jueves, noviembre 21, 2013

Facebook: La irrealidad nos hace infelices

“Deberíamos considerar los perfiles de Facebook como algo parecido a las fotos retocadas con Photoshop que aparecen en las portadas de las revistas femeninas: ninguna mujer real puede tener esas piernas. Del mismo modo, usted nunca será tan feliz como sus amigos aparentan serlo en Facebook, sencillamente porque nadie es en realidad tan feliz.”

La cita es de Alex Jordan, doctor del departamento de Psicología de la Universidad de Stanford, autor de un artículo titulado “La miseria tiene más compañía de lo que la gente cree”, publicado en Personality and Social Psychology Bulletin. La hipótesis es sencilla: cuando uno se conecta a Facebook suele verse invadido por una especie de melancólica tristeza derivada del ver que gran parte de sus contactos son aparentemente muy felices en comparación a uno mismo. Uno subió las fotos de su nuevo hijo, otro está de viajes en las Islas Maldivas, otro más está disfrutando de una magnífica comida, aquel otro se compró un auto nuevo o bien está iniciando una fogosa relación sentimental... Más allá de que también hay quienes publican estados quejándose de sus miserias, por lo general Facebook nos convierte, automáticamente, en la mejor versión de nosotros mismos. O por lo menos en una versión exacerbada. Pero nosotros tenemos contacto directo con nuestra realidad, y cuando la comparamos con la felicidad virtual que parecen tener nuestros contactos, inevitablemente lo que hacemos es poner el foco en nuestra aparente infelicidad.

Para mostrar que la costumbre humana de sobreestimar la felicidad de otras personas no es algo nuevo, Jordan recurre a una cita de Montesquieu: “Si sólo quisiésemos ser felices sería fácil; pero queremos ser más felices que los demás, y eso es lo dificultoso, porque siempre imaginamos a los demás mucho más felices de lo que son en realidad.” O como el dice el dicho popular: "El burro siempre quiere comer la hierba que está del otro lado del cerco."

Al parecer, las redes sociales pueden estar agravando esta tendencia, pues al mostrar las versiones más ingeniosas y alegres de la vida de las personas, versiones ciertamente construidas en la red, nos invitan a hacer comparaciones constantes en las cuales tendemos a vernos como perdedores. Por supuesto, las personas con menos autoestima son las más vulnerables dentro de esta tendencia. Y también quienes sean más propensos a usar Facebook como un modo de establecer una comunicación personal (publicar fotos, compartir contenidos relacionados con amigos, familiares o con los propios sentimientos) antes que para compartir elementos vinculados con la actualidad. También se señala que el hecho de que en Facebook haya un botón “Me gusta” pero no un botón para expresar que algo “No me gusta” o "No me importa", marca la intención de mostrar lo bueno de la vida, lo cual, por contraste, y según los psicólogos de Stanford, termina por dejarnos siempre parados en un lugar peor.

Un estudio similar realizado por Ethan Kross, de la Universidad de Michigan, llega a conclusiones similares: 82 jóvenes que se conectan habitualmente a Facebook desde su smartphone fueron contactados a través de ese mismo teléfono varias veces al día por los investigadores, para ser sometidos a una breve encuesta digital. El análisis de los datos reveló que cuánto más utilizaban la red social, peor se sentían cuando la dejaban de usar, en tanto no ocurría lo mismo tratándose de interacciones en el mundo real. Los autores del trabajo comprobaron además que los participantes más asiduos a Facebook tenían niveles de satisfacción más bajos en relación con su propia vida. Por lo demás, es razonable pensar que cuanto más miserable se sienta una persona más tenderá a escapar de su entorno real para refugiarse en estratos virtuales... Sólo para entrar en una especie de círculo vicioso donde lo virtual no hará más que mostrarle, como un espejo deformado, lo míserable que está siendo. Este constante juego de representaciones, de intentar mostrar y ver continuamente lo mejor de lo que nos pasa, sin que se distinga jamás demasiado lo real de lo virtual, hace que nos alienemos y terminemos confundiendo el mundo real con lo representado.

El neurocientífico cognitivo John Jonides, otro de los autores de la investigación, cree que el resultado del estudio es relevante para abordar hasta qué punto las redes sociales influyen en las vidas de las personas, interfiriendo en la percepción de uno mismo y del otro, e incluso generando comparaciones sociales peligrosas. Jonides enfatiza que su estudio parece proear que el uso de Facebook reduce el bienestar subjetivo de las personas, y que todavía no han investigado otros aspectos más preocupantes.

