domingo, abril 29, 2012

Alteridad: ¿reconocimiento del sufrimiento ajeno?

¿Seguirías comiendo las mismas cosas si tuvieras que matar con tus propias manos los animales que consumís como comida?... Este video, con la secuencia inicial de la película Carne, de Gaspar Noé (me interesan sólo los primeros tres minutos), contiene imágenes explícitas, fuertes. Pero, ¿qué es lo que nos perturba? ¿Nos molesta la crudeza de las imágenes, o el hecho mismo de tener que verlas? Porque a la hora de comer un bife, no nos preguntamos demasiado cómo eso ha llegado hasta nuestra mesa. Es que saber algo no es lo mismo que te lo digan. O que te lo muestren. Mejor no hablar de ciertas cosas. Como si el silencio las exorcisara. Un poco sucede esto mismo con todas las cosas.



Por lo general preferimos no ver ciertas cosas. Resulta más cómodo. Aunque a veces tenemos un rapto de lucidez que nos cambia. Hernán Casciari escribió muchos textos que he ido dejando aquí y allá enlazados en este blog. Uno de los que más me gustan es uno titulado Canelones, que podés leer a través del link. Noten que en el relato hay un momento de quiebre, precisamente ese momento en el cual el personaje se da cuenta que del otro lado del teléfono hay ALGUIEN.

Les dejo también este otro texto de Casiari, del cual rescato principalmente una idea puntual: la de que nos conmueve el sufrimiento de un animal que grita al morir, mucho más que el del que muere acaso con el mismo dolor, pero sin proferir sonidos que alteren nuestra conciencia. Y me pregunto si no sucederá esto mismo con la gente: apreciamos el dolor de algunas personas, no el de todas. Y nos conmovemos sólo con las que de algún modo se asemejan más a nosotros mismos.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

hace 7 años no como carne, justamente por el motivo del filme, una vez fui a un matadero y quede traumatizada, siempre es mejor mirar saber, explorar hablar... sigo pensando que el carnicero es un asesino, nada mas perturbador que el grito y sufrimiento de un animal o de una persona.. algo me deja tranquila, siento dolor junto al que le duele semejante o no... eso me hace sentir mas viva, el silencio es un acto de violencia, no reconocer al otro es una acto de violenca casi tan parecido como matar un perro una vaca o un caballo
Mariela G

Ines Vasquez dijo...

Son muy crudas las imágenes… y creo que es cierto, es aún peor si vemos como matan a los animales. Es cierto que hay personas que no comen carne ni ningún alimento derivado de animal. Pero para muchos es imposible dejar de comer carnes, por lo tanto es mejor no ver y no saber cómo matan a los animales. Es como correr la mirada cuando hay alguien pidiendo en la calle (“si no lo veo, no está ahí”). Es raro pero, quien no lo hizo?

El relato de los “Canelones” es un claro ejemplo de cómo este chico descubre, luego de año de bromas telefónicas, que del otro lado del teléfono hay alguien, una persona, con nombre y apellido, que tiene una vida, una historia. Y creo que va más allá, no sólo descubre que hay alguien, sino que comprende cómo con una broma le pueden cambiar la vida a alguien. Metiéndose en la vida del otro, sin conocerlo, y manipularla a su antojo. Esa broma se termina transformando en un alguien.

No encontré el segundo texto de Casiari (porque al apretar en el link redirecciona a la página, no al texto). El primero lo busque por su nombre, cómo se llama el segundo profe? Así lo busco.

Besos a todos!!

Anónimo dijo...

Tras ver el fragmento del film y leer el comentario de la compañera, a lo único que me remito es a mi crianza...
Mi familia es toda oriunda de Pergamino, una ciudad a 220km de la Capital Federal. Una ciudad rodeada de campos y quintas.
Me crié viendo cómo se mataban los animales con el único fin de alimentarnos.
Son raros quizás los sentimientos que ahora me inundan y los conceptos que quizás uno tiene como adueñados sin cuestionarlos...quizás sea momento de poner en duda ciertas cuestiones de la educación de uno...preguntar y preguntarse...
Natalia Maderna

Germán A. Serain dijo...

Listo: Las entradas al blog de Hernán Casciari ya están corregidas.

Ines Vasquez dijo...

Estuve leyendo el segundo artículo, es interesante esto de las “escalas de valores”. Se me ocurrió que nos puede llegar a servir mucho para nuestro trabajo práctico (sobre la humanización de las mascotas). Creo que con esto tiene que ver esta escala, y esto de “perro vale más que pollo”. En primer lugar, el pollo se mata para comer, el perro para que no moleste más (en este caso). Esto es fundamental, ya que no somos una cultura que come carne de perro, en otras si y esto se ve de otra forma. Recuerdo hace unos años cuando salió la noticia de que en un negocio se vendían empanadas de carne de perro. Prácticamente que horrorizó a la población en general. Y esto tiene que ver con lo que dice Casciari de la cercanía que tiene el hombre con el animal. Cuando uno se entera de estas noticias se imagina a la propia mascota dentro de las empanadas, o a la mascota de un familiar o de un vecino. Cuanto más cariño se le da a un animal, más cercano es a nosotros, más “humano” es, más nos horroriza su muerte.

Federico Álvarez dijo...

¡Hola!

Retomo el curso del ser del sobre el que hay referencia en el post de Feinmann. Este también sujeta a los sujetos a tener que “beberse sin sed” en su interacción con la alteridad. Ya Sartre advierte la necesidad de hacerse responsable de la elección de ignorar anestesiado esta realidad.
Lo que puede decirse acá es que la segregación de la vida social también juega un papel importante porque hace que uno viva como individuo, núcleo autónomo. De todos modos, el hombre seguirá siendo un total asociativo con el universo al que tiene que sentir y atender. Sin embargo, en el caso de los animales, puede ser que tengan derechos y haya que defenderlos, pero ¿no es eso una proyección imaginaria y cultural que hacen los propios seres humanos de su condición?
Digo, ¿”es más importante la vida de un animalito que la de cualquier otro ser”? como dijo Silvina Escudero (sí, admito que estaba mirando la semi de Soñando por Bailar). Y acá también juega la cuestión de, como lo llamaste vos Germán en el post de abajo, Lecter y, en mi ejemplo, Kevin. La pregunta sería: ¿de dónde sale tanta violencia? ¿Innata o culturalmente adquirida?
Sin embargo, también en la relación con los demás, ponerse en el lugar del otro permite entender un poco su sensibilidad, y según mayor sea el grado de empatía sensible con las otras personas, retomando a Casciari, incluso podría comprenderse la de uno. Hay una ética propia de cada uno, moral y sensible, que establece los límites respecto de la alteridad y le permite tomar conciencia de que actúa sobre su sensibilidad. Esta proyección que implica reconocer a todos los seres como igualmente sensibles es frecuentemente ignorada. El otro día me preguntaron, no sé si viene al caso, ¿es más fácil hacer reír o llorar?

Re agradezco como en los demás posts la digitalización de materiales.

Saludos, Federico

Melina Manfredi dijo...

No pude terminar de ver ni siquiera los primeros tres minutos del film. Me dio mucha lástima el caballo y mucha impresión las imágenes.
Siempre dije que como carne simplemente porque cuando llega a mi mesa no tiene nada parecido a un animal. Sé que es mejor no ver este tipo de cosas.
Por otro lado pienso que, aún cuando yo no comiera carne, no dejarían de matar ni a una sola vaca por mi decisión. El mundo no va a dejar de lado nunca la ganadería como una de las principales actividades económicas, no creo que tenga mucho sentido pensar lo contrario.

Gabriela Zampedri dijo...

Por fin veo esto que generó un debate interesante en la clase. Yo creo que todo sigue el curso de lo que vos dijiste un vez en clase Germán, y es que, muchas veces nos identificamos o no con algo o alguien según nuestros intereses, nuestra conveniencia. Y al decir "nuestros" intereses no son solo propios si no también los aprehendidos culturalmente (si es que no todos son aprehendidos culturalmente).A mi no me gusta ver sangre para nada, me genera una sensación extraña, fea, pero, a la vez, me gusta tb explorar en esas áreas que no me resultan del todo agradables (de vez en cuando obvio, y siempre que lo puedo soportar)y preguntarme que me pasa con eso. En este caso me paso eso, no disfrute viendo la escena del caballo desangrado pero me atrevo a decir que así como nos acostumbramos a caminar todos los días por las calles de buenos aires y ver gente tirada que no tiene para comer, creo que si queremos nos podemos acostumbrar tranquilamente a matar a un animal para después servirlo a la mesa; como así también, si queremos, acostumbrarnos a comer más verduras y menos carne, no sé. Circular con tanta indiferencia por la vida ante esas injusticias(frente a indigentes por ejemplo) y después no soportar ver matar a un animal..no sé, no tendríamos que plantearnos algunas cosas? Y me lo cuestiono a mi misma también porque me pasa, quizás no haya que tolerar ninguna de las dos cosas que se yo.