sábado, noviembre 10, 2007

Del cuaderno de Bitácora

Una de las cosas que aprendí de Bibiana es el nombre de Rufus Wainwright, quien por supuesto no es un teórico de la sociología, ni de la comunicación, ni nada parecido, sino un músico. No sé si Bibiana misma sabía quién era Rufus, pero cuando me dijo que estaba buscando un tema de la banda de sonido de Shrek, la primera de la trilogía, me llevó directo hasta él. Le grabé un disco con una veintena de versiones de la canción, incluida la de Bono, la original de Lonard Cohen y una increíble de Nick Cave, pero Bibiana siguió prefiriendo la de Rufus. Y yo luego supe que el tal Wainwright tiene, aparte de ese famoso Hallelujah que a Bibi le gusta tanto, otros discos editados.

Y ahí fui, a buscarlos en Internet. Y entonces lo que me pasa siempre: está bueno poder bajar música gratis. ¿Pero no tiene algo de robo? Y me pregunto entonces cuántos discos de Rufus Wainwright me hubiese comprado yo de no haber tenido Internet y banda ancha y la respuesta es definitiva: ninguno. Porque no lo hubiese conocido, porque de haberlo conocido andá a saber si conseguía estos discos, y porque de haberlos conseguido andá a saber si hubiese estado dispuesto a pagar lo que te pidan por ellos en una disquería. Y luego otra pregunta: ¿En qué se han perjudicado Rufus o el sello multinacional que lo edita al haber bajado yo de Internet sus discos? En nada, pues ellos ni se han enterado ni se han perdido una venta.

He aquí de nuevo la cuestión de los derechos de autor, entonces. Y esa reflexión que relaciona estos derechos con un cajón de manzanas. Si alguien roba una manzana de un cajón, resulta que el ladrón tiene una manzana más de lo que tenía antes del robo, y el dueño del cajón una manzana menos. Vale decir que lo jorobaron. Pero cuando yo he bajado el disco de Rufus, es cierto que yo tengo algo que antes no tenía, pero esto no ha sido en desmedro del patrimonio de nadie, puesto que de no haber sido así las cosas yo no hubiese ido a la disquería a comprar nada. Yo tengo más, pero nadie tiene menos. Porque existen bienes tangibles y sustraíbles, y otros que por su propia naturaleza pueden multiplicarse, pero no quitarse. ¿Cómo podría alguien robar una idea de manera tal que su autor ya no la posea más? En todo caso, contra lo que se atenta es contra su eventual usufructo.

Entonces: ¿Son las ideas en general algo sobre lo cual puedan asentarse derechos patrimoniales, como sucede sobre un bien físico? Hablamos de música, tanto como de los derechos autorales de un libro, o de un medicamento. Me llama la atención que los discos de Rufus los haya encontrado yo en un blog que se titula Robin Hood of Indie Music, retomando la figura mítica de quien roba a los que tienen para repartir desinteresadamente entre quienes no.

Se me ocurre que las nuevas tecnologías, la idea misma de una conectividad y una comunicación reticular, que complejiza sobremanera el viejo y caduco esquema de emisor-receptor, va a modificar necesariamente muchas cosas, y los modelos sobre los cuales se sustentaban muchas ideas hasta el presente, entre ellas la de los derechos autorales, deberán ser revisadas para ser adecuadas a una nueva realidad.

En todo caso, la cuestión queda abierta a debate.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

De la forma en que lo planteas a mi me suena como una paradoja porque claro, la circulacion gratuita de musica por internt quiza sea la mejor propaganda para un artista, pero al mismo tiempo, eso que sirve como propaganda afecta laventa de un disco. De todas maneras si bien con internet la circulacion de informacion (de musica en este caso) permite que llegue mas rapido y a mayor cantidad de gente, la circulacion "ilegal" de musica ya extitia desde antes, en primer instancia con los cassetes virgenes, luego con la grabacion de los cds. De todas maneras algunas bandas han tratado de adaptarse a esta nueva situacion planteada por el mercado vendiendo ya no discos, sino temas por internet, o bien (como es el caso del ultimo disco de radiohead) publicando directamente su disco en internet mucho antes de que el mismo salga a la calle para que quienes quieran tenerlo lo compren via web poniendole el precio que ellos consideren justo (una especie de disco a la gorra virtual).

Anónimo dijo...

Totalmente de acuerdo Germán.
Igualmente creo que no tenemos que olvidarnos de que de hecho sabemos cómo funciona el sistema, cómo los músicos obtienen dinero a partir de la venta de los discos.
En mi caso, que suelo descargar bastante música, por recomendación, etc, etc, también compro los originales de los artistas que ya conozco y con los cuales me gusta colaborar.

Anónimo dijo...

Creo que son más los músicos beneficiados que los que salen perdiendo, ya que son más los músicos desconocidos que se nos hacen conocidos mediante internet ( la banda artic monkeys es un buen ejemplo) que los que ya son conocidos y la descarga gratuita de su música los perjudica. Creo que en tiempos de cambio los artistas deben adapartarse a él. En el caso de los músicos, estos pueden encontrar nuevas formas de lucro: hacer más giras por ejemplo. En el caso de los autores está bueno lo que hizo orsai, que publicó un libro con escritos de su mismo blog que pueden obtenerse de manera gratuita. Pero mejor si lo explica él: http://orsai.es/2007/09/articulo_numero_ocho_inciso_uno.php
(sepan disculpar el link horriblemente copiado y pegado).

Germán A. Serain dijo...

Este es el link correcto al artículo propuesto por Tefy más arriba.

Y a través de este otro link se llega a una entrevista a la antropóloga Rossana Reguillo publicada hace unos días en Perfil, de lectura casi obligada.

Ojo al piojo, que todo esto no es mera conversación marginal, sino que también forma parte de la materia, ya explicitaremos, seguramente, de qué manera.