Finalmente, quisiera citar en extenso un artítuclo del investigador en psicología y marketing Ignacio Bellido, quien señala: "Una de las necesidades básicas del individuo, como indicaba Maslow en su famosa pirámide, es la necesidad de pertenencia. El deseo de sentir que encajamos, que formamos parte de algo. Para conseguir este propósito ponemos en marcha múltiples interacciones con nuestra familia, nuestros amigos, mediante un abrazo, un saludo, vistiendo la camiseta de nuestro equipo o grupo musical favorito… Durante toda nuestra historia evolutiva para que este sentimiento de pertenencia se produjera hemos necesitado que los participantes de la interacción coincidieran en un mismo espacio y tiempo. Con el desarrollo de nuevos canales de comunicación esto se ha visto alterado, desde la llegada del correo postal, la invención del teléfono o, más recientemente, con la extensión de internet. Hoy podemos sentir que pertenecemos haciendo “clic”, chateando con alguien o indicando que algo “me gusta”. Aunque pueda sonar extraño quizá experimentemos estas interacciones a través de la red de la misma manera que experimentamos un abrazo, una palabra de ánimo en un momento de debilidad… Las interacciones que generamos en las redes sociales nos ofrecen la sensación de estar conectados. Creemos que pertenecemos. El desarrollo de la tecnología nos ha dado la oportunidad de satisfacer esta necesidad básica de pertenencia, necesidad que antes satisfacía la religión, como una Gran Red Social.

"Las redes sociales rebosan a diario de mensajes y publicaciones en los que los usuarios informan acerca de lo que han comido, los lugares que han visitado, sus estados de ánimo, sus opiniones acerca de un suceso. Estas publicaciones sirven para quienes las escriben como una especie de diario en el que van registrando su propia historia y, al mismo tiempo, es una vía a través de la cual intentamos compartir algo. Buscamos mediante la exposición de estos pequeños actos intrascendentes muestras de amor y reconocimiento. Deseamos retroalimentación del resto de miembros de la red para sentir que existe una conexión emocional entre nosotros.

"Queremos sentir que formamos parte de una misma unidad social. Queremos sentirlo en cualquier momento y a cualquier hora. Poblamos nuestros espacios vitales de las herramientas que nos permitan sentir que estamos conectados: ordenadores portátiles, tablets , televisión, PC, teléfono móvil, video consola… Queremos tener al alcance de la mano la posibilidad de experimentar que pertenecemos aun estando físicamente en un entorno, situación o contexto en que nos sentimos completamente ajenos, como ocurre en los llamados “no lugares”: salas de espera, transporte público… Aun cuando sabemos que nuestra identidad queda suspendida, podemos, gracias a nuestros teléfonos con conexión a internet, recuperar al instante nuestra identidad.

"Consultamos a cada instante la pantalla nuestro teléfono (estudios recientes afirman que, como media, consultamos nuestro teléfono cada once minutos). Necesitamos sentir que estamos conectados aun estado distanciados (separados pero conectados). Cuando estamos solos nos sentimos infelices, por eso necesitamos del otro. Queremos tener la certeza de que alguien nos quiere, que se preocupa por nosotros, que está interesado en lo que nos pasa… Buscamos en el entorno digital esa certeza de forma inmediata. Generamos en las redes interacciones que fuera de ellas nos resultarían imposibles e inadecuadas, ya sea por la hora a la que se producen, el contenido de la conversación o, simplemente, porque ese contacto fuera de ellas no se habría producido porque iría en contra de muchos convencionalismos sociales.

"Sentir que podemos encontrar a alguien cuando nos sentimos infelices y exponerle lo que nos pasa, aunque finalmente no lo hagamos, reduce nuestros niveles de ansiedad. El mero hecho de creer que hay alguien a quien podemos pedirle ayuda nos ayuda a afrontar mejor cualquier acontecimiento negativo. A mi modo de ver, aun pudiendo tener muchas ventajas, las redes sociales también tienen sus desventajas. La primera y más evidente es la pérdida de intimidad. Pero por encima de ella considero que hay otra mucho más peligrosa y que nos ha llevado miles de años de evolución conseguir: la capacidad de manejar habilidades y claves comunicativas que nos permitan acercarnos realmente a otra persona. La capacidad de crear una relación de confianza real con el otro. Porque para poder ser necesitamos de algo más profundo y sincero que Facebook, WhatsApp o Twitter."

Finalmente, cita a la manera de un ejemplo de lo que pretende exponer, un documental titulado “Catfish”, que habla sobre los engaños en la construcción de las identidades virtuales en una plataforma como Facebook. En esta película, un grupo de jóvenes cineastas documentan la creciente relación en línea de un amigo con una chica y su familia, para llegar a una inesperada serie de descubrimientos.

