viernes, noviembre 09, 2007

Sábato, el arte, los sueños, poiesis y catarsis

"Somos Dioses cuando soñamos, y pordioseros cuando despertamos"
(Holderlin, citado por Sábato en Abbadón el exterminador)


- Alguna vez Ud. señaló que los escritores sueñan por parte de toda la comunidad.
Hay muchas clases de sueños; algunos son superficiales y otros más profundos. Estos últimos son los más verdaderos y significativos, también los más recurrentes. Los sueños son un gran misterio y han despertado el interés de la humanidad desde sus mismos orígenes. Los sueños son como rompecabezas. Y cuanto más profundos son mayor es el número de interpretaciones que pueden hacerse de ellos. Ya se trate de los sueños de José en la Biblia o de las interpretaciones freudianas o jungianas. Y el que esas interpretaciones sean bien diferentes entre sí no significa que sean falaces y erróneas.

Uno puede decir cualquier cosa acerca de un sueño, pero nunca podrá decir que un sueño sea una mentira. Si acaso hay una verdad absoluta en el ser humano, ella se encuentra en sus sueños. ... Todos sabemos que los sueños nos ayudan a vivir y nos separan de las peores calamidades. Por ejemplo, homicidios, incestos, robos. Un empleado cualquiera de una oficina sueña una noche que asesina brutalmente a su jefe con un cuchillo de cocina. Y eso lo alivia. Cuando despierta toma una ducha (se trata de un hombre limpio), se afeita, se viste para ir a la oficina y cuando llega saluda normalmente al hombre al que acaba de asesinar en su sueño.

Esto es lo que los pensadores griegos llamaban catarsis, una liberación durante la noche de algo que de otro modo podría empujar, por ejemplo, al homicidio. Ahora recordemos la enorme cantidad de casos de asesinato, incesto y perversión que aparecen en la novela de Dostoievsky Los Hermanos Karamazov, por ejemplo. Si el autor hubiese cometido una pizca de esos horrores en la vida real, hubiese terminado en un asilo o en prisión. Sin embargo, la comunidad respeta a estos escritores, les rinde honores y los premia y luego, cuando mueren, construyen estatuas en su memoria y ponen su nombre a calles, avenidas y barrios. ¿No es asombroso?

El trabajo de la ficción, cuando es profundo, es una emanación del propio corazón del poeta. Como dice la expresión, Dios y el Diablo contendiendo por el ser humano. Esta lucha, descripta en los grandes trabajos de ficción, se aplica a cada lector, mientras que el conflicto último de la condición humana es siempre el mismo: amor y odio, rencor y envidia, ambición de poder, el problema de si Dios existe o no, etcétera.

En el caso del oficinista que mencionamos antes, en el sueño mata a su odiado jefe y haciéndolo evita cometer efectivamente ese crimen. De la misma manera, cuando un lector lee un trabajo de un autor de ficción, los sueños más grandes de un escritor, se está ayudando a sobrevivir y a evitar sus peores intenciones. Es en este sentido que el escritor de estas historias extrañas sueña por toda la comunidad, convirtiéndose en su benefactor.

Un sueño es siempre poético. No en el sentido ordinario del término, que constituye un grave error. Uno llama poesía a lo que está escrito en verso. Pero lo que está escrito en verso no es necesariamente poesía. Happy birthday to you, por ejemplo. Y contrariamente, hay poesía en las grandes novelas, puestas, música y pintura. Deberíamos restaurar el antiguo sentido que los griegos le daban al término poiesis.

El arte comparte la misma raíz psicológica que los sueños: se trata de un mensaje que proviene del inconsciente, muchas veces de un inconsciente colectivo. Es contradictorio, ambiguo, fragmentario, pero es siempre una enorme y eterna verdad acerca del género humano. Es en este sentido que debe entenderse la frase del Eclesiastes que afirma que no hay nada nuevo bajo el sol, significando que el corazón humano es y será siempre el mismo. Por eso es que el arte no progresa en la misma medida y sentido que las máquinas o las computadoras.

Cuando despertamos de un sueño, o cuando el poeta regresa a la tierra (pues no podemos permanecer en el cielo, o en ese misterioso infierno, para siempre), entonces piensa con su cabeza, y ya no con su corazón, y muy a menudo se equivoca.

(Publicado en Buenos Aires Herald. Traducción del inglés: G. S.)

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