Cuatro días de ataques.
384 personas muertas...
Más de 800 heridos...
Los ojos del mundo, para variar, parecen mirar para otro lado.
Es cierto: no saben lo que hacen... pero de todos modos siguen siendo los responsables de este horror.
Espacio on-line de la materia Psicología y Comunicación, Cátedra Lutzky - Facultad de Ciencias Sociales - Universidad Nacional de Buenos Aires - Comisión a cargo de Germán A. Serain
Recuerdo cuando hace años atrás, no quisiera en este momento hacer el cálculo de cuántos exactamente, la profesora Papalardo nos daba sus clases de Geografía. Era una profesora respetada, de esas con las cuales uno sabe que no se jode, pero al mismo tiempo reconocida como una persona justa, ecuánime y por añadidura buena docente. Vale decir, una de esas personas que son cada vez más necesarias en cualquier institución educativa. Me hubiese encantado por entonces que Raquel (el tiempo y el hecho de haberme dedicado también yo a la docencia me llevan a tomarme la licencia de llamarla por su nombre de pila), agarrando una manguera de bombreros, nos regara a todos nosotros, sus estudiantes. Hubiese sido un recuerdo magnífico el día de hoy.



Toco tu boca, con un dedo todo el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano en tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja.
Los gemelos Andreizek eran dos polacos gordos, de cuarenta y cuatro años, que estaban peleados desde hacía una década. Uno de los hermanos vivía en Varsov, el otro en Wroclaw. Los dos solteros, los dos solitarios y obesos. El destino quiso que se encontraran en el chat de Terra Polska con identidades falsas. Uno de los gordos se hacía pasar por una jovencita virgen. El otro fingía ser una lesbiana morena y tímida. Con el tiempo y la charla nocturna, ambos se enamoraron del personaje del otro, creyéndolo real. Se enviaban mensajes de móvil, se pajeaban pensando en las muchachas, se mandaban regalitos. Un día decidieron verse en un hotel. Cada uno tenía planeado decirle a su pareja la verdad. Cada uno tenía la esperanza de que la otra lo aceptase. Y lo más sorprendente: ambos habían decidido invitar al hermano a la boda, si la historia de amor funcionaba.
A modo de conclusión sobre las cuestiones teológicas que hemos abordado en clase, vaya como referencia esta bendición:

Pensé que era una joda. Pero parece que no. Esta noticia salió este sábado en Clarín...
Tengo una jornada oscura. Varios días oscuros que se vienen sumando uno tras otro. Mucho más oscuro que de costumbre, me ha dicho alguien. Y aunque no tiene nada que ver que explicite esto acá, lo escribo porque mi otro blog está suspendido hasta nuevo aviso, hasta que pase esta sombra. Quizás también sea una forma de catarsis.German: Te escribo porque la semana pasada me quedó en el tintero una acotación sobre el experimento que comentaste en clase. Es un ejemplo muy común de cómo eran las investigaciones de antaño y, al toque, me acordé de que ya lo conocía. Durante un par de días intente acordarme de dónde. Después me vino: era de una película. Y pasé el resto del tiempo tratando de encontrarla entre la maraña de DVDs que hay en mi casa. Debido a tu posteo de los trenes y tu comentario de hoy recordé la existencia de Youtube y ENCONTRE EL FRAGMENTO QUE QUERIA!!! Es una secuencia de la película francesa de 1979 I... como Icaro (I... comme Icare). Te paso los links (son dos porque dura como quince minutos la secuencia entera) y vos postealos en el blog si te parece, de alguna manera, pertinente. En todo caso, si no conocías la película, ahora la conocés. Y si la conocías, podés volver a ver este cachito que está muy bueno. Saludos.