8 comentarios:

SDP dijo...

Es verdad que las redes sociales nos llevan a realidades impensadas, casi soñadas. Somos diseñadores de nuestro propio mundo, compartimos (estados, canciones, fotos, pensamientos, frases...entre otras cosas) con la intención de que alguien las vea, las escuche, comparte el mismo sentimiento hasta megustee la publicación. Siempre pensé que el hombre además de ser un animal racional era el más competitivo y así es.
No soportando la felicidad del otro o incluso queriendo ser más feliz que aquél uno se envuelve en un círculo vicioso que no tiene más que demostrar los rasgos más viscerales del ser humano.

Martina dijo...

Este tema me parece muy interesante. Por eso me gustó mucho hacer el tp sobre las relaciones atravesadas por las redes sociales. Facebook es como una carta de presentación seleccionada por los dueños de las cuentas para componer su rostro ante la mirada del otro.

Malena D. dijo...

Esto es algo que surgió todo el tiempo mientras hacíamos nuestro tp (el amor y las redes sociales): cómo cada uno crea su perfil en facebook de acuerdo a la imagen de sí mismo que quiere mostrar. Construimos una "máscara" con los atributos que queremos destacar y escondemos otros ¿para qué? ¿para interesarle al otro? ¿para mostrar lo muy felices que somos?
Por otro lado hay un programa en MTV que trata la misma temática que el documental Catfish (incluso el prgrama se llama de la misma manera). Investigan casos de personas que se conocieron por Internet y que mantienen un vínculo virtual para ver si el perfil de alguno de ellos es falso. Se puede discutir si está armado o no, pero más allá de eso puede llegar a ser interesante.

Fernanda Ibañez dijo...

Male, el programa de Mtv es la continuación de este documental, es el mismo creador.

Me quedo con esta frase:
"Los autores del trabajo comprobaron además que los participantes más asiduos a Facebook tenían niveles de satisfacción más bajos en relación con su propia vida."

Me encantan esas conclusiones. Especialmente porque trabajo con las redes sociales y estoy 9 horas bajando mis niveles de satisfacción sobre mi propia vida. (Ehh... creo que no)

Creo que se pierde de vista algo que es mas "truculento" que esto de desear la felicidad de otro y sentirse mal con nuestras vidas. Lo voy a poner en los términos más directos y crudos que encuentro: El tema es que Facebook es un medio que hace plata y existe por cada una de las cosas que compartimos. Básicamente lucra con nuestros sentimientos, ya sea felicidad o infelicidad. "¡Que no se corte!", diría Mark Zuckerberg.

Hola, soy community manager y lucro con tu "me gusta". Puedo vivir! Gracias por seguir sosteniendo a la gran máquina publicitaria sin darte cuenta.

Listo, ahí sembré un poco más de paranoia sobre las redes.

Besitos!!
:)



Germán A. Serain dijo...

Fernanda, no encuentro el botón de "Me gusta" para darte a saber que me gusta tu anterior comentario. ¿Vale igual si te lo escribo así con palabras?

Eugenia dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Eugenia dijo...

Siempre me llama la atención cuando escucho comentarios como "facebook hace esto", "facebook hace aquello". Facebook es una herramienta o medio, no puede hacer nada. En todo caso deberíamos ver el uso que hacemos de él. Si no te gusta y te molesta que otros compartan fotos, videos, estados, simplemente no los tengas de amigo o no te abras una cuenta en la red social (le hablo a alguien específico, le hablo a un otro con el que me imagino debatiendo).
Yo con facebook me divierto. Sí, me divierto. Aparte me entero de recitales, obras de teatro, muestras y cosas muy interesantes del under que se difunden gracias a facebook.
Otra cosa es la venta que se hace de nuestros datos.
En cuanto a la red social, sabemos las reglas del juego. O caso me enojo porque el alfil se mueve en diagonal y yo quiero que haga otro movimiento?

Germán A. Serain dijo...

¿Cómo que el alfil se mueve en diagonal????

(Hablando en serio: No se trata del uso que vos le des, particularmente, sino de la cultura que genera, con efectos que están más allá de tu control. Y aunque vos no abras tu cuenta, de todos modos estás inserto en esa cultura que está determinada por la proliferación y uso de esa tecnología respecto de la cual vos elegís quedar al margen, de manera que también te afecta, de un modo u otro...)

Después sí, cada quien usa FB para lo que quiere. Yo por ejemplo lo uso de ayudamemoria, o para jugar al cinismo ilustrado, o cosas así. Pero cada tanto me doy cuenta que genero reacciones inesperadas con las cosas que posteo. Inesperadas para el otro o inclusive para mí mismo.