sábado, junio 30, 2007

Del cuaderno de bitácora

No quise publicar estas palabras antes de haber terminado de corregir los parciales para mantener la necesaria objetividad. Ya volcadas las notas de todos y cada uno, me permito decir que en definitiva no me parece mal que un docente deba ocupar cada tanto el lugar del alumno y demostrar ante una mesa examinadora lo que sabe hacer.

Sin embargo, por otra parte considero que para bien o para mal el verdadero concurso docente no se rinde ante una mesa examinadora, una vez cada tanto, sino cada vez que el docente entra al aula y se para frente a sus alumnos, que son quienes en verdad deben juzgarlo en su labor, dado que en definitiva es para ellos para quienes trabaja.

Y en este sentido estoy sinceramente feliz y agradecido, pues a juzgar por los comentarios que he recibido en la anotación de más abajo, volcados por ustedes incluso al margen de sus calificaciones, llego a la conclusión de que tengo el concurso docente aprobado. Y ojo, que no hablo aquí del concurso que convalidará eventualmente mi cargo en la cátedra, sino del otro, el verdadero y más importante, que es el que se puso en juego cada jueves de 19 a 21 en el aula 6.

Tengo presente, de todos modos, que siempre habrá cosas por mejorar. Y me parece que esto es algo bueno, pues es señal de que también el docente aprende de aquellos a quienes enseña.

Gracias, nuevamente, por haberme acompañado durante este primer cuatrimestre de 2007.