fin. Por eso, es muy difícil entender el Zen, (aunque tratar de entenderlo ya vaya en contra de él) Es una tarea muy compleja el hecho de concentrarse sólo en "el aquí y el ahora", conectándose con la capacidad de contemplación, sin deseos, sin anhelos... Teniendo en cuenta lo anterior, y, puntualmente respondiendo a la pregunta, creo que la sociedad de consumo trabaja precisamente con esta concepción del deseo, y con la "incompletud" humana. A través de los mecanismos de marketing, y con la creación de nuevos “deseos de consumo” lo que intentan es vender la “falsa” solución a tanta falta, a tanta carencia. La idea es completar lo imposible de completar. Y ahí viene la cadena eterna de insatisfacción. A mayor deseo, mayores son las posibilidades de no cumplirlo, y así la consecución de la vida; siempre envuelta en un sinfín de deseos truncos.
[DANIELA RABÁN]

Anónimo dijo...

Siempre hay más deseo por alcanzar porque el deseo es nuestro motor. Si no fuera así, sólo estaríamos cara a cara con la muerte. No tendríamos motivos para caminar, para atravesar nuestra existencia, y sólo nos restaría el fin. Por eso, es muy difícil entender el Zen, (aunque tratar de entenderlo ya vaya en contra de él) Es una tarea muy compleja el hecho de concentrarse sólo en "el aquí y el ahora", conectándose con la capacidad de contemplación, sin deseos, sin anhelos... Teniendo en cuenta lo anterior, y, puntualmente respondiendo a la pregunta, creo que la sociedad de consumo trabaja precisamente con esta concepción del deseo, y con la "incompletud" humana. A través de los mecanismos de marketing, y con la creación de nuevos “deseos de consumo” lo que intentan es vender la “falsa” solución a tanta falta, a tanta carencia. La idea es completar lo imposible de completar. Y ahí viene la cadena eterna de insatisfacción. A mayor deseo, mayores son las posibilidades de no cumplirlo, y así la consecución de la vida; siempre envuelta en un sinfín de deseos truncos.
[DANIELA RABÁN]

Richard dijo...

Creo que todo el tiempo estamos yendo de un lado para el otro, del placer al displacer, ya que (siguiendo con la metáfora de la zanahoria)la lógica sistemática de las sociedades de hoy, hacen que el placer sea efímero y nos paresca inalcansable.
En todo caso me parece que lo que determinan las sociedades de hoy es la cultura de la insensibilidad en la medida que todo el tiempo estamos siendo seducidos a correr detrás del placer y a huir de la insatisfacción, del dolor y de todo aquello que opaque nuestra felicidad.Esta busqueda y huida constante nos hacen perder de vista nuestro aqui y ahora; y en ese juego del gato y el ratón se nos va la vida. ¿Que nos queda por hacer entonces? Encontrar un equilibrio, cuestión nada sencilla y también problemática.
Estas reflexiones me trae a la memoria una frase que mencionaba Christian Ferrer en sus teóricos parafraseando a alguno de los autores que vemos en esa materia: "Allí donde esta el peligro está la salvación"....

Richard

Gretel_War dijo...

Creo que dada en la carrera,y en la facultad, en la que estamos, tenemos tendencia a pensar que todos esos deseos forman parte de nosotros porque nos fueron heredados únicamente desde la sociedad capitalista y mercantilista, que nos vende cosas que no necesitamos. Sin embargo como podemos ver, ese deseo latente de querer cosas nuevas, por lo general, sería intrínseco. Sin duda, se potencia por las condiciones sociales en las que vivimos, que en muchos casos tiene que ver con el aspiracional de las personas y en otros con necesidades que la sociedad promueve.
Jimena Guerra Santander

Anónimo dijo...

Considero que en este mundo capitalista en el que nos toca vivir, inmersos en esta sociedad de consumo, nunca vamos a llegar a alcanzar la satisfacción plena. Nos domina un instinto voraz, de querer tener todo y mucho más. Muchas veces me pregunto por qué personas que (creo) lo tienen todo desde el punto de vista material necesitan expander más y más sus negocios para aumentar sus ganancias, con una avaricia desmedida. En cuanto a los pobres mortales que tenemos que estudiary trabajar para subsistir, tampoco nos conformamos. El constante bombardeo mediático y el avance de nuevas tecnologías nos hacen creer incompletos y afuera del sistema, por eso nos terminamos sumergiendo en nuevos deseos para satisfacer necesidades que se renuevan en poco tiempo.

Matías Berges

Anónimo dijo...

Creo que esta sociedad al crear necesidades a través de su industria cultural y derivados produce una cultura del displacer en los sectores que potencialmente tienen poder adquisitivo para acceder a las mercancías producidas en masa. El comercial del banco Francés es una muestra clara de eso. Pienso que sus raíces se encuentran en la inauguración de la cultura de masas en los Estados Unidos en la década del veinte del siglo pasado. Martín Barbero afirma al respecto que la mejor expresión de la manera como el consumo se hizo elemento de la cultura se halla en el cambio radical que sufre la publicidad que, deja de informar acerca del producto, y se dedica a informar los objetos dando forma a la demanda, cuya materia prima va dejando de ser las necesidades y pasan a ser los deseos, las ambiciones y las frustraciones de los sujetos. Pablo Arrarás

Lucila dijo...

Como bien dijeron considero al deseo como motor de nuestra vida. Los placeres que nos ofrece la sociedad considero que no son deseos “genuinos” es decir son creados. Las publicidades crean necesidades que pensamos que tenemos que satisfaces de inmediato, es decir crean deseos. El consumo al ser funcional al sistema capitalista no nos va a permitir, jamás poder consumir todo lo que deseamos porque si cubrimos un deseo, inevitablemente surge otro y así sucesivamente. Entiendo que la sociedad detemina una cultura del displacer ya que nunca nos muestran como alcanzarlo, por lo menos no nos muestra otra forma, un camino alternativo de obtenerlo, hasta el camino de la búsqueda de la felicidad está hegemonizado